20/06/2023



El nombre de Valladolid, como muchas ciudades, es femenino. Aquí se explican a continuación los motivos de sus tres nombres: PUCELA, PINCIA, VALLADOLID.


PINCIA

Situar a Valladolid en la PINCIA romana citada por el geógrafo griego Ptolomeo viene del Renacimiento. Recibe este nombre porque ya entonces era una ciudad importante, como lo fue otra Pincia anterior.

El primer historiador que recoge estos datos es Juan Antolinez de Burgos en el siglo XVII: “Llamóse Valladolid en un principio Pincia. La antigüedad de su fundación es tanta que pasa de dos mil años, por haber sido 290 antes del nacimiento de Nuestro Redentor; así lo refiere Ptolomeo, el cual pone dos ciudades de este nombre en España, una en el reino de Galicia junto a Pontevedra, la otra en Castilla la Vieja cerca de Simancas, en las riberas del Pisuerga; y en la figura o delineación que de ella hace en su mapa, se reconoce que es lugar principal; y también arguye lo mismo haberla puesto entre las más famosas de Europa, constituyéndola para mas prueba de esta verdad entre los pueblos vacceos”.

Pero la no identificación de Valladolid con Pincia estaba tan difundidad que en el siglo XVIII el periodista Beristain, fundador del DIARIO PINCIANO escribe: “La ciudad de Valladolid no es población tan antigua, como ilustre y famosa. Ni es decoro suyo que se apoye su nobleza en glorias varias, teniendo en los fastos auténticos de la Historia de España las verdaderas pruebas e su hidalguía. No hay cosa más vulgar que poner fundamento de Valladolid sobre las ruinas de la Pincia de Tolomeo”. Las diferencias entre ambas ciudades es que no coinciden ni en latitud ni en longitud (2 grados de diferencia), ni en las distancias. Pese a todo esto, el nombre de Pincia ya estaba bien asentado públicamente como sinónimo de Valladolid: como ejemplo, Beristain llamó a su diario “pinciano” y no “vallisoletano”, según su hipótesis.

La relación entre los nombres de Valladolid y Pincia se debe a renacentistas como Fernán Núñez de Toledo y Guzmán, erudito clasicista vallisoletano del siglo XVI; Francisco Tamariz, el dr. Gudiel, P. Mariana, Pedro Antonio Beuter, Salazar de Mendoza….tomando así el nombre de Pincia naturalidad en los círculos culturales. En este línea, Aureliano Fernández- Guerra apuntó hacia otra ciudad romana, PISÓRACA. Pero esta opción no cuajó: si hubiera sido así, los vallisoletanos serían como “pisóracos” o “pisoroquianos”.

Montenegro pensó más tarde que si se fija en un núcleo romano este podría haber sido Tela (que coincidiría con el “tole” del gentilicio vallisoletano).

El humanista lucio Marineo Sículo escribe: “Valladolid es villa más grande y más noble que cuantas hay en toda España, la cual algunos varones sabios de nuestro tiempo llaman Pincia…”El “descubridor” de la relación espacial entre Pincia y Valladolid es Fernán Núñez de Toledo y guzmán, llegando a firmar tiempo después como Fernán Núñez el Pinciano. Hizo el servicio que pudo a la ciudad: científicamente no tenía razón, pero históricamente llevaba buen camino pero no el correcto.
VALLADOLID

Hay tres versiones dirigidas a orígenes célticos, árabes o cristianos.


EL ORIGEN CÉLTICO DE VALLADOLID

Basándose en detallados análisis filológicos y en restos arqueológicos (como los del soto de Medinilla), el defensor de esta teoría el Ángel Montenegro, y es la siguiente:
“Frente a todas estas hipótesis con escaso sentido lógico y menos aún fonético y en total discordancia con las formas toponímicas que se atestiguan del nombre de Valladolid (….), establecemos que la forma actual de Valladolid y su adjetival y gentilicio vallisoletano tiene origen en un étimo compuesto del latín vallis que se antepuso a una primitiva designación del lugar como tolitum o toletum (vallistoletanus para el gentilicio); toletum o tolitum es claramente céltico y bien atestiguado en toda la toponimia y hablas peninsulares y aun en toda área céltica de países occidentales (Islas Británicas, Galia, Italia). Aún más, la toponimia y las hablas peninsulares repiten este étimo tol en múltiples vocablos”.

Así se conoce que hubo un nombre inicial céltico, cuyos habitantes dejaron muestras de su asentamiento en esta tierra (Soto de Medinilla), que podía ser Toletum o Tolitum, que significaba “lugar de aguas”. Cuando llegaron los romanos buscaban, por un lado, el equivalente al término autóctono en su lengua (latín) vallis (valle), pero como este concepto era muy genérico lo antepusieron al primitivo toletum, que literalmente significa “valle- valle”, pero al la pronunciación da otras señas de identidad. Desde ahí, Vallis- Toletum/ tolitum, y Montenegro hace un detallado seguimiento del término y su evolución hasta llegar a Valladolid y el gentilicio vallisoletano.

Según los restos arqueológico de Soto de Medinilla (Valladolid), Germán Delibes llega a la conclusión de que existió una primera etapa prehistórica, sobre la cual (casi despoblada) comienza a llegar gente a principios del I milenio a. C.: los protoindoeuropeos. Como poblado céltico, Soto de Medinilla se fundaría hacia mediados del siglo VII a. C. En el siglo IV nuevas tribus célticas se irían asentando en Toletum, además de traducido como valle- valle también significaba valle por excelencia; y por esto se llegó a denominar esta zona como Venecia de la Meseta o Venecia de Secano.



EL MORO OLID

Hay dos versiones sobre la versión arabista.

Según la interpretación clásica, después del desembarco de los árabes en el año 711, Abdalasis arrasaría a sangre y fuego a media Península. Lo que no está muy claro todavía es si la población anterior a estos hechos era celta, romana o visigoda.

Un capitán moro que se enamoró de esta tierra llamado Ulit/ Olid, se instaló aquí y dio su nombre al núcleo principal. Así saldrían más adelante los nombres de Valle- de Ulit, Valle-Olid o Valad- Olit (Ciudad de Olit). Supuestamente estos hechos no están demostrados. Ordoño II de León venía a reconquistar esta tierra, que oponía gran resistencia. Y para celebrar este hecho, mandaría colocar en la puerta principal de la iglesia mayor un león de piedra con un rey moro a sus pies (sería el nieto del fundador) con la leyenda “Ulit oppidi conductor” (Ulit fundador de este lugar). Parece ser que esa columna existió, pero con otro rigen y un uso menos noble: “este león solía servir en los antiguos tiempos para poner encima de él las mujeres que castigaban por mal entretenidas, así en los hechizos como en las alcahueterías, y el pueblo las daba mal trato tirándolas cuanto hallaba a mano, que volvían de manera que les faltaba poco para acabar con la vida. Yo lo vi muchas veces, y por esta causa se reformó, y totalmente se dejó el rigor de esta costumbre”, escribió Juan Antolínez de Burgos en el siglo XVII.

En la Crónica de Fernán González (no muy rigurosa históricamente) también se recoge que este moro era señor de Valladolid. Este conde, durante una de sus razzias por Campos, entraría por dueñas en tierra de Valladolid. “Llamada así por el señor de ella” lograría entrar en la villa, al tiempo que Ulit huía hacia Simancas. Se añade que Fernán González la saqueó y arrasó en el año 930. Pero los moros enseguida la reedificaron y convirtieron ciudad populosa, según este cronista. Pero con el paso del tiempo se demostró que todo esto era inventado.

Hay muchos documentos del siglo XII donde aparecen las variantes: Val de Olid, Valle de Olid, Valle Olit, Val de Olid, Vallem Olitii, …Estos fonemas, “arabizados” en grafías medievales puede que se deba a como dijo Alonso Cortés, Valladolid “suena a árabe”. Y quizá también, según montenegro, a que en pleno medievo y con una cultura califal creciente, los “bárbaros latinos” querían darle un toque “andalusí” (culto) a la pronunciación de la ciudad: algo parecido a cuando un idioma acaba adaptando palabras de otro. También apunta Montenegro: “Olit, Olid, Ulid no es nombre común o propio que se atestigüe en las hablas árabe y bereber. En fin, a partir de un vallis y olidno resultaría explicable conjuntamente Valladolid y vallisoletano, siendo así que ambas aparecen atestiguadas y simultáneamente en los más antiguos textos conservados”.

La interpretación árabe cuentas con grandes arabistas como Gómez Moreno, Asín Palacios, etc. Gómez moreno apuntó que “Valladolid, villa que resurgiera a finales del siglo IX, sería denominada por los árabes como Vallata Ualiti, por la empalizada que tenía frente a al crecida de los dos ríos”. Asín Palacios se basa en una descripción de un geógrafo árabe que cita a un pueblo de “Walid”.

Está demostrado que por estas tierras estuvieron y se instalaron los diversos invasores norteafricanos; que la fundasen es otra cosa, más bien sería una refundación. Y tampoco se sabe el verdadero grado de destrucción que ejercieron aquí, probablemente fueron más razzias de rapiña que auténtica destrucción real del territorio.

PUCELA

Hay dos teorías que circulan sobre el posible origen de este nombre aplicado a Valladolid. La primera apunta a una versión francesa y medieval. Unos caballeros vallisoletanos fueron a Francia, a fines del primer tercio del siglo XV, para ayudar a Juana de Arco contra los ingleses, que ocupaban media Francia. Aunque por la rivalidad de la Corona Castellana con la inglesa y la antigua amistad con la francesa, no habría que descartar esta posibilidad. Según esta historia, desde 1429 estos vallisoletanos lucharían en el bando de la doncella de Orleáns; y después de coronarse Carlos VII y acabada la denominada Guerra de los Cien Años, regresarían a Valladolid con el sobrenombre de los “pucelanos (“pucelle” en francés, a su vez del latín “pullicella”; “pucela” en castellano antiguo) en recuerdo de sus gestas. Pero esta teoría no está recogida en ningún texto por los distintos autores e historiadores que empiezan a surgir después de estos hechos. Si fuera así, se habría inventado un sobrenombre inventado por románticos del siglo XIX, pero tampoco hay constancia de ello.

También existe la versión que concuerda con la geografía del terreno. Es posible que el término “pucela” se refiera a la concavidad (valle) en que está situada la entonces llamada Venecia de la Meseta, porque en este entorno de secano hay un lugar de “agua” delimitado por el Pisuerga, Esgueva, Duero y posteriormente el Canal de Castilla desde el siglo XIX, que no sólo cruzan estas tierras sino que también producen una capa freática muy superficial que ha provocado problemas y también transmisión de epidemias en el pasado. Esta “poza” (charca o concavidad de agua detenida”) se convertiría en una pozuela (pequeña poza) o pucela.

Hay otra teoría que tiene que ver con “puzolana” que, según la Academia, se aplica a “roca volcánica muy desmenuzada” y concretamente a Puzol (Nápoles). Pero se piensa que no están relacionadas ni geológica ni históricamente.


VERSIÓNES “ECOLÓGICAS”

La primera explicación pseudo- fonética es la conocida como Valle- de olivos (Vallisoliveti), al estar cubiertas estas tierras de olivos, árbol asociado a la cultura árabe. Esta opción se reforzaría con topónimos de pueblo cercanos como Olivares. Pero aunque hayan podido existir olivos y olivares, esta hipótesis parece que no tiene mucha base.

La opción Valle- de- lides (hay en Valladolid el llamado Cerro de las Contiendas) sigue la interpretación del terreno y además alude a la guerra para establecer una relación. Aunque este supuesto bien puede situarse en la época de la Reconquista como evocarlo a tiempos pre- romanos: luchas fratricidas y tribales entre vacceos, arévacos, satures, carpetanos, celerinos, etc. Parece que estos parajes vallisoletanos eran los favoritos para torneos colectivos entre distintos pueblos para resolver sus diferencias. Siguiendo en este sentido, así se logra ganar antigüedad, encontrar raíces “autóctonas” al término y marcar espíritu heroico y noble de la lucha.

Otra interpretación es la de Valis- Oletum. En el siglo XVIII Rafael Floranes aseguró encontrar documentos antiguos (latinos) en los que vio la palabra Valladolid escrita como “valis- oletum”que significaba “valle de los olores”. Y para Floranes, esto significó que aquí se producían plantas muy aromáticas como tomillos y otras. Pero los viajeros de esa época pensaban que era por los malos olores debido a la ausencia de saneamientos adecuados.

En este sentido y en 1918 Narciso Alonso Cortés escribe: “No hay que devanarse mucho los sesos para comprender que olit –tal vez ulit en un principio es una planta, yerba o cultivo que, por abundar en aquellos lugares, les dio nombre. A buen seguro que en los dominios del latín vulgar se dará con ese Olit ¿Tuvo algon que ver con el idilio que, al decir de Meyer- Lubke, engendró el olezzo italiano? ¿Se relacionará con el ollitus, ya registrado por Du Cange? Sea como quiera,no puede dudarse que existió el sustantivo olite, olit u olid.”

Estas son las opciones. Cada cual puede elegir la que más le agrade, pero sabiendo que es muy posible que no sea la auténtica.


LOS TIEMPOS PREHISTÓRICOS



El Paleolítico



Se desconoce el principio de la Historia en el lugar hoy conocido como valle medio del Duero, ni cuándo se instaló allí el hombre. Según datos de Martínez Santa Olalla por los materiales hallados en Canterac, se cree que el primer asentamiento humano data de alrededor de 100.000 años, por lo muchos restos achelenses (“hachas de mano”) encontrados en la zona. También se han encontrado en algún territorio alto del Pisuerga una industria de piedra muy tosca conocida como complejo de “cantos trabajados”, que seguramente es anterior al Pleistoceno Medio, hacia el 700.000 a. C. Es poco material, pero sin desechar que la primera población del terreno es de los Anteneandertales y que dejaron gran muestra antropológica en el yacimiento de Atapuerca (Burgos) y a los que se atribuyen las citada industrias achelenses. Lamentablemente es muy difícil demostrar esto, porque si hay muchas restos arqueológicos (Alaejos, Bolaños, Bustillo, Cabezón, Mayorga, Trigueros o la misma Valladolid). Lo único que se tiene es la documentación de unos pocos yacimientos en las márgenes de la Cuenca del Duero, y según lo encontrado en ellos se demuestra que la población humana de la época no eran cazadores especializados, sino que se aprovechaban de víctimas ajenas ya que sus utensilios eran poco elaborados. Entre las víctimas de entonces seguramente estuvo el Elephas antiquus de Villanueva de Duero que se exhibe en el museo Arqueológico Provincial.



La distribución de los restos arqueológicos junto a los principales caudales fluviales basó la idea de que la población de entonces usaba estos canales para desplazarse. Sin descartarlo, parece más razonable relacionar esto con otros factores como la abundancia de materia prima en ellos para cubrir sus primeras necesidades industriales (cantos rodados de cuarcita usados como soporte para la talla de bifaces) y la segura concentración de herbívoros, circunstancia aprovechada por sus depredadores naturales y que conllevaba cantidad importante de carroña atractiva para el ser humano de entonces.

La tardía incorporación del hombre en Europa –habida cuenta que los primeros homines se demuestran en África oriental desde 2,5 millones de años- a veces se interpretado como una renuncia a condiciones muy duras: mucho frío (sobre todo en los episodios glaciares), pocas horas de luz… Esta dificultad en parte se empezó a superar cuando se dominó el fuego, lo que en Europa está comprobado desde los comienzos del achelense. En el valle del Duero no se sabe seguro su uso en la Trinchera de Atapuerca y se dudaba aún más en Torralba, pero hay un documento importante de un hogar con su cubeta en el yacimiento de San Quirce del Río Hortega, de hace aproximadamente medio millón de años.



Desde el 100.000 a. C. se produjo la última glaciación, y con ella el Paleolítico Medio y Superior habitando la zona el Homo sapiens de Neandertal y el homo sapiens sapiens. Son dos épocas muy diferenciadas en estos parajes: El que con industrias musterienses son un gran avance respecto a las anteriores (así el hombre puede conseguir de un kilogramo de pedernal más de dos metros de filo útil- diez veces más que sus antecesores achelenses-), relativamente bien documentado pero mal estudiado con sus yacimientos de Fuensaldaña, Mucientes, Zaratán, Santovenia de Pisuerga…. Y el yacimiento en Los Palomares de Mucientes del Paleolítico Superior. Según el conocimiento arqueológico del terreno, pese a que procesos erosivos más recientes hayan tapado cualquier yacimiento de la época haciendo más difícil su localización, la opinión más extendida es que la parte central de la Cuenca del Duero estuvo entonces desocupado, como en el principio del holoceno o período post-glaciar.



El Neolítico



En esta época de cuasi vacío demográfico en el Paleolítico y Epipaleolítico, la llegada al Duero de los primeros pobladores productores de alimentos- agricultores y pastores que conocían la piedra pulimentada y la cerámica, considerados neolíticos- hacía suponer una inyección demográfica (más que un proceso de asimilación de grupos autóctonos), lo que sí pasó en otras zonas peninsulares. El neolítico llegó con retraso respecto a otros territorios ibéricos: sus primeras cerámicas cardiales en el Levante son del VI a. C., y las más recientes cerámicas meseteñas de la época (con motivos que recuerdan a las de las Cuevas Andaluzas) según las dataciones del yacimiento de La Vaquera (Segovia) serían aproximadamente del siglo V al IV; y la colonización pudo ser para canalizar los excesos de población por nuevas formas de vida de esta época en zonas limítrofes como el valle del Ebro o el litoral levantino.



La mayor parte de los yacimientos del Neolítico Interior (Meseta) están en las márgenes montañosas de esta cuenca, sobre todo estaciones en cueva del sistema Ibérico y zonas septentrionales del sistema Central; siendo menores en las campiñas meridionales del duero o Tierra de Campos (Torre de Peñafiel, Traspinedo, Villabáñez, Medina de Rioseco o Iscar). Esto explica que los primeros agricultores regionales desistían de instalarse en estos terrenos por la dura climatología del tránsito del período Atlántico al Subboreal, de abundante sequía, siendo mejor para ellos el tiempo con más tendencia a la humedad en los alrededores de la Cuenca para asegurar buenas cosechas.



Estos y otros yacimientos, como el de Altotero (Burgos), no ofrecen mucha información. No se sabe seguro si había allí cabañas estables (sólo se logran recuperar pellas de barro con improntas de ramaje), y esto se interpreta como vida seminómada. Tampoco se sabe cómo las características naturales de la zona afectaron a las estrategias alimentarias de la época, basadas solamente en la caza y la recolección espontánea de frutos.



Desde la mitad del IV milenio a. C. aproximadamente, en la zona atlántica de Europa arraigó la costumbre de enterrar a los muertos en el interior de grandes monumentos megalíticos. Su existencia se negaba en el espacio central del valle del Duero diciendo que en esta zona no habían cuajado por falta de piedra adecuada para construirlos, pero esto se negó reconociendo su realidad desde fines del siglo pasado en la mayor parte de la Península Ibérica. Por esto, pese a la advertencia de expertos como el P. Merino que en los años 20 contaba la destrucción de algunos “trilitos” en Tierra de Campos (Villanueva, Castroverde,…), las tierras vallisoletanas no figuraban en los mapas de dispersión del fenómeno dolménico, en contra de la cantidad de yacimientos demostradas en las penillanuras de Zamora y Salamanca o en los altiplanos del norte de Burgos.



Los descubrimientos de sepulcros vallisoletanos de los Zumacales (Simancas), El miradero (Villanueva de los Caballeros) y La Velilla (Osorno, Palencia) revelan que entonces la zona central del territorio había sido habitado (no como llegó a insinuar Maluquer) y permitió comprobar la creación arquitectónica de los megalitos de la zona, que construidos con calizas pontienses de los páramos eran como el resto de los megalitos ibéricos (con sepulcros de corredor, cámara mortuoria y pasillo de acceso), demostrando que habían tenido paredes de tapial bien asentadas sobre grandes losas apaisadas de estructura megalítica. Crearon así un sistema constructivo con la virtud de permitir investigar la antigüedad de la arquitectura del barro, arraigada con el tiempo en Tierra de Campos.

Estos yacimientos llegan a ser la primera arquitectura monumental de la historia, anterior casi 1000 años a las pirámides de Egipto. En construcciones como estas, con enormes gastos de energía y otras cosas, maravilla que comunidades neolíticas sin medios tecnológicos pero con gran cohesión y organización social fueran capaces de obras así. Los megalitos se crearon para que con su tamaño y ubicación sirvieran como lugares de enterramiento y lugares altos de observación hacia grandes distancias.



Ya por entonces los grupos humanos organizan sus territorios y modos de actuación según su hábitat: en este caso son poblaciones poco estables (en sus asentamientos se encontraron unas pocas chozas de ramaje efímero, por ejemplo en el pago de Galbe, Villabrágima, cerca de El Miradero); por esto los megalitos acabaron convirtiéndose en monumentos fúnebres. Esta misma función la desempeñaron los dólmenes.



También resaltan las tumbas colectivas. Llegan a tener decenas de esqueletos (incluso alrededor del centenar, como en los Zumacales y en La Velilla), cuyo uso puede ser por parte de familias relativamente pequeñas. En este sentido, los megalitos revelaban que cada uno correspondía a un linaje destacado de esa sociedad. También hubo gente muy pudiente de la época que fue enterrada con grandes espátulas de hueso, collares de piedras importadas (como variscitas, pizarras, serpentinas…) y con muchas cosas de sílex o piedra pulimentada: esto demostraba un papel destacado en la sociedad, de “jefaturas”, asentada desde principios del Segundo Milenio.





La Edad del Cobre



Las más recientes pruebas del C14 demuestran que los pueblos de la Cuenca del Duero entraron en la Edad de los Metales pudiendo manejar cobre, casi a la para que otras regiones ibéricas, sobre el 2500 a. C. Aún se dudad si este nuevo material se descubrió en algún lugar de la Península o si fue introducido desde zonas como Oriente Próximo y los Balcanes (donde se reducía allí desde del milenio V); pero la opinión más extendida es que el acceso al primer metal y la nueva técnica descubierta no fueron determinantes para desencadenar la revolución económica de la Edad del cobre, lo que en el sudeste (civilización de Los Millares) significó un gran crecimiento demográfico y establecimiento del hábitat; apareciendo los primeros núcleos protourbanos ( con sus respectivas necrópolis), una gran renovación económica (agricultura intensiva, incluso de regadío) y la jerarquización de la sociedad liderada por “grandes hombres” que capitalizan el comercio de los bienes de lujo y que utilizan los objetos de metal para presumir de su poder utilizando objetos a los que el resto de la población no podía acceder.



Los primeros elementos que identificaron la época del Calcolítico regional (Edad del Cobre) fueron un hacha plana de Villalón de Campos, una punta plana en La Mudarra, tres flechas en Encinas de Esgueva y piezas cerámicas como el vaso campaniforme recuperado en Portillo. Se conocen por todo el Duero Medio muchos yacimientos de esta época; alguno de ellos ya ha sido excavado dando interesantes datos sobre los diversos pobladores de la zona. Se hallaron cabañas; hacinadas, circulares y construidas de barro con entramados de madera y ramaje en Villardondiego; se demuestran trabajos con el metal en Los Cercados de Mucientes y Moradillo de Roa y también hay en otras zonas muestras de agricultura de cereal (mediante la recuperación de semillas de trigo). Incluso según estudios de restos de fauna recuperados en la estación de Las Pozas en la Tierra del vino de Zamora que revelan novedades importantes sobre la construcción de las cabañas ganaderas de entonces respecto la neolítica otros lugares, demostrándose así más cantidad de animales de más tamaño y peso (vacuno y equino), con unas peculiares costumbres de sacrificio basados en aprovechar bien al animal en procesos de carga y tiro más que en el consumo de su carne.



Varios documentos revelan una sociedad compleja. Teniendo en cuenta la producción de metal en estoas tierras sedimentarias del centro de la cuenca (a más de 100 km de las zonas a de aprovisionamiento de mineral más cercanos), en la zona del norte de León y Palencia, la sierra de la Demanda o a las afueras de Ávila descubre que los carbonatos y óxidos de cobre (en bruto o parcialmente reducidos) fueron hasta los yacimientos del eje del Duero mediante unos caminos y “técnicas” comerciales más o menos regulares. También hubo talleres importantes artesanales como el de Los Cercados de Mucientes, donde se producían soportes para fabricar elementos de corte como la hoz en grandes cantidades, en el silex de la zona (áspero y marrón), llegando a exportarlo a la zona de la Tierra del Vino. Había oferta y demanda entre zonas tan distantes, y también cierta seguridad de poder llevar y canalizar la producción: así ya habían oficios considerados secundarios, no sólo condenados a la distribución alimentaria. Este sistema de organización también se instala en la clase política, según una gran jerarquización hallada en los asentamientos calcolíticos de la Submeseta Norte.



En el centro de la cuenca había pequeñas aldeas, pero en el Aliste zamorano (por ejemplo, El Pedroso) se comprueba que hubo poblados más importantes, con varias hectáreas de extensión, casas de piedra que demuestran estabilidad, e incluso una muralla de granito que les hacía poder compararse a otros buenos hábitats de esa época del mediodía peninsular. Poblados como este revelan un gran avance en el proceso de asentamiento demográfico, y también demuestran el crecimiento de la centralización política de finales del III Milenio de la época.



En los últimos tiempos calcolíticos, hacia el 2000 a. C., se extenderá esa cerámica barrocamente decorada conocida por Vaso Campaniforme. Por su gran presencia en el centro y oeste de Europa, se consideró muestra importante de ese pueblo nómada cuyos orígenes y movimientos fueron muy debatidos. El estilo definido del campaniforme se atribuyó a la fuerte influencia comercial, y quizá también política, de la clase alta de la época, dando la impresión de que ese campaniforme no fue solo una tendencia de entonces, sino también una ostentación social de la alta sociedad y sus grupos dominantes. Por esto este tipo de cerámica no se daba en los hogares más modestos y sí se hallaba en los ajuares de las tumbas de la gente más pudiente.



En la zona central de la Submeseta el Vaso Campaniforme presenta incrustaciones de pasta blanca, hallándose en asentamientos como Almenara de Adaja, Arrabal de Portillo, Laguna de Duero o Valoria la Buena. Los hallazgos más destacados se encontraron en tumbas individuales de Pajares de Adaja, Samboal, Villanueva del Puente o Villaverde de Iscar; donde los difuntos aparecen con tres vasos (campaniforme, una gran cazuela de tendencia plana y una escudilla) y otros objetos de lujo que denotaban la alta clase social del finado: arcos, armas de metal, joyas de oro, pacotilla de hueso… Este tipo de entierro localizado en Perro Alto (Fuente- Olmedo) contenía además un puñal de lengüeta y once puntas de jabalina de cobre, una diadema de oro, un brazal de arquero, una punta de flecha de sílex: es considerado uno de los más ricos y completos entre todos los campaniformes europeos, y revela la aristocracia de la época, que no compartía el mismo terreno fúnebre que el resto del poblado: a partir de aquí se inician las sepulturas individuales, y como los nobles del Medievo presumían de su poder utilizando cosas como el oro y las armas encontradas en la tumba de una persona de unos 18 años encontrado en Fuente-Olmedo, demostrando las jerarquías sociales con más de 2000 años de antelación de lo que actualmente se conoce como Estado.



La edad de Bronce

Pese a la gran actividad de la Submeseta norte durante la Edad de Cobre, hay un cierto estancamiento e incluso desgana durante los primeros siglos del segundo milenio, al revés que en casi toda la Península Ibérica. Por estas tierras aún no se plantean cosas opciones como elegir emplazamientos que se puedan defender bien y se fortifiquen, cierta organización urbana, desarrollo del metal….que en zonas como el del mundo argárico del sureste, el Bronce Valenciano y las motillas manchegas; que ya pasaron a la Edad de Bronce dejando atrás el Calcolítico.



De esta época lo único que se pudo estudiar fue la tendencia en cerámica: primero lisa (como la argárica) y desde el 1400 decorada con incisiones de espigas en cazuelas arenadas. Estos restos revelan una etapa anterior de la Edad de Bronce (períodos Antiguo y Medio convencionales), y de aquí surge el inicio de la cultura Cogotas I. En la década de 1980 se hicieron excavaciones en el Castro de “La plaza” (noreste de Cogeces del Monte) que determinaron la era Proto- Cogotas, anterior al Bronce Final y de la que hay muestras en las zonas desde Vaciasitios (Mayorga de Campos) a los Arahuetes (Rubí de Bracamonte), El Castillo de Rábano (Peñafiel), El Gurugú de Bocos, etc.



Se encontraron asentamientos en Soto de Tovilla en Tudela de Duero, y también en Cogeces , pero por su hábitat todos fueron pasajeros. Sólo dejaron señales de grandes hoyos, rellenos de ceniza y restos de fauna (cabras, cerdos, ovejas…), y cerámica rota: dando la impresión de que estas instalaciones hacían las veces de silos para el cereal.



Salvo contadas excepciones, no hay estructuras realmente duraderas o niveles de restos antrópicos lo bastante densos que revelen ocupaciones duraderas, lo que hace pensar que fueron grupos de gente nómada cuya actividad principal era la ganadería. Su material metálico eran reproducciones de material de uso en tiempos calcolíticos como punzones y hachas planas, sino que seguían fabricándolos en cobre; cuando en gran parte del occidente se había generalizado el bronce y además también funden armas y herramientas más evolucionadas:



A finales del siglo XIII a. C. esta civilización llega a su apogeo (principios del Bronce Final en toda Europa): la Cultura de Cogotas I, caracterizada por cerámicas decoradas con la técnica del Boquique (punto en raya y excisión). Descartadas las hipótesis que relacionaron el origen de este grupo con los fenómenos continentales de los Túmulos y los Campos de urnas, ahora se defiende sus raíces indígenas por lo que demuestra su cerámica (como ejemplo incrustando pasta blanca), rituales funerarios (inhumadotes) o asentamientos tanto en acrópolis como en llano, pero con su tendencia de “campo de hoyos”.



Hubo muchas coincidencias culturales entre las gentes del Cogotas Pleno y el inicio de la fase Cogeces. Aunque los poblados siguen pareciendo provisionales (con cabañas rectangulares y alzados de madera y ramaje) se encontraron unos 60 yacimientos, que abarcaban desde la Tierra de Campos (El Castillo de villanueva de la Condesa, o los morales en Mayorga) a las zonas meridionales del Duero (Las Canteras en Torrecilla de la Orden). Pero las zonas más pobladas se encontraron a lo largo de las corrientes fluviales: Simancas, Tordesillas o Tudela por la parte del Duero; Renedo y San Martín de Valvení por el Pisuerga; Castronuevo y Villarmentero por el Esgueva. Algunos de estos asentamientos solo eran pequeños caseríos que se integraron en otras poblaciones más grandes y con mejor situación a todos los niveles (“Carriscastro” en Tordesillas) desde donde se organizaba mejor el territorio y su explotación.



Aunque la economía era muy parecida a los episodios protocogotianos del Bronce Pleno, desde ahora hay pruebas de más actividad en las poblaciones más allá de sus límites geográficos. Aunque la mayor parte de sus bienes materiales (herramientas de piedra, hueso, metal, cerámicas…) los producían en sus propios yacimientos o salieron de tratos entre poblaciones cercanas, cabe destacar la extensión por zonas como Andalucía, Levante… de las cerámicas excisas y del Boquique, las que según varios investigadores fueron la prueba de viajes estacionales de los ganaderos de Cogotas I, que buscaban pastos yendo por los caminos que posteriormente serían los cordales de la Meseta. Con esto se fortalecieron las relaciones con las zonas colindantes, y así se puede entender la llegada a la zona del Duero de ciertas fabricaciones metálicas de creación mediterránea: fíbulas con arco acodado en San Román de Hornija; o también atlántica como algunas hachas de talón: lo que demuestra que, al menos, hasta los primeros siglos del primer milenio los talleres locales fundían en bronce los anteriores modelos metálicos de la fase Cogeces.



El mundo de Cogotas I estaba muy lejano de lo que empezaba a pasar en otros territorios peninsulares (comercio atlántico a gran escala con la zona del Cantábrico y parte occidental, impacto de los Campos de Urnas en el noreste, principio de contactos mediterráneos de cierto nivel desde el 1000 a. C. ….), lo que se sabe que pasó durante la segunda mitad del siglo IX a. C. según las más recientes fechas determinadas por las pruebas del C14.



El Soto de Medinilla, yacimiento situado cerca de Valladolid y excavado por Palol en la década de los 60, demuestra el gran cambio que experimentó su población. Frente a las cabañas provisionales de Cogotas I, ahora se forman poblados estables con casa circulares de adobe. Unos asentamientos que llegaron a pasar de la hectárea de extensión (2 en el caso de este soto) y que mostraban una población más asentada.



En el siglo VIII se formaron hábitats nuclearizados, lo que demuestran las superposiciones de poblados de adobe (llamados “tells”) y la aparición de grandes obras de fortificación documentada en la estación arqueológica epónima. Son asentamientos de nueva planta fundados sobre estaciones de Cogotas y cuya jerarquía se basaba en la organización económica de su agricultura con trabajadores de este oficio muy especializados. A esta conclusión llegó Palol y lo reforzaba el hallazgo de diversas excavaciones del Departamento de Prehistoria de la Universidad de Valladolid en el soto de Medinilla de muchos retos de cereal en tinajas y graneros, además de las colecciones de restos faunísticos (bóvidos y ovicápridos, principalmente) encontrados en este y otros yacimientos, como el leonés de Sacaojos. Estas gentes se instalan preferentemente en la cuenca media del Duero (Soto, Almenara de Adaja, Mota del Marqués, Valoria la Buena…), aunque también por zonas serranas noroccidentales zamorano- leonesas hacia el 650 y 600 a. C.



El fin de Cogotas empieza hacia el año 800 a. C., coincidiendo con el Bronce Final. Pese a que apenas hay restos de hierro por estas zonas, es en esta época cuando se demuestre una importante actividad fundidora de bronce. De esto sólo quedan unos pocos bronces: una punta del cerro de San Andrés en Rioseco, un cincel de cubo encontrado en Revellinos (Zamora). Destaca el gran número de moldes, crisoles y toberas rescatados de esta era en Valoria la Buena y el soto (Valladolid); o Gusendo de los Oteros o Sacaojos (León), probando así que una de las actividades más importantes de entonces fue la metalurgia. A pesar del deterioro de estos objetos, en su mayoría de barro, se puede afirmar que las piezas encontradas (hachas de apéndices laterales y puntas de lanza de tubo embudado) son modelos de tendencia atlántica y se fundieron en bronce con gran contenido en plomo, coincidiendo bastante con otros pueblos europeos en los últimos tiempos de la Edad del bronce.



El fin de la Cultura del Soto y comienzo de la Edad del Hierro se sitúa hacia el 500/ 450 a. C. mediante la invasión de los belgas. Descartando esta hipótesis, los investigadores apuntan a la propia evolución de estos grupos soteños vislumbrando otros planes para el futuro como demuestran los estudios de estructuras de habitaciones halladas en el yacimiento de La Mota (Medina del Campo) y la valoración de otros objetos de cerámica.

El Soto de Medinilla, cuyo auge según la prueba del C14 fue sobre el 650 a. C. y su ocaso 150 años después, llegó a conocer nuevas tendencias cerámicas decoradas con motivos incisos e impresos “a peine”, muestra del pueblo que vendría después: los Vacceos.



LOS VACCEOS




Los primeros habitantes conocidos como “vacceos” se asientan en esta zona bien avanzado el Primero milenio a.C. El primer documento que los menciona es del historiador griego Polibio y es de la segunda mitad del siglo II a.C., quien acompañaba a Escipción “El Africano” a las guerras celitebéricas y también estuvo en Numancia (actual Soria). Este texto narra la campaña de Anibal del verano del 220 a.C., en la que ocupa las ciudades “Helmántica” (Salamanca) y “Arbucala” (“El Viso” de Bamba, Zamora).



Había 2 opciones obre el origen de los vacceos: Una; si era la isa etnia que ya vivía en las tierras de la zona centro del valle; y otra, que si eran gente venida de otros lugares que se asentaron aquí por su gran fertilidad. Esta última fue la más conocida según los estudios del investigador catalán P. Bosch Gimpera: los vacceos, del grupo de los “belovacos”, salieron del norte de Europa con otros pueblos celtas belgas hacia el 600 a.C. por la presión germana ejercida sobre ellos y llegaron a la península a principios del siglo VI a.C. Así formaron parte de la segunda oleada céltica de la Península Ibérica con los “arevacos” (“vacceos extremos”, situándose en el alto Duero. Años después otros investigadores españoles escribieron libros desarrollando nuevas opciones que explicarán la existencia de pueblos prerromanos que causan la impresión de querer invadir la zona, como por ejemplo “La región vaccea”, publicado por F. Wattenberg y que defiende su idea de una invasión céltica continua frente a las oleadas propuestas por Bosch Gimpera, determinando hasta 6 fases en la primera hacia el 700/650 a.C.; la segunda tanda la sitúa hacia el 400 a.C. También Wattenberg cree encontrar los orígenes culturales y étnicos de los vacceos en el Danubio medio, cerca del Morava, en la denominada cultura de Klicevac.



Desde la década de 1970 fueron perdiendo valor las teorías invasionistas y lo ganaba la base indígena. A partir de aquí se habla más de cierta continuidad por la evolución de la zona junto con grandes etapas de nuevas tendencias culturales, tanto por tratos con otros grupos vecinales como por asentamientos de otras gentes. Pese a las grandes diferencias existentes entre la cultura de Cogotas I (Bronce Final) y la Edad del Hierro (Soto), comprobadas con muestras de cambios en modos de vida, económicos y culturales como nuevos estilos cerámicos que revelaban núcleos de población más estables y también nuevas tendencias en los rituales funerarios (pasando de la inhumación a la incineración). También se encontró relación entre el Soto de Medinilla y los Campos de Urnas del Hierro del Noroeste de la península, comprobada con muestras de determinadas técnicas y formas constructivas y decoraciones cerámicas.



Más adelante se aprecian cambios entre los pueblos de la primera y la segunda Edad del Hierro, y cuyo auge se manifiesta con la ocupación del terreno por los vacceos. Llegan a conseguir grandes concentraciones demográficas dando lugar a grandes ciudades como “Intercatia”, “Pintia” o “Amallobriga”, cuyas casas son ahora de planta rectangular e incluyen el uso de piedra en su construcción. También se aprecia cambios en la cerámica, con la novedad de las especies (aún a mano) decoradas con motivos trazados a peine o impresos, siendo sustituidas estas tendencias por la obra fabricada a torno, cocidas a fuego oxidante y pintadas con sencillos dibujos geométricos.



A esta etapa se llegó a llamar “protovaccea”, sin poderse concretar la fecha pero sí posterior al 550 a.C.. Según investigaciones más recientes lo que hoy se conoce como Edad del Hierro en la zona del Duero Medio no puede decirse que tuvo continuidad; ni tampoco asegurarse que la llegada de nuevas gentes defina claramente su influencia en la zona.



Se aprecian nuevas cerámicas en la zona del Soto, en las tierras del Duero Sur y hacia Occidente. Asimismo, en contra a cuanto pasa en el área celtibérica oriental, cuesta conocer su proceso de organización social que llevó a la creación de verdaderas “ciudades-estado” por las grandes transformaciones que hubo a todos los niveles. Esto se produjo por la paulatina concentración de la población en núcleos urbanos más grandes, como ocurrido en Soto.



Estos hechos, muestra de la evolución del Mediterráneo occidental y gran parte de la Península Ibérica entre la segunda mitad del siglo VI y la primera del V a.C., según Burillo conllevó consecuencias negativas para la meseta porque esta situación afectaba a las relaciones comerciales terrestre de la industria del estaño que pasaba por la Vía de la Plata. Esta “soledad” tuvo consecuencias sociales, políticas y económicas que llevaron al ocaso del Soto, y la nueva etapa comenzada por los vacceos que truncó la conquista romana de la zona.





El territorio vacceo



Según la obra “La región vaccea” de Wattenberg, la zona vaccea era la comprendida por los Montes Torozos, el Valle del Cerrato, la Tierra de Campos y las Campiñas del Duero: todo ellos limitando al Oeste con los ríos Esla y Cea (zona de “astures”); al Norte (zona de “cántabros”) con la zona de Carrión de los Condes; al Este hasta llegar al río Arlanza con la zona de los “arevacos” (quienes fundaron “Clunia”-Coruña del Conde en Burgos) y “turmogos” y por el Sur la zona de los “vetones” no está bien definida, pero sí se sabe que fueron localidades vacceas la actual Cuellar (“Colenda?”), y “Cauca” (Coca) en segovia; Tordesillas y “Nivaria” (“Matapozuelos?) en Valladolid y “Arbucalea” (“El Viso”, Bamba) en Zamora. Todo este territorio ocupaba la actual provincia de Valladolid y parte de las provincias de Zamora, Salamanca, Ávila, Segovia, Burgos, Palencia y León; llegando a tener su epicentro en el encuentro del Adaja, Eresma y Pisuerga con el Duero.



Una novedad que aporta el pueblo vacceo es su modo de ocupación del terreno, a base de grandes núcleos urbanos con miles de habitantes y gran poder político y económico. Estas llamadas “ciudades-estado” llegaban a alcanzar una extensión aproximada de 15/20 hectáreas, y funcionaban mediante una gran organización económica, culturas y social basada en su aprovechamiento el hierro.



Entablaron relaciones comerciales con la zona Aravaca, y también con turmogos, cántabros y autrigones (actual zona Norte de las provincias de Palencia y Burgos), utilizando los útiles de hierro en trabajos artesanales, agrarios, funerarios y bélicos, Esta etapa seguramente empezó a finales del siglo V – principios del IV a.C., y acaba con la ocupación celtibérica de la meseta de lo siglo III-II a.C. Por entonces se empezó a usar la rueda para trabajos agrícolas y artesanos, y este desarrollo industrial se la zona beneficia a zonas como “Pintia” o “Rauda” dedicados principalmente a la artesanía,



Al mismo tiempo se asienta una sociedad pudiente comprobada en los hallazgos funerarios, con buenos ajuares y gran cantidad de monedas y joyas. Fue algo parecido a lo acontecido en la zona mediterránea y la cuenca del Ebro.



Por los clásicos se sabe que algunas de estas grandes ciudades tomaban sus decisiones importantes en Consejos de Ancianos sobre elección de líderes y estados de guerra o declaraciones de paz. Ejemplo de estas decisiones fueron las reuniones de los ancianos de “Cauca” con Lúpulo. Otra muestra de esto fue que Apiano o Tácito no se ocuparon de campañas concretas contra el pueblo vacceo, sino sólo concretamente contra ciudades como “Pallantia”, “Cauca” e “Intercatia” llegaron a hablar también de su “rey”.



Por la epigrafía se sabe que para demostrar la importancia social y política de este pueblo, en la filiación de las personas, junto a su nombre y genitivo en plural también figuraba el “origo”: nombre de su ciudad.



Los clásicos calcularon que en “Intercatia” o “Cauca” tenían unos 20.000 guerreros… Aparte de la población civil. También se debe tener en cuenta las muchas acciones romanas contra “Pallantia”, tomada entonces por capital vaccea: Bruto y Lépido, pese a ir con dos ejércitos hacia el 137-136 a.C., tuvieron que huir discretamente al alba.



Para la arqueología es muy difícil cálculos demográficos por los registros de población encontrados. Se puede tomar como ejemplo el poblado de “La Hoya”, en Álava, con unas 4 hectáreas aproximadas de extensión. Por las excavaciones realizadas hasta la fecha se cree que pudo llegar a ser una población de más de 2000 habitantes, y también se baraja la opción de zonas marginales como las encontradas en la zona de “Las Quintanas” de Valoria la Buena.



Además del alrededor de 20 localidades calificadas por Plinio y Ptolomeo como vacceas también se encontraron restos de poblado más pequeños. Por motivos evidentes, las poblaciones mayores asumieron la conquista romana, y los más pequeños no. Así, unos textos reconocen que por su gran tamaño, las “Civitates” predominaban sobre otras localidades menores llamadas “Oppida” y “Turres”. Muestra de esto es la zona Duero-Pisuerga, estudiada por L.C. San José y donde de las 19 ciudades localizadas sólo Tiedra, Montealegre y Simancas llegaron a ser ocupadas por los romanos, comprobado entre otras cosas por sus terrenos cercanos estériles que implicaban mayor actividad en temas políticos o comerciales. Y por los clásicos se sabe que “Nivaria”, “Pintia” y “Tela” estaban dentro de la actual provincia de Valladolid.



Estos hechos demuestra que por entonces se buscaban lugares cercanos a los lugares fluviales principales, habiendo gran cantidad de población los fondos de los valles y los bordes de los páramos dejando vacío el interior (a esto lo llamaros los “vacíos vacceos”). Y otra característica de esta zona es la distancia entre las poblaciones, calculadas como mínimo en un día de distancia.



La organización interna de estos poblados demostró que se ocupaban de defender sus territorios con barreras físicas, construyendo en zonas llanas (como lo conocido como “Las Quintanas en Valoria la Buena y Padilla de Duero) y en otras con mejor situación natural (Cuestacastro, El Castillo de Terdehumos) un esquema de fosos y muros que se ha descubierto mediante fotografía aérea.

Estas construcciones llegaron a afectar a las campañas romanas, El incendio de “Pallantia” durante la era sertoniana revela el uso de madera y adobes para su construcción. Es más difícil concretar la fecha de estas edificaciones. Hay datos que apuntan que al principio había zonas habitadas dentro de estas defensas, que barajaron las opciones de una futra expansión y también zonas de uso general. También había zonas dentro de las ciudades que estaban más apartadas porque su actividad con el fuego podía ser peligrosa para la población: estas áreas estaban pasando el cauce del Duero. Un ejemplo de esto eran Roa y Padilla, con talleres de cerámica en ambas orillas del río, al lado contrario de ambas poblaciones.



Las investigaciones realizadas con la ayuda de la fotografía aérea revelan cierto desarrollo urbano, donde las calles empezaban a organizarse en manzanas. A esto ayuda la organización rectangular de las casas, aunque también se han encontrado otras viviendas circulares en Melgar de Abajo, Montealegre o “El Soto de Medinilla” que demostraban un tipo de casas redondas que señalaban a zonas y gentes más modestas, porque estas viviendas eran más inestables su ubicación mas cercana a los yacimientos.



La casa rectangular fue la más frecuente entre los vacceos. No hay muestras de casas totalmente excavadas, pero se han encontrado restos en Montealegre, Padilla, Melgar o Roa que revelan la existencia de una distribución interna enfocada hacia lugares destinados como almacenes y zonas de procesado de alimentos, y otras zonas más preparadas para su preparación culinaria en una cocina como cama refractaria de cantos rodados, ascotes cerámicos y rematado con banco corrido.



Las formas de construcción de estas casas son varias. Se solían utilizar adobes colocados por sogas rematados con manteado de barro, y también hay casas con cimentación basada en un zócalo de mampuesto y el uso del tapial. Los pesados techos se apoyaban en pies derechos o vigas que colocados en las esquinas rompen la lía de los lienzos: huellas de esto se encontraron en yacimientos de Padilla o Cuellar. Los suelos solían ser de tierra apelmazada, encontrándose también otros de morrillo.



En estos poblados se encontraron gran cantidad de elementos óseos, cerámicos, metálicos… que fueron el eguar de las casas para su vida doméstica y su trabajo.



La diversidad de materiales que se encontraron en los poblados vacceos se debe a su invasión por los romanos. En “Las Quintanas” de Padilla de Duero se han llegado a encontrar 3 niveles de destrucción en una superficie de dos metros ocasiones por los incendios de entre finales del siglo IV y principios del siglo I a.C.





La economía vaccea



Pese a que los escasos datos recogidos en las zonas vaccea más próximas (Roa, “El Soto de Medinilla”, Padilla) sí se sabe que los bóvidos eran abundantes por entonces en Rosa, y todo lo contrario en “El Soto de Medinilla”.



Se cree que hubo gran desarrollo de los ovicaprinos y suidas. Hay referencias en los clásicos sobre mantos de lana llamados “saga”, de color negro. Aparte de su importancia alimentaria, también la tenían en temas textiles estos animales, los animales domésticos por entonces llegaron a ser tan importantes que llegaron a convertirse e tributo en tiempos de guerra, por ejemplo: Lúpulo, después de atacar “Intercatia”, recibió 10000 capas de lana y cierta cantidad de ganado. Así ya se empieza a conocer una organización de la trashumancia,



Los cerdos domésticos también se ofrecieron como ofrendas, según parece por los restos encontrados en Padilla de Duero y la aldea alavesa de La Hoya, La importancia tanto del cerdo doméstico como del jabalí (cerdo salvaje) llegó a manifestarse en objetos como puñales, espadas o fíbulas; y también que en una tumba se encontró un puñal damasquinado de plata de un individuo pudiente.



También destacaron las gallinas, especie traída por los fenicios. También se ofrecían como ofrendas, y también se encontró un vaso pintado en “El Soto de Medinilla” con una imagen suya.



La caza también fue importante, destacando lepóridos y cérvidos. Según Apiano y pruebas arqueológicas, en “Intercatia” comían bastante carne de liebres y ciervo, pero estos alimentos provocaron al ejército romanos problemas digestivos.



El caballo les sirvió tanto de alimento como recurso táctico, llegando a ser famosa la caballería celtibérica de “Pallantia” e Intercatia”.



Los silos revelan que los vacceos también se dedicaron al cereal, llegando a dotar a localidades como “Numantia” y esto les hizo enemigos de los romanos; Escipión se dedicó durante el 134 a.C. a acabar con las cosechas de los vacceos, en este sentido conviene recurrir al escrito de Diodoro: “Cada año reparten los campos para cultivarlos y dan a cada uno una parte de los frutos obtenidos en común”; “A los labradores que contravienen la regla se les aplica la pena de muerte”. Estos textos manifestaban que la economía vaccea estaba basada en la propiedad en común de la tierra y en un sistema de colectividad agrario basado principalmente en el cereal. También se descubrió una migración anterior a un asentamiento estable como consecuencia de su desarrollo pastoril y la novedad del arado, apreciándose también su organización social. Además, incluso según la información que proporciona Diodoro basada en la de Posidonio (naturalista y filósofo que estuvo en la Península hacia el 100 a.C.), esta forma económica vaccea se basó tanto desde el punto de vista económico como militar: por entonces se mantuvo una larga guerra contras los romanos (quienes acabaron venciendo); y esta situación les levó a tomas ciertas medidas drásticas como la pena de muerte a los que infringían las normas.



La industria agropecuaria también contribuye a la economía vaccea. Estudiando sus costumbres se sabe que hubo gran cantidad de intercambios con las zonas colindantes: por esta zona también hubo un sector de orfebrería claramente distinta de la del Noreste peninsular y de la zona ibérica que distribuía principalmente a la zona vaccea a cambio del correspondiente cereal a modo de trueque.



Las armas de bronce y los objetos decorativos sitúan esta industria por la zona de las actuales provincia de Burgos, Palencia y Álava. Allí se asentaron los autrigones, cántabros y los turmogos o berones. En cementerios de estas zonas (“La Hoya” en Álava, “Monte Bernorio” en Palencia o Miraveche en Burgos) se encontraron espadas y puñales de los encontrados en los territorios vettones o arevacos.



La producción cerámica también tuvo su importancia en estas relaciones comerciales de la época y de la zona. Empezaron con la cerámica hecha manualmente y decorada con peine, y a partir de la mitad del siglo IV a.C. ya se empieza a conocer y trabajar la cerámica torneada. Este tipo de cerámica es más variada: desde la más básica de color negro a la más refinada en tonos anaranjados y tratados con pintura precocción con dibujos geométricos. Se llegaron a encontrar restos de hornos para este uso, como los hallados en “Carralaceña” en Padilla/Pesquera de Duero ubicados en la otra orilla de “Pintia”. Llegaron a ser importante porque según sus medidas (8 metros de envergadura) fueron los más grandes por entonces de la Península Ibérica.





Las creencias Vacceas



Los pocos datos que se tiene en este sentido comienzan en los aportados por César oara la zona de la Galia, limitándose a relatar las campañas bélicas romanas.



Pese a esto sí se encuentra una concesión con la religión céltica de tendencia universal recogida en “Lug” o “Dis Pater”. Según Marco Simón “los celtiberos y otros pueblos que lindan con ellos por el Norte… tienen una divinidad innominada a la que, en las noches de plenilunio, las familias rinden culto danzando hasta el amanecer en las puertas de sus casas”. Apiano, en su escrito sobre los vacceos de “Pallantia”, cuenta que cuando este pueblo luchaba contra Lépido en el año 136 a.C. pararon por un eclipse de luna interpretando esto como una señal divina. Esta tendencia también se relaciona con “Lug”, la divinidad céltica más importante y que César interpretó como “Dis Pater”: este ser creaba los seres y las cosas. Para los celtas la noche crea al día, por eso los celtas contaban su tiempo por noches empezando su año la del 1 de noviembre: para ellos fiesta de “Samain”, durante la cual contactaban con el Más Allá y que después originaron el Halloween anglosajón o el Día de los Santos cristiano.



En la cultura céltica destacan dioses como “Lug” (quien cuidaba del campo), “Mastres” (tradiciones) y “Epona” (maternidad). También se encontraron divinidades dedicadas a todo lo relacionado con la naturaleza.



Algo parecido pasa con los hallazgos de piezas de cerámicas, partes de brazaletes y pulseras y otros objetos que recogían representaciones de animales. En unas opiniones son símbolos tomados como de divinidad, y en otras solo son recreaciones de la naturaleza.



También se hallaron restos funerarios, entre otros sitios, en Azaila (Teruel), San Martín de Oscos (Asturias), Lara de los Infantes, Padilla de Duero, Tiermes, Arrabalde, Eras del Bosque (Palencia).



Además se llega a conocer la costumbre vaccea, mediante Silio Itálico a los celtíberos y por Eliano a los vacceos, de mostrar los cadáveres de los guerreros muertos en combate porque creían que así siendo devorados por los buitres serían llevados a los cielos. Para estos pueblos era un honor morir durante el combate, y creían que el alma de los combatientes era llevada al cielo por lo que consideraban ave sagrada: el buitre.





Otros restos funerarios hallados e los vacceos son 4 cráneos incompletos de bóvido formando un arco rodeados de muchos candiles de ciervo en “El Soto de Medinilla”. Y también estos de un ovicaprino joven en una hoya debajo del suelo de una casa de Melgar de Abajo.



Lo que más llamó la atención fue el hallazgo de restos infantiles cercanos a viviendas domésticas, separados tanto de los cementerios como de los ritos funerarios. Esto se puede comprobar en “La mota” de Medina del Campo, Cuéllar, Soto; y también en zonas ibéricas como “La Hoya” o Numancia, la actual Soria. El motivo de estos hallazgos infantiles era que no se les reconocía ni por la familia ni por la sociedad hasta que no llegaran a una edad que su familia creyera que había pasado el riesgo de que sucediera algo y poder perderles tan pequeños. Según esta creencia, los niños y niñas entre 1 y 5 años ya aparecen en los cementerios según los retos localizados en padilla de Duero.



Cabe señalar la poca cantidad la poca cantidad de cementerios localizados, algo comprobado mediante la proporción de unos 50 poblados vacceos frente a unas 6 necrópolis. Se hallaron cementerios en Roa de Duero (Burgos), Tariego del Cerrato (Palencia) y Cuéllar (Segovia). El cementerio de Eras del Bosque (Palencia) se utilizó como “mina de huesos” para obtener fosfato, y esto hizo desaparecer mucha cantidad de material el cual luego se repartieron entre colecciones particulares y museos públicos.



Según lo hallado en la “Pallantia” sertorana se comprueba que las costumbres indígenas se van perdiendo por la fuerte influencia romana.



También se consiguieron datos en “Pallantia”, ubicada en la zona nooriental del territorio vacceo: por este motivo a veces se la sitúa en zona vaccea y otras en zona arévaca.



Pese a los beneficios logrados son los avances arqueológicos, la única zona a la que se puede acceder más cercana es el cementerio de “Las Ruedas” en Padilla de Duero, Valladolid.



Aun así, no todos los hombres fueron a la guerra. En algunos enterramientos se han encontrado punzones y cosas parecidas lo que revelaba que estos individuos llegaron a ser artesanos. Se llegaron a encontrar recipientes cerámicos y restos óseos de varias especies animales como gallina, liebre, cerdo…además de una combustión de resinas sobre las cuales se colocaron los elementos de enterramiento.



En las tumbas de mujeres se solían encontrar agujas de coser, fusayolas (contrapesos del huso de hilar), fíbulas, broches de cinturón y pulseras; además los enterramientos donde se encontraban sólo cerámicas se tomaban por femeninos.





En los enterramientos de niños se han encontrado miniaturas, Cajitas celtibéricas, vasitos y canicas de barro macizo decoradas. Y en los de los más pobres sólo se localizaba la osamenta, nada más.



Según la necrópolis padillense, los vacceos intentaban cuidar las tumbas anteriores. El territorio interno se llegaba a organizar según grupos familiares, y esta costumbre mantenía el recuerdo de los antepasados ausentes. Y este cuerdo a los difuntos se hacían incluso cunado la persona no moría en su lugar de nacimiento mediante el hallazgo de ciertos “cenotafios” (sepulturas con ajuar pero sin los huesos del individuo).



La llegada de Roma



El primer hecho destacado de está nueva etapa fue la campaña de Lúculo en el 151 a. C. En este año y acompañada de Escipión como lugarteniente, rompieron la paz concertada por el cónsul Marcelo un año antes, entraron en terreno vacceo por el sureste. Pusieron como excusa que los vacceos atacaron anteriormente a sus socios los carpetanos, irrumpieron por sorpresa en “Cauca” (Coca) y la localidad fue pasada a cuchillo. Después atacaron “Intercatia” y “Pallantia”. En la primera Escipión acabó con un indígena que retó a los romanos varias veces, y como recompensa le otorgaron la corona y los restos del “rey” de los intercatienses.



“Pallantia” fue nuevamente atacada por Lépido y Bruto en los años 137-136 a. C. con la excusa de haber dado o vendido trigo a los numantinos, y en esta ocasión los romanos volvieron a perder. Aun así, Escipión volvió a entrar en tierras vacceas el 134 a. C. para arrasar sus cosechas y dejar sin provisiones a numantinos y arévacos. Esta zona no se sometió a Roma hasta la campaña de Didio del 97 a. C.



Más tarde la zona se vio en medio de la contienda sertoriana por el ataque de Pompeyo a Pallantia (liberada más tarde por Sertorio) y después a “Cauca” en el año 74 a. C. Pese al enfrentamiento del año 56 de entonces reducido por Metelo, los vacceos siguieron como hasta entonces y los romanos conformándose con los límites establecidos, hasta que en el 29 a. C. se consuma la conquista del territorio: en este año la campaña de Estatilio Tauro , encaminada a la conquista de la zona, ocurrió en los valles del Pisuerga y Duero, desde “Septimanca” a “Pallantia”. Lo más probable es que 2 años más tarde cayera “Intercatia” a manos de Apuleyo. Así, la zona vaccea se puede considerar totalmente conquistada en el 25 a. C , cuando los astures fueron derrotados al ser delatados en “Brigeco” (Valderas, León) y después “Lancia” es tomada por Carisio.



Pese a la falta de información histórica (como pasa siempre), según Diodoro :El más culto de los pueblos vecinos es el de los vacceos”.



LA ÉPOCA ROMANA


Los primeros contactos entre los romanos y los habitantes de esta zona (actual provincia de Valladolid) fueron en el 151 a. C. El imperio romano envió a esta zona de la Hispania Citerior a L. Licinio Lúculo (reemplazando a M. Claudio Marcelo). En esta situación el cónsul tenía 2 opciones: romper la poca paz lograda por su antecesor o volver a Roma sin nada. Lúculo pretendía tanto aumentar su patrimonio como su gloria; y si esta campaña salía bien, se contribuía al mantenimiento del ejército en un futuro.

ORGANIZACIÓN TERRITORIAL

Lúculo llegó a “Cauca” (Coca) a través de tierras celtíberas ulteriores y tras cruzar el río Tajo.Su tropa consular la formaban 10000 ciudadanos romanos “socii” itálicos, y los “auxilia” irregulares hispanos. Llegó a culpar al pueblo de Coca de extorsionar a sus aliados los “carpetanos”. Y tampoco a Coca le deberían ir muy ciertas cosas porque su Senado decidió que se firmara la paz con los romanos, aunque esto conllevara someterse a los romanos. Así, los de Coca se comprometen a unas condiciones que precedieron a los pactos entre indígenas y romanos: una entrega de rehenes para aseverar la fidelidad o suavizar en su lucha; pagar 100 talentos de plata, una cantidad importante que revelaba la posible abundancia de este metal en la zona: los militares romanos tenía gran interés en enriquecerse (por eso llegaban a exigir el pago de guerra en dinero) y los habitantes de la zona no sabían de lo metales ni su valor; y lograr unir la caballería de Coca a la legión romana. Hasta el año 90 a. C. la caballería estaba formada por los cuerpos de “alae” itálicos, pero cuando los “socii” lograron la ciudadanía romana su puesto los ocuparon los hispanos.

La caballería vaccea debió ser conocida tanto por su cantidad como por su calidad, y por eso Lúculo quiso añadirla a su ejército debido a su escasez de jinetes. Otro de los objetivos de esta campaña  era mantenimiento a largo plazo en Coca: su objetivo era evitar una posible revuelta, al tiempo que el cónsul iba hacia dentro de ese mismo territorio, que conllevara graves consecuencias a la retaguardia del ejército romano.
Así, Lúculo llegó al río Duero por el oeste de Simancas (quizá por la zona de Villamarciel) . Llegó a “Intercatia” (Montealegre), donde ya les esperaban 2000 jinetes y 20000 hombres de a pie. Según narró Appiano, Lúculo obligó a la localidad de Montealegre a pactar una alianza, pero sabiendo lo ocurrido en Coca recelaron de sus palabras y le encararon su delito. El cónsul arrasó la campiña y cercó la ciudad.

“Intercatia” (Montealgre) se protegía mediante un muro hecho probablemente de madera y adobe (incluso piedra), ya que hay mucha caliza en la zona de los Montes Torozos. Y quizá también el castillo de esta localidad se hizo como el muro. Los romanos hicieron una brecha en el muro mediante arietes, pero enseguida tuvieron que retirarse. Durante la huida muchos legionarios cayeron en una cisterna de agua y murieron ahogdos. En este sentido, P. Madoz llega a citar 3 lagunas entre Montealegre y Palacios de Campos.

Los romanos y la localidad de Montealegre llegaron a un pacto. Intercedió Escipión, garantizando a la población que se respetaría. Los lugareños, a cambio de paz, se comprometieron a dar a Lúculo 10000 “sagi”, una cantidad determinada de cabezas de ganado y 50 rehenes. Después de esto, Lúculo se encaminó hacia “Pallantia” (Palencia), famosa por el valor de su gente y donde se refugiaron muchos vacceos.

En el año 143 a. C. Viriato lideró el levantamiento de la población celtibéricas contra los romanos, y Roma envió al cónsul experimentado Q. Cecilio Metelo. Antes de llegar a Numancia asoló el terreno vacceo para evitar que se les surtieran de grano. Metelo se vio obligado a seguir el camino seguido por Lúculo. El tratado firmado con Numancia facilitó las campañas de los cónsules M. Emilio Lépido hacia el 137/136 a. c. y Q. Calpurnio Pison en el 135, ocupándose ambos principalmente de las tierras vacceas. Según las fuentes Lépido pidió ayuda a otro cónsul, Décimo Iunio Bruto (familiar suyo), para luchar contra “Pallantia”. Esta campaña pretendía conseguir algún beneficio para que de vuelta a Roma poder confirmar sus propios objetivos, pero los de “Intercatia” no sabían cuáles eran.

Los vacceos eran bastantes y llegaron a poner en apuros a las tropas consulares de Lépido y Bruto (unos 30000 efectivos).

Los enfrentamientos entre los numantinos y las derrotas de vacceos y arévacos a los romanos revelaban la incompetencia de los generales romanos. En esta situación el Senado envió a la zona a P. Cornelio Escipión aseguró a los indígenas que el acuerdo se respetaría. Los habitantes locales pagaban a Lúculo 50 rehenes, 10000 “sagi” y cabezas de ganado. Después se fue a “Pallantia” (Palencia) –famosa por el valor de sus gentes-, donde ya se habían refugiado muchos vacceos.

El alzamiento de las comunidades celtibéricas lideradas por Viriato en el 143 a. C. requirió de la experiencia del cónsul Q. Cecilio Metelo. Antes de llegar a Numancia arrasó el terreno vacceo para que no les pudieran proporcionar grano, y al cónsul no le quedó otra que seguir por el camino anteriormente usado por Lúculo. El armisticio firmado con Numancia facilitó las campañas de los posteriores cónsules M. Emilio Lépido hacia el 137/136 a. C. y de Q. Calpurnio Pison en el 135,. Cuando Lépido luchaba contra “Pallantia” pidió ayuda al cónsul Décimo Iunio Bruto (familiar suyo), quin ganó en los “Gallaeci Bracarenses”. Los interesados en esta campaña pretendían conseguir algún beneficio para que, de vuelta a Roma, pudieran confirmar su clientela y poder personal, pero los habitantes de la zona no tenían ni valoraban lo que ellos querían.

Los vacceos eran bastantes y  por eso pusieron en apuros a las tropas consulares (30000 efectivos aproximadamente). Los hechos bélicos vividos entre numantinos, y las victorias de los vacceos y arevacos sobre los romanos manifestaron la incapacidad de los generales romanos. En esta situación el Senado envió a P. Cornelio Escipión, tras acabar con Cartago.

El Senado también resolvió en el año 134 a. C. que los tribunos de la plebe anularan durante un año los efectos de la “Lex Villia Annalis” del año 180 de esa era y su edición del 151 en la que se prohibía la iteratio de la magistratura consular: así se pudo elegir a Escipión cónsul.

Escipión ya estuvo antes por estas tierras, colaborando en la expedición de Lúculo. La marcha sobre los Montes Torozos la describió bastante bien Appiano, ya que de día era muy duro andar por la gran insolación y la falta de agua potable (la de los navazos era salobre). Escipión mandó legados a Coca para avisar que no pretendía atacar: desde aquí avanzó hacia Numancia, invernó en la zona y en el 133 a. C. le costó rendir a esta ciudad. Tras esto hubo 20 años de paz, y mientras el proceso de unión territorial paró o avanzó muy poco.

La mayor parte del territorio de la Península Ibérica se añadió al dominio del Roma, y esto conllevó una gran reorganización a todos los niveles como censos e impuestos. El Senado mandó una comisión que seguramente redactaría la “Lex Provinciae” y la presentaría para su aprobación. Aunque no llegó a la actualidad sí permitió conocer la gestión de esta comisión según como también llevaron otros casos similares. Por ejemplo, la del 188 a. C. en Oriente tras la paz de Apamea. En este tratado se pactaron las leyes por las que se regirían las provincias y los regímenes jurídicos de sus diversos tipos de ciudades: en esto influía su situación con respecto a Roma y su adaptación a la prevaricación de sus gobernadores. También marcaba los límites de la provincia ulterior y Citerior, posiblemente referenciados por la línea divisoria de los valles de los ríos Duero y Tormes. Así, la mitad meridional de la actual provincia de Valladolid estaba dentro de la Hispania Citerior.

No hay datos entre el 133 a. C. y la guerra sertoriana. Q. Pompeyo atacó “Clunia”, sitió “Pallantia” y tomó “Cauca”; porque sabía que acciones como éstas eran necesarias para luchar en la Celtiberia y acabar con la resistencia de Q. Sertorio. Aunque esta campaña mermó mucho a los sertorianos no acabó la guerra, ya que hubo alguna población indígena leal a Sertorio apoyándole.

En el 72 a. C. Pompeyo quiso acabar con estas rebeliones (Clunia, Pallantia, Vxama, Tiermes). En esta época Se sitúa aproximadamente la ocultación del tesoro de Padilla de Duero, donde se encontraron numerarios de Turiasu, Arsaos, Sekobirikes y Arekoratas. Pompeyo decía haber sometido 876 ciudades de Hispania Citerior y la Galia, cantidad que se puede tomar como válida si se consideran así muchos asentamientos como aldeas y fortines de la zona. Por estos logros de Pompeyo el territorio romano creció hasta la ribera derecha del Duero. Hasta que comience la guerra cántabra este terreno romano llegaría hasta el Pisuerga, y este límite no se pasó hasta el 5/10 a. C. al asentarse la “Legio IIIIª Macedónica” en Herrera de Pisuerga tras abandonar “Segisamo” (Sasamón).

No se sabe contra quiénes pudieron luchar los generales romanos cuando Pompeyo se fue  de la Península, lo más seguro es que estas batallas fueran en las afueras de las provincias. La zona Citerior comprendida entre los ríos Valderaduey y Pisuerga estaba tensa porque se hallaba en la zona límite entre astures y vacceos.

No hay más datos sobre estos años porque el ejército romano tuvo que enfrentarse a Espartaco.

Por los hallazgos localizados por la zona de Padilla de Duero se va sabiendo más sobre los asentamientos indígenas y romanos, por ejemplo mediante sus cerámicas.







LA SOCIEDAD INDÍGENA

Tras la conquista de la Meseta por los romanos, las poblaciones locales se adaptaron a la nueva situación mediante cambios en sus costumbres.


a)      POBLACIÓN.- Según Appiano los romanos causaron muchas bajas a los caucenses, de unos 20000 que lucharon volvieron vivos muy pocos. La cantidad de los combatientes romanos que lucharon contra “Cauca”, unos 2000, revelaba que el número de los combatientes locales era importante: la proporción romanos-indígena se calculaba en 1 a 10. Por los datos que se tienen se llega a suponer que los numerosos “pagi” o “vici” se aliaban en situaciones así para oponer más resistencia. También se sabe que esto era más frecuente entre los pueblos celtibéricos orientales que entre los vacceos (más individualistas en temas políticos).

Por enfermedades como disentería y el hambre hubo muchas bajas entre los romanos. Se alimentaban principalmente de carne de conejo arreglada, sin sal ni aceite ni vinagre. El conejo abundaba en los Montes Torozos.

Según un documento encontrado en Paredes de Nava, hay un pacto con fecha del 4 de marzo de año 2 a. C. Se reconoce la concesión del “hospitium” de la “Civitas  Palantina” (Palencia) a Acces, hijo de Liccirnus (intercatiense)  y también su nombramiento de patrón de esta institución. A cambio, Acces recibe a Palencia como clientela. Este pacto fue oficial en presencia del magistrado Elaisicus y los individuos Annius (hio de Ammedius) y Ammius (hijo de Caenecaenus). Las tabulas que citan “magistrati” son de antes del 28 d. C.: a Herrera de Pisuerga y Paredes de Nava  “per magistratum Caelionem”; el territorio de los Zoelas “per Abienum, Pentili, magistratum Zoelarum”; y El Caurel (Lugo) “Tillegus, Ambati”.

La designación de ”magistrati” en lugar de “legati”, y la diferencia de cantidad entre estas categorías no guardaba relación con el status de las comunidades afectadas .

b)      DEMOGRAFÍA.-  Había muy pocos asentamientos celtibérico-vacceos (Hierro II/Soto III) en la provincia de Valladolid. Esto se debía a las grandes extensiones de masa forestal y el tipo de suelo de la zona, ambas cosas dificultaban el cultivo del cereal.


Poblaciones en el curso del río Duero: Llanos de la peña (Tordesillas), Ex Priorato de Ntra. Sra.de Duero (Tudela), Pesquera, Padilla y Manzanillo.

Afluentes por la derecha
·        En el río Cea: Melgar de Abajo.
·        En el río Valderaduey: Becilla.
·        En el río Bustillo: Aguilar de Campos.
·        En el río Sequillo: Villagarcía de Campos y Montealegre.
·        En el río Bajoz: Mota del Marqués y Tiedra.
·        En el río Hornija: Torrelobatón.
·        En el río Pisuerga/Esgueva: Valoria lña Buena, Cabezón, Santovenia, Valladolid ciudad .Las Arenas, Soto Medinilla Pego Gorrita- y Simancas.

       
Afluentes por la izquierda

·        En el río Zapardiel: Foncastín, Muriel y Medina del Campo.
·        En el río Eresma: Matapozuelos, Llano de Olmedo coca y La Armuña.


Otros asentamientos que aparecen en las fuentes son “Amallobriga” (Tiedra), “Intercatia”(Montealegre) y “Septimancas” (Simancas), todos ellos muy parecidos en localización y restos y también sitos en un terreno alto muy cerca de los páramos predominando sobre una gran llanura. Y otros pueblos de esa zona son “Pintia” (Pesquera), “Nivaria” ( Matapozuelos), “Tela” (Cabezón), “Cauca” (Coca), “Abulobrica ¿” (Torrelobatón) y “Meoriga/ Meobriga” (Muedra/ S. Martín de Valvení). Muchos de estos sitios esaban protegidos por muros de adobe y madera porque las crónicas citan la destrucción y quema en murallas “interctiensese” y “pallantini”. La ocupación romana no supuso el despoblamiento de la zona, se mantuvo durante la misma.


c)      VÍAS DE COMUNICACIÓN.- El camino seguido por Lúculo se convirtió después en la “Vía 22 del Itinerario de Antonino” (Ab Emerita CAesaraugusta), del Ravennate. ESTe recorrido sería: Cauca, Amallobriga, Intercatia y Pallantia: desde Coca siguió el recorrido del Esgueva hacia el Duero, seguiría hacia Torrelobatón, la Mudarra, Montealegre y Palencia. D. Iunui Bruto,ayudando a su familiar Lépido, siguió la que después sería la “Vía 17 del itinerario –Item a Bracara Asturicam-“ hasta Rosina de Vidriales (Petavonio) y la “Vía 27- Item Ab Asturica per Cantabiam- cruzando la zona intercatiense hasta llegar donde estaba Lépido.



ECONOMÍA

La actividad económica de estas gentes se basaba en:

  • SECTOR AGROPECUARIO.- Parece que la agricultura fue la actividad más importante, siendo lo más destacado el cultivo del trigo y la cebada.

       Las fuentes citan con frecuencia la escasez de trigo padecida por los numantinos durante la guerra contra los romanos, como también las habituales dotaciones de este cereal suministradas por los vacceos. En el 143 a. C. los numantinos fueron pillados por sorpresa por Q. Cecilio Metelo mientras recolectaban la cosecha. Y al mismo tiempo, los pueblos del  norte también se llegaban a tierras vacceas para quitarlos el trigo.
La ganadería fue muy importante para la subsitencia y la economía vaccea,sobre todo la caballar y la ovina. Los intercatienses deberon dar 10000 “sagi (capas de lana)” a Lúculo como tributo. La importancia del caballo también se manifiesta en lo ocurrido en Intercatia y Cauca. También hay referencias clásicas sobre zonas de pastos en el 151 a. C.: “Antes de que llegara el ejército de Lúculo a Intercatia, un grupo de habitantes había salido a buscar pastos para sus caballos en una zona en donde eran abundantes”, seguramente por la zona de Matallana, Meneses y Villerías. Los datos recogidos del 151 a. C. relatan la entrega de un número indeterminado de cabezas de ganado. Y como a veces el ejército romano tuvo que consumir caza, debieron comer carne de conejo y ciervo: el conejo abundaba en los Montes Torozos. Había mucho ciervo en esta zona, por sus terreno calcáreo y su gran cantidad de juníperos y encinares. Según Plinio el junípero (iuniperus) tiene la misma ventaja que el cedro y es muy grande en Hispania. De este árbol viene el nombre del pueblo de Valdenebro, cercano a Montealegre.

  • ARTESANÍA.- Esta industria se dedicaba principalmente a los sectores domésticos y agropecuarios. Lo más frecuente en lo textil eran la fabricación de “sagi” (capas de lana) ,usadas como pago de impuestos; y también usaban el lino para hacerse ropa y el cuero para otras prendas de vestir y calzado. 


Además hubo forjas donde se fabricaban y arreglaban herramientas domésticas y de trabajo. Prueba de esto son los hallazgos de Padilla de Duero: 13 arracadas, 5 torques, 5 anillos, 2 fíbulas y 4 brazaletes.

  • CIRCULACIÓN FINANCIERA.-  Se encontró numerario celtibñerico en Padilla de Duero en focos como “Arsaos” (6), “Arekoratas” (6), “Turiasu” (26), y “Sekobirikes” (34). Esto se puede considerar como tributo a los soldados por sus ciudadanos, que ayudaron a la causa sertoriana. Sertorio ayudó frecuentemente a los mercenarios durante la guerra, lo que explicaría monedas como “Bárskunes” y “Bolskan”. También se halló numerario hispanorromano de tiempos augusteos, un as de “Bilbilis” (1 a. C. ) en Cigales, un as de “Calagurris” (2 a. C.) en Torrelobatón y un as de “caesaraugusta” (1 d. C.) en Santovenia. Además se encontraron bronces con cecas de Tiberio o Augusto de “calagurris” en Valladolid, “Caesaraugusta” en Cigales, Valdenebro, y “Bilbilis” en Villabáñez. Y los numerarios de época republicana hallados son As de P. Blasio (172-151) en La Mudarra y  Denario de C. Val, C. F. Flac (150- 125 a. C.) en Tordehumos.



SANTORAL INDÍGENA

En las inscripciones halladas en la provincia de Valladolid queda constancia de la siguiente onomástica indígena:

Accannius, Acces, Aius, Aminna, Amma, Ammia, Anelia, Anna, Arganta, Attua, Autius, Bodogenus, Boutia, Boutius, Caerrius, Calaetus, Doidena, Elaesus, Elesus, Granius, Liccirnus, Licericus, Mailua, Otta, Saelia?, Sapienus y Silo.



SIGLOS I-III d. C.

Durante la época de Augusto, según Plinio y Estrabón la población mayoritaria en Hispania eran asentamientos aldeanos porque el terreno del país no ayudaba a la creación de muchas ciudades. Como excepción, la Bética.

El mayor avance que aportó el imperio romano fue el desarrollo del urbanismo. La “civitas” era la única figura oficial reconocida por los romanos a nivel territorial, de asentamiento urbano, entidad política-administrativa  y regente de su zona, la importancia de este tipo de entidad iban según la importancia de sus ciudades. Y así los romanos se adaptaron a estas tierras y sus habitantes, tratando a veces con las “civitates” y otras con unidades organizativas superiores.

Desde Tiberio algunas “civitates” de la zona septentrional llegaron a adquirir la carta de municipalidad; sin embargo muchos grupos “oppida” siguieron como nómadas avanzando hacia el logro de llegar a se “civitas”. Los Fleavios legalizaron lo que ya había, pero adaptaron las leyes y sanciones a su conveniencia.

La municipalización conllevó una nueva distribución del territorio. Comparando los datos aportados por Ptolomeo y Plinio sobre el reinado de Hadriano se conoce la transformación vivdad por muchos asentamientos durante 50 años: Ptolomeo demuestra la transformación vivida por muchos “populi” desde sus orígenes hacia la organización urbanística impuesta por Roma. Según estos datos en la Provincia Citerior hubo 105 “civitates” más y 87 “populi” menos. En las inscripciones, las definiciones “Respublica” y “Civitas” sustituyeron a los de “populi” y “gentes”.

Este proceso fue bien aceptado por las autoridades de las ciudades, ya que este tipo de organización contribuía a su desempeño de magistraturas civiles y religiosas y esto les aportaba beneficios a todos los niveles.


ORGANIZACIÓN DEL TERRITORIO SEGÚN ROMA

  • La provincia Hispania Citerior.- Llegó a depender de la jurisdicción del emperador mediante un “Legatus Augusti pro praetore”. Inicialmente este cargo no estuvo muy claro porque Augusto no se sabe si nombró a un antiguo cónsul o a un antiguo pretoriano. Ocuparon este cargo personas con experiencia militar demostrable, incluso después de acabar la guerra cántabra en el 19 a. C. El gobernador mandaba sobre las 3 legiones establecidas en la provincia delegando en 2 “legati legiones” (comandantes del ejército); estando uno de ellos dirigiendo la “Legio IIIIª Macedónica” que estaba asentada en Herrera de Pisuergasegún los restos hallados desde el 13 a. C. (cuando Augusto reorganizó la provincia) al 42 a.C.  cuando se fueron hacia la Germania superior. Desde Tiberio, los cónsules seguramente se dedicaron al oficio de gobernador de forma más regular.


  • Los conventi.- La Hispania Citerior se dividía en 7 “conventi iuridici”, y uno de ellos era el “Conventus Cluniense” en la zona del valle alto y medio del Duero y las zonas septentrionales de habitación cántabra. Se cree que los “conventi” fueron creados por Vespasiano. Este tipo de institución social era una mezcla uniforme de costumbres, razas, lenguas….Así varios asentamientos de población indígena de la zona se unieron mediante la capital, “Clunia”, don de tenían un centro administrativo para todo por esa zona, arreglando allí sus problema,as y rindiendo también culto al emperador.

  • Las civitates.- Son divisiones de los “conventi”, y sus normas jurídicas eran distintas clasificándose en colonias, municipios y ciudades peregrinas.


Según Plinio: “De las 17 civitates de los vacceos, que iban al Conventus Cluniense, destacan las de los intercatienses, palantini, lacobrigenses, caucenses….”. Ptolomeo: “las poleis de los vacceos, Interkatia 10º15’, Gella/Tela 9º40’- 42º55’, Cauca 10º-42º20’, Pintia 10 10’- 42º, Meoriga/ÇMeobriga 10º20’-43º20’”, las cuales se identifican como Montealegre, Cabezón, Coca, Pesquera y Muedra/San Martín de Valvení.

La evolución de estos asentamientos era así:

-CIUDADES CON ESTATUTO DE PRIVILEGIO.-  Desde la época Flavia, algunas civitates llegaron a convertirse en municipios. A esto ayudó Vespasiano mediante la concesión del “Ius Latii”, de lo que deja constncia Plinio (Nh, III, 30): “Universas Hispaniae Vespasianus Imperator Augustus iactatum procellis reipublicae Lattium Tribuit…”.

A este tipo de poblaciones se refieren Los títulos de colonia y municipium y la mención de magistraturas civiles: “ II vir, “II vir iure dicundo, Aedilis, IIII viri, quarestores” y religiosas:” POntifex, Flamen, VI viri Augustales”.

En est tipo de clasificaciones podrían entrar también el título “respublica”, la fórmula “ómnibus honoribus in re publica sua functus” y el “Ordo decurionum”.


-MUNICIPIO.- Los autores clásicos consideraban a “Cauca” (Coca) “Civitas” –Plinio, Hydacio- y/o “Polis” –Ptolomeo, Appiano, Zósimo- “Polis” es la definición de un núcleo urbano habitado y que también es centro o sede a nivel político-administrativo.

La tábula encontrada en Montealegre firmada por el IIvir M. Valerius Lentulus dice así:
“Bajo el III consulado de L. Iulius Ursus Servianus y Piblius Vivius Varus. El 5 de las nonas de octubre: Granius Silo y Aemilus Sapienus y Iulius Proculus, en nombre de la cognatio de los Magliancos, Amallobrigenses, residentes en los pagi o vici de Cabrumuria y Paligo hicieron tessera de hospitalidad por los méritos de Elaesus Otta, hijo de Aius. Los Amallobrigenses renovaron a perpetuidad la tessera hospitalis con el Senado y el pueblo de los Caucenses, para sí, para sus hijos y para sus descendientes y para todos los de ellos a través de los legados M. Valerius Lentulus, IIvir y lucius Sempronius Quadratus”.

 


    Este documento se refiere a 2 momentos distintos del año 134 a. C. El 3 de octubre de ese año los “amallobrigenses” renovaron para siempre un pacto con el Senado y el pueblo de “Cauca”. Se desconoce si ejercieron como representantes de comunidades familiares, ya sea mediante la “cognatio” o por entidades étnicas superiores donde se integraron. Los “amallobrigenses” pactaron como comunidad de rango como los “caucenses”. En las tábulas de hospitalidad y patronato se registra las comunidades que tenían estatutos políticos-administrativos según los nombres usados en las mismas: “civitas”, “senatus”, “respublica”, “populus”, “senatus populusque”, seguidos del nombre de la localidad/comunidad.

Las denominaciones “civitas” y “senatus populusque” suelen referirse a poblaciones sin privilegios como “civitas Palentina” (2 a. C.), “civitas Maggaviensium” y “Senatus Maggaviensis” (14 d. C.). Estos términos se llegaron a usar indistintamente. La fórmula Senatus Populusque + el nombre de la comunidad se constata en documentos de los años 5 (Ronda), 6 (Mulva y Pollensa), 14 (Herrera de Pisuerga), 31 (Cabeza de Hortales), 34 (Cañete de las Torres); todos estos años d. C. y en el s. II en hallazgos en Tiermes/Peralejo de los Escuderos.

Los legados que intervienen como firmantes son M. Valerius Lentulus, IIvir y L. Sempronius Quadratus.


-LAS “RESPUBLICAE”.-  Según G. Alföldy, esta definición se refería a una clonia o municipio en la mayoría de los casos. Y P. le Roux opina que las “respublicae” abarcaron población variada, con mayoría de “peregrini”,y que no llegaron a tener privilegios. Este tipo de asentamiento estaba dirigido por una oligarquía de ciudadanos romanos.

 Los clásicos definían a Intercatia mediante diferentes nombres: para Aurelius Víctor y Plinio era “Civitas”; para Estrabón, Ptolomeo, Polibio y Appiano era “Polis”; y para Ampelius y Livio era “Urbs” (este tipo de denominación  se refiere a un asentamiento de población urbanizado, pero de dudosa calificación política- administrativa); y “Oppidum” para Valerio Máximo y Aurelius Víctor (este tipo de asentamiento es como la “urbs” pero más organizado a nivel administrativo-político, aunque a veces no tiene defensas).

Una inscripción encontrada en Tarragona relata un “intercatiense” que ocupó todos los cargos en su república: “L (ucio), Anto(n)nio, paterni/filio, Quir(ina tribu), ex gen/ (te Valccaeorum,/Cluniensi), (O)mnibus hono/(r) ibus (in re ip(ublica) sua/ functto. Sacerdo/ti Romae et Aug(usti) ar(arum) Au/gustar(um). Fl(aminis) P(rovinciae) H(ispaniae) / C(iterioris). P(rovincia) H(ispania) C(iterior)”. Este documento del 185 d. C. se refiere a la “Respublica Intercatia Vaccaeorum”. La denominación “Respublica” suple a la de “Civitas” refiriéndose a una población peregrina contributiva, lo que también ocurrió con la “Civitas Pompelonensis (57 d. C.)/ Respublica Pompelonensis (18 d. C.). En el territorio del noroeste hispano el núcleo “populi” cercano a un asentamiento administrativo también usan esta terminología.

L. Antonius Modestus era un indígena de la tribu Quirina donde se inscribían la ciudadanía romana en la era flavia. Tras ocupar los caros de su localidad llega a ser “sacerdos Romae et Augusti” en la capital del Conventus Cluniense (algo que no sólo podían hacer los nacidos en Clunia). Este cargo era casi obligatorio entre los puestos municipales ny el sacerdocio más importante de la capital de la provincia de Tarraco. Finalmente fue “Flamen Provinciae Hispaniae Citerioris”.

Anualmente el concilio provincial, formado por los delegados provinciales de todas las ciudades, elegía al “flamen” que durante un año se encargaría del culto imperial provincial. Estos “sacerdotes” y “flamines” fueron hombres muy importantes. Pagaban los gastos del culto,fiestas, y la construcción de templos y aras al emperador y su familia. Algunos tras ser flaminados ocupaban buenos puestos en la administración o el ejército, y otros mediante el sacerdocio accedían al mundo ecuestre y así podían seguir con su “cursus” en Roma.


-         CIVITATES PEREGRINAE

A este tipo de poblaciones se cree que pertenecieron “Pintia”, “Tela”, “Meorica/Meobriga” “Septimancas” y “Amallobriga”.

La primera parte de la tábula hallada en Montealegre (quizá de época tiberiana) relata la renovación de una “tessera hospitalis” Coincide en esto con las Herrera de Pisuerga (14 d. C.) y Astorga (Zoelae, 27 d. C.)
Este pacto lo firman Elaesus Otta, amallobrigense, y los “vici” o “pagi” “Paligo “ y “Cabrumuria”, en la zona de “Amallobriga” donde se asentaba la “cognatio” de los “Maglianc os”. La razón del “hospitium” era “pro meritis Elaesi Ottae”. Quienes concedieron la hospitalidad fueron Silo, Granius, Aemilius y Iulius Proculus; y el patrono Elaesus Otta.

Tratados similares demuestran el deseo de que aldeas diversas (vici o pagi) se unan en una comunidad superior de calificación jurídica romana como la “civitas”. Así el imperio romano aunaban tributos y administración de justicia en poblaciones mayores. También hay constancia de la “cognatio Magliancum”, unidad supra familiar de rango inferior de tipo gentilicio. Según G. Alföldy esta entidad es básicamente de lazos familiares y/o matrimoniales, y como también tenía funciones político-sociales se cree que ocupó funciones parecidas a las de las ”gentilitates” del noroeste peninsular , y la tábula hallada en Astorga del 27 d. C. sobre el pacto de los Zoelae muestra otro ejemplo de esta entidad. Así, por ejemplo, Amallobriga era la civitas/populus y la cognatio Magliancum una de sus secciones, y en  estas última sección se agrupaban grupos familiares de pequeñas aldea, Castella, vici, pagi….


Severos y Diocleciano

M. Aurelius Antoninus “Caracalla” estableció como derecho la igualdad y unidad de sus súbditos mediante la “Constitución Antoniniana” del 212/213:”yo concedo a todos los peregrini que vivan en el oikomene el derecho de la ciudadanía romana, salvaguardando el derecho de las ciudades, salvo para los dediticios…”.

Así todos los moradores del imperio se convierten en ciudadanos romanos y se someten a los deberes y derechos de los ciudadanos nacidos en Roma, a excepción de los dediticios porque no pertenecían a ninguna ciudad. Este edicto se promovió por motivos  fiscales, los “peregrini” no pagaban impuestos, y religiosos.

Desde estas reformas ya no se citaba la tribu en el estado civil y aumentó el antropónimo “Aurelius”. Se cree que bajo Caracalla,hacia el 214, hubo una reorganización provincial llamada la “Provincia Hispania Nova Citerior”. Esta zona, según D´Ors también incluía Asturia, Gallaecia, el Conventus Cluniensis y la zona militr de la Legio VIIª.

Los estudiosos de la Hispania del siglo III descubrieronla crisis durante la Anarquía Militar (235-268) y lo relacionaron con “invasión de francos y alamanos”. Para esto llevaron a la Península lo que desencadenó la crisis de estado: la presión ejercida por los pueblos bárbaros del exterior, el ansia de poder y las crisis morales y religiosas.

Actualmente muy pocos investigadores reconocen que los pueblos francos acentuaron más la llamada “crisis del siglo III”, cuyo momento cumbre fue en 260-268 bajo Galieno por:

  •  La destrucción de ciudades y “villae”:recientes estudios revelan que no es segura la relación invasión/destrucción al no poder precisarse el cese de actividad en estos asentamientos.


  • Se cree que la reconstrucción de los recintos fortificados, según L. Richmond, fue posterior a su supuesta invasión. Aunque J. Arce relaciona mejor estos hechos con etapas de progreso de las ciudades.

  • Según L. Sagredo, la ocultación de la moneda no sólo se produce en zonas concretas ni tampoco de concreta un método de entrada de capital. Por ejemplo, la ocultación del tesorillo de antoninianos en Honcalada con numerario de los años 240-266 d. C. (Gordiano III- Galieno/Salonina) no se incluye en esta presunta invasión porque el tiempo traspasa el 260 y esta localidad no está en ninguna de los rutas de penetración

Las destrucciones e incendios ocurridos en núcleos urbanos, y sus ocultaciones de capitales económicos, son consecuencia de ausencia de autoridad y la ambición de ciertos personajes liderados por los “domini” de las “villae” que se cree que contaban con milicias formadas por gente veterana de las luchas del imperio. La ambición de poder conllevó enfrentamientos entre los “domini” para aumentar su patrimonio, dominar sobre otros territorios y a la vez tratar de eludir impuestos municipales. En estos enfrentamientos o por falta de pago del llamado “impuesto de protección” hubo ocultaciones monetarias e incendios de propiedades descubiertos posteriormente mediante la arqueología. A consecuencia de esto los “domini” llegaron a transformarse en personajes muy poderosos independientes de las administraciones locales y provinciales. Así, las presiones fiscales sufridas por estos cabecillas intentaron imponérselas a otras gentes que vivían en las propias urbes y  en las zonas rurales.
Otra opción más improbable es la segunda invasión del año 276 bajo dominio de Probo, según la cual detuvieron a los francos en el Rhin y que además una parte de esos francos y de “alamanos” les integraron en el ejército. Según L. Sagredo, ni los tesorillos  son correlativos de forma cronológica respecto a la otra zona pirenaica ni con el avance invasor: de esta forma, y sobre todo la actual provincia de Valladolid no sufrió ninguna de estas 2 invasiones.

La sociedad hispanorromana

Los datos que se conocen son de los siglos II y III d. C.

·        POBLACIÓN.- De la población local se hallaron restos de 38 personas: 25 hombres y 10 mujeres. De la población indígena se hallaron restos de 23 individuos, y entre ellos 18 eran de culto indígena y 5 latino-indígena. De esta población latina se hallaron 11 individuos, y una mujer de nombre griego.

La relación entre la romanización y la onomástica se manifiesta Con las cantidades citadas anteriormente, aunque en el siglo II d. C. la onomástica indígena no demuestra que la población esté poco romanizada.

La esperanza de vida aproximada era: Varones, 25 Bodogenus, 41 Iullius, Mujeres, 32 Attua Boutia, 45 Mailua y 50 Lucretia Anelia. La mortalidad de la juventud en ambos sexos oscilaba entre los 20 y los 40 años, con repuntes destacados a los 25, 30 y 35. La edades máximas alcanzadas por los hombres eran entre 50-60 años, y entre las mujeres entre los 50 y 70 años.
·        MOVIMIENTOS MIGRATORIOS.- La documentación encontrada apunta a que estas migraciones se producían hacia la capital del Conventus. Por ejemplo, a  ”Clunia” (Peñalba de Castro) llega gente de “Intercatia”. A veces los emigrantes llegan a desbordar el límite de su conventos correspondiente y llegan a vivr en la capital de la provinciade forma temporal.


·        CLASES SOCIALES.- Un notable destacado, L. Antonius Modestus, ocupó todos los puestos en su respublica y después fue “sacerdos” en la capital del conventus de Clunia y “flamen” en la capital de la Provincia (Tarraco). Y su mujer Paetinia Paterna ocupó el puesto de flaminica:aunque no era requisisto imprescindible que las “flaminicae” estuvieran casadas con el flamen sí debía influir mucho el puesto de sus maridos.


Otro ejemplo de esto fue C. Iulius Aemeilius, miles de Legio VIIª Gemina (única legión asentada en el noroeste de la Península). Vivió en el siglo III d. C., se cree que nació en Piña de Esgueva. Y también se piensa que soldados similares se dedicaron a extraer y fundir el metal en las explotaciones de esta zona del noroeste más que de funciones militares.



·        CULTOS RELIGIOSOS.- Según las inscripciones halladas se concluye que adoraban a los dioses Manes, también llamados “Diis Inferis Manibus”; y también adoraban a las aguas mediante las “Nimphae”. También se encontró una escultura de Isis en Valladolid capital del siglo II d. C. El culto a esta última se inició en la Península en el reinado de Hadriano, llegando a su auge con Alejandro Severo y Caracalla. Se desconoce el culto a Dyonisos de Becilla de Valderaduey (¿?) del siglo II d. C., un dios agrario relacionado con la vendimia y la viña. “Liber Pater”, parecido a Dyonisos-Baco fue muy popular en la Península y tuvo muchos devotos.


·        DEMOGRAFÍA

Civitates de nombre conocido: Muchas de las llamadas “civitates” por los clásicos se mantienen durante los siglos I-III d. C. Según el Itinerario Antonino):

En el curso del río Duero: “Pintiam” (Pesquera) (It. 440,4) Las cifras indican que al final de la distancia medida en millas había un desvío hacia donde se encontraba “Pintia”. En estos lugares cercanos también se puede incluir Padilla De Duero.

- Afluentes por la derecha> En el río Pisuerga: Tela (Cabezón) – It. 440,3; Ptol. II,6,49- , “Deptimanca” (Simancas) – It. 435,2- Y “Meoriga/Meobriga” (Muedra/San Martín de Valvení) –Ptol. II,6,49-.


-         En el río Hornija> “Abulobrica?” (Torrelobatón) –Rav., 313,2.
-         En el río Sequillo> “Amallobriga” (Tiedra, La Ermita)

Afluentes por la izquierda:

      -En los ríos Adaja-Eresma: “Nivaria” (Matapozuelos) – It. 435,3. Rav. 313,1- En el pago de Sieteiglesias se encontraron restos altoimperiales.


Núcleos de población con topónimo desconocido:  

En el curso del río Duero: Manzanillo, Padilla, Tudela y Tordesillas. Después Villafranca, Villamarciel y Curiel.

Afluentes por la derecha> por el río Pisuerga, Santovenia y Valladolid capital. Posteriores son Cubillas de Santa Marta, Quintanilla de Trigueros, Cigales, Arroyo y Mucientes.
-          En el Río Esgueva, Castronuevo, Casasola, Olmos, Villarmentero, Esguevillas y Castroverde. En el río Jaramiel, Piñel de Abajo y Villabáñez.
-         En el río Hornija:Torrelobatón, después son Peñaflor Castrodeza y La Mudarra.
-         En el río Bajoz: Mota del Marqués, después Villabarba, Casasola de Arión y San Cebrián de Mazote.
-         En el río Sequillo: Villagarcía de Campos, después Castromembibre, Villavellid, Pobladura, Pozuelo de la Orden, Villardefrades, Villabrágima, Medina de Rioseco, Morales de Campos, Villanueva de San Mancio, Valdenebro de los Valles y Berrueces. En el siglo III d. C. Se fundaron Tordehumos, Villabaruz, Tamariz y Villardefrades.
-         En el río Bustillo: Aguilar de Campos;después Santa Eufemia del Arroyo, Villamuriel, Villanueva de la Condesa, y Villafrechós y en el siglo III Villacid y Cuenca.
-         En el río Valderaduey: Becilla; y después Villavicencio, Gordaliza, Bolaños, Vega de Ruiponce, Cabezón,Santervás y Villacarralón en el siglo III.
-         En el río Cea: Melgar de Abajo; y después Castrobol, Mayorga Roales Saelices y Monasterio de Vega.


Afluentes por la izquierda>
   
-         En el río Zapardiel: Muriel y Foncastín; y después Honcalada y Bobadilla en el siglo III.
-         En los ríos Adaja-Eresma: Llano de Olmedo, y después Aguasal, Alcazarén, Almenara y Bocigas.
-         En el río Duratón: Torre de Peñafiel


Por la distribución de los asentamientos de población se considera que la distribución poblacional es distinta en diversas zonas del Duero. Por ejemplo, hay mucha gente en la zona de ribera del Pisuerga y Tierra de Campos (zonas llanas y bajas), al contrario que en la zona sur. Tampoco se hallan restos de población en la comarca de los Montes Torozos. Hay muchos “vici” o “pagi”, pero apenas hay “villae” durante los siglos I-II de nuestra era. Esta nueva forma de población se asienta durante el siglo III, y la actividad principal es la agrícola de base autárquica.

En el reinado de Caracalla aumentan las “villae” en la Citerior y Lusitania. A lugares así se trasladaban los notables de las ciudades por las obligaciones de los cargos municipales. Estos “domini” llegaron a ser líderes de un sistema de capitalismo explotador basado en las colonias. Así se deduce que las poblaciones se asentaban cerca de los ríos. Su industria fue el cereal, quizá incluyendo algún otro cultivo, y la ganadería: los sobrantes los vendían a las ciudades. Se localizaron “villae” en la zona de Villa del Prado (Valladolid capital), Mucientes y la villa de Almenara de Adaja. También serían asentamientos similares “Villa Marcellus” (Villamarciel), “Villa Fresius” (Villafrechós), Villabín (Vega Ruiponce), “Villa Vicentius” (Villavicencio)….No hay muchas muestras de topónimos acabados en “-ana” como Vesana (Cuenca de Campos).


  • VÍAS DE COMUNICACIÓN.- Los datos que se manejan hasta la fecha son los del “Itinerario Antonino” elaborado durante el reinado de Diocleciano (hasta el 298 d. C.) y del “Anónimo de Ravena” (siglo VII d. C.).En el Itinerario Antonino están algunas de las ciudades ya mencionadas por Ptolomeo como Tela, Intercatia y Pintia:añade Septimancas, Amallobrica y Nivaria.


         Cruzaban la provincia de Valladolid de Este a Oeste(con sus mansiones y distancias localizadas):

-         Vía 27 (It. 440):


               Roa> Ptolomeo, II,6,51: “Rauda”
                         It. Antonino 440, 1-5: “Rauda/Cluniam”
                         Ravennate: 313.3; 319.1.

                
              Pesquera, Padilla> Ptolomeo, II, 6,51: “Pintia”
                                             It. Antonino 440,1- “Pintiam” (desvío)
                                            


              Cabezón > Ptolomeo, II, 6,51: “Gela”?
                                It. Antonino 440, 1-5: “Tela”
                               


              Montealegre> Ptolomeo, II, 6,51: “Interkatia”
                                      It. Antonino 440, 1-5: “Intercatia”
                                      Ravennate “Intercatia”




           Confluencia del Cea/ Esla> Ptolomeo, II,6,51: “Brigeco”
                                                        It. Antonino 440,1-5: “Brigaikion”
                                                        Ravennate: “Brigicon”





-         Vía 22 (It. 435,1-4) “Ab Emerita Caesaraugusta, la cual coincide con la del Ravennate (313,1.ss.) en tre “Cauca” y “Amalloobrica/Abulobrica” (mansiones y distancias incluidas):


Coca> Ptolomeo, II, 6,51: “Kauka”
            It. Antonino 440, 1-5: “Cauca” (Coca)
            Ravennate “Cauca”


Matapozuelos> Ptolomeo, II,6,51: “Nivaria”
                          It. Antonino 440,1-5: “Nivaria”
                          Ravennate: “Nibaria”

Simancas> Ptolomeo, II, 6,51
                  It. Antonino 440,1-5:”Septimancas”
                  


Villazán, Toro> Ptolomeo, II, 6,51: “Albokela”
                         It. Antonino 440, 1-5: “Albocela”


Montealegre > Ptolomeo, II,6.51: “Interkatia”
                         Ravennate: “Intercatia”



Cruzaban la provincia de Valladolid de Sur a Norte:

-         La del Ravennate (313, 3-4), que unía las vías 22 y 27 del Itinerario Antonino. Por esa zona están “Intercatia”, “abulobrica”, “Palentia” (Palencia)… Otras obras relacionadas con estas vías son los puentes de Valdestillas, Becilla de Valderarduey y Sieteiglesias (Matapozuelos).





                         
                

-         ECONOMÍA.- Además de dedicarse a la industria agropecuaria, también se demuestra la acumulación de líquidos (agua,vino…) y áridos (leguminosas y cereales)


Comercio.- Según los restos hispánicos, aretinos y sudgálicos hallados tuvieron relaciones comerciales con el exterior. Se encontró muy poca cerámica aretina en Pesquera y Padilla de Duero; y terra sigillata sudgálica en los procedentes de Montans Le Graufesenque y Lezoux  en Padilla, Valladolid capital, Aguilar de Campos, Montealegre, Torrelobatón, Mucientes. En Tudela de Duero se encontraron estas marcas de alfarero: “Ama”, “Asiatici”, “Felicisimi”, “Ma(un)”, “Of. Gaiu”, “Materni”, “Mcr”, “(novem)ver”, “Of. Primi”, “Regem”, “Firmi”, “Verec(undus). Casi toda la terra sigillata hispánica procede de las zonas de producción del valle del Najerilla (Bezares, Tricio , Arenzana de Arriba). De entre las marcas de alfarero encontradas en Padilla destacan las de “Mart”, “Ann”, “Of. “, “Calvo (Tricio)”.

También se han encontrado restos de ladrillos, tegulae e imbrices que revelan fabricación y comercio de materiales de construcción. Marcas de fabricante localizadas: “Alofo” (Casasola de Arión y Torrelobatón), “Nigrini” (San Martín de Valvení y Dueñas). Se cree que el productor principal pudo estar en Osorno o Herrera de Pisuerga. El transporte de los materiales se hacía en balsas por el Pisuerga o en carretas.

Algunas esculturas revelan que sus estilos provenían de fuera de la zona, viniendo de la capital del conventus o de la provincia: un busto masculino del siglo II d. C. en la zona de Villalba y Medina de Rioseco, una disa Isis en Valladolid capital y un torso de Dionisos en Becilla de Valderarduey. La estela hallada en Valdenebro de los Valles, de tiempos de los Severos, se sitúa en los talleres de la zona de Lara de los Infantes.



Circulación monetaria.- Los restos encontrados en las distintas poblaciones son:

  • Siglo I> Denarios de Tiberio (12-37) , ceca Lugdunum (Villarmentero) y Nerón (56), ceca Rmoa en Peñafiel. Bronce de Galba en Melgar de Abajo y 2 de Vespasiano (73) en Peñaflor  y Torrelobatón, un as de Claudio (41-42) en Esguevillas.

  • Siglo II> Sestercios de Trajano (104-111) en piña y 2 de Antonio pío (158-159) en Piña y Esguevillas, quinario de Hadriano (125-128) en Esguevillas, bronces probables de Faustina en Villabáñez y Marco Aurelio en Mayorga/Castrobol.


  • Siglo III> Los antoninianos encontrados en Honcalada contiene restos mejores de peso y ley que el material circulante, destacando losa anteriores al 253. Destacan las cecas emisoras de Viminacicum, Roma, Milán, Siscium o Antioquía. Según el estudio realizado por A. Balil  y R. Martín Valls se llega a la siguiente conclusión: 2 de Godiano III (240), 6 de Filipo I (245-248). 1 de Filipo II (245-247), 1 de Trajano Decio (250), 5 de Gallo 251-253), 2 de Volusiano (251-253), 4 de Galieno (253-257), y 1 de Salonina (264-266).


También se encontraron de la ceca de Antioquía  localizadas en Arrabal de Portillo y de la ceca Treveris en Villanueva de los Caballeros 2 de Galieno, 2 de Claudio II (270) en Valladolid capital – zona Granja J. A.-y Cabezón; y en Peñafiel 2 denarios de Postumo de la ceca Lugdunum o Cologne (263).





HISPANORROMANOS Y GERMANOS

El “Laterculus Veronensis” /entre 304-350) demuestra la distribución de la “Diócesis Hispaniarum” en 7 provincias; aunque realmente fueron 6, 5 de ellas peninsulares. Diocleciano determinó este tipo de división por diversos motivos económicos, militares y fiscales. Según los escritos de Hydacio, Orosio y Zósimo se cree que la provincia de “Gallaecia” comprendió territorios del sur del Duero:”Theoosius natione hispanus de provincia Gallaecia, civitate Cauca” (Hydcio). Esta provincia estaba regida por un gobernador de rango consular.


Cuando Graciano nombró Augusto a Teodosio en el año 379 le hizo regente de la “pars orientalis” del imperio y se convirtió en soberano tras la muerte de Graciano. Según R. Etienne y G. Aldöldy en esto ascenso influyó el clan hispano, del cual eran el Papa Dá,aso y Antonio,padre de Falcilla ,mujer de Teodosio, prefecto del pretorio desde el 376. Cuando murió Teodosio en el 395, el imperio romano reunido se dividió entre sus hijos Honorio y Arcadio En la “Diocesis Hiapaniarum” había 2 bandos: quienes aceptaban a Constantino III descontentos con Honorio y su familia, y quienes preferían al “iustus imperator” por conveniencia. Había divisiones en la familia teodosian:de un lado estaban Veriniano y Didimo con grandes tierras en al Lusitania; y pot otra, Teodosiolo y Lagodio, con terrenos en otras provincias, seguramente en la meseta.

Constantino III nombró a su hijo Constante César y le mandó ir a Hispani. Le acompañó el famoso general Gerontio con sus semibárbaros “honoriaci” (fuerzas comitatenses germanas).

Cuentas las fuentes que Veriniani y Didimo se unieron para enfrentarse a Constante, mientras Teodosiolo y Lagodio optaron por esperar acontecimientos sobre la marcha. Aunque esto no es cierto porque sus tierras fueron saqueadas y debieron exiliarse a las cortes de Honorio y Arcadio. Los teodosianos lucharon junto con milicias formadas por esclavos y campesinos, a quienes armaron y pagaron. A Gerontio le costó ganarles porque tuvo que pedir refuerzos. Tras la batalla, Constante volvió a Arlés con Didimo, Veriniano y sus familias como prisioneros.

Según Orosio, Gerontio permitió a los “honoriaci” en el 408 saquear los “Campi Pallantini”, localidades importantes y buenas “villae” donde se asentaba la aristocracia y los soldados no debieron sacar gran cosa. Se cree que se pasaron al lado de Constantino III o que no existieron.

Gerontio encargó a los “honoriaci” vigilar los Pirineos en vez de a las tropas de nativos que lo hacían anteriormente. A Gerontio lo apyaron los “honoriaci” y los jefes de los alanos, suevos y vándalos, pueblos germanos asentados en el SE de Galia: estos le ayudaron en su lucha contra Constantino III y su hijo a cambio de que se pudieran asentar en el norte de Hispania. No hubo los saqueos que hubo en el sur de Galia entre el 407 y 409, se instalaron provisionalmente hasta el reparto de los territorios en el 411.

Los suevos , bajo el reinado de Hermerico, se instalaron el la parte suroccidental de Gallaecia, y los vándalos hasdingos del rey Guderico (de religión arriana) en la zona nororiental. Tarraco siguió siendo romana.

Después del año 411, según Thompson, la paz que hubo se rompía cuando la violaba el gobierno imperial o usaba a terceros con esa misma idea. Según Hydacio hubo un cambio muy importante en los invasores; y Orosio dijo que tiraron sus espadas empuñando los arados y mostrándose amistosos con los hispanorromanos supervivientes.

En el 420 los “vándanlos hastingos” dejaron el norte de Hispania, se cree que tras ocupar los “conventi” cluniense y asturicense.En el año 425, Roma logró que los suevos aceptaran sus condiciones de paz. Poe el escrito de Hydacio se cree que cedieron a Roma las tierras ocupadas, y en el 4555llegaron hasta la Tarraconense incumpliendo lo pactado.



Necrópolis tardorromanas de San Miguel del Arroyo y Simancas. El presunto “limes del Duero”

Hubo 16 necrópolis tardorromanas en la zona del Duero (hacia finales del siglo IV- mitad del siglo V) estaban en la provincia de Valladolid:30 enterramientos en San Miguel del Arroyo y 15 en Simancas(aquí se excluyen las de Mucientes y Castrobol). La necrópolis de “Septimancas” (Simancas) dio nombre a objetos como el llamado “el cuchillo de Simancas”.

No se sabe el nombre de la ciudad de los individuos enterrados en San Miguel del Arroyo, apartado de loas localidades y caminos principales. Hay versiones que los relacionan con los militares citados en la “Notitia Dignitatum” – cap. XLII, 1, 25- fechada entre el 395 y el 420 d. C. Aquí se dice que las tropas enumeradas de Hispania dependen del “magíster militum praesetalis a parte peditum”. El “praefectus legiones” lideraba la “Legio VIIª Geminia “en León, y 5 “tribuni” las “cohortes IIª Flavia Pacatiana (Paetaonium,en  Rosino de Vidriales), la “IIª GAllica, “Iª Lucensis  (Lugo), “Iª Celtiberorum (“Iuliobriga, en Reinosa) y la “Iª Gallica” (Veleia ,Iruña –Irún-). Aunque según J. Arce no hubo en la Península un ejército regular como el descrito en la “Notitia” a principios del siglo V, y su organización es igual que la defensa de la era augustea determinado tras el “bellum cantabricum”.

Según P. Paliol, la gente enterrada en las necrópolis no eran soldados de la “Notitia”, sino otros “limitanei”. Al pricipio P. Palol estudió por separado losm restos de los enterramientos tardorromanos del valle del Duero y los Montes Cantábrico, los pueblos, las “villae” y barajó la posibilidad de la existencia de un “limes” en esta zona norte. Esta defensa es similar a la de los “Lahti” renanos y los “foederati”, que fueron grupos de semilibres instalados en terrenos agrícolas particulares que debían obligatoriamente cumplir ciertas cometidos militares como vigilancia y defensa de los territorios además de explotar tierras del fisco imperial.

Los “Lahti” no figuran en la “Notitia”. Palol en estudios posteriores dudó de los “limes” por los pocos efectos militares de las necrópolis y las circunstancias de estos asentamientos como su mala comunicación. Relaciona los enterramientos con las “villae” de la meseta, sobre todo y con los asentamientos de localidades como Clunia.

Según M. Vigil y A. Barbero son tropas limitaneas al ser lideradas por el “magíster peditum” Como en los “limes” reales. El cambio de ubicación de estas tropas fue para controlar el levantamiento de los vascones y cántabros.

J. Mª. Blázquez creyó que hubo un limes que luchó contra astures, Cantabros y vascones según comunicaba la “Notitia” y unos “Castella” distribuidos por la Meseta Norte  aludidos por Hydacio: en tierras pucelanas cita los de Urueña, Tordehumos y San Pedro de Latarce. Blázquez pensaba que los “limes” defendían las zonas mineras del noroeste por las frecuentes reparaciones de caminos cercanos a Bracara y las villae importantes de la baja Navarra contra los vascones. Pero los verdaderos limes se dedicaban a asegurar un territorio, y para eso un mando militar de “duces” y “comites”, tropas movibles y puntos fortificados.

A Balil plantea la opción de una defensa distinta del altoimperial. Creía que había unos 4000 soldados en la mesta norte. El sistema se basaba en 2 líneas militares: la primera era la tropa disponible, la comitatense y la limitanea; y la segunda eran las ciudades amuralladas que servían como apoyo. Por los hallazgos encontrados en los cementerios, Balil cree que hubo “laeti” que formaron milicias que se dedicaron a la lucha contra el bandolerismo, algo muy extendido en Hispania. Y duda de “castella” aliados a los “laeti” porque los considera castros prerromanos reubicados.

J. Arce concluye que:

·        El comandante de estas tropas no es un “comes” ni un “dux”, lo habitual en los verdaderos “limes”.
·        La legión y las cohortes de Hispania no eran tropas de “laeti” y “gentiles” y se deben situar mejor en la defensa naval. También es posible que ejercieran misiones de vigilancia de pasos de montaña y caminos contra posibles invasiones de piratas: ni vascones, ni cántabros ni astures lucharon contra el imperio durante el siglo IV.

·        Los resto de armamento encontrados en las necrópolis (restos de lanzas, puñales cortos, frenos de caballo) no se sabe de quién era y se cree que eran de finales del s. IV/primera mitad del V: se cree que a los “honoriaci” por la similitud de estilo con los germánicos.

·        Aunque los “turres”, “castella” y “burgi” fuesen de esta época, no se cree que vigilaban los caminos por donde se llevaba la annona a otros asentamientos militares europeos. Los “turres” garantizaban la seguridad en los asentamientos.


J. Mª! Blázquez también menciona en tierras pucelanas, además de San Pedro de Latarce, Urueña y Tordehumos.


La sociedad

La situación de las poblaciones, cercanas a los ríos, revela que eran sociedades
rurales y que vivían principalmente de la industria agropecuaria. Hay más población cerca del Duero, pero hay 2 grandes zonas con áreas vacías: los Montes Torozos y la tierra comprendida entre el Cega y el Duratón.

Se cree que los germanos asentados en Hispania fueron unos 200000. Los asentamientos localizados hasta la actualidad son:

  • En el río Duero: Simancas, Pollos, Tudela, Villanueva, y curiel.

-Afluentes a mano derecha

  • En el río Cea> Castrobol.
  • En el río Valderaduey> Bolaños, Becilla, Cabezón Gordaliza, La Unión, Roales/Valdunquillo y Villacarralón.
  • En el río Bustillo> Ceinos, Villacid y Villamuriel.
  • En el río Sequillo> Berrueces, Castromembibre, Tordehumos, cuenca, Gatón, Villabaruz, Villardefrades y Villagarcía.
  • En el río Bajoz> Benafarces y Casasola de Arión.
  • En el río Hornija> Castrodeza y Villalar.
  • En los ríos Esgueva/Pisuerga> Cabezón, Corcos, Cubillas de Santa Marta,Fuensaladaña, Mucientes, San Martín de Valvení, Castronuevo, Villanueva de los Infantes, Piña, Amusquillo, Encinas, Canillas, Fombellida,Valladolid, Villafuerte, y Villaco.
  • En el río Jaramiel> Villavaquerín.





Afluentes por la izquierda:

  • En el río Trabancos> Carpio y Castrejón.
  • En el río Zapardiel> Bobadilla, Brahojos, Honcalada, Gomeznarro, Pozal de Gallinas, Nueva Villa, Foncastín, Muriel y Villaverde de Medina.
  • En los ríos Adaja/Eresma> Aguasal, Almenara, Bocigas, Llano de Olmedo, Alcazarén, Pedrajas de San Esteban y Valdestillas.
  • En el río Cega< Cogeces.
  • En el río Duratón> Molpeceres.


Vías de comunicación

Las más utilizadas seguían siendo las citadas en el Itinerario de Antonino y Ravennate. Más adelante también se utilizó el Miliario de Constancio II de Villalazán (Zamora) de la vía 22, que unía “Albocela” (Villalazán, Toro), con Coca y Segovia. Se cree que en 340 Constante gobernó sobre los dominios de Constantino II y tuvo buenas relaciones con Constancio II hasta enero del 350.



Economía

Se mantiene la principal industria agropecuaria. En las villae habitaban los “domini”, los colonos o esclavos y los ganados. La clase más pudiente tenía estancias y “balnei” con suelo de mosaicos y paredes pintadas o cubiertas con mármol. También tenían campesinos-soldados “buccelarii”, a quienes pagaban los “domini” dándoles tierras para que se asentaran en ellas y vivieran de sus rentas. Estas cesiones duraban mientras les protegían los patronos, y a veces se las llegaban a conceder en propiedad.


Las villae tomaban su nombre de su primer dueño y éste cambiara mantenían el nombre original. Las villae más grandes tenían talleres y molinos, los cuales estaban bien separados o situados junto a la “curtis” o “Artium”. Su producción se destinaba a villae menores o poblaciones cercanas, así provocaron el ocaso de la artesanía en núcleos urbanos.
También había villae periurbanas, generalmente residenciales (cerca de Pintia y Pesquera-Padilla de Duero); y las villae “rusticae” que eran explotaciones agrícolas (Becilla, Almenara de Adaja…)


Comercio

Hay restos cerámicos que demuestran relaciones comerciales con el exterior de la zona. Son cerámicas lisas estampadas con dibujos geométricos y vegetales distintos de la producción de estas tierras. La sigilada anaranjada siguió fabricándose en la primera mitad del siglo V según lo aseguran testimonios de Simancas y San Miguel del Arroyo. Puede que empezara la producción y distribución de cerámica gris estampillada porque ésta y la anaranjada están juntas también en Castronuevo de Esgueva, Tordesillas y Simancas. El valle de Najerilla (La Rioja) distribuye al mercado en general.
Según Delgado, se produce cerámica estampillada en la zona hasta el 465, y también se producía  cerámica pintada con motivos indígenas.

Los “domini” presumían de poder económico encargando mosaicos  a profesionales extranjeros para adornar sus mansiones. Estas obras del s. IV se conservan en las villae del Monasterio del Prado (Estaciones y Mosaico de Diana), Signo del Crismón, “Ninfas haciendo la toilettes a Pegaso” en Almenara de Adaja; Becilla de Valderaduey y Santa Cruz en Cabezón de Pisuerga. 


Circulación monetaria

Hay numerario de Constantino: en Tudela de Duero, 1 follis de portillo (313-325) y bronces en Torrelobatón (ceca Antioquía hacia el 330-335).

Se hallaron 3 bronces de la familia de Constantino en Simancas.

De Constancio II: pequeños bronces en Berrueces (350) y Valladolid capital (337), un bronce mediano en villas de Esgueva –ceca Auileia (357)- Se encontró tambien un bronce en Simancas del 351-353 que se atribuye a Constancio Galo.

De Juliano: pequeño broince en Valladolid capital de entre 355-361. También se halló un pequeño bronce en Simancas de hacia 364-378 atribuido a Valente.

De Graciano: bronce pequeño en Castronuevo de Esgueva de 379-383 –ceca Arelate-.

También se hallaron bronces del siglo IV de los que no se puede concretar el emperador en Aguasal, Esguevillas de Esgueva-ceca Roma- Roales y Villalba de los Alcores.


LOS VISIGODOS

La expansión sueva que llegó a la Tarraconense, única provincia romana de Hispania, hizo reaccionar a Roma y a sus aliados los visigodos. El emperador Honorio envió al general Constancio, y los legados de Valia se aliaron para combatir esta situación. El 5 de octubre de 455 Teodorico II llegó a Hispania liderando un ejército importante, cruzó la meseta septentrional seguramente por la vía 34 del Itinerario Antonino y combatió contra los suevos a 12 millas de Astorga. Los visigodos derrotaron a las tropas de Rekhiario. Según el estudio de R. dAbadal  se cree que hubo 2 inmigraciones góticas en Hispania: una llamada “popular” formada por campesinos que se instalaron en aldeas a finales de s. V empezando en Segovia y extendiéndose hacia Soria, Burgos, Valladolid, Avila, Palencia, Madrid, Guadalajara Toledo y Cáceres; y otra “aristrocrática-militar” de varias familias bien situadas que se asentaron en las ciudades. 

Varios autores relacionaron a estos germanos con los mencionados en la “Crónica de Zaragoza” de los años 494-497. Pero otros estudios lo dudan porque no se puede ubicar exactamente su cronología porque la población citada se instaló en el valle del Ebro, teniendo como núcleo central Zaragoza.

En la “Crónica de Albelda” aparecen los “Campos Góticos”. Así debieron llamar los `pueblos del norte a las tierras del reino de Toledo.

Los visigodos no se instalaron en tierras vallisoletanas como lo hicieron en Segovia, Soria, Burgos, Avila… Así las vici y villae hispanorromanas  se mantuvieron durante más tiempo durante la época visigoda.

Una leyenda dudosa dice que en San Román de Hornija están enterrados e4l rey Recesvinto (fallecido en 672) y su mujer Recciberga antes del 657. Este rey murió en Gérticos (Salamanca), y esta villa se creía sita en los Montes de Cauro (Coria?) en el valle del río Jerte. Le enterraron en el monasterio de Sta. María y después le trasladaron a la iglesia de Sta. Leocadia de Toledo por orden de Alfonso X. Se cree que hicieron lo mismo con su esposa Recciberga. El obispo Eugenio II de Toledo compuso para esta sepultura el siguiente epitafio: “at nunc cara mihi iam Recciberga valeto/quodque paro feretrum rex Reccesvinthus, amato/ cónyuge defleta restat edicere summam,/ qua tenuit vitam, simul et conubia Nostra/ foedera coniugii Septem FERE duxit in annis,/ undecies binis aevum cum mensibus octo.”

LA SOCIEDAD

Los cementerios mejor documentados son los Padilla de Duero y de Piña de Esgueva.

En la finca de Las Piqueras de Piña se hallaron 167 enterramientos, y en 11 de ellos se encontró material metálico: bronces típicos de toréutica germánica de mediados de siglo VII y unos vasos cerámicos  de era bajoimperial de tiempos visigodos. J. R. López y O. Sanz estudiaron  el cementerio de Las Quintanas de Padilla de Duero y sólo encontraron 10 tumbas con poco contenido.

Se cree que hubo unos 35000 germanos en la meseta septentrional de los 200000 que llegaron a la Península. Hay muy pocos restos visigodos en tierras vallisoletanas:

  • En el curso del río Duero> Quintanilla de Arriba, Padilla, Valbuena y Pollos.

En la zona baja del Hornija> San Román de Hornija. Hay dudas sobre los de Geria, La Flecha y Piñel de Abajo.

           Afluentes por la derecha.- En el río Esgueva, Castrillo Tejeriego.

            Afluentes por la izquierda:

                Entre los ríos Adaja y Zapardiel: Serrada.
                Entre los ríos Adaja y Eresma: Alcazarén y Almenara.
                En el río Cega: se cree que Cogeces de Iscar.

Los asentamientos poblacionales en la meseta revelan que la gente entraba por la vía 27 del Itinerario de Antonino cercana al Duero y que desde ahí se extendían hacia las zonas del Duratón y Pisuerga. Se cree que la población de esta zona se instaló en el a´rea de Padilla de Duero/ Pesquera e incluso hasta en Piña.

También se encontraron escasos restos en Villagodia (¿Medina de Rioseco?), La Romanilla (Nava del Rey), y Villabrágima. Se desconoce si los sitios llamados Godos como Roma, Romanillos, La Goda… se refieren a terrenos ocupados por visigodos o al reparto entre godos y romanos.

ECONOMÍA

Se dedicaban sobre todos al cereal, principalmente al trigo y cebada. Continuaban con el sistema de barbecho y el abono animal, pero apenas cubría el consumo propio. Necesitaban la ganadería para las faenas agrícolas y la alimentación.

El auge de la cerámica gris estampada llegó el los siglos V y VI, con gran cantidad de formas globulares. Las cerámicas de las necrópolis visigodas son del s. VII.


LA ÉPOCA MUSULMANA

La ocupación musulmana empezó en el año 711, y la casi despoblación de la zona fue hacia los anos 740-750. Hay estudios que extienden este período hasta finales del siglo IX, cuando Alfonso III llega hasta Simancas, por entonces la ciudad social y militar más importante de la provincia hasta el siglo XII.

Hasta la fecha no hay datos arqueológicos ni restos que se puedan considerar de esta época.

Los medievalistas tampoco pueden aportar mucho por las crónicas que manejan, y tampoco disponen de documentos. Los musulmanes introducen un nuevo derecho y muchos documentos perdieron su valor; los que siguieron vigentes cuando tuvieron que renovarse ya se hizo en el al-Andalus, la lengua árabe. Como consecuencia de esto, de la era visigoda sólo se han conservado 5 diplomas en 4 trozos de pergamino. Además, en la cuenca del Duero debido a la despoblación local y después a la repoblación cristiana, la documentación referente a la propiedad de la tierra quedó anulada desde que el derecho a la tierra se determinó por ocupación física o bien por orden real. Lo que queda son documentos latinos de la zona fechados a principios del siglo X.

Entre la poca documentación hallada que pueda referirse a esta zona hay crónicas cristianas y musulmanas. En ellas la única alusión a la provincia de Valladolid es cuando se cita a Simancas en la “Crónica de Alfonso III” relatando las campañas militares de Alfonso I de Asturias. El resto de datos que contienen se refieren al Valle del Duero en general.

Norteafricanos en el Duero

No se sabe cuándo los musulmanes ocuparon las localidades vallisoletanas. Los estudios realizados por Claudio Sánchez-Albornoz y Eduardo Saavedra basados en la gran cantidad de datos que aportaron las crónicas árabes relatan el itinerario que hicieron los musulmanes por estas tierras. Se cree que Tariq ocupó la fortaleza de Simancas al segundo año de la invasión regresando a Toledo tras someter a poblaciones meseteñas como Segisamo, Clunia o León; bajando por La Bañeza, Zamora, Simancas, coca y Segovia. También que Muza salió desde Lugo por este mismo recorrido para volver a Oriente por orden del Califa, aunque Sánchez-Albornoz opina que siguió la ruta Zamora-Salamanca- Talavera- Toledo.

Según toda la documentación árabe, se sabe que en el reparto de bienes y tierras entre las tropas correspondió a las procedentes del norte de África (incluso de tierras saharianas) que después llego a ser la antigua Gallecia (Galicia), Asturias y gran parte del reino de León.

Se cree que en la conquista de España participaron unos 14000 hombres norteafricanos. Su asentamiento en la Meseta también se llega a explicar por la poca presencia visigoda. A principios del siglo V en los llamados Campos Góticos los militares bárbaros. Cuando perdieron en Guadalete también perdieron la propiedad de las tierras, así Muza y Tariq las repartieron entre sus soldados. También se cree que la zona se resistió, así los terratenientes y la población de los las localidades más importantes no pudieron seguir con sus posesiones por las condiciones pactadas de entrega de propiedades a los musulmanes.

ÁRABES Y BEREBÉRES

Hay muchos lugares de Valladolid cuyos nombres proviene de origen árabe. Según los estudios de Oliver Asín y Asín Palacios: Adalia>Adaja (noria o vid), Alkamín > Altamín (horno), San Cebrián de Mazote (formado por el padre norteafricano de la iglesia San Cipriano y un hombre llamado Masud>Beato), Almaraz (labrantío), Almenara (atalaya), Villa de Ibrahim>Villabrágima, Villalba del Alcor (de las colinas), Villa de ahmad> Villahamete, Mejasa (rama de los Masmudas)> Megeces, Ataquines, Cogeces, Mojados, Zaratán, Benafarces (registrado en 1060 como “Vani Farages”), Zalengas…

No se sabe cuándo fue asentada toda esta nomenclatura árabe., se cree que se puede determinar en 3 épocas:

  • Durante la conquista musulmana, como ocurrió cuando llegaron los españoles al poner nombres a las ciudades y aldeas al llegar al llamado Nuevo Mundo.
  • En la casi despoblación de la zona, los mozárabes residentes en el España musulmana se instalan en esta zona. A estos territorios los pusieron nuevos nombres de personas árabes, como por ejemplo mucho terreno del Reino de León lleva nombres de este tipo. Abunda la denominación “villa” o “castro” más el nombre del poseedor: Villa Ibrahim> Villabrágima,  Castro de Aiub> Castrobol…
  • Después de la segunda repoblación cristiana en la primera mitad del siglo XI. Tras las campañas de Almanzor, los nuevos habitantes de la zona del Reino (muchos de ellos procedentes de Galicia) también ponen nombres de sus orígenes a los nuevos asentamientos de población: por ejemplo, medina significa mercado o centro comercial>Medina del Campo y Medina de Rioseco.


Los nombres de pueblos que se suelen relacionar más con la época árabe son Alcazarén, Portillo y Villalbarba.

Alcazarén proviene de la palabra “alcázar” o “castillo”,  aunque también aparece como un dual frecuente en las lengua semitas, según lo cual Alcazarén o al-kasrayn significa “los 2 castillos”. Aquí había una bifurcación de la época medieval procedente de Coca y desde aquí se podía tomar un camino hacia Cabezón y otro hacia Simancas. Por la inseguridad de la época las mansiones de los caminos o ventas se solían fortificar como se pudiera, y como en cada desvío había un alcázar se cree que de esto vino el nombre de al-kasrayn (Alcazarén). Quienes pusieron el nombre al lugar su lengua materna era el árabe, no como los mozárabes cuyo idioma era una variante románica derivada del latín.: algunos mozárabes llamaron a este sitio “Dos Castillos” o “Dos Alcázares”.


En el año 939 Abd al-Rahman III inicia la campaña de Simancas, y narra su penosa expedición en el texto “Castillo de Portillo de Asim” (hisn Burtil Asim). De aquí viene el nombre de Portillo. Parece ser que Asim era un árabe o norteafricano de la conquista que ocupó o mandó en este castillo, y por eso acabó uniendo su nombre al de este monumento.


El nombre de Villalbarba proviene de Villa al-barbar, Villa de los beréberes. Barbar procede de barbari y es un adjetivo romano con el que se llamaba sí a las tribus nómada norteafricanas. Esta localidad fue habitada por una tribu beréber a principios del siglo VIII.


LA ISLAMIZACIÓN DE VALLADOLID

Tomando como referencia la explicación del origen de ciertas localidades con presencia musulmana se piensa que éstos se instalaron desde el punto de vista militar en sitios estratégicos de la provincia en áreas demográficas hispano-visigodas gentes de origen africano que se dedicaban a la agricultura y ganadería. Como vinieron sin mujeres algunos se casaron con mujeres de la zona, por ejemplo Abd-al- Aziz, hijo de Muza  y el primer valí de al- Andalus, que se casó con Egilona, la viuda del rey Don Rodrigo. En estos enlaces mixtos no hubo demasiadas diferencias religiosas al casarse, por ejemplo, una cristiana con un beréber porque muchos de los soldados invasores de la zona aún eran cristianos porque el Islam llego poco tiempo antes y no tuvieron tiempo para la conversión del esta zona.

Algo que ayudó a la propagación del Islam fue que el converso a esta religión no pagaba un impuesto, llamado chiza o capitación, que sí pagaban los cristianos. Aunque según la “Crónica” de Alfonso III de mediados del siglo VIII durante unas campañas contra ciudades de la zona, descubrió que mucha gente y comunidades seguían siendo cristianas y se los llevaron a Asturias. Aunque información de este proceso en la zona del Duero se tiene muy poca, hay más documentación sobre Andalucía, Extremadura, la cuenca del Tajo y el Valle del Ebro.


Como consecuencia de esto, bajó mucho la población en la zona del Duero. En la zona musulmana española hubo una guerra civil entre árabes y beréberes. Los segundos protestaban por considerar haber recibido la peor parte de las tierras: los beréberes en el norte, y los árabes en el sur. Aunque el detónate definitivo fue que los beréberes asumieron el jarichismo, un “protestantismo” musulmán que defendía la igualdad de todo musulmán para poder ocupar puestos de gobierno independientemente de su condición social o país de origen. Por esto en el Norte de África se sublevaron contra los árabes, de aquí pasó a España y en el año 741 hubo una guerra civil entre árabes y africanos españoles. Muchos de estos últimos se fueron de Galicia, la Meseta superior y las sierras centrales yendo hacia el sur, donde fueron derrotados tras provocar mucho estragos.

Además de esto, hubo una sequía duradera comenzada en el 750 y que durante 5 años afectó sobre todo a la mitad septentrional de España. Según los cronistas árabes mucha gente se fueron de sus tierras yendo hacia el sur para, sobre todo desde el puerto de Barbate (Cádiz), embarcar hacia África.


La causa definitiva del despoblamiento de esta zona son las campañas de Alfonso I contra los musulmanes asentados en la durante la sequía, el hambre y la guerra civil en al-Andalus entre los años 739-757. Según su descendiente Alfonso III este rey y su hermano Fruela conquistaron 29 ciudades, entre las cuales Simancas, la que fuera capital de las tierras de Valladolid hasta el siglo XII.

Queda constancia de batallas ganadas por los cristianos en la “Crónica Alberdense” donde se dice que Alfonso I “dejó yermos los Campos Góticos hasta el río Duero”, y también en la llamada “Ajbar Machmúa”, que revela que los musulmanes se fueron a zonas “detrás de las gargantes de la otra cordillera (Sistema Central) y hacia Coria y Mérida” y que muchos conversos al Islam regresaron a la religión de sus ancestros.
Además de esto, Alfonso I ,según el relato de Alfonso III, fue “Matando a todos los árabes que ocupaban las ciudades, se llevó consigo a Asturias a los cristianos”.


Esta despoblación de la zona la reconocieron autores como Gómez Moreno, Herculano y sobre todo Claudio Sánchez-Albornoz. Aunque, por ejemplo, Menéndez Pidal creyó en la desertización absoluta del Valle del Duero. Se toma por bastante seguro la despoblación de la Meseta en las cercanías de la Cordillera Cantábrica, aunque se duda que ocurriera lo mismo en la zona del Duero y en el sistema Central, esta zona desde la Edad Media se conoce por Extremadura. Se cree más bien que en esta zona aguantaron grupos humanos dedicados a la agricultura sin organización política fuerte ni tampoco con dependencia (o muy poca) de los mandatarios musulmanes de Córdoba. Y durante los enfrentamientos entre cristianos y musulmanes del Duero y Extremadura, éstos últimos tenían la ventaja de la distancia con los reinos de Asturias y León, lo que les daba margen para escapar a bosques y montes.

Esta situación irá cambiando al inicio del siglo IX. Comienza la expansión del cristianismo hacia el sur, repoblando León y Astorga, bajando hacia el Duero. Algo que influyó en esto también fue la marcha de muchos mozárabes encabezados por sus condes que se marcharon de al-Andalus en circunstancias aún no conocidas y se instalan en todo el Reino de León, sobre todo en la Meseta de esta zona. A finales de este siglo IX el obispo Sampiro cuenta en su “Crónica” que el rey Alfonso III “mandó probar las ciudades del Duero desiertas desde antiguo, a saber, Zamora, Simancas, y Dueñas y todos los Campos Góticos. A su hijo García encargó que poblara Toro” (traducción literal del texto en latín). No se sabe si esta orden de ocupar militarmente esta zona detallada fue por la repoblación mozárabe. Lo que sí que se sabe es que los musulmanes pusieron resistencia a la nueva repoblación de la zona. Un documento del año 909 revela que estando en una finca particular de Alkamín cercana a Tordesillas el monarca la adquirió con sus sirvientes musulmanes: de gente barbárica, según el texto latino. Lo que indica que estos musulmanes se resistieron su terreno en la zona del Duero, hasta que por la fuerza los expulsó Alfonso III. Desde esta colonización cristiana de la zona, sobre todo en Simancas, la población musulmana emigro pasando el Sistema Central porque su destino cercano sería la esclavitud o la muerte. En el 939, debido a la expedición de Abd al-Rah-mán III contra Simancas, los cristianos ya habían repoblado el sur de la provincia llevando el límite con el Islam al puerto de Guadarrama. 


A partir del siglo IX comenzó la repoblación del Reino de León en la provincia de Valladolid. Desde el último cuarto del siglo IX los leoneses y castellanos llegan a las montañas del Sistema Central y contacta presencialmente con el Califato en la parte sur del reino. Surge Almanzor y lleva muchas campañas contra los cristianos (algunas de ellas en la provincia de Valladolid), lo que conlleva que la ocupación retroceda ya que, al descomponerse el Califato, se vuelve a las andadas y la repoblación de la provincia será durante el siglo XI. Con el tiempo esta  nueva repoblación será distinta de habida hacia el año 900.

Hay mucha información sobre esta época: documentos, crónicas (“Muqtabas” de Ibn Hayyán y otros textos que relatan las campañas de Almanzor) y también monumentos como iglesias mozárabes que aún se mantienen. Destacan también las crónicas cristianas de Sampiro a inicios del XI, hasta los obispos historiadores del XII como Lucas de Tuy y Jiménez de Rada. 

Hay muchos escritos que se refieren concretamente a Valladolid: datos en la Catedral de León y el monasterio de Sahagún que trataban de la zona norte de la provincia, en la Catedral de Salamanca que se ocupaban de las tierras de Medina, en Silos de orillas del Duero hasta Tudela, en Santa María de Aguilar de Campoó de la zona de Cubillas y Trigueros, y los de la Colegiata de Valladolid de la ciudad y cercanías.


LA ZONA DUERO-PISUERGA

A finales del siglo IX Alfonso III ocupó Simancas, por entonces ciudad y la población más importante en los siglos X y XI desde tiempos romanos por su buena localización y para controlar unos de los pasos del Duero-Pisuerga.


El obispo Cixila escribió su testamento teniendo como testigos 12 “omines Septimance”. En Simancas Alfonso IV se proclamó nuevamente rey de León tras dejar los hábitos de un monje, y en sus muros se libró en el 939 una importante batalla entre Abd al-Rahman III y Ramiro II, venciendo este último y asegurando el avance cristiano hacia el sur. Y esta zona del Duero en temas defensivos se completaba con Tordesillas, Cabezón y quizá Castrodeza: al primero se refiere Alkamín, y los otros 2 figuran  en citas de los reyes Ordoño II y Ordoño IIIsobre los límites del obispado de León en los años 916 y 955. Aunque se debe tener en cuenta que hay falsificaciones de estos escritos hechas en el siglo XII por problemas de límites entre diócesis.

En la zona este de la provincia la plaza más segura de los cristianos era Peñafiel porque se cree que se hizo más fuerte a la vez que los castillos de la zona del Duero leonés o quizá hacia el 912 cuando los condes castellanos repueblan Osma, Aza y San Esteban de Gormaz. Lo primero que se sabe de Peñafiel es de cuando era de los Ansúrez, por aquella época condes de Monzón: una carta por la que Assur Fernández da al monasterio de Cardeña la propiedad de Fuente Adrada, separándola de los castillos cercanos de Peñafiel y Sacramenia.

Durante la época del Califa al- Hakam II, a Córdoba llegan varias embajadas cristianas. En una de ellas llegó Fernando Ansúrez, quien después sería el conde de Monzón, siendo ya reconocido como el “señor de Peñafiel y de sus contornos”: así queda reflejada la importancia de la zona del Duratón dentro de este condado.

También aparece Peñafiel en el documento de los infantes de Espeja, quienes perdieron sus posesiones al no vigilar la frontera entre Carazo y Peñafiel durante los tiempos de Almanzor. Hay versiones que también citan a Peñafiel en el siglo X el llamado Fuero de Peñafiel otorgado a esta villa por el conde Sancho, hijo de Ramiro II; pero hay quien lo toma por una falsificación  basada en el fuero latino de Sepúlveda otorgado en 1076 por Alfonso VI donde constaba la situación jurídica de la zona extremeña castellana del siglo XII.

Sobre el norte de la provincia también se mencionan algunas poblaciones del norte del Duero. Destaca las referencias a la iglesia de Santa María de Castilleja (cerca de Mayorga, siguiendo al Cea) y a Castrobol; estos datos parten de un documento del año 917 y otros del siglo X. En esta zona fue muy importante la fundación del monasterio de San Martín de Valdepueblo en el 954 por Piloti Gebúldiz, un cenobio que al igual que otros leoneses acabó añadido (incluido su archivo) a la Catedral de León.

Hasta el 940 no hay información sobre Medina de Rioseco, donde aparece Rioseco ceca de Belver de los Montes (antes Villa de Zaide) como una donación de Ramiro II al monasterio de San Martín de Castañeda. La ubicación  de Medina sólo se logra mediante la denominación de Rioseco y sus muchos topónimos similares de esta zona del Valle del Duero.

Por entonces las tierras de Villavicencio y Villalón correspondían a un territorio jurisdiccional llamado Aratoi, de esto viene el nombre del Valle y río Valderaduey. Mediante el fondo de Sahagún se conoce de la existencia de una villa llamada Mutarraf, que desde el 942 fue la más importante de la zona. También hay documentación de esa época sobre Villafrades (945), Gordaliza de la Loma y Villaesper (961), Tordehumos (987), Villafrontín (1003), Barcial de la Loma (1005)…


LOS REPOBLADORES

La llegada de los cristianaos a la España musulmana está comprobada por las iglesias mozárabes conservadas en tierras pucelanas como San Cebrián de Mazote, Santa María de Wamba y San Román de Hornija estudiadas profundamente por Gómez Moreno. Según su arquitectura, incluyendo inscripciones y documentos sobre la comunidad monacal que las construyó, estos templos se construyeron a finales del siglo IX o principios del X: se cree que la más reciente puede ser la iglesia de Wamba, creada por el obispo Fruminio de León hacia el 928. De esta época son también las iglesias del coto de Castilleja (entre Castrobol y Mayorga) y la de Santa María del Castillo,de Trigueros del Valle.

Los mozárabes dejaron  huella en los topónimos, como por ejemplo en el de Coreses, cerca de Tordehumos, demostrado este hecho en documentos del 987 y cuyo nombre procede de la por entonces musulmana Coria.

También se cree que tanto la zona del Duero como Extremadura eran tierras mejores para guerreros que para el clero y trabajadores del campo: la situación era más ventajosa para los mozárabes por León, Astorga o Saldaña. Como muestra de esto, entre los 12 confirmantes “omines Setimance” del testamento de Cixila uno es clérigo con nombre mozárabe y los demás tienen nombre godos o hispano-romanos.
En el siglo X después del triunfo sobre el Califa en los muros de Simancas y victoria sobre el ejército musulmán en su vuelta a al- Andalus yendo por Atienza, Ramiro II repobló Salamanca, los castillos del Tormes y mandó a Fernán González ocupar Sepúlveda en el año 940. También puede que ese mismo año los Ansúrez hicieran lo mismo en Cuellar.

Según el relato de Ibn Hayyán, pasando el puerto de Guadarrama el ejército musulmán lo va recorriendo considerándolo territorio enemigo destruyendo todo cuanto encontraba a su paso. Llega a una localidad que podría tomarse por Coca o quizá Medina, abandonada por sus habitantes. Desde aquí continuaron hacia el Castillo de Iscar, Alcazarén, Mojados, castillo de Portillo de Asim y después a Simancas. Desde aquí remontan el Duero arrasando con todo; como el castillo de las Mámulas (hisn Mamulas) localizado en las Mamblas (2 cerros) llamados así por su forma de tetas y cercano a Tudela de Duero. Después arrasaron Roa y el castillo de Rubiales, la última fortaleza citada dentro de la provincia de Valladolid.

Según el “Muqtabas” el Reino de León incluía todo el territorio del Duero y el Sistema Central entre los años 899 y 939.

Desde la Sierra de Guadarrama hasta Medina o Coca no se cita ninguna localidad, sólo que el ejército arrasaba con todo. En este punto surgen fuertes menores como el castillo de Mámulas, Portillo e Iscar, que por entonces fueron abandonadas por no poder contra las fuerzas musulmanas y centraron en Simancas toda la defensa. La victoria lograda en Simancas aseguró las posiciones cristianas en el Duero y Extremadura, como se pudo demostrar con  la resistencia que opusieron a la campaña de Almanzor contra la zona cristiana.


EL OBISPADO DE SIMANCAS

Por entonces Simancas era la capital de la provincia, y la creación de un obispado allí fue algo muy importante para confirmarla como “civitas” (ciudad) según la suelen denominar los documentos. Esto revelaba que era importante el establecimiento de una entidad religiosa y un centro cultural.

El obispado sólo duró poco más de 20 años, entre el 952 y el 974. Lo fundó Ordoño III, hijo de Ramiro II, y añadió una parte de los territorios de León y Astorga para la dote de este obispado. Su primer obispo fue Ilderedo, mencionándose  en varios documentos como “episcopus de Septemancas” y “episcopus Segoviensis sedis”. Tras la muerte de su sucesor,Teodisclo, los mandatarios religiosos y civiles pidieron al rey Ramiro III (siendo un niño) y a su tía monja Elvira quien era la regenta que no eligiesen prelado para Simancas, se suprimiera el obispado y se lo devolvieran a León y Astorga; así, en julio del 973 el rey y su tía devolvían a Sisnando (obispo de León) la autoridad religiosa sobre Simancas y alrededores, y al obispo de Astorga, Gonzalo, sobre la mitad de los alrededores de Tor: así acabó el obispado de Simancas.

Siendo Ilderedo  obispo de Segovia se eintentó lograr una organización religiosa en la zona oriental de la Extremadura leonesa. Y aunque Segovia fue sede episcopal y no se había repoblado, se puede decir que Simancas la sustituía. Al crecer la población según la organización de la España goda creando además del obispado de Segovia también el de Palencia, ahora es cuando eliminaron el obispado de Simancas y se lo devolvieron a Zamora y León.


ALMANZOR EN VALLADOLID

Todo lo que hizo el reino de León en los siglos IX y X para repoblar la zona fue muy perjudicado por las 52 campañas contra los cristianos de Muhammad ibn abi Amir “Almanzor”, lo que atrasó en casi un siglo la repoblación de la zona.

Los cristianos se extienden cada año hasta el límite con el Islam y llegan a ser una verdadera amenaza para al-Andalus. Se cree que al morir el Califa al-Hakam y al ocupar el trono un menor los cristianos se lanzaron contra la España musulmana. Con un gran ejército compuesto por musulmanes del Norte de África y mercenarios cristianos, Almanzor ganó en 52 ocasiones en territorio cristiano e impone una terrible dictadura. Este mismo ejército de Almanzor y esta dictadura arruinan al Califato cuando desapareció Almanzor y su familia.

Se encontraron 2 crónicas árabes que revelan datos sobre las campañas de Almanzor. En la “Tarsi al-ajbar” de al-Udri escrita en el siglo IX se narran las 25 primeras campañas militares. Y en la “dikr bilad al-Andalus”, del Magreb en el siglo XV, se refiere a todas.

Las campañas de Almanzor en la actual provincia de Valladolid fueron en Portillo y Simancas. La de Simancas fue entre el 16 de junio y el 17 de julio del año 983.Se cree que el rey Ramiro III con la ayuda del rey navarro Sancho Abarca y tropas mandadas por el conde Garcí Fernández. Los cristianos fueron derrotados: Almanzor se apoderó de la ciudad el día del asedio arrasándola incluso sus murallas, llegando a capturar hasta 17.000 prisioneros (según Ibn Jaldun 10.000). Según textos musulmanes, hubo tal matanza de cristianos que las aguas del río Pisuerga se tiñeron de rojo por la sangre caída en él.

Hubo otras 2 campañas en Portillo. Se cree que la primera fue en el verano del 987, y según el “Dikr” fue un éxito importante al lograr conquistarla en ese mismo día y volviendo a al-Andalus llevando cautivos. La seguna fue 1 o 2 años después,esta vez hachib mususlmán logró que los lugareños entregaran la fortaleza por capitulación y así el castillo.


Las pérdidas humanas en estas campañas conllevaron la ruina de esta zona del Duero pucelano. Los supervivientes emigraron al norte porque las zonas colindantes a Valladolid porque ya pasaron por esto mismo o llevaban el mismo camino. Esto también ocurrió cuando Almanzor atacó en Los Baños de Ledesma, Ledesma, Alba, Salamanca, Toro, Zamora, Cuéllar, Sepúlveda…Estas campañas se prolongaron durante 20 años, y muchas de ellas fueron de doble sentido por Extremadura y cruzando el Duero. Por estos motivos no se encuentra documentación hasta bien avanzado el siglo XI, y las noticias comienzan a surgir mediante diplomas.




LA REPOBLACIÓN DE LA ZONA

Esta vez las familias volvieron a sus propiedades abandonadas, y los gobiernos continuaron funcionando. Los verdaderos problemas fueron los destrozos causados por las tropas de Almanzor en los bienes y en la población, por esto el proceso de comienzo de repoblación empieza hacia el 1025.

Este proceso comienza en la parte norte de la provincia. Según la documentación hallada: en 1038 Arenales y Villafrechós, en 1044 Villavicencio de los Caballeros, en 1062 Villalón, en 1060 Benafarces, en 1066 Hontiyuelo, en 1078 Gordaliza de la Loma, en 1095 Palazuelo de Vedija y Barcial de la Loma (aunque de éste último hay datos de 1005). Hacia el 1025 surge un despoblado cercano a Villalón: Villalogán.

En la zona del río Sequillo están comprobados en 1047 Rioseco, en 1075 Castromembibre, en 1078 Villabaruz, y Tordehumos y Villagarcía de Campos en 1088.

La zona de Trigueros del Valle logró la categoría de territorio en el siglo XI. Se cree que la comarca fue siempre de los Beni Gómez, según el testimonio de Pedro Ansúrez: “territorio Trigueros, que Samper fuit sub iussione aliorum vel parentorum nostrorum”. Esta gran familia hizo muchos donativos a la iglesia y así se conservó mucha documentación principalmente en la iglesia mayor de Valladolid y Aguilar de Campoó: así también surgen noticias de Corcos en 1042, de Trigueros y la iglesia de San Tirso en 1054, de Cubillas de Santa Marta en 1088, y en los años 1094 y 1095 de las zonas de Cantalejas, Quintanilla, San Cebrián, etc.


LA ZONA DEL DUERO

Las principales zonas defensivas de la zona eran Cabezón, Tordesillas y Simancas, por este motivo fueron las primeras que se repoblaron tras la caída del Califato. En la correspondencia de entonces se solía poner tanto el año en que se escribía y el noble que gobernaba en la fortaleza: así se sabe que en el 1047 se sabe que los condes Monio y Alfonso tenían Tordesillas, entre los años 1008 y 1092 el dueño de Simancas fue Martín Flaínez (muerto en la derrota de Uclés de 1108), quien en 1092 también poseía el castillo de Cabezón; y Pedro Ansúrez tuvo Cabezón en 1088. 

Según datos encontrados en diplomas del monasterio de Silos y de la Catedral de Valladolid (por las donaciones del conde Pedro Ansúrez) hubo bastante población a las orillas del Duero por la abundante descripción de las heredades incluidos los nombres de los dueños de las fincas aledañas: todo esto fechado en el último cuarto del siglo XI. La prueba más antigua de esta situación que se conoce es la donación de Sancho II a Silos del monasterio de Santa María de las Mamblas (identificable como Santa María de Duero) en el año 1063. En el 1095 se conoce un lugar llamado Villas Longas, situado cerca de Peñalba y después convertido en un soto; y por la zona del arroyo Jaramiel estaban Villavaquerín y Villadónez (Villabáñez). Hacia el 1110 surge Sentinellos (por Peñalba), y también Santibáñez de la Valcorba y Sardón.

Hay constancia de Peñafiel mediante el famoso documento de Fernando I, que marcaba los límites del obispado de Palencia. Este papel se considera sospechoso por el largo pleito que tuvieron las sedes de Palencia y Segovia por estos límites: siendo muestra de todo esto una donación de Alfonso el Batallador a Valbanera manifestando que en 1110 Alvar Fáñez mandaba en Peñafiel y Toledo.



EXTREMADURA EN EL SIGLO XI

Los historiadores cristianos de los siglos XII y XIII indican que fue el rey Alfonso VI quien organizó la zona sur de la provincia de Valladolid. Lucas de Tuy dice:” pobló también el rey Alfonso (VI) toda la extremadura y toda Castilla y las ciudades y villas cuyos nombres son éstos: Salamanca, Ávila , Coca, Olmedo, Medina, Segovia, Iscar y Cuellar”.  

Entre los años 1070 y 1080 el rey se propone la repoblación de esta zona del río Duero. Hacia el 1076 otorga a Sepúlveda su fuero latino, y  este propósito se lo encargó a hombres eficaces de su confianza. Pedro Ansúrez pobló Cuéllar, Alvar Fáñez e Iscar; y se cree que su yerno Martín Alfonso se ocupó de la zona de Medina del Campo y Portillo. Hay documentación que relata estos hechos en Portillo en el 1074, en Iscar en 1089 y en Medina del Campo en 1102: la confirmación de esto último de demuestra en la iglesia de Salamanca de la carta dotal que le harían su hija doña Urraca y su yerno Raimundo de Borgoña y donde incluyó también la diócesis de Medina y su territorio en la diócesis de Salamanca: “Et ultra fluvium vero Durium Metina per suos terminos determinata”. Actualmente se sabe que la repoblación de esta zona no se pudo acabar perfectamente por la sorprendente expansión de Castilla y León hacia el reino de Toledo: cuando llegaban repobladores a tierras de Valladolid éstos se tuvieron que desviar hacia tierras toledanas, porque convenía que en esa zona se asentara población católica debido a que la abundante población musulmana seguía allí con su patrimonio.
Como también los cristianos sufrieron una importante derrota en Zalaca en el año 1086 y que casi hizo caer Toledo en manos musulmanas, Alfonso VI decidió repoblar abundantemente las ciudades de Ávila, Salamanca y Segovia y las concedió buenos fueros y recursos adecuados para poder defender el Reino de Toledo si fuese necesario.

Estos asentamientos de población en Extremadura tienen unas circunstancias distintas a los de la zona del Duero. Mediante sus leyes permiten unas autoridades fuertes y también un tipo de sociedad militar y democrática: todas estas partes implicadas en la defensa del territorio. Incluso también llegaron a tener un sistema fiscal distinto del reino, favoreciendo así la llegada de nuevos pobladores.

Según estudios topónimos de Barrios García, en la zona extremeña castellana hay gentes tanto del norte de Castilla y de Galicia a partes iguales; y se cree que estas mismas proporciones aproximadas se dieron en el resto de la provincia incluyendo en la capital muchos ultrapirenaicos conocidos como francos.

Una de las versiones del origen del nombre de la ciudad de Valladolid se toma de otras localidades con este mismo nombre en todas las provincias gallegas actuales excepto en Pontevedra. En el siglo XII Valladolid se convierte en una de las grandes ciudades castellanas, desplazando a Simancas.


LA ÉPOCA MEDIEVAL

La Colegiata de Santa María de Valladolid se mantuvo como pudo durante la primera mitad del siglo XII: la documentación encontrada sobre esta época se refiere a sus religiosos como a “monjes” o “canónigos” sin concretar una regla determinada que rigiera la vida en este recinto. Los abades sucesivos ya no eran benedictinos, y los ingresos de la iglesia fueron decayendo por varios motivos. Esta abadía estaba regida por el obispo de Palencia, y en estas circunstancias de reformas y recuperación, logró documentación para poner la iglesia vallisoletana bajo su mandato.

Mientras tanto la ciudad seguía igual, y se cree que se agrupó en torno alrededor de las sus primeras iglesias de San Julián y San Pelayo. Se habla de la existencia de una cerca en esta zona, pero si fue así debió ser una gruesa pared hecha con adobes, cantos y tapiales característicos de la región.

La documentación de esta época más cercana se encontró “In territorio Cabezone”: Cabezón y Simancas. El “concilium” se mantenía, y los miembros originales eran sustituidos por sus hijos o yernos.

También durante esta época el reino estuvo revuelto por varios motivos. Por un lado, las invasiones almohades y almorávides; y además también la guerra entre los partidarios de la reina Urraca y su marido Alfonso el Batallador: éste provenía de los valles pirenaicos altos y también tenía territorios en el reino de Castilla y en León. Quizá por esta situación los parroquianos de San Pelayo se ampararon bajo la protección de un santo protector y cambiaron el nombre de su iglesia, después llamada de San Miguel.

El crecimiento de Valladolid se produce en los últimos decenios del siglo XII, propiciado por la división ordenada por el emperador Alfonso VII en 1157 que disponía la división entre los reinos de Castilla y León. Desde 1160 los reyes de estos reinos se interesaron por la frontera que iba desde Sahagún, pasaba por Tordesillas y llegaba hasta Madrigal de las altas Torres. La defensa de esta zona no fue a base de fortalezas y castillos como hasta entonces, sino que fue mediante un método de ciudades y villas fortificadas donde los reyes reunieron a más cantidad de población, a cambio de otorgarles privilegios como los fueros. Como ejemplo de esto figuran Mayorga y Benavente, por entonce pertenecientes al reino de León y posteriormente estudiados por Pascual Martínez Sopena. Y en la zona castellana, la cercanía de Valladolid con esta frontera se añadía a que los descendientes de la familia Ansúrez eran condes de Carrión e importantes personajes del reino de León.

Alfonso VIII, siguiendo la labor de Alfonso VII, hizo que Valladolid dependiera directamente del rey y de la corona. La primera demarcación de Valladolid es del año 1152, confirmada por Alfonso VII, y en los años 1155 y 1156 vendió a esta villa Prado, Renedo, el monte del Alcor y Torre de don Alveiro; también en 1162 Alfonso VIII donaría Cabezón y Peñaflor de Hornija. Y de estas mismas formas, Valladolid logró durante el reinado de Alfonso VIII Laguan de Duero, Herrera de Duero, Santovenia y la heredad de Guardo en los Montes de Torozos. Y por esta expansión de su territorio surgieron problemas con concejos vecinos, los cuales solucionaron los reyes:con Peñaflor de Hornija en 1208, Portillo en 1210, Montealegre en 1234 y Medina de Rioseco en 1258.

En 1155 el cardenal legado Jacinto, durante un concilio nacional en Valladolid, destituyó al abad de la colegiata y nombró a otro, decisión recurrida por los canónigos. Aunque  en 1162 el papa Alejandro III encargó al arzobispo de Toledo la reforma de la iglesia vallisoletana manifestando su inmunidad frente al obispo de Palencia y ordenó que los canónigos se sometieran a la regla de San Agustín.

En 1156, el rey otorgó a Valladolid el privilegio de una feria anual de 8 días que se debía celebra hacia Santa María de agosto. Mucha gente vino a vivir a Valladolid. El rey tomo bajo su protección a la abadía  y le concedió varios privilegios. En poco más de 50 años, se pasó de tener 2 parroquias a 13. Se formaron nuevos barrios como el de San Nicolás (junto al Puente Mayor) y el de “francos” cercano a la iglesia de San Martín. Estos “francos” procedían de Francia y Aragón y eran comerciantes: así se creó en Valladolid el primer mercado diario, el “azogue”. En este barrio de San Martín también se asentó la comunidad musulmana o “aljama”, como consecuencia de ello hay una calle por esta zona que se llama Calle de los Moros; y esta comunidad judía se instaló en la parroquia de San Julián.

Se cree que la antigua cerca de Valladolid se reforzó hacia mediados del siglo XII, y si ya no lo tenía se la construyó un alcázar en su zona suroeste. Esta cerca de piedra y sillería se conservó hasta principios del siglo XV; dese entonces los alcaldes correspondientes la fueron otorgando por parte a personajes importantes e instituciones de la villa y corte para que la añadieran a sus propiedades e instalaciones. Y también, en la zona sur de la muralla, comenzó a celebrarse un mercado semanal en lo que después llegó a ser la Plaza Mayor.

Este rápido desarrollo de la ciudad de Valladolid durante esta época conllevó varios problemas que afectaron principalmente a los más necesitados. Se construyeron 2 hospitales: uno lo hizo el abad don Pedro cerca del mercado en 1195 y encargó su dirección a los posteriores abades de la colegiata de Santa María; y otro organizado por la cofradía de Esgueva citado por primera vez en 1208.

Durante este tiempo se consolidaron el comercio y la artesanía en Valladolid. Los territorios logrados proporcionaron a la capital terrenos para pastos en la zona de Montes Torozos, tierras para hacer pan en sentido Renedo, también tierras por las zonas de los ríos de la zona para cultivar huertas y vides con la fuerza hidráulica que se necesitaban para las faenas del campo. Se cree que la ganadería fue una de las primeras actividades de la ciudad porque se sabe de la existencia de un grupo de “guadamacileros” (fabricantes de cuero repujado) en 1234 que lograron una exención de censo del abad de Santa María, y las casas contaban con bodegas y lagares. También se cuenta con las rentas logradas mediante la guerra (botín y esclavos), ya que aunque no se podía valorar económicamente daban la apariencia de una clase social superior con sus consecuentes mayores cobros para la manutención de este modo de vida.

Se construyeron muchos edificios que empezaban a cambiar a la ciudad. Tras los hospitales y 2 establecimientos conocidos de baños públicos, se construyeron varias iglesias parroquiales románicas como San Martín y Santa María de la Antigua. Hacia el año 1220 el abad don Juan Domínguez comenzó un templo nuevo en la colegiata de estilo gótico, y con esta ampliación desde entonces la abadía de Santa María pasó a llamarse Santa María la Mayor; y tras esto el mismo abad fue obispo de Burgos y durante su cargo se construyó la catedral burgalesa también de estilo gótico.

Desde finales del siglo XII también construyeron varios grupos religiosos casas en Valladolid. La comunidad templaria se asentó al sur en un convento que duró hasta que se disolvió la Orden en 1314; a las franciscanas las otorgaron unas casas donde crearon el monasterio de “Omnium Sanctorum” (Santa Clara) en 1246; los franciscanos estaban asentados en el Pisuerga desde el 1233  trasladaron al sur de la villa el Mercado Mayor su convento de San Francisco; los dominicos consiguieron en 1276 un terreno cerca de la iglesia de San Benito el Viejo donde construyeron el convento de San Pablo; los mercedarios se instalaron cerca del Mercado Mayor y de San Lorenzo; y a finales del siglo XII estaban asentadas unas monjas cistercienses en el Monasterio de San Quirce. Además los reyes también tenían un alcázar (que se duda que llegara a ser residencia real) y un palacio cerca de la iglesia de la Magdalena en el que la reina María de Molina instaló un grupo de monjas cistercienses similar a otro existente en Burgos, llegando a convertirse en 1320 este palacio en el Monasterio de Santa María la Real  de las Huelgas de Valladolid.

Este desarrollo de la ciudad también conllevó una mayor importancia del concejo, tanto para la administración general de la villa  como para defender los intereses de la ciudad sobre todo frente al rey y el abad de la colegiata. Al principio el “concilium” o concejo lo dominaban varias familias, no como asamblea política posteriormente conocida como ayuntamiento. Pero los descendientes de quienes formaban estos concejos siguieron con esta costumbre en el siglo XIII. Aunque la cancillería real empezó a separar la administración de la ciudad y quienes se ocupaban de esto, y durante la época de Alfonso X (1252-1284) creó conceptos como “los caballeros y hombres buenos y todos los pobladores de concejo de Valladolid” y “caballeros de Valladolid con personería de su concejo”. Desde entonces los caballeros bien situados mandaban en el concejo y enviaban diputados a las Cortes o al rey, se convertían en alcaldes de la villa o bien en merinos del rey y del abad y lograban privilegios tanto para ellos mismos como para sus respectivas villas y vecinos.

Esta fase de crecimientos fue durante el principio del reinado de Alfonso X. Entre 1255 y 1265 a Valladolid le confirmaron estos privilegios, y además el rey le concedió a la ciudad Tudela de Duero con sus aldeas, Simancas y Peñaflor de Hornija.
En 1263 el rey concedió a la villa el privilegio de 2 Ferias anuales de 15 días ambas, con exenciones fiscales y que deberían celebrarse a mediados de cuaresma y en septiembre: así las ferias de Valladolid fueron las más importantes de Castilla, hasta que alrededor de 1430 surgieron las de Medina del Campo.
En 1265 el rey concedió a Valladolid el “Fuero Real”, una institución unificadora que anteriormente lograron otras ciudades del reino como Ávila, Burgos, Peñafiel, Plasencia, Talavera y Soria. Este Fuero Real, además de dictar las normas y derechos de la ciudadanía y de tener competencias en lo público y civil, encargaba al rey la elección y nombramiento de las autoridades urbanas, anteriormente elegidas por la ciudadanía y manejada por la alta sociedad. Este privilegio también conllevaba, sobre todo, ventajas fiscales a los caballeros que mantuvieran su casa poblada y uno o más caballos con su correspondiente equitación en la ciudad. Como recompensa de su servicio al rey con estos medios, los caballeros lograban además de no pagar impuestos la influencia del poder en la ciudad; marcando aun más la diferencia entre la población general y los caballeros que se enriquecieron a base de las guerras y de los beneficios que obtenían con ello.

A finales del siglo XIII las familias poderosas se distribuyeron en 2 “linajes” de 5 familias o “casas” cada uno. Algunas casas mantienen el nombre de su fundador: “Esteban García”(hacia 1298 y 1321) y “Corral” (Diego de Corral fue pesquisidor en 1234) del linaje de Reoyo, “Gonzalo Díaz” (1255)  y “Alonso Díaz” (merino de la reina hacia 1230) del de Tovar.

Este tipo de organización se extendió también en otras ciudades europeas para acabar con las luchas y asegurar la posición de sus miembros, y a cambio lograban  poder en diversas formas. En Valladolid, la zona del Duero y Extremadura tomaron  este sistema dese el principio, y así tanto las alcaldías como los demás cargos municipales se dividían entre ambos linajes o casas. En la segunda mitad el siglo XIII los llamados “alcaldes del rey” provenían de los elegidos por los “alcaldes de la villa”. Después excluyeron de estos cargos a los “nuevos ricos”, muchos de ellos comerciantes, peleteros y plateros.  La cantidad y valor de los monumentos religiosos y sus piezas, como las pinturas y tallas de madera policromadas, revelan el nivel económico de estos grupos sociales.

En este mismo siglo XIII el rey fundó la universidad de Valladolid, ya que Palencia estaba en una situación difícil, Salamanca con sus estudios de teología y filosofía llegó a ser “studium generale”: en esta situación el rey Alfonso X necesitaba un sitio donde se estudiara Derecho, y a final de siglo ya figuraban clérigos de Palencia y Tarragona como estudiantes de esta carrera.
Después de esto, Valladolid ya era una de las ciudades importantes del reino. En 1127 se proclamó a Fernando III rey de Castilla en el mercado de la ciudad y coronado rey en su colegiata, durante el reinado de Alfonso X comenzó a celebrarse reuniones de las Cortes aquí y también pasó temporadas aquí aunque residió de forma continua en Sevilla. Debido a los problemas durante el fin del reinado de Alfonso X y la minoría de edad de su nieto Fernando IV (1295-1312) se construyó una muralla que albergaba otros barrios; sólo quedaron en las afueras las iglesias de San Pedro en la zona norte, San Andrés al sur, San Juan de los Templarios al sureste y más hacia el este el monasterio de Las Huelgas. Este límite de Valladolid que comprendía unos 5 kilómetros  albergaba una superficie de entre unas 130-150 hectáreas, donde el desarrollo de la construcción y otras empresas se había concentrado sólo en los edificios importantes siguiendo así hasta finales del siglo XV.

El final del reinado del Alfonso X estuvo marcado por la guerra civil y la aspiración al trono del infante Sancho. Estos problemas no se acabaron cuando el infante Sancho IV (1284-1295) logró su objetivo, sino que se incrementaron durantes las minorías de su hijo Fernando IV y de su nieto Alfonso XI (1312-1350).  Entre los años 1280 y 1330 hubo guerras y sus efectos los comunicaban los diputados de las ciudades en las Cortes: inseguridad, pérdidas de cosechas, aumento de las deudas vigentes, empobrecimiento general….pillajes de todo tipo realizados sobre todo por los señores a los mercaderes y viajantes. Lo curioso es que durante este período la nobleza intentaba asegurar su buen nivel y también llegar a tener un control sobre la Corona cuando las ciudades castellanas lograron mayor autonomía e independencia. Cuando Valladolid se puso de parte del rey además de mantener el realengo estando bajo el mandato directo del rey, pudo conseguir ayuda directa. Desde la alianza de Valladolid y la Corona a finales del siglo XIII la villa volvió a crecer, la ciudad mantuvo la lealtad de la corona oponiéndose a la nobleza y la corona compensó a la ciudad con privilegios de todo tipo: Alfonso XI le concedió el título de “muy leal” desde 1329, y Juan II le otorgó el de “muy noble” en 1422.

En 1282, Valladolid acogió al infante don Sancho (enfrentado contra su padre); a la muerte de Sancho IV la ciudad se fortificó para acoger a la reina María de Molina y su hijo Fernando IV aunque se dudaba de la validez legal de este matrimonio real y de su legítimo heredero. Más adelante, tras la repentina desaparición de Fernando Ivy de la reina Constanza, no recibieron a la reina doña Violante y María de Molina volvió a la ciudad para criar a su nieto Alfonso XI hasta que murió en 1321.

Durante la estancia de la reina, la corte y sus respectivos tutores en Valladolid ocurrieron muchas cosas: hubo 9 Cortes, muchas entrevistas, estuvieron embajadores e incluso hubo un concilio nacional de arzobispos y obispos del reino presidido por el legado pontificio: el dominico Guillermo Peyre de Godin.

Entre finales del siglo XIII y principios del XIV hubo una crisis que parece que no afectó seriamente a la ciudad, en contra del relato descrito por el cronista real Fernán Sánchez  en  1302 según el cual la gente se moría de hambre por las calles. El crecimiento de la ciudad se ralentizó por una inmigración que hacía que parte de la población rural se fuera hacia las ciudades buscando un porvenir mejor. A pesar de esto hubo cosas que siguieron igual: el claustro y la capilla de la colegiata gótica siguieron con su construcción, los dominicos lograban óbolos para acabar su convento, los trinitarios construían el suyo, las cistercienses convertían el palacio real en el monasterio de Las Huelgas los antiguos bienes templarios convertidos después en la parroquia de San Juan y el hospital de Santa María la Real, y las también cistercienses de San Quirce lograron fondos en 1321 para acabar su convento, el cual debieron abandonar durante la guerra civil del 1360-1369.

En 1293, se fundó el “estudio” de Alcalá de Henares basado en la Universidad de Valladolid, aunque su existencia fue muy corta. Los sucesivos reyes ( Sancho IV en 1295, Fernando IV en 1304 y después Alfonso XI) le concedieron rentas de las tercias reales y esto ayudó  a que Clemente VI le concedió el título de “Studium generale”  con todas las facultades excepto Teología, ya que según el documento papal el “estudio” ya tenía experiencia: “ab antiguo viguita et viget”.

Por el apoyo prestado a la corona, Valladolid logró varios privilegios económicos que mostraban sus recursos: ganadería (ovina y equina), el vino y plantas como la grana y rubia. En 1325 la ciudad logró de la Corona la villa de Portillo y sus aldeas, así la ciudad se extendió hacia el sur del Duero y recaudó rentas que se usaron para pagar los sueldos de profesores, conservadores y bedeles universitarios.

El comercio de la ciudad se asentó mediante la exención del pago de portazgos en la mayor parte del territorio del reino y a las ferias. Así, la ciudad pudo aprovecharse de tener un peso público donde se pesaban materiales naturales como la lana hilada, la cera, la rubia, la grana …. Y según el documento de esta época eran cosas que compraban “muchos merchans de fuera”. Y mediante la documentación de la época  se sabe de la existencia de la industria textil (“cal de texedores”): en la primera mitad del siglo XIV mucha gente  se dedicaba a la fabricación de paños y cueros, aunque no tenían casa propia y sí algunas viñas cerca de la ciudad.

En este tiempo de prosperidad la ciudadanía de Valladolid ayuda a su concejo para prestar servicio militar y/o lograr algún privilegio de la Corona: las parroquias o collaciones organizaban a las gentes según temas territoriales como los barrios artesanales, acomodados o mercantiles; las cofradías devocionales, parroquiales, hospitalarias o gremiales se ocupaban de la seguridad de la ciudad mediante cuadrillas.

La crisis de finales del siglo XIII y principios del XIV parece que no afectó demasiado a al ciudad porque además de mantenerse mayor independencia de la Corona. Aunque en  la política urbana hubo luchas en las clases acomodadas, enriquecidas desde la segunda mitad del siglo XIII,  para conseguir el gobierno municipal; algo que dese el reinado de Alfonso X sólo estaba reservado a las 10 casas de los linajes Tovar y Reoyo. Los mercaderes y artesanos aprovecharon esta situación revuelta para, mediante la reina María del Molina (regente de Fernando IV) organizarse en una especie de partido político llamado “La Voz del Pueblo” y que anularan los privilegios otorgados a los caballeros en el Fuero Real. Y en marzo de 1320,a los 2 meses de que las casas de Tovar y Reoyo y la “Voz del Pueblo” eligieran sus representantes, lograron un acuerdo con la reina María de Molina para apoyarla y compensación devolvió a los caballeros todos sus privilegios: un año después la reina distribuía a partes iguales los cargos de las concejalías entre el “Voz del Pueblo” y los 2 linajes de la ciudad, aunque se desconoce si hubo revueltas en la villa como ocurrió en otras ciudades europeas cuando se alcanzaban acuerdos similares.

Más adelante, entre 1321 y 1332, los comerciantes y artesanos que progresaron tras conseguir cargos municipales se cree que no cumplieron lo que defendían en la “Voz del Pueblo”. Cuando la población se dio cuenta de esto intentaron hacer esto mismo más en serio: se convocaban mediante las campanas, se distribuyeron oficios y rentas municipales e incluso irrumpían en las sesiones del ayuntamiento. Por petición de concejo oficial, en marzo de 1332 el rey debió intervenir: así se prohibieron las reuniones de los “menestrales y otras gentes menudas” y se devolvió el poder municipal a los linajes de Tovar y Reoyo. Tras el privilegio real, los mercaderes lograron tener cargos públicos en el ayuntamiento mediante dos posibles maneras: o bien integrándose en alguno de los 2 principales de la ciudad, o que estos linajes llegaron a perder su característica de “familia de sangre” y se transformaron en “bandos” y “familias espirituales”.

Estos hechos también ocurrieron de forma similar en otras zonas europeas: En Flandes y en Italia, los “nuevos ricos” también consiguieron entrar en los gobiernos locales con el apoyo popular. Pero aquí en Valladolid esta situación se convirtió en sistema, no como en otras zonas europeas que fue más pasajero.

Este apoyo a la Corona no solo era por parte del gobierno municipal: también los caballeros, favorecidos y no e incluso los pecheros tenían las mismas ambiciones de poder. Labradores, artesanos y menudos se plantaron en la muralla de Valladolid con doña Violante para enfrentarse a una amenaza de invasión del rey de Portugal; se levantaron impidiendo la salida de la ciudad de la hermana del rey Alfonso XI, participaron en los sitios de Torrelobatón en 1332, Lerma en 1334, la batalla del Salado de 1340, el asedio de Algeciras de 1343 e impidieron que el favorito real don Alvar Núñez Osorio entrara en Valladolid en 1328. La representación de Valladolid destacó en las Cortes, llegando a conseguir relaciones solidarias y “de hermandad” con varias ciudades del reino e importantes instituciones del clero.

Entre 1265 y 1367 Valladolid ya era una ciudad medieval: “villa por sí y de por sí”. La iglesia se ocupó de la formación espiritual de sus benefactores. Después de conseguir el cabildo de la colegiata el cobro de los diezmos, se enfrentó contra las órdenes mendicantes que ejercían “intra muros”: consiguieron que los mercedarios, franciscanos, trinitarios y dominicos se quedaran en sus conventos y fueran a las procesiones ordenadas por el abad; limitar su derecho de tener campanas y obligarles al pago de los diezmos y a las parroquias la “quarta legítima” sobre las herencias. Esto no impidió el crecimiento de estas órdenes. Los franciscanos celebraban las juntas del concejo en su monasterio, la oligarquía instalaba a sus descendientes en los dominicos y el cabildo, los mercedarios y trinitarios gozaban de privilegios reales para recabar fondos para los rescates de cautivos en terrenos musulmanes. Y cuando las mujeres no encontraban sitio en los monasterios de San Quirce, Santa Clara y Las Huelgas solían hacerse emparedar cerca de las iglesias y ermitas: rezaban por los demás, se comunicaban con el exterior mediante una pequeña ventana y vivían de las limosnas.

Esta situación de cierto bienestar atrajo a los judíos y musulmanes asentados en la ciudad. A pesar de ciertas medidas sobre el pago de las deudas cristianas, el reglamento otorgado por María de Molina en 1304 destacaba los privilegios concedidos a los judíos por el “Fuero Real”. La comunidad hebrea llegó a tener varias sinagogas y se cree que tuvo gran importancia: en la disputa pública organizada por el converso maestre Alfonso de Valladolid (Abner de Burgos) que luchó para que los judíos borrasen de sus rezos la “bendición de los herejes” y el cura de Santa María la Mayor, venciendo este último.
En 1326 llegó a Valladolid Yosef Halevi ben Efraim ben Ishac, almojarife mayor. Se produjo un levantamiento popular y a este “Yuçaf de Écija” le salvó la vida la infanta doña Leonor: lo que no se sabe es si fue el inicio de un rechazo al judaísmo acompañado de saqueos en 1367, o un motín contra algún importante personaje de la villa.

En la comunidad musulmana destacaban pequeños artesanos, carpinteros y hortelanos  con diferentes niveles económicos pero una cierta estabilidad, poseyendo algunos casas en la ciudad o huertas “extra muros”.

Los testamentos de esta época manifiestan que los principales prestamistas de dinero en la ciudad no eran judíos: las mujeres de la oligarquía eran las que, principalmente, se dedicaban al préstamo con prendas y lo convirtieron en un negocio muy rentable.

La peste de 1348 no dejó gran huella en Valladolid: la migración demográfica hacia la capital conllevó a una mayor presencia de mendigos e inmigrantes según citas de Nicolás Cabrillana; lo que hizo más efecto fueron las consecuencias de la guerra civil y los brotes posteriores de peste de la segunda mitad de este siglo XIV.En el año 1351 tuvo lugar aquí las Cortes de Pedro I, dos años después el rey se casó y años después dejó a su mujer por María de Padilla, leal defensora de la Corona. La política general del monarca, el ajusticiamiento de miembros de la oligarquía local (sobre todo los hijos del canciller Fernán Sánchez) y el poder otorgado por el rey a judíos importantes para recaudar impuestos fueron muy apoyados por la sociedad. Hacia 1362 la oligarquía local, compaginando los cargos municipales y reales con la compra de señoríos, se alió con el partido nobiliario que apoyaba a Enrique de Trastámara. Varios documentos de los años 1362-1363 manifiestan que la villa se empobreció: los canónigos dejaron constancia de “la mengua de la gente e pobresa de los omes”, según Sancho de Trastámara “estaba despoblada esta parte de Valladolid que cae a Santa Clara”, las monjas cistercienses de San Quirce trasladaron su convento del Puente Mayor a otro dentro de la ciudad y el concejo tuvo que inventar un impuesto para el mantenimiento de puentes y muros. 

En 1367, los lugareños atacaron la judería, destruyeron 8 sinagogas sus textos y objetos de culto. Los problemas de convivencia entre judíos y cristianos y la victoria de Enrique II en Montiel conllevó el resurgir de una nueva nobleza. Al apoyar a este pretendiente, la clase dominante de la sociedad se alió con estos nuevos ricos alejándose del resto de la población.

Y entre los años 1369-1516, llamados el “siglo de los Trastámara” se vive el mayor esplendor de la ciudad.



En Valladolid, durante esta época, se daban varias circunstancias: estar localizada en medio de la Meseta septentrional, la cantidad y proximidad de casas solares y señoríos de la mayor parte de los “nuevos ricos”, su cercanía con la costa atlántica y Francia…. Fueron motivos que los primeros reyes de esta nueva dinastía eligieran a Valladolid como residencia de la Chancillería, de la audiencia Real y muchas veces también de la Corte. Sin embargo, esto también conllevaba que la ciudad fuese ocupada en varias ocasiones por ciertas alianzas nobiliarias que pretendían influenciar al rey para su propio beneficio.

La estancia del rey y todo su séquito promovió el desarrollo de varios sectores y del comercio de la ciudad ya que las ferias siguieron celebrándose anualmente con gran participación general, pese a la competencia que le hicieron las de Medina del Campo desde 1430 y al leve bajón durante los últimos tiempos del reinado de Enrique IV (14564-1474). El gremio textil se reorientó hacia los tejidos de lujo importados de Italia, Flandes e Inglaterra y así surgieron los oficios de sastres (o alfayates), sombrereros y chapineros.

Los maestros del cuero también empezaron a fabricar sillas y otras guarniciones de caballería, y a la vez también surgió la industria de la fabricación y mantenimiento de armas blancas. Otro sector que también creció mucho fue la construcción.

El siglo XIV fue la época del gran desarrollo de la ciudad. Las zonas menos pobladas fueron poblándose poco a poco, con medidas como que la Iglesia fue cediendo mediante censos vitalicios llamados “a tres vidas”, normalmente calculados en dinero, por el que otorgaban el suelo de forma temporal a unos arrendadores pudientes como oligarcas o letrados en cargos de la realeza; los cuales se los realquilaban a gentes que no podían llegan a tener vivienda propia. Así se echaron a perder muchos corrales tanto de casas propias como de monasterios, sacrificando el terreno de labranza para construir casas (situación bien conocida con el paso del tiempo).

Desde 1410, los alcaldes donaron partes de la antigua muralla a los personajes más importantes de la villa y a instituciones religiosas “queriendo e amando por e honra e bien desta villa, e queriendo que sea mas noblesçida ,e mejor poblada e honrrada de buenas casa e moradas e nobles edifiçios”. Y pese a la crecida del Pisuerga en 1403 (arrasando parte de la cerca y del Puente Mayor), a las riadas del invierno 1434-1435 en las que el Esgueva destrozó la cerca y muchas casas; y el incendio que acabó con más de 400 casa cerca de la Plaza Mayor, la Cotanilla y la Rúa Oscura en 1461; la ciudad se fue haciendo más apropiada para grandes eventos como fiestas, torneos, justas y procesiones. A partir de 1561, y tras otro incendio importante en la ciudad, acabó la reconstrucción del centro de Valladolid.


Tras todo esto, en la ciudad hubo muchos palacios o casas señoriales en las que vivían muchos nobles más ansiosos por estar a todos los niveles más cerca de la Corona que de su propio patrimonio. Incluso llegaban a patrocinar una capilla (a veces, la capilla mayor) en uno o varios conventos y también la reconstrucción de iglesias parroquiales. Entre estas gentes destacan: los Enríquez (almirantes de Castilla), los Mendoza, Velasco, Stúñiga o Zúñiga, Guzmán, Manrique, Acuña, Sarmiento; los Condes de Ribadeo, de Buelna, DE Benavente, de Medinaceli y de Castro.


 Como consecuencia de esto, las órdenes religiosas pudieron beneficiarse de asentamientos mejores: doña Leonor de Portugal donó unas casas en 1384 donde se instalaría el convento de la Merced; unos benedictinos severos se asentaron en 1390 en el antiguo alcázar real transformándolo en el monasterio de San Benito; Ruy López donó unas casas en 1407  a los agustinos para su convento en la zona poniente de la muralla cercana a la ciudad pero en la margen derecha del Pisuerga; doña Ysabel de Ávila fundó en 1440 el monasterio de Santa María de Prado cumpliendo el testamento de su marido; fray Juan de Torquemada ,cardenal de San Sixto, concedió los fondos para la construcción de una nueva iglesia a los dominicos de San Pablo, aunque él murió en 1468,no pudo ver la obra acabada y fray Alfonso de Burgos ordenó terminar la fachada a la vez que edificar el Colegio de San Gregorio para que los dominicos ejercieran allí su labor docente y dieran clases de teología los alumnos de la universidad; y en 1428 los trinitarios añadieron a su monasterio unos edificios que usaron como residencia de estudiantes de su orden. 

Hacia el 1460 el arzobispo Carrillo mandó construir un arsenal donde se guardaron las armas de la ciudad en la fachada del monasterio de franciscanos que desde finales del siglo XII albergaba las reuniones del concejo. Las “escuelas mayores” situadas cerca de la colegiata recibieron fondos en 1402 para la construcción de una capilla particular en la que dio clase  su abad; y en 1479 el cardenal don Pedro González de Mendoza compró una huerta donde mandó construir el Colegio de Santa Cruz, recibiendo a los 20 mejores estudiantes de la universidad.

Además de esto, también se instalaron nuevos grupos sociales en la ciudad con intereses puestos fuera de Valladolid. Las clases altas poseían mucho patrimonio y rentas variadas: juros heredados o vitalicios, puestos en la corte, lanzas al mantener hombres armados sirviendo al rey…. Así eligieron acercarse más a la corona y tener sus bienes en Valladolid. La instalación de la Audiencia, de la Chancillería y parte de la administración real conllevó la llegada de muchos empleados públicos: oidores, contadores, recaudadores, escribanos y abogados.

Es curioso que el rey no tuviera casa en la ciudad, porque la última posesión real fue el alcázar otorgado a la orden de San Benito en 1390 para que hicieran allí un monasterio estricto. Durante la minoría de edad de Juan II, su madre Catalina de Lancaster se instaló en un parte del convento de los dominicos y ordenó arreglar un palacio allí en 1411. Y durante el siglo XV cuando  el rey estaba en la ciudad solía instalarse en los monasterios de San Pablo o San Benito; incluso en la casa de algún noble bien situado.

Las noblezas de armas y oficio crearon variados puestos de trabajo: escuderos, vasallos, capellanes, sirvientas, criados…tanto internos como externos. En esta confusión de gente también llegaban a entrar ciertos delincuentes y rameras que llegaban a servir y proteger a gente de la nobleza. Por eso en abril de 1442 el rey llegó a ordenar la cantidad de criados permitidos a cada miembro de la corte; y a fin de siglo el concejo llegó a tomar medidas para a acoger a toda la mocedad que iban a la ciudad buscando una plaza.

Entretanto, también hubo varias alianzas eclesiásticas. Agustinos, benedictinos, franciscanos observantes terciarias franciscanas, dominicas y jerónimos se unieron a los monasterios asentados desde mediados del siglo XIII.

Los agustinos, fundados por el condestable Dávalos, no lograron destacar en la ciudad, se empobrecieron enseguida y se dividieron entre clausurales y observantes: los últimos, liderados por Juan de Alarcón, fundaron el convento reformado de Los Santos en Villanubla intentando someterlo a la observancia del de la capital.

Por su parte, los benedictinos de San Benito y los menores de San Francisco tras dedicarse a la observancia en 14333,y los jerónimos del Prado lograron beneficiarse de los moradores más ricos de la ciudad: por la cesión de patronazgo de capillas y varios oficios religiosos ayudaban a encontrar asilo en algún monasterio en caso de viudedad o para algún familiar discapacitado: por ejemplo, los jerónimos de Santa María del Prado se ocuparon de atender a un hermano de Juan de Vivero “por ser como paralítico o enfermo, por tal manera que por sí mismo non se puede administrar humana mente” a cambio de 10500 maravedís anuales y un terreno que rentaba 14 cargas de pan al año; así los monasterios consiguieron beneficios como donaciones, juros, libros tierras y viñas en incluso la protección adecuada.

También el clero secular se benefició de esta situación. La nobleza y los letrados ayudaron a la manutención de ciertas órdenes eclesiásticas a cambio de beneficios familiares: los cardenales Pedro González de Mendoza y Juan de Torquemada lograron ser abades de la colegiata de la ciudad.

Paralelamente, este buen nivel de vida trajo a la villa el aumento de la cantidad de pobres en busca de un porvenir mejor. Durante el siglo XV se reorganizó la asistencia a los indigentes, tanto a los conocidos como a gentes que por una desgracia del cabeza de familia o bien por otras causas les avergonzaba que la gente les viera pidiendo. Además de las limosnas dadas en la calle y otros sitios públicos, las otorgadas por los cofrades y ordenadas en ciertas herencias, los monasterios también daban diariamente una cantidad determinada de comidas a estudiantes pobres y otros menesterosos.

Las cofradías atendían a los cofrades enfermos o empobrecidos, o de su viuda a cambio de una renta mensual y asegurándola una vigilia y entierro tras su muerte.

Los hospitales que hasta la fecha se ocupaban pobres, viajeros y heridos se fueron especializando. Muchos que había de pocas camas se unieron a otros, así de los 20 centros que había resaltan el hospital de Santa María de Esgueva unido a los de la O y el de Todos los Santos; el de San Lázaro, que se ocupaba de los enfermos contagiosos e incurables y estaba en la otra margen del Pisuerga; y los de la Caridad y de los Inocentes.

Desde mediados del siglo XV los cargos municipales visitaban los hospitales y comprobaban los medicamentos dispensados por los boticarios. Aunque esta situación se desbordó a partir de 1460, cuando las consecuencias de las luchas civiles entre partidarios del monarca y de los príncipes Alfonso e Isabel coincidieron con la peste y las hambrunas. En 1506, Felipe el Hermoso y su séquito viajando por Castilla sufrió varios robos, el cronista protestó por el poco castigo dado a los delincuentes. Y en esta época se empezaron a tomar medidas contra la prostitución limitando este oficio a la mancebía.

En esta situación las clases altas pretendían vivir de la nobleza y de las rentas, no crear trabajo y producción. Pero como partes implicadas y consumidores finales, toda la sociedad se implicó en la actividad industrial de la ciudad: artesanal, industrial y comercial. Sirva como ejemplo que mientras los mercaderes importaban tejidos como paños, terciopelos y escarlata de diversas ciudades europeas como Ypres, Florencia, Brujas o Londres; y retablos de Flandes; a la vez que en la ciudad se confeccionaban pardillos, lienzos y picotes registrados en los aranceles de precios de 1442. Y también a la artesanía del cuero se sumaron los oficios de talabartero, frenero, la industria de la armería y la de la construcción.

Este desarrollo urbano también conllevó mayor gasto de víveres de todo tipo, y eso derivó en una explotación más adecuada del sector agrícola: el ayuntamiento continuó prohibiendo la importación de vino de zonas externas a la villa, decidía anualmente la fecha del comienzo de la vendimia, otorgó privilegios a algunos personajes destacados y a varias instituciones religiosas para que pudieran vino, reguló la trashumancia del ganado ovino aunque no se pudo conseguir que los carniceros del rastro obtuvieran menciones y privilegios pese a que vendían a la corte y la Chancillería. Desde entonces, el río Esgueva hacía funcionar 9 molinos entre la Magdalena y San Benito; y el Pisuerga se ocupaba de 10 aceñas entre Santovenia y Simancas. Otro ejemplo que los cambios que se daban en la ciudad fueron las inversiones que realizaron gentes como la loriguera Ana Rodríguez y su hijo el armero del rey Rodrigo de la Malla en bienes inmuebles alquilando casas de la cofradía de Todos los Santos o comprando terrenos para su explotación propia. Y entre los mercaderes destacaron Pedro López de Calatayud, su yerno Luis de la Serna, Rodrigo de la Corte proveniente de Flandes…. Importaban paños finos, prestaban dinero y vendían madera y otras materias llegando a formar importantes compañías que llegaban a aliarse con los grandes mercaderes de Burgos: así luchaban por el mantenimiento de las ferias en la ciudad mermadas por las de Medina del Campo, de Rioseco y Villalón a la vez que seguían tratando con la corte.

La nobleza de la ciudad constituída pricipalamente  por las familias Reoyo y Tovar apoyó al pretendiente Trastámara hacia 1362 enfocando sus intereses al trato con la nobleza. Este tipo de familias también se relacionaban con otros nobles de la ciudad, letrados  y algún mercader enriquecido. Familias que también aparecen en el concejo de la ciudad  son Franco de Toledo, Robles, Morales, Villandrando, Rodríguez de Valladolid, Stúñiga, Niño, Vivero, Torquemada, Cuadra y Corral. A partir de 1439 esta nobleza liderada Juan, infante de Aragón y rey de Navarra, se asentó bien en la zona y muchos seguidores de esta alianza tenían en ella intereses  y medios de todo tipo. Y por la presión ejercida, en 1442 el rey concedió a Valladolid un privilegio que incluía la promesa de no alterar la ciudad del dominio real; y en estas circunstancias la ciudad se armó y también la nobleza reveló sus intenciones de poder dentro de los cargos del reino.

La oligarquía se puso del lado de Enrique II. En 1444 una parte de los habitantes de la ciudad llamados “comunidad” fueron a liberar a Juan II a Portillo y le ayudó en la batalla de Olmedo un año después, derrotando así a la nobleza. Este grupo destacó en la política de la ciudad. Las 13 cuadrillas formadas por hombres de la ciudad que cumplían el servicio militar lograron firmar acuerdos de hermandad con otras ciudades para por la seguridad pública en la década del 1460. Apoyaron a Enrique IV entre 1464/1465 contra el infante Alfonso y la princesa Isabel, quienes aspiraban asentarse en Valladolid apoyados por el señor de Fuensaldaña Juan de Vivero y el almirante de Castilla Fadrique Enríquez. El rey compensó a la ciudad con beneficios como la Casa de la Moneda, la concesión de un mercado franco y una fortaleza próxima a la Puerta del Campo. Pero en 1467, los apoyos de los contricantes del rey se apoderaron de la ciudad y conservarla en manos de la nobleza pese a que la cofradía de la Misericordia intentó recobrarla un año después. En septiembre de ese año se firma en Los Toros de Guisando según el cual Enrique IV reconocía a su hermana Isabel heredera del trono; y el 11 de diciembre se firmó un pacto entre el Concejo (alcaldes, regidores y merinos),  universidad, clero, caballeros y escuderos, comunidad y “las otras personas que agora estan en la dicha villa”

Los diputados de estas cuadrillas, representando a la comunidad, llevaron a participar en la política de la ciudad; aunque muchos, o bien pertenecían a la oligarquía o se integraron en los linajes llegando incluso a traicionar a quienes les habían apoyado.

La princesa Isabel se asentó en Valladolid después de irse de su residencia en Ocaña porque sabía que aquí tenía apoyos, se alojó en el palacio de Juan de Vivero y se casó allí el 18 de octubre de 1469 con el infante Fernando de Aragón. Un año después hubo problemas en la ciudad porque querían echar a los príncipes que regresaron en secreto y entregársela a Enrique en septiembre. Ordenaron al conde de Benavente la defensa de la ciudad y le concedieron el palacio de Juan de Vivero, por su determinación total se ganó el respeto del pueblo, se conoció la muerte del rey el 13 de diciembre de 1474 y 2 semanas después ya defendía a la reina Isabel. Desde ahora, se cree que Valladolid es la segunda ciudad más poblada del reino, tras Sevilla, según un documento del siglo XVI  “es la mas gentil villa que ay en España e la mas proveida e mas barato de todas cosas; ay en ella muchos cavalleros, muchos mercaderes de todas formas de tractos, muchos oficiales de todos los oficios mecanicos; labranse en ella muchas armas e buenas. A esta villa acuden e van todos los cavalleros e las otras gentes que se quiren vestir o armar, porque todo lo que han menester hallan en ella mejor e mas barato que en ninguna otra parte; tiene una plaça, la mejor e mas rica que ay en España, y es tal que, puesto un onbre en ella no puede peri cosa ninguna de las que son necesarias a la pollicia umana, que non las halle en ella, sin que salga del sitio de la plaça; e por esto dizen los que hablan en los lugares que Valladolid es el mundo abreviado, a causa de las cosas que ay enesta plaça. Es logar muy abastecido de pan e vino e carne e fructa. Tiene muy grande comarca e buena. Ay en ella estudio general d todas ciencias. Tiene dos colegios muy singulares e de maravillosos edificios e rentas: es el uno de frayles dominicos teologos, de donde salen grandes sermoneadores, y el otro es seglares.”


LA CORTE EN VALLADOLID

En esta época destacaban las profesiones citadas anteriormente: artesanos y agricultores más especializados, caballeros e hidalgos con terrenos en el campo y vivienda principal en la ciudad, la nobleza cercana al monarca de turno, y también grupos de judíos y mudéjares. También empezó a asentarse en la ciudad otra nobleza creada por instituciones como el Consejo y la Chancillería, ambas pertenecientes al poder real y que eran muy influyentes en todos los sentidos. En este desarrollo, también surgieron mercaderes de estilos variados: de la península destacaban lugareños y vascos, y los extranjeros provenían sobre todo de Italia, Flandes y Alemania.

Sirva como ejemplo de las costumbres de la época el texto siguiente:

“Ordenanzas de las cinco casas del linaje de Tovar (1510)

Estando juntos primero día de año nuevo de este presente año de quinientos y diez, leyendo llamados por los andadores el día antes al linaje de Tovar todos los cavalleros escuderos ciudadanos ofiziales e homes buenos de todas las zinco Casas, del de Don Alonsso Diaz e Castellanos y Mudarros, en la yglesia mayor de nuestra señora santa María la mayor de la dicha villa en la capilla de señor san Llorente según que lo han de uso ,e de costumbre…
….yzieron e hordenaron unas ordenanzas de como los dichos señores e otras personas del dicho linaje an de probeher en todas las cosas tocantes al bien comun del, e para repartir e probeer los ofizios publicos deesta dicha villa que a las dichas zinco Casas del dicho linaje caven en cada un año, según y de la manera que de Yuso sera contenido en esta guisa…

…Otrosi hordenamos que ahora y de aquí adelante no aya en nuestro linaje ningun cavallero que sea osado de traer ni nombrar en el ningun ombre que sea de ofizio bil y de aquellos que el derecho nombra por tales. Porque es claro que los tales demas de la mengua que con ello se rezive no pueden ni son capazes de derecho para azer pleyto omenaje.”


Según el autor Max Weber, esta clasificación social de Valladolid  se manifestaba según el cargo social en vez de lo económico y político. El gobierno de la villa mediante concejales se pudo mantener por métodos administrativos que desembocaron en una cierta burocracia, los únicos capaces de regir la villa, los cuales se ocuparon de mantener su tipo de vida.

Desde finales del siglo XV la ciudad ya estaba formada en sentido urbanístico, y así se mantuvo hasta el siglo XIX. La burguesía quiso siempre desarrollar la villa a su conveniencia, aunque también la corona aportó mejoras a la ciudad como el empedrado de las calles, la traída de aguas y la limpieza urbana.  Hay una tesis que trata sobre la vivienda de la época que revela que las construcciones se basaban sobre edificaciones mudéjares: alicates, ajimeces, pisos volados y pasadizos, grupos de casas similares a los “corrales” inspirados en la cultura islámica según Torres Balbás… Aunque desde entonces es cuando empiezan las luchas contra lo árabe en lo urbanístico con calles rectas, cambiando la anchura de las anteriores y prohibiendo las construcciones en saliente.

No se sabe la cantidad de habitantes de la villa durante la época de los Reyes Católicos. Un manuscrito registra 5000 vecinos, y calculando que por cada habitante registrado saldrían otros cinco, aproximadamente habría unas 25000 personas. El primer censo oficial fiable es de 1530 y reconoce 38710 habitantes. Otros datos que revelan el crecimiento de la ciudad son  las prohibiciones de asentamientos extramuros mediante la construcción de arrabales y las muchas cartas de vecindad concedidas entre 1497 y 1502; ya que a la organización de la ciudad le convenía más el crecimiento interno que la expansión del territorio. En las Actas también figuran las normas referidas a posadas y mesones.


La economía

EL CAMPO

Estaba distribuido en cotos en la zona del páramo, en terrenos poco adecuados y con un clima duro tanto con el frío como con el calor. Estaban mejor las tierras de la zona del Duero. La producción agraria de la zona era insuficiente para el consumo urbano, y durante la época medieval solía haber déficit de cereal. Los Reyes Católicos llegan a tomar medidas apoyando la importación de trigos y cebadas cercanos, aunque también hubo disposiciones del Concejo de no tasar el trigo de otras zonas para que se vendiera más en esta zona.

Con los viñedos era distinto. Había gran cantidad y variedad de terrenos, y también de lagares y bodegas en la villa. También hay muchas ordenaciones del Concejo sobre la producción vinícola, su normativa de podas y la reglamentación de las vendimias. Prueba de esto son las cartas de avencindamiento otorgadas que prohibían al nuevo vecino traer a la ciudad el producto de sus antiguas cepas en su anterior domicilio.

En la ganadería destacaba el lanar. Por las zonas de Esparragal y Robladillo había montes de mata baja. La trashumancia de entonces iba hacia las sierras centrales. Esta situación conllevaba problemas, aunque ayudaba a la economía de la zona ya que una inversión importante de entonces era el arrendamiento de los pastos. Y los bosques que se llegaron a talar, se repoblaron después con encinas y pinos mediante una indicación real obedecida por el concejo: esta situación prohibía cualquier lesión en el terreno y el pastoreo, aunque también se permitió cultivar huertas.


INDUSTRIA Y ARTESANÍA
Además de los oficios considerados básicos para la vida diaria, hubo mucha y buena artesanía. Los textos revelan las formas de trabajo y sus normas tradicionales; como el conocimiento total del taller u obrador propio. También surgen las diferencias laborales de los artesanos. Hay pocos trabajadores autónomos en el personal de servicio del Concejo, que ayudaría a conocer ciertas cifras oficiales. La única institución social reconocida a todos los niveles es el gremio, o bien alguna cofradía religiosa con los mismos intereses gremiales. Con el tiempo, las cofradías –sin renunciar a su carácter se pasaron de  religioso- acaban transformándose en gremios. Hay muchas y destacan profesionalmente organizados en oficios como chapineros, zapateros, sastres, calceteros, ubeteros, horneros… Pero debido a este progreso social, surge cierta ambición que se manifiesta con el aumento de los precios y los reyes llegaron a tomar medidas para favorecer al resto de la población: policía industrial, normativa sobre trabajo y ventas, distribución igualitaria de los materiales, etc.


COMERCIO

Además del mercado de abastos, por tasaciones del Concejo sobre la venta al por menor revelan curiosidades. Ya por entonces en el mercado había frutas de La Rioja y pescado irlandés introducido en estas tierras por puertos cantábricos.

También destacaba en el comercio los sectores de joyería, sedas, paños de oro, damascos procedentes de varios sitios…cuyas ventas solían desarrollar mujeres. La Corte era cliente habitual de estos productos, como se comprueba con las operaciones en Portugal de importantes comerciantes vallisoletanos e incluso se fletaron barcos buscando oro en Guinea. El comercio de la época se dirigía hacia Burgos con vistas a Europa, y lo demuestra un depósito del consulado burgalés en Valladolid protegido por los reyes. Ya desde entonces habían tiendas privadas y públicas: como dato oficial el Concejo recauda por el alquiler de 150 tiendas concejiles, situadas en una parte del mercado mayor, un total de 46.605 maravedís; y solo en 2 o 3 ocasiones más se superó esa cantidad por conceptos similares.

En esta situación comercial se decidió volver a convocar las 2 anteriores ferias otorgadas por los reyes. Prueba del la importancia de estos eventos fue que un memorial del Concejo de la ciudad llegó a recoger la norma del cese de tráfico de cualquier mercancía en Medina mientras durasen las ferias de la capital. Las consecuencias de esto fueron los diversos cambios, las ordenanzas de regimientos que favorecían el movimiento de dinero y el aumento de la recaudación en el concejo: por ejemplo, entre los años 1487/ 1498 se pasó de 21.971 maravedís a 120.000.



LA IGLESIA Y LA CULTURA

La Iglesia se organizaba mediante conventos, y la clase cultural educativa mediante Colegios.

La iglesia de la villa quería llegar a convertirse en catedral, con el apoyo de los reyes e incluyendo su unión con el obispado palentino a la Santa Sede. El convento de San Pablo se regía por la regla dominica y desarrolla los estudios de la ciudad. En esta época también se crean los 2 primeros Colegios Mayores, empieza a destacar la carrera de medicina e incluso algún físico en la corte real ha salido de este claustro universitario.







Vida civil de la ciudad

Desde estos tiempos ya empiezan a verse mejoras urbanísticas en la villa. Comienzan a empedrarse algunas calles y se prohibió que por ellas circularan  “carretas herradas” por ser zonas más pudientes. Algunas de estas calles llegaban a presentar las cadenas que representaban el privilegio concedido oficialmente; como por ejemplo la de la Costanilla cuyos residentes y artesanos mostraban lo mejor de ellos. También surgieron los problemas, como cuando los vecinos y colindantes de la Rinconada se quejaron a los reyes porque la presencia en la zona de cabestreros y albarderos podía conllevar riesgo de incendio por la materia principal de su profesión: paja y cáñamo. Aunque esto no prosperó porque había otros intereses como descubrir soportales, postes de madera y albardas en la calle ordenadas retirar “para que puedan pasar la gente cabalgando e a pie” en la calle.

Los habitantes de la villa e conocían por sus nombres de pila o por sus apodos (esto último se sigue manteniendo en algunas familias y/o pueblos): Fernando “el Bollo”, Alfonsico, Antón “el del Póstigo”… Y en la sociedad también destacaban entre todas las clases sociales las parroquias. El mercader Luis de la Serna pagó la reedificación de la iglesia de Santiago, más como mecenas artístico que como devoto.

La clase alta de la sociedad estaba formada principalmente  por la aristocracia y burguesía. El tipo de vivienda más frecuente era de tendencia mudéjar. Llegaron años de crisis y eso se notó en que incluso las casas de la alta sociedad mezclaban a la vista elementos arquitectónicos incorporados más recientemente con las anteriores torres de esquina. Desde entonces algunas casa de la burguesía llegaron a instalarse en las afueras de la ciudad para que tuvieran sitio para sus propios jardines.


Pese a ya contar en esos tiempos con relojes en la Colegiata y el Mercado, la gente seguía guiando su tiempo y actos sociales  por las costumbres monacales. Cuando quedaba poco para algo solían decir (incluso hay quien lo mantiene) “era ya hora de vísperas”; y además cuando la villa protestó al perder Simancas el pueblo mostró los mismos atributos y actitud “como  en la Semana Santa se suele hacer”.


Desde entonces Valladolid empieza a demostrar su gusto por la Semana Santa. Como muestra de ello, ya por entonces si los cofrades “eran muy pobres” se podía dedicar algo de los dineros municipales para levantar un humilladero para el recorrido de las procesiones ante la puerta del Campo, lo que muchos años después sería parte del Campo Grande.  

Dentro del progreso que se daba en las distintas clases sociales también destaca el de los sastres, quien lograron que mucha nobleza se vistiera y arreglara en la villa “donde continuamente está la corte de los señores rey e reina” para su propio beneficio.

La reina Isabel I de Castilla utilizaba para su vestuario prendas hechas con paños de varios colores, tafetán, terciopelo, brocado, rasos y sedas. Las pendas más apreciadas eran los trajes de raso y seda en colores carmesí y en amarillo: este último lo conseguían mediante el azafrán, especie de coste elevado que solo usaban los reyes y la alta nobleza, probablemente desde entonces viene el dicho:” es más caro/a que el azafrán”.

Lo habitual en el vestuario femenino de entonces estaba formado por saya con cuerpo liso, “falda” fruncida, escote en forma de pico hasta la zona de la cintura cubriendo ese hueco mediante un cos u otra tela y trena para cerrar los límites del escote.

Más adelante, el pico del escote y el talle llegan  hasta la propia cintura. A finales del siglo domina el escote cuadrado. Las mangas se abrían a la larga en el antebrazo, y en el talle se llevaba una faja a la cintura siguiendo una tendencia gala.  Y los puños con forma de embudo fueron desapareciendo lentamente.

Desde los años sesenta se empezaron a abrir las mangas de las camisas y las de la saya. Estas dos prendas se abren a la larga formando bullones, empezando siendo 5 y acabando en 2. Y 20 años después las mangas llegan a ser prendas independientes, a dejar descubierta la manga de la camisa  y finalmente surgen los manguitos.

Se mantuvieron las sayas como se acaban de describir, pero con el tiempo las mangas se fueron abriendo a la larga para enseñar la manga de la camisa: surgen así las “sayas con verdugos” y las primeras sayas abiertas, las cuales serían el origen de las saboyanas. Desde finales del siglo XV, la saya acabó sustituyendo al brial (vestido rico y con cola). Las mangas fueron anchas y/o estrechas, de variados estilos: sueltas, levadizas o quitadizas (de tendencia flamenca), postizas….pero siempre independientes de la prenda. Se hacían de tela blanca o más clara que la del resto del traje.

Hacia 1630 las magas comienzan a ahuecarse desde el hombro al codo, siguiendo una moda franco-borgoñesa. También surgieron las mangas divididas a la larga a la altura del codo. También hay referencias de la manga postiza en un cuadro anónimo de Santa María Magdalena de la escuela española del siglo XVI.

Se ven sayas de toa clase, hasta que a mitad del siglo XVI se divide completamente en cuerpo y falda siguiendo así hasta el siglo XVII.



El reino nazarí de Granada lo fundó Muhammed I ibn Nasr en 1238. Sus ropas solían ser de seda y algodón, y en menos cantidad de lana. Algunos de sus ingresos provenían del cultivo de moreras y la fabricación de seda: llegaron a establecer rutas mercantiles hacia Toledo, Valencia, Génova, Venecia e incluso París. El productor más importante de estos géneros fue La Alhambra, y los moriscos lograron fama de importantes tejedores de seda.


En estos tiempos de grandes avances conviene destacar:

  • ASTROLABIO.-  Su significado en griego es “buscador de astros”. Lo usaban los marineros astrólogos y científicos para, mediante triangulación, conocer la hora, el movimiento de los astros, situación y latitud.

  • NOCTURLARIO.-  Se usaba para medir el tiempo según la posición de una estrella concreta en el cielo por la noche: las estrellas que se usaban como referencia eran la Osa Mayor, Osa Menor y Casiopea. Y pese a que su descubrimiento se le atribuye a varios autores, su inventor fue el monje español Ramón Llull.


  • RELOJ DE SOL O “DE PASTOR”.-  Se conoce desde tiempos de los romanos. Muy usado por los pastores con cayado. Esta manera de medir la hora según la altura solar también la usaron los marinos, y cada mes del año tiene sus propias curvas horarias.

  • BRÚJULA.- Se usaba para orientarse tanto en tierra como en mar. Funciona según las propiedades de las agujas magnéticas, que siempre indican el Norte. La inventaron los chinos en el siglo IX. Por entonces estaban formadas por una aguja que flotaba sobre un corcho en un recipiente con agua, girando hasta situarse hincando el norte. .e el año 1300 surgen las brújulas seca, y después se la incorporó “la rosa de los vientos” que sirve para calcular direcciones.




Con todas estas circunstancias, el siglo XVI fue la época de mayor esplendor de Valladolid. Muchos viajeros importantes de toda clase y condición pasaban por aquí durante sus viajes por la Península. Y según Joris Hoefnagel en su obra “Civitates Orbis terrarum”  de 1572, Valladolid está incluida entre las ciudades más importantes del mundo.

La corte establecida aquí llegó a ser sede habitual e incluso hasta preferente, así se tomaban decisiones reales válidas pero el verdadero concepto de Corte y capital oficial se determina cuando se asiente definitivamente en Madrid durante el reinado de Felipe II. Este proceso de asentamiento definitivo de la Corte se inicia mediante la fundación en Valladolid de la sede del tribunal principal de la Corona de Castilla: la Chancillería, que fue desdoblada en 1494 en un tribunal parecido que se ocupaba de la zona sur del río Tajo.

Otro paso importante fue la organización territorial. Progresivamente las reuniones de las Cortes de Castilla se van celebrando en menos ciudades, entre ellas Valladolid. Hasta el año 1560, Valladolid fue sede de las Cortes 23 veces, y en Toledo fueron en 13 ocasiones. Este tipo de Cortes las fundaron los reyes Carlos I y Felipe II; durante el reinado del primero esta institución se organizó para que tuviera un asentamiento estable: Y según los datos aportados por Filemón Arribas y Bartolomé Bennassar la Corte estuvo en la Ciudad de Valladolid durante los períodos:

  • Noviembre de 1517/ marzo de 1519.
  • Agosto de 1522/ septiembre de 1524.
  • Desde 1527 hasta 1536, aproximadamente.
  • Mayo de 1543/ octubre de 1559.





Bartolomé Bennassar revela la situación del Valladolid de la época. La principal ventaja de la ciudad era que se situaba en el centro de la región, lo que hizo que se convirtiera en cruce de caminos en varios sentidos y lugar destacado de la zona. Estaba muy bien comunicada y era el centro del reino de Castilla a todos los niveles. Se encontraba cerca de varias localidades destacables: Medina del Campo y de Rioseco por sus importantes ferias, Segovia por su desarrollo textil, Burgos por su ganado lanar y Salamanca por su universidad. En el libro que publicó Pedro Juan de Villuga  llamado “Repertorio de todos los caminos de España” en 1546 en Medina del Campo se revela que Valladolid estaba comunicada por varios caminos directamente con zonas importantes de la Meseta y también con Toledo, con Sevilla mediante Medina del Campo y Extremadura, y también con Zaragoza manteniendo así el contacto con el reino de Aragón y los Pirineos.

Y por su confluencia aquí de varios ríos, este mismo autor la definía como “la ciudad- puente más importante de la Meseta Septentrional”: por el Puente Mayor orientado hacia Rioseco, León y Asturias; el puente de Cabezón orientado hacia la zona de Burgos y el norte de la península; y los puentes del Duero se consideraban “llaves imprescindibles de todos los caminos del sur, entre Tordesillas y Aranda”, sobre todo los de Puente Duero y Boecillo.


En su visita a España a principios del siglo, el autor flamenco  Antonio de Lalaing describió a Valladolid así:”la mejor villa de Castilla,sSin ser ciudad, y asentada en el más bello y mejor sitio y en medio de la región” ; y debido a sus recursos propios mediante las tierras productoras de trigo y vino y también su cercanía a los territorios ganaderos de León también escribió:”Esta ciudad del tamaño de Arrás, bien pavimentada, y poblada y con mucho comercio, se asienta en un valle en tierra llana, bastante fértil de trigo y viñedos…”.


En el año 1526, el autor veneciano Andrea Navagero detalla a Valladolid: “la mejor tierra de Castilla, abundante de pan, carne y vino y de todas las cosas necesarias a la vida humana, así por la fertilidad de su terreno, como porque los pueblos alrededor son asimismo fértiles y surten a Valladolid de todo lo necesario; ésta es quizá la única ciudad de España donde no se encarece nada por la residencia de la corte”.


Elogio de Valladolid, por Lucio Marineo Sículo (1530):

“Es lugar tan excelente y tan cumplido en todas cosas que yo no solamente le antepongo a todas las villas mas aun a muchas ciudades del Reino. Porque ella está cuanto a lo primero en la mejor región de toda la provincia en la ribera del río que se dice Pisuerga y en lugar de todas artes así liberales como mecánicas y no menos de grandes edificios y casas de muchos señores principales del Reino. Los cuales viven en la dicha villa el más tiempo de su vida por ser lugar muy apacible y gastando allí sus rentas: ennoblecen mucho la dicha villa y la hacen muy rica. Qué diremos de las plazas y de las calles. Goza de campos muy fértiles, de ríos, de fuentes y grandes huertas y bastimentos de todas las cosas necesarias para vivir”.


Pero todo cambió dese 1559. Debido al descubrimiento de América, mucha mercancía procedente de la zona de las Indias llegaba al resto de la Península desde la zona sur por que entraba. Por este motivo se cree que  el rey Felipe II buscó una sede más cercana a esta zona y se fue a El Escorial (Madrid) en 1561 y construyó el palacio- monasterio que lleva el mismo nombre de la localidad en conmemoración de la victoria de San Quintín. Aunque Valladolid siguió siendo la sede permanente del tribunal de la Real Chancillería para todo el territorio norte de la Corona de Castilla.

Desde entonces Valladolid entra en una era decisiva para su futuro. Hubo 2 instituciones que marcaron el funcionamiento de la ciudad: la Chancillería y la Universidad. Mediante el personal laboral de la primera (jueces, abogados, oidores, escribanos,….) y la importancia de la segunda, ya que junto con la de Salamanca y Alcalá de Henares eran las universidades más grandes de la Corona; estos dos importantes pilares hicieron que en la ciudad hubiera un tiempo de prestigio social tanto dentro como fuera de la villa. También en esta época el Cardenal Mendoza crea el Colegio de Santa Cruz en 1484, donde estudió mucha gentes de las altas esferas de la sociedad; y también destacó el colegio dominico de San Gregorio, donde seguían su formación las gentes más importantes de la orden.

Además de esto, en la ciudad hay un tribunal del Santo Oficio. Aquí se instalan gran cantidad de conventos y de calidad, destacando principalmente el de San Benito el Real, cabeza de esta congregación extendida por casi toda España según los estudios de Luis Rodríguez Martínez.

La Iglesia Mayor de la ciudad era más importante que muchas catedrales, aunque Valladolid no fue sede episcopal hasta el año 1595. Y pese a que se marchó la Corte, se siguió  acogiendo aquí  a la clase alta de la sociedad y en 1596 el rey Felipe II concedió a Valladolid el título de ciudad. 

En la segunda mitad de este siglo vivió, tanto de forma permanente como temporal, gente tan conocida como Bartolomé de las Casas, el pacificador del Perú Dr. Pedro de la Gasca, Becerra, los Arfe, Juan de Juni, Alonso Berruguete, Martín González de Cellorigo, Luis de Mercado o Vázquez de Menchaga. Y también escribió Bartolomé Bennassar:

“Es verdad que la ciudad tuvo que producir su propia vida, crear la novedad, hacerse menos dependiente de la Corte, pero Valladolid lo había logrado. El error máximo fue, a principios del reinado siguiente, comprar cara la vuelta efímera de la Corte, ponerse otra vez a merced del Rey y de su flamante valido”.





POBLACIÓN

Debido a este progreso de la ciudad, evidentemente se incrementó su población. Según los datos de 1530, Valladolid contaba con 6750 vecinos, y hacia 1561 eran 6644 vecinos.

Hasta el siglo XVIII se consideraba “vecinos” o “fuegos” a las casas/ hogares de cada sitio y no se contaba realmente su población por nº de personas habitantes en un sitio. De esa manera y usando un cálculo sugerido por Bennassar de unos 4,67 habitantes por vecino se calcula que Valladolid contaba con unos 31522 habitantes en el año 1530. Pero hacia el 1561, y después de irse la Corte, se calcula que la ciudad podía contar con unos 1754 vecinos y mediante estos cálculos serían unos 35000 habitantes reales.


Tras la marcha de la Corte hubo un descenso de la población en la ciudad, como así se recoge en el padrón municipal de 1570, ya que se contaban unos 6000 vecinos (propietarios de viviendas y/o cabezas de familia). Los años más delicados por este descenso demográfico fueron 1575/ 77, porque hubo crisis agraria, hambre y epidemias. Se ganó algo de población con la llegada de unos 1150 moriscos deportados procedentes de la guerra de las Alpujarras. Pero pese a todo esto, por los datos recopilados en los censos de 1587 y 1591 se empieza a ver un aumento de los bautismos. Se cree que por entonces Valladolid tendría entre 7000/ 7500 vecinos, volviendo así a la cantidad de población de los años 1558/ 59 debido principalmente a la gente que venía del la zona norte (asturianos, gallegos, vizcaínos,…) buscando un futuro mejor. Por la cantidad de población, la ciudad se llega a desbordar estando organizada así: en el norte, el barrio de Santa Clara; en la zona este por las zonas de las puertas de la Magdalena San Juan y Tudela; por el oeste hacia las Tenerías y otro barrio nuevo cerca del Pisuerga; y el desarrollo más importante fue la construcción de casas entre los años 1540-1560 que iba desde la zona de Santa Clara hasta la Puerta del Campo (en la actualidad, la zona del Campo Grande) añadiendo más terreno para lograr esto los terrenos ocupados por huertas. También dentro de la ciudad surgió un nuevo barrio entre la Corredera de San Pablo y la antigua judería C/ Lecheras, Sinoga o Sinagoga, Taona…luego llamado Barrio Nuevo. Estas dos zonas con el tiempo se unirían por la c/ Imperial. Este afán de convertir las zonas de huertas en solares para construcción se nota claramente en las parroquias de las afueras de la ciudad: por entonces San Pedro, San Andrés y Santiago. Incluso en 1552 la ciudad pidió a la Chancillería el derribo la anterior verja y construir una nueva para poder acoger los barrios de Tenerías, arrabales de San Juan  y Puerta del Campo. Debido al incremento de la población, se publican en Valladolid las nuevas ordenanzas de 1549; fueron 62 y se ocupaban principalmente de la organización del abastecimiento, la limpieza y todas las actividades del comercio.
En la zona oeste de la ciudad estaba el Espolón, siguiendo el sentido del río Pisuerga. Esta zona estaba situada al otro lado del río, y en su zona que estaba en el margen de la ciudad había varios conventos. Así pues, la ciudad se distribuía de esta manera: la zona norte estaba formada por lo que sería con el tiempo la Rondilla de Santa Teresa y el barrio de Santa Clara; hacia el sur las calles Zurradores (actual Panaderos), Labradores y lo que posteriormente sería el Campillo, Miguel Iscar, la Puerta del Campo (Campo Grande) yendo hacia la zona del Pisuerga donde ahora está el Puente de Isabel la Católica.
También se construyeron otros  barrios: el primero continuaba la calle Zurradores (ahora Panaderos),  el segundo donde está la actual Acera de Recoletos; y al lado del Esgueva se asentó el ya existente de la Tenerías.

Entre estas zonas estaba un gran espacio abierto, lo que después llegaría ser el Campo Grande. Por aquel entonces estaba en las afueras de la ciudad, antes de la Puerta del Campo; una de las entradas a Valladolid junto con el Puente Mayor. Por estos dos accesos entraron todo tipo de gentes. Además, el Campo Grande se usaba para varias cosas: zona de paseo, celebraciones de actos religiosos como los de la cofradía más antigua de la ciudad: la Vera-Cruz, funerales de personas importantes como los de doña María de Portugal (primera mujer de Felipe II) en 1549, mercado ganadero, e incluso como lugar habitual de ejecuciones a los condenados a muerte tanto civiles como por la Inquisición (autos de fe de los años 1559 y 1561).

En la zona este de la ciudad delimitado por el Prado de la Magdalena estaban las calles más bonitas (Plaza Mayor, Plaza del Almirante, Plaza del Duque, Santa María, Rinconada…) las mejores casa de la alta sociedad y los mejores edificios: Chancillería, Colegio de Santa Cruz, Universidad, La Antigua, San Gregorio, San Martín, San Miguel Santiago…

Según el censo de vecindad de 1561 y del estallido de 1570, el sector servicios era la actividad principal de la ciudad y lo siguiente era las actividades productivas: “Rentistas y cortesanos, letrados y hombres de leyes, comerciantes, funcionario y religiosos contaban bastante más en la ciudad del Pisuerga que tejedores o curtidores, sastres o carpinteros. No sólo eran más ricos y tenían más poder, sino que eran también más numerosos”. También hay que reconocer que la actividad principal de la ciudad era la corte y su séquito.
El llamado terciario vallisoletano estaba formado por servidores del Estado, eclesiásticos, servidores de la ley, gente de todos los niveles de la Universidad, maestros, médicos, hosteleros y personal de servicio doméstico. Toda esta gente tenía tanta influencia en la ciudad que el resto de las actividades debía complacerles más a ellos en calidad que al resto de la población en cantidad. Si los artesanos de la ciudad se ocupaban principalmente del suministro y venta local de bienes básicos, la mayoría se veían obligados a favorecer el servicio a la clase de los terciarios anteriormente citada. Estos artesanos eran joyeros, plateros, pintores, esmaltadores, peleteros: todos ellos dedicados hacia artículos de lujo y que se asentaron en la ciudad desde la época medieval y durante el tiempo de estancia de la Corte.

La buena posición social de la clase alta de la sociedad también provenía principalmente de la agricultura, sobre todo de alquilar las tierras. Además de esto, muchos aristócratas también obtenían beneficios de sus negocios en otras partes de la Península e incluso de los que después sería Hispanoamérica. Y aunque la economía de la ciudad se basaba en la producción de recursos y materiales propios de la zona, esta clase alta aportó un buen nivel de calidad en el consumo de ciertos artículos de lujo.


En estas 2 cosas tan frágiles se basaba por entonces la economía local, y las consecuencias se comprobaron  desde 1560. Según los estudios realizados por Bennassar hubo varias etapas: Entre los años b1540/ 1543 hubo un crecimiento lento. En los 15 años siguientes el crecimiento se aceleró por la consabida presencia estable de la Corte. Aunque cuando la Corte se fue (en su primer período), todo el progreso conseguido degeneró en una crisis general. Lo peor vino entre los años 1575/ 77 porque hubo hambre y enfermedades en todo el reino. Y en estas circunstancias es cuando sucede el famoso incendio de la ciudad de Valladolid el 21 de septiembre de 1561. Comenzó  en casa de un artesano de la calle de la Platería, y arrasó unas 440 casas de las calles céntricas de Joyería, Cantarranas, Empedrada, Especería y la Plaza Mayor. El rey construyó en la zona afectada un nuevo barrio en contra de la opinión popular, lo que volvió a crear más trabajo en todos los oficios de la construcción y más dinero a todos los niveles. Esta nueva zona fue muy elogiada por los viajeros, incluso por los más críticos con la ciudad como Bartolomé Joly o Enrique Cock. Esta nueva Plaza Mayor después serviría de ejemplo para otras.

Más adelante, Valladolid logró superar esta crisis tras la marcha de la corte de Felipe II.  En esta época coinciden también los crecimientos de las ferias de Medina del Campo y Rioseco después de su reorganización del año 1583. Y como consecuencia de esto Valladolid se transforma en una plaza importante en el mercado de todo tipo de tejidos textiles, joyería y especería. Las sedas provenían principalmente de los moriscos procedentes de Granada.  Así volvieron también ciertos mercaderes importantes, e incluso en 1590 también Fabio Nelli de Espinosa se asentó aquí tras haberse enriquecido en Sevilla.

 Y todo este período complicado se agravó cuando las circunstancias de hambre, carestía, epidemias (constatados por lo registros parroquiales) y la peste bubónica que tuvo la ciudad en el verano de 1599, la cual se llevó a 6600 personas. Pero aun a pesar de todo esto, cuando el rey Felipe II y el Duque de Lerma trajeron la Corte de nuevo a Valladolid, según relató Bennassar era “una ciudad sana y ya recuperada”.



SOCIEDAD

A todas las clases sociales ya mencionadas también se debe citar la cantidad e importancia del clero. Algunos conventos femeninos se mantuvieron mediante las hijas de la nobleza, y parte de los bienes eclesiásticos se devolvía a la sociedad en la ayuda a
pobres y necesitados, creación de bibliotecas y de obras de arte: muchos oficios de la construcción y del arte (escultores, pintores y similares) lograron trabajo estable por los encargos de la iglesia.

En la primera mitad del siglo, mucha gente de la nobleza visita o se instala en la ciudad debido a la estancia de la Corte. Personajes como los Almirantes de Castilla, los Condes de Benavente, los marqueses de Denia y Astorga mantienen sus casas en la ciudad tras marcharse la Corte. Estas familias tenían importantes propiedades señoriales  cerca de Valladolid: por ejemplo el Conde de Rivadavia era señor de Mucientes, el Conde de Buendía lo era de Dueñas, el Conde de Benavente lo era de Cigales, Portillo y Villalón; y el Almirante de Castilla era señor de Medina de Rioseco.

Otras familias nobles fueron los Daza, Fernández de Salazar, Verdesoto, Baeza, Tamayo, Mudarra, Bravo de Lagunas, Zúñiga, Vivero. Y otras gentes que prosperaron con el comercio fueron las familias italianas Boniseni, Falconi, Achaioli, Nelli y Vertini.

Otros grupos importantes eran las gentes que trabajaban en la Universidad y la Chancillería. Incluso algún letrado llega a entrar en la nobleza de caballeros e hidalgos, cuando no procedía de este grupo social.

También resaltaban los mercaderes que vendían todo tipo de géneros principalmente a la clase alta de la sociedad, y en esta profesión llegaron a surgir algún banquero y también corredores. Por debajo de éstos estaban los tenderos, artesanos, trabajadores, hortelanos y labradores; y ya la última escala social estaba formada por los pobres y los no vecinos habituales de la ciudad como los vagos, forasteros, mendigos, pícaros y gente de mal vivir.

Con datos como estos, Bartolomé Bennassar describió la capital vallisoletana como “sociedad del espectáculo”, y los había de todo tipo: los autos de fe de 1559 y 1561 y las procesiones por el centro reedificado tras el incendio de 1561; la festividad del Corpus y los autos sacramentales en días festivos; la construcción de retablos..Y desde el Concilio de Trento además de actos religiosos, también hay lugar para actividades políticas y sociales: juegos, fiestas, toros, torneos, desfiles; ya fuera para cualquier celebración o bien en honor de las visitas de la Corona: con motivo de esto último se llegaba a incluir teatro, pero el verdadero ambiente social se veía diariamente en el Paseo del Espolón o el Prado de la Magdalena.



ORGANIZACIÓN POLÍTICA

A pesar de todos estos vaivenes de la presencia y marcha de la Corte, el Estado era una institución muy lejana para la población a todos los niveles.


“Carta de la Comunidad de Valladolid a los Gobernadores del Reino (10 de enero de 1521)

Esta villa y todos sus vecinos y moradores de ella, estuvieron y están, y estarán como antiguamente sus antepasados estuvieron, en servicio y lealtad que a sus Majestades deben… Claro está que la fidelidad y lealtad al Rey se debe consiste en obediencia de persona real y pagándole lo que se le debe de temporal o poniendo las vidas cuando menester fuere: estas dos cosas siempre el reino las tiene y guarda, y los Grandes las contradijeron… Y no hallaron Vuestras Señorías que jamás en España haya habido desobediencia por parte de los caballeros, ni obediencia y lealtad sino por parte de las Comunidades, en especial de la nuestra.”


De la vida y organización política de los lugares se ocupaban los gobernantes municipales. Y entre esos deberes se ocupaban del abastecimiento, la normativa productiva y económica, el orden público, la sanidad e incluso de recaudadores de impuestos y reclutamiento de tropas. También se conocen los problemas sociales que hubo contra la construcción del palacio del conde de Benavente mediante los estudios de Felipe Ruiz Martín. Y por los de Luis Fernández, el ofrecimiento de tropas de la ciudad al cardenal Cisneros para frenar las ambiciones de la nobleza del dominio de Villar de Frades en 1517.


Como consecuencia de que las ciudades debían soportar los costes de las armas de los combatientes, se puede llegar a comprender que ocurrieran ciertos hechos como la oposición de la ciudad a Ordenanza tramada por el cardenal Cisneros; y también se valora la opinión de Domínguez Ortiz, quien dice que en septiembre/ octubre de 1517 se produjo un motín contra la recluta de la Ordenanza estuvo organizado por el Almirante de Castilla, los obispos de Osma y Astorga y la ayuda de gente conversa: todos ellos rivales del cardenal Cisneros.

En estos años tan revueltos hubo una enorme carestía. En el verano de 1517 los altos cargos de la ciudad de Valladolid y los de otras ciudades castellanas llegaron a pedir la llegada del rey y la convocatoria de Cortes por el empeoramiento general del reino: esto fue estudiado por el historiador galo Joseph Perez y se interpreta como antecedente de la revolución comunera.

Durante la primera etapa de Carlos I en Valladolid, las Cortes lograron prohibir la salida de dinero fuera del reino, y que los cargos públicos y los beneficios de la iglesia fueran destinados a los castellanos. Se confirmaron los derechos de la reina Juana sobre los de su hijo, y se determinaron los conceptos del rey y reino en formas que después desarrollaron los comuneros. Y en las Cortes de Valladolid se vieron los problemas entre las ciudades y sus cargos públicos: cuando acabaron hubo incidentes en León contra sus procuradores, y 2 años después hubo también problemas en Segovia contra sus representantes en las Cortes de Santiago-La Coruña.

Parte del clero de la ciudad no quiso alojar al séquito real. Y cuando el oficial encargado de los alojamientos llegó a usar la fuerza, los curas le excomulgaron a él y sus ayudantes: cuando un flamenco entraba a la iglesia se interrumpía y suspendía el culto, e incluso en las puertas de los templos hubo carteles donde se les desterraba del grupo de fieles. Otro ejemplo de esta situación fue que en marzo de 1518 después de irse el rey a Aragón unos frailes mendicantes manifestaban en sus sermones el malestar de Castilla e incluso su disconformidad con el nuevo personal político y su gestión: anteriormente el clero tenía lo deseado para formar la opinión pública, sobre todo en los confesionarios y púlpitos. Incluso hubo frailes que creían que este problema venía porque se había facilitado la posibilidad de acceso a los puestos de gobierno a la clase mediana de la ciudad en vez de a los Grandes.

Durante su segunda visita a la ciudad el  1 de marzo de 1520, el rey apenas fue recibido oficialmente. Estaba revuelta porque las Cortes de Valladolid se inauguraban pocos días después en Santiago de Compostela. El 17 de febrero, el regimiento pidió una reunión extraordinaria en la que participasen las diversas clases sociales, pero el corregidor se negó. El día 27 se pronunciaron los representantes de 14 cuadrillas/ parroquias en contra de que les llegaran a poner un nuevo impuesto y volvieron a solicitar la anterior reunión. Entonces los regidores enviaron al rey un documento donde pedían la promesa de volver a España en un tiempo máximo de 3 años, entre otras cosas. En el ambiente revuelto de la ciudad, hubo un rumor de que los regidores aceptaron conceder este servicio antes de la reunión de Cortes, y que el rey Carlos quería trasladar a su madre fuera de España. El 4 de marzo, cuando el rey tenía que salir de la ciudad, las campanas tocaron a rebato y el pueblo armado intentó evitar la salida del rey, aunque el cortejo real logró su misión con ayuda de los soldados.

Ya en las Cortes de Santiago los procuradores vallisoletanos lucharon por las formas del servicio a la Corona mediante un nuevo impuesto; y tan presionados como los de León y Zamora acabaron aceptándolo: así la Corona consiguió lo que buscaba, pero el fin de esta reunión de Cortes y el nombramiento del cardenal Adriano de Utrecht (quien más tarde sería Adriano IV) de regente por ausencia del monarca sembró la semilla del movimiento comunero.

Este movimiento empezó en Toledo y siguió por las zonas de los ríos Tajo y Duero. Las tropas reales provocaron un incendio en agosto de 1520 en  Medina del Campo, aunque en Valladolid se encontraban el Consejo Real y el cardenal Adriano. Cuando se conoció este incendio, durante la noche del 22 de agosto de ese mismo año hubo un motín en el que se quemaron las casas de Antonio de Fonseca, quien ocupaba los cargos de jefe del ejército atacante de Medina, recaudador de impuestos y mercader; del procurador en Cortes Francisco de la Serna y de Pero del Portillo. Huyeron de Valladolid varios notables y miembros del Consejo Real y algunos notables, y a la vez Valladolid se convertía en Comunidad presidida por el heredero de los últimos reyes moros Infante de Granada. Joseph Pérez escribió en Segovia: “la adhesión al movimiento de la gran ciudad de la meseta había de tener importantes repercusiones”…. “Ansi a de ser luz y claridad para la vista destos reynos”. 


Esta nueva comunidad estaba regida por personajes destacados de la sociedad que se ocupaban principalmente del mantenimiento del orden. Y en esta situación más estable volvieron los altos cargos que antes se marcharon de la ciudad. Los puestos de regente y del Consejo Real siguieron con su labor hasta finales de septiembre: entonces la Junta Comunera (con sede en Tordesillas) decreto la disolución del Consejo Real y encarcelar a sus miembros. Y el 15 de octubre el cardenal Adriano huyó de Valladolid.

Esta situación se mantuvo así hasta que el pueblo, animado por el clero y los soldados de Padilla, logró llegar a controlar la Comunidad vallisoletana en noviembre. El infante de Granada fue cesado y expulsado; y después de la toma de Tordesillas por las tropas reales Valladolid fue la nueva sede de la Junta comunera, hasta el 23 de abril por la derrota de Villalar. Salvo los principales y famosos comuneros; Padilla, Bravo y Maldonado, quienes participaron en esta rebelión consiguieron el perdón del rey. Curiosamente, este fracaso afirmó el poder real; y la población prosperaba pese a los problemas de las Comunidades. Todo esto trajo una importante crisis en la industria y el comercio, pero todo siguió hasta su desarrollo entre 1540 y 1559.




EL SIGLO XVII

En este siglo tanto Valladolid como Castilla conocieron su tiempo de decadencia. Entre los años 1601 y 1606 que estuvo la Corte en su última etapa la ciudad estuvo un poco mejor de sus anteriores dificultades, tales como los problemas sociales y económicos de la ciudad y que cuando se marchó esta institución se marcaron más. 

Las razones de estos movimientos de sede de la Corte aún siguen sin estar claros.



Ya durante el siglo XVI se formó lo que con el paso del tiempo sería un sistema de ciudades en esta zona del Duero, con varias localidades destacadas como Burgos, Medina del Campo, Segovia… Pero esto se desmorona. El funcionamiento de la agricultura y la vida de la ciudad iban de la mano. A demás de esto, cuando el Rey se asienta en Valladolid traslada la Chancillería y la Inquisición a Medina del Campo: así, las ferias que se celebraban aquí se trasladaron a Burgos aunque estas instituciones y las ferias intercambiaron su localización posteriormente.


En estas circunstancias se desconoce el motivo de la vuelta de la Corte a Madrid. La posibilidad de que llegara a ser una corte itinerante sale en los debates de los Procuradores en las Cortes. Incluso en esta situación Valladolid propuso al Rey en el año 1622: “el remedio (para sus males) era la vuelta de la Corte alternando cada diez años con Madrid”. En este asunto había muchos intereses y  los partidarios de cada una de las ciudades lucharon de diversas formas: tanto mediante la literatura para alabar cada cual su propia ciudad, comprobado con el estudio realizado por Narciso Alonso Cortés, como por los “donativos” y sobornos de los madrileños para lograr la sede del reino. De esta situación sólo sacó provecho el Duque de Lerma aumentando su influencia y patrimonio por estos vaivenes de la corte.

Estos temas políticos evidentemente también conllevan movimientos de población: donde estuviera la Corte se llegaba a cuadruplicar los habitantes de la zona. Incluso se llegaron a poner guardias municipales por orden del Rey para evitar que entrasen en la ciudad todas las personas “de cualquier condición y calidad que fuesen que viniesen de fuera”, pero por el mal estado de la muralla o cerca decisiones similares apenas estuvieron vigentes y la llegada constante de la inmigración deshizo el deseo real de que se instalasen en la ciudad solamente la gente vinculada a la Casa Real y a los organismos públicos.

Además de esto, alrededor de la Corte se arrimó toda clase de gente: nobles con deseos de beneficios reales, comerciantes dedicados principalmente al abastecimiento de la Corona, artistas de todo tipo que buscaban éxito y/o algún buen patrocinador…y también mucho pícaro, cortesana, pobres y vagabundos. De esta forma llegó a Valladolid todo lo que se había intentado evitar.


Cuando en un sitio había estos movimientos de población afectaba al sector de la vivienda: como ocurre en varias épocas históricas, en estas circunstancias las casas llegan a escasear y de esto se aprovechan los dueños de viviendas y el oficio de la construcción. Muchos lugareños llegaron a arreglar sus casas o levantar edificios nuevos beneficiándose de que estarían exentos de pagar el derecho de aposento durante 25 años. Incluso los constructores debieron tomar medidas para intentar evitar que les robaran material durante la noche. Pinheiro da Veiga escribió sobre esto: “de un día para otro se ven palacios encantados donde antes había estercoleros”.  


También la administración pública aportó arreglos a la ciudad mediante importante obras como el Parque del Espolón o el Prado de la Magdalena. En obras de infraestructuras se facilitó la llegada del agua desde los manantiales de Argales. Esta obra, de gran valor para la ciudad, se sufragó con lo que llamaron “sisa”: un impuesto que pagaban todos los vecinos sin ninguna excepción. Hubo muchas sisas para otras cosas, y esto se hacía para que la Corte estuviera aquí.
También a consecuencia de la estancia de la Corte en la ciudad llegó gente de buena posición económica y/ cargos en el administración. Pero esta situación no afectó mucho al campo, además de no ampliar sus puntos de vista y ventas quizá hubieran tardado más en conseguirlo. Y además de esto, en esta época también llegó la liberalización del comercio vinícola: se fundaron tabernas especiales para el abastecimiento de la Corte, como en Madrid, que podían compra y conseguir vino de cualquier sitio. Así los vinos locales, normalmente de menor calidad, se vendieron peor e incluso descendió la producción porque algunas vides dejaron de plantarse.


Con este panorama salieron muchos romances y/o cantares referidos a este tren de vida. El Regimiento ayudó mucho a la gente y se compraron grandes cantidades de grano, pero no fue suficiente. La situación empeoró mucho en 1605, ya que hubo malas cosechas, embargos de trigo y compra de cereal desde “Bretaña y Francia”. Y además, con pocos médicos, se desarrolló el tifus. Entre los años 1601-1606 hubo más muertes que nacimientos. Aunque tuvo algo bueno: los salarios crecieron más que los precios, y esto también pasó en el resto de Castilla. Y también volvieron las “sisas” por las deudas municipales. 

Obviamente la sociedad vallisoletana cercana a la Corte tenía otra situación distinta. Enormes fiestas (algunas llegaban a durar 15 días), recepciones y galanteos varios recreados por Pinheiro da Veiga en “Fastiginia”. Incluso entre los eventos organizados en estas fiestas se celebraban cacerías próximas a la villa de Lerma y que pagaba el Ayuntamiento.

Cuando se fue la Corte de la ciudad los dueños de las viviendas y edificios perdieron mucho en todo. Habían cobrado de más sobradamente en los alquileres ya que la gente necesitaba dónde vivir y acababa aceptando la realidad, pero hubo inquilinos que denunciaron esta situación ante la justicia ya acabaron ganando consiguiendo que les devolvieran lo que habían pagado de más entre estos años de 1601/1606. También los constructores de edificios perdieron porque no recuperaron lo invertido en las obras realizadas. Y pese a esto, el Regimiento no reparaba en gastos y para poder comprar carne, trigo, hacer mejoras en la ciudad o pagar fiestas para agradar a la Corte tuvo que recurrir muchas veces al crédito.


DEMOGRAFÍA

Con todos estos movimientos políticos, la población se desplazaba e instalaba donde creía que podía labrarse un porvenir. Se dio mayor caída demográfica en las ciudades que en los pueblos, y eso destacó principalmente en Valladolid después de marcharse la Corte. Las mayores pérdidas de habitantes fueron entre los años 1607 y 1031/1032: de un censo aproximado de 40000 habitantes en la ciudad en 1591 se quedó a la mitad en estos años.

Además de estos movimientos migratorios, en estos años también muchos fallecimientos entre los años 1607/08, 1615/16 y 1620/21. Aunque según los registros parroquiales hubo más bautizos que funerales. Y al comprobar esta situación de “falta de tratos y gentes”, los alcaldes llegaron a atraer la inmigración con medidas fiscales (como que los nuevos vecinos se libraban de pagar alcabalas durante 20 años) porque pensaban que sus localidades ya no llamaban la atención exterior y también tenían que pensar qué hacer para que no se fuera gente ya residente en cada sitio. La única inmigración distinta fue la expulsión de los moriscos en 1609: fueron unas 366 familias. Incluso los hombres que se reclutaban como soldados tampoco eran tantos en la situación de la época.

Otro grupo que también destaca es el clero. Aunque los peores tiempos poblacionales de entonces llegaron entre los años 1621 y 1631/32. Durante este período las muertes superaron a los nacimientos con creces como consecuencia del hambre y las epidemias, además de la emigración. Pero esta situación no llegó por causas naturales según la marcha de la cosecha, sino por una mala política económica: por exceso de fabricación de monedas de vellón entre los años 1620 y 1625 y su posterior depreciación respecto a las de plata, y el encarecimiento de productos alimentarios básicos llegando a haber desabastecimiento de este género en los mercados. Y por las compras masivas y que ya no se querían las monedas de vellón debido a su depreciación a favor de las de plata por su mayor valor, la especulación estaba servida.


EL SIGLO XVIII

En la Europa occidental parece que va mejorando la situación general. Y es desde entonces cuando empezaría la modernización que llevaría hacia la era contemporánea.

Poco a poco va creciendo la población en Valladolid: en el siglo XVII eran unos 18.000 habitantes y en el XVIII eran unos 21.000. Estos datos  se recopilaban mediante documentos como los libros parroquiales, y sobre la actividad económica de la ciudad trataban los registros de censos y catastros. Esto queda reflejado en los trabajos de Elena Maza, Luis Miguel Enciso y Manuela Serrano. 


Se nota una recuperación demográfica. Ni las pestes ni epidemias hacían el efecto sobre la población de épocas anteriores. Y también llegan a aumentar los nacimientos al tiempo que disminuyen las defunciones. Además también seguía llegando gente del norte de la península para trabajar no sólo en el campo, buscando todo en la ciudad, mayor y mejor atención médica en los hospitales, pícaros buscando limosna y estudiantes alojados en casas de huéspedes.

Mención destacada merece la cantidad de abogados y similares que trabajaban en las salas de lo civil y del crimen, las de las Hidalguías e incluso las que se ocupaban de los asuntos vizcaínos porque eran visitantes asiduos. Y también estaban por aquí catalanes relacionados con el sector textil, tanto en industria como en comercio.

Por los datos recogidos en el censo del conde Floridablanca de 1787 la esperanza de vida en la ciudad llegaba a pasar de los 40 años, y  casi la misma cantidad de mujeres que de hombres: entre las féminas mucha viuda. Otro documento aproximado de la época el siguiente publicado en el “Diario Pinciano” en 1788:

        Plan general del vecindario de Valladolid (enero de 1788)


Edades            Solteros                       Casados                      Viudos             Totales            

                        (V)       (H)                  (V)       (H)                  (V)       (H)                             
Hasta 7 años    1664    1525                                                                          3189               

De 7 a 16        1589    1472                                                                          3061               

De 16 a 25      1970    1720                395      507                  12        7          4611   

De 25 a 40      643      589                  1422    1571                64        171      4460               

De 40 a 50      200      174                  1089    1024                81        259      2827   

De 50 arriba    325      227                  802      633                  239      725      2951   

Total                6391    5707                3708    3735                396      1162    21099 

Total estados        12098                       7443                           1558                                   
Total general: 21099 vallisoletanos



La población local se asienta en las parroquias del centro de la ciudad, por este orden: Santiago, Salvador, San Miguel y San Julián, la Antigua y San Andrés.   



Costumbres sociales

Por entonces, a todos los vallisoletanos se les ponía por nombre el de algún santo/ a o virgen por la creencia de que así se le concedía a la criatura y a su casa una protección especial, y también era costumbre seguir las normas del catecismo de Trento.

Eran más habituales los nombres compuestos para las clases altas de la sociedad. Por entonces, según las investigaciones llevadas a cabo por Máximo García Fernández y en los libros de bautizos, los nombres más frecuentes para los hombres eran Manuel, Juan y Pedro (nunca Jesús, hasta más tarde); y para las mujeres eran María, Ana e Isabel por aproximación  religiosa o parentesco con Cristo. A partir del siglo XVII se incorpora a estos nombres Teresa, y en el siglo XVIII se añaden los nombres de Antonio/a y Francisco/a relacionados con las órdenes religiosas más abundantes de entonces.
Y por lo que sería importante y conocido en la ciudad, llegaron los Pedro Regalado hacia el 1746 cuando a este santo se le canonizó y proclamó patrono local: aquí aún se conserva la pila donde le bautizaron en la Iglesia del Salvador (y también había una cofradía con su nombre). Va incorporándose despacio los nombres de José, Francisco y Antonio. En algunos estudios no se incluyen a los niños expósitos –criados en orfanatos- procedentes de los hospitales, socialmente se le dedicaban al santo y se les conocía como “hijos de San José”.

 A veces, sobre todo en los pueblos, se ponía como nombre de bautismo el del santo que la iglesia celebraba en la liturgia de ese día; o bien (costumbre arraigada hasta generaciones recientes) se recurría al santoral del día del nacimiento de la criatura: con esta última costumbre llegaban a salir nombres considerados “peculiares”. 


En una ciudad que se iba acercando a lo que se conocería como la revolución industrial destacaban los muchos viajeros llegados desde dentro y fuera de España, documentos como los del cartógrafo Tomás López, el Catastro de Ensenada y las publicaciones de Nipho revelan la activa vida local.

En su presencia física la ciudad se mantiene igual: delimitada por el río Pisuerga, los 2 ramales de la Esgueva y parte de su muralla con 4 puertas clásicas y otros 5 portillos. Y esto siguió igual incluso cuando se implantaron conventos en las zonas extramuros de la ciudad: Barrio de la Victoria, el Carmen Descalzo, San Ildefonso o San Andrés. Y de esto queda constancia gráfica en el plano hecho por Ventura Seco en 1738, una de las primeras imágenes sobre el plano de Valladolid más extendidas y conocidas.


Tras la estancia de la Corte aquí las únicas viviendas que perdurarían en el tiempo son las de la clase alta de la sociedad, porque el resto se construían con materiales menos consistentes (madera y tapial). Y aunque las diferencias entre las casa de todo tipo de gente eran (y siguen siendo) obvias, también resulta curioso que habiendo en la ciudad gran variedad de talleres de artesanos éstos se tuvieran que dedicar principalmente al arte devocional que incluso llegaban a recibir encargos a nivel regional. Una muestra de esto son los cuadros “de la famosa calle de Santiago de Valladolid”,  “que representaban a San Jorge, Santa Bárbara, Santiago a caballo, San Roque, Nuestra Señora del Carmen y San Antonio Abad con su cochinillo al canto” según refería el Padre Isla en su “Fray Gerundio de Campazas”.

Desde entonces ya se empiezan a notar intentos de mejora en las condiciones de la ciudad. Los edificios más frecuentes eran los conventos y siempre intentaban estar cuidados. Hasta entonces, el sistema de limpieza público más extendido (y hasta no hace mucho en varias zonas) era el famoso “¡agua va!” lanzada desde ventanas y balcones, eliminando así todo tipo de residuos. Y acaba resultando curioso que por planificaciones inadecuadas no se aprovecharan ni los ríos (Pisuerga y Esgueva) ni muchos pozos para el bienestar ni la higiene general de la ciudad, pudiendo evitarse así problemas infecciosos y similares.


Alguna señal positiva, y que incluso su base se mantiene actualmente, es la construcción y mejora de los edificios religiosos de la ciudad; y esto después se trasladaría a edificios de la nobleza y los oficiales. Se realizaron fachadas como la de San Ambrosio de los jesuitas (posterior Palacio de Santa Cruz), los jerónimos del Prado; las iglesias de los trinitarios calzados,  de las comendadoras de Santa Cruz (francesas), de los mostenses, de las desaparecidas, de los mercedarios descalzos, de los mínimos de la Victoria, de San Juan de Letrán (Paseo de Filipinos) por Matías Machuca, Ventura Rodríguez construyó el edificio de  los agustinos (también en el Paseo de Filipinos, al lado de la iglesia anteriormente citada), y Sabattini construyó el convento de las bernardas de San Joaquín y Santa Ana entre 1780 y 1787. Y entre todo esto también hay que destacar la parte superior de la catedral (edificio inacabado) realizado por Alberto Churriguera entre los años 1729 y 1732.

La construcción en edificios civiles fue mucho menor. La clase alta de la sociedad se mantenía con sus residencias. La única obra  importante de entonces fue la cárcel de la Chancillería y la fachada nueva de la Universidad, ésta última creación del arquitecto carmelita descalzo Pedro de la Visitación y los escultores Tomé. También destacaban los espacios verdes: el famoso Prado de la Magdalena, el Campo Grande (utilizado públicamente por etapas como humilladero, para actos de fe por la Justicia e Inquisición, festejos taurinos, camino de rebaños trashumante…..aunque llegaba a ser un lodazal en invierno y ubicación muy polvorienta en época estival. Estos espacios fueron apoyados por el Ayuntamiento, la Sociedad Económica de Amigos del País y el periódico Academias  que fue el único publicado de entonces. Entre los años 1784-1788 la infraestructura más importante fue la llevada a cabo por La Sociedad Económica y el ministro Floridablanca: un gran paseo con abundantes olmos que transcurría desde el camino de Cabezón, la zona de las Moreras, Puerta de Santa Clara hasta el Carmen de Extramuros. Y al ver el Ayuntamiento el resultado de esto, decidió hacer obras similares: el Prado de la Magdalena, el Espolón, el Paseo de San Isidro y el Campo Grande considerando las ideas trazadas por Valzania, alumno de Sabattini.
Otro periódico de tendencia Ilustrada, el “Diario Pinciano” fue un medio de debate sobre todos los cambios que se estaban viviendo: “El Campo Grande no es sitio rural, sino plaza suburbana, rodeada de templos, monasterios y santuarios frecuentados por los fieles, que se retraerían de visitarlos si hubiese árboles”……..” El plantío impedirías la ventilación de los aires tan necesarios para la salud de los enfermos del hospital general”………” Así como está, el Campo Grande es muy sano, y los vecinos toman en él el sol por invierno y el fresco por verano”……” Si el Campo+ Grande fuese a propósito para plantíos, ya lo hubiera dado la Ciudad aforo para las huertas”……” este Campo es cañada real para el ganado trashumante”…..  Pero pese a estas opiniones contrarias se procuró el mantenimiento y conservación de estos parajes. Y además se empezó con los arreglos de adoquinado e iluminación en las calles, muy de agradecer en zonas más oscuras y zonas de circulación difícil según la climatología.



EL LIDERAZGO DE LA CIUDAD

 Por entonces los cargos en las instituciones solían ser heredados, y la actividad social estaba regida por:


El Ayuntamiento

“Valladolid, ciudad amable y conventual, según el viajero Maurice Margarot (1711)


Siguiendo nuestro camino por una bella comarca, de fértiles llanuras, llegamos a la famosa ciudad de Valladolid… Es muy antigua y capital de Castilla la Vieja, construida sobre una pequeña elevación. Los habitantes disfrutan de un aire puro y de una perspectiva encantadora…

La plaza mayor de Valladolid es muy admirada entre los curiosos. Es más bella y más regular que la plaza Mayor de Madrid, destinada igualmente para las corridas de toros y para embellecimiento de la ciudad… El Ayuntamiento se encuentra allí comprendido, y ciertas oficinas públicas. Estas construcciones son muy regulares, bien construidas y muy altas, por lo demás los habitantes son considerados los más educados y los más amables de toda España….

Además del gran número de bellas casas que pertenecen a la nobleza y a los burgueses ricos, hay muchas construcciones públicas, de las que no daré detalle de todos. Pero debo decir que hay un auténtico plantel de frailes, pues se cuentan sesenta conventos, de los que varios son muy grandes, ricos, bien situados y poblados, igual que el Nilo de cocodrilos. Dejo a los curas aparte porque aunque sean muchos no son nada en comparación con el total del monacato. No conozco más que Sevilla y Madrid donde haya un número tan grande de conventos…”

En estos tiempos se le conocía como “la Ciudad”. Siempre fue y sigue siendo la institución más cercana de cualquier localidad. Recibía las denominaciones de Corregidor, Intendente o también Intendente- Corregidor. Al ser este cargo el más representativo de la ciudad a todos los niveles (incluso en contacto con la Corona). Entre los nombres que desempeñaron este cargo están los de Jorge Astraudi o Ángel Bustamante, pero el más conocido y que mantiene una calle céntrica con su nombre fue Miguel Iscar.

Lo mismo ocurre con los regidores, cargo que también es de representación de la ciudad. Su sueldo es poco, pero logran un poder e influencia importante. Llegaban a cobrar por asistir a sesiones, actos sociales, procesiones, comisiones… Por entonces la cifra de estos cargos era de 41. y también se tenía la costumbre de rentabilizarlos alquilando estos puestos e incluso incluyéndolos en el patrimonio familiar. Esto se demuestra mediante el Catastro de Ensenada títulos, nombres y vínculos “respetados” incluso por la Corona. Y su principal cometido era la organización de la ciudad con el mayor entendimiento posible con otras instituciones: representación oficial pública, abastecimientos, administración económica, cuidar la ley y el orden, organización y colaboración de festejos y similares, etc.


Desde ahora conviene tener en cuenta el intento de cambio en el ayuntamiento de Madrid por el gobierno del rey Carlos III en el año 1766: en la capital hubo motines por temas políticos, y en las provincias por problemas de abastecimiento.
Para evitar estas situaciones y controlar estos cargos, en fecha del 5 de mayo se decidió que todos los pueblos que alcanzasen los 2000 vecinos contarían con un procurador síndico personero y varios procuradores del común. Pretendían dedicarse a “pedir y proponer todo lo que convenga al público generalmente” el personero y los diputados ocuparse del tema de los abastos. Pero este nuevo sistema de elección para la ocupación de los cargos municipales no prosperó porque no le convenía a la clase alta de la sociedad porque veía peligrar sus privilegios.


El clero

Las costumbres sociales estaban profundamente marcadas por la doctrina religiosa. La máxima autoridad eclesiástica de la ciudad era el obispo, en igualdad de competencias con el Corregidor del Ayuntamiento pero llegando a ser más popular socialmente. Durante este siglo hubo 9 obispos en esta diócesis, y sólo uno acabó su cargo aquí. Acataban las normas del episcopado español. Solían proceder de Colegios Mayores y también se ocupaban de los asuntos sociales de sus respectivas diócesis; el ejemplo más conocido fue el de Martín Delgado (1743-1753), quien casi fue beatificado. Pero esto cambió como cuando ocupó este puesto gente como Manuel Rubín de Celis (1768-1773), que influenciados por las normas reformistas procedentes de Madrid casi minaron el derecho de asilo a favor del poder real.

El personal del cabildo catedralicio estaba formado por varios cargos, como el Ayuntamiento: deán, canónigos, dignidades, capellanes, racioneros….Aunque no hay más noticias sobre esto, incluso surgieron comentarios de que entre los cargos religiosos había gente de toda clase y tendencia. Y como suele ocurrir en muchas instituciones  guardan con discreción sus asuntos internos pero se conocen más sus diferencias internas. La primera muestra de esto fue ignorar al obispo en actos como procesiones: También llegaba a haber diferencias serias con el Ayuntamiento, aunque eran bastante más serias entre el propio clero.

La Inquisición y la Chancillería funcionaban mejor. En el “Diario humilde” se reflejan las humillaciones sufridas por el Presidente, manifestadas por Ventura Pérez: esta situación tan revuelta hizo que los inquisidores llegaran a cambiar de sitio por las diferencias entre las competencias de ambas instituciones.

El cabildo catedralicio era importante en la vida social de los lugares. Su patrimonio era considerable: recaudación de parte de los diezmos, alguna explotación agrícola y ganadera y la imprenta de la doctrina cristiana y de las primeras letras como las famosas
“Cartillas de Valladolid”.

La Iglesia también influye en los edificios de la ciudad, como se demuestra con los grabados aún conservados: cerca del camino de Cabezón, de las Moreras y  del Campo Grande  se construyeron muchas iglesias penitenciales, ermitas, parroquias y conventos que hasta entonces solían marcar los contornos de la ciudad. Más adelante, las zonas de asentamiento poblacional que se conocerían como barrios (que también los había céntricos) se iban asentando alrededor de las zonas parroquiales: Éstas zonas eran 16, y se quedaron en 15 cuando se reunieron las parroquias de San Julián y San Miguel en la iglesia de San Ignacio y tras la expulsión de los jesuitas.

Dentro de la ciudad estaban (alguno se conserva aún)  49 conventos representando a casi todas las órdenes religiosas asentadas en el país, 15 ermitas con sus cofradías hospitalarias o gremiales, y las más conocidas 5 iglesias penitenciales con sus cofradías de Semana Santa.

Otra muestra de la importancia del clero en la sociedad fue que hasta 1750 1 de cada 10 ciudadanos de Valladolid era fraile, monje/a o cura; y posteriormente creció la cantidad de personal con puestos de párrocos, beneficiados, capellanes, canónigos….  Y pese a la disminución de personal eclesiástico por la expulsión de los jesuitas en el año 1767 (sorprendiendo a sus hermanos de San Albano y San Ambrosio asentados aquí, y a la propia ciudad)  y a la fuerte influencia generalizada de la Ilustración, se mantienen niveles considerables en este oficio además de su personal de servicio, músicos… y sus seguidores como devotos y  cofrades.

Además, había cosas que sólo el clero podía hacer: administrar los sacramentos, también debido a que muchas costumbres sociales se regían por la creencia de que la Iglesia llegaba a conceder beneficios divinos mediante indulgencias y procesos similares a cambio de algún beneficio material. Y en esto también participaban las órdenes religiosas, entidades mejor organizadas guiadas también por su espíritu comunitario.

A consecuencia de esta devoción popular se celebraron en la ciudad muchas ceremonias de beatificaciones y canonizaciones de beatos y santos frailes. Y cuando se llegaba a hacer testamento la gente más pudiente  intentaba dedicar sus bienes a que se les construyeran en monasterios que les enterrasen con hábitos de órdenes religiosas en sepulturas y capillas que habían encargado hacer: por los beneficios económicos que esto conllevaba surgieron fuertes competencias entre frailes y curas.


Otra actividad pública destacada que realizaban era la formación social, tanto mediante sus propios centros como a través de sermones en actos religiosos y sociales. La mayoría de la gente se culturizaba a través de los sermones y discursos públicos. Los más conocidos de entonces era el Padre Calatayud, un misionero que era requerido en todo tipo de actos sociales. Aunque también se debe reconocer que mediante estos eventos hasta los predicadores ( la mayoría frailes)obtenían algún ingreso extra ya que era algo bien pagado y de relevancia social. A consecuencia de esto surgió la competencia entre varias órdenes religiosas, y esto queda recogido en las crónicas publicadas por el ebanista Ventura Pérez en el “Diario”.




El personal de Justicia y la Chancillería

Al ir creando la Chancillería sedes de Audiencias de distintos asuntos y en varios sitios, parte de la meseta ya no debía venir hasta Valladolid para arreglar sus asuntos legales. La importancia de esta institución llegaba al nivel de que se tomaba por representante de la monarquía a su Presidente, y a sus ministros se les consideraba autoridades superiores a las de otras instituciones.

Esta institución también resultaba muy atractiva para otros cargos de las Audiencias y catedráticos de Leyes porque se cobraba mejor sueldo y se aspiraba a una mejor situación a todos los niveles. Por los datos del Catastro se conoce que cada abogado cobraba dependiendo de para qué letrado de la Chancillería trabajasen: los de D. Manuel Patiño 12000 reales y 1000 por su cátedra, D. Manuel Esteban Montero 8800 y 6600, D. Francisco Javier Obregón 8800 y 1000…. La promoción interna de las Audiencias era: de Oidor de Valladolid a Regentes en Audiencias distintas, los Presidentes pasaban al Consejo de Castilla o a cargos similares de la Administración central.

A estos oficios hay que añadir los de fiscales, alcaldes del crimen, relatores, receptores, escribanos de cámara y provincia, agentes, procuradores, contadores, diligencieros de hidalgos, porteros, alguaciles de Corte y campo, alguacil mayor, alcaide y familia, chanciller mayor, registrador, pagador, receptores de penas de cámara, archivero… Y toda esta gente tenía que atender los asuntos legales de gente de toda condición cultural y social.

La Chancillería también llegaba a ejercer como lo que más adelante se conocería como centro de recogida para la inmigración. Primero se ocupaba de los delincuentes “pillados in fraganti”, los juzgaban e incluso los ejecutaban (con el tiempo la Chancillería llegó a ajusticiar más gente que la Inquisición).

A consecuencia de estos vaivenes legales de la sociedad llegó el crecimiento del oficio de la hospedería, hasta el extremo de haber algún hospital habilitado para acoger a las viudas pobres que llegaban a la capital para ocuparse de sus temas legítimos.



La Inquisición


Según la definición acertada de Dedieu, “la Inquisición era la administradora de la fe”. Queda reflejado en la historia que fue otra de las autoridades más importantes en muchos países.

En Valladolid su sede estaba por la zona de la Parroquia de San Pedro. Esta sección era la de mayor extensión peninsular, aunque más delante menguó algo con las sedes de Santiago y Logroño. Sus actos más conocidos fueron los autos de fe de 1559.

Los cargos del personal de la Inquisición en la ciudad eran: inquisidores (5), secretarios (6), alcaides (2), cirujanos (2),agentes de penetración social y de medios, comisarios, nuncio, abogado de presos, procurador, receptor, contador, portero y  proveedor. Pero empezó a perder influencia por que su Consejo pensaba que “se va perdiendo el debido respeto y temor a este Tribunal, especialmente la muchedumbre del vulgo, que sólo se gobierna por lo que perciben los ojos”. Un juez influyente que vivió buena parte de su carrera aquí, Meléndez Valdés, intentaba con Godoy “destruir el monstruo que guerra impía a la santa verdad mueve envidioso”. Es más: en  la Inquisición, sobre todo en estos tiempos, funcionaba mucho el regalismo y tenía unos poderes e influencias muy limitados.  Aun en esta situación, en la ciudad se volvieron a ajusticiar “herejes”, la mayor parte de ellos judeoconversos procedentes de Portugal durante la década 1720-1730; y las últimas quemadas fueron 2 mujeres unos 20 años después.

Los conocidos “autos de fe” se cambian por “autos particulares” y por otros menores que confirman el declive de esta institución. Hasta en el Colegio de San Ambrosio se llegó a imitar irónicamente uno de estos autos: en el castigo de los 200 azotes, el alguacil amaga sin dar. Y para más “INRI”, el Ayuntamiento llega a organizar fiestas  a las que no puede acudir el Santo Oficio: se reactiva la persecución de libros e ideales hacia 1792.  A consecuencia de esto hubo un incendio provocado en la Casa de la Inquisición (por entonces cuartel de los franceses) durante la noche del 7 de diciembre de 1809 sin que se supiera ni cómo, ni quién, ni que tampoco hubiera aviso mediante las campanas: algo muy extendido de que cualquier cosa de cualquier sitio se comunicara mediante su toque. Según Ortega Rubio el fuego “duró cuatro días y sólo la fachada y habitación se pudo conservar”, aunque esto que logró salvarse también desapareció poco después.




La alta sociedad

La nobleza hereditaria de clase alta  brillaba por su ausencia, más entregada totalmente a la Corte. De aquellos tiempos vienen los nombres como el Palacio del Almirante o el de los Condes de Benavente. Con el tiempo a estos personajes se le pusieron calles más o menos céntricas: al primero por la zona e San Benito, a los segundos por la zona del Paseo Isabel la Católica en dirección hacia el Puente Mayor.

La clase noble y más o menos pudiente surgida de los cargos estatales fundados progresivamente constaba de una cantidad importante. En los archivos notariales recogidos en sus testamentos, y catalogados posteriormente por Raquel García y Jesús Urrea: “para borrar definitivamente la tradicional afirmación de que la nobleza emigró de Valladolid   cuando la Corte abandonó la ciudad del Pisuerga”.


Cada clase social solía mantener sus costumbres. De esta nobleza se conservan aún algunas casas o fachadas: de Revilla, de los marqueses de Camarasa, condes de Gondomar, de Valverde, Zúniga…


Otra actividad curiosa de estos tiempos y de esta gente era que los pocos de caballos que transitaban sólo por sus zonas correspondientes, alrededor de unos 80, y su personal de servicio rondaba los 1345 empleados.

Y la más destacada era que participaban activamente en la vida social: en actos variados, proclamas reales, en el municipio, en fiestas, en asistencia social privada (benefactora destacad fue la marquesa de Camarasa), en las instituciones culturales (y su fundación de “Academia”) y la asistencia social mediante las cofradías.




Los Gremios Profesionales

Sólo una cuarta parte de la población se dedicaba a cargos de funcionario y del clero.

Según el cuadro realizado por Máximo García, los gremios profesionales se dividían así:


5 GREMIOS MAYORES

  • Paños, seda y joyería.
  • Especería.
  • Lencería.
  • Mercería.
  • Cerería y confitería.



44 GREMIOS MENORES

  • Alfareros (terreros).
  • Alojeros.
  • Arcabuceros.
  • Boteros.
  • Botoneros.
  • Barateros.
  • Cabestreros.
  • Caldereros.
  • Carpinteros.
  • Serrajeros.
  • Coleteros.
  • Cordoneros.
  • Curtidores.
  • Ebanistas.
  • Espaderos.
  • Esparteros.
  • Estameñeros.
  • Estereros.
  • Figoneros.
  • Fruteros.
  • Herreros y cuchilleros.
  • Hortelanos.
  • Labradores y Cosecheros.
  • Latoneros y Hojalateros.
  • Manteros.
  • Mesoneros y Bodegueros.
  • Panaderos.
  • Pasamaneros.
  • Pasteleros.
  • Peineros.
  • Piedra Barro Yeseros.
  • Plateros.
  • Relojeros.
  • Sastres y Gorreros.
  • Sombrereros.
  • Guarnicioneros.
  • Tabureteros.
  • Tejedores de medias.
  • Tintoreros.
  • Vidrieros.
  • Zapateros- Obra prima.
  • Zurradores.



La actividad principal de la ciudad se regía por estos gremios, tanto en lo profesional como en la vida social.  Y esto también pasaba en todo tipo de núcleos urbanos.

En este siglo de grandes cambios futuros se quería, entre otras cosas, cambiar este modo de organización laboral, basada sobre todo en el abastecimiento y disfrute de la élite de la ciudad. Paulatinamente fueron llegando otras corrientes culturales de Europa como el liberalismo, pero la tradición gremial persistiría en el tiempo mediante sus categorías profesionales (maestro, oficial y aprendiz), sus celebraciones sociales y religiosas del patronazgo de su oficio y sus cofradías así como el mantenimiento del servicio social. 


Las mujeres también destacaron en algún gremio como la mercería, pañería, cerería, oficios de Chancillería, escribanías, maestras e incluso propietarias y arrendatarias de huertas, hoteleras (sobre todo de posadas), empleadas del sector textil, fruteras….


Los gremios principales de la ciudad eran los comerciales. Los que ganaban más eran los del comercio de sedas, paños y prendas con metales preciosos (oro y plata): alguno de ellos lograba ganar anualmente hasta 200.000 reales y llegaban a recibir el tratamiento oficial de Don según queda reflejado en el Catastro de Ensenada. 


La actividad profesional abundante en la zona era la dotación de géneros y servicios: abundaban los zapateros de nuevo y de viejo, panaderos, aguadores, tejedores, albañiles, maestres…


Los problemas comenzaron con la crisis del sector textil porque se construyeron demasiadas fábricas para la zona y sus posibilidades. Según un estudio de Agustín González Enciso sobre el desarrollo de la lana y seda ocasionando reacciones de todo tipo, incluyendo también su opinión conocida “Valladolid estaba a la cabeza de la fabricación de estameñas en toda España”.  Para el experto en lana Miguel de Ravellart, éste luchó por mejorar la calidad y cantidad de sus tejidos. Sus ideas diferentes de desarrollo de la actividad las continuaron seguidores suyos como el vallisoletano Francisco de Pedro y Gil de Angot con el apoyo de la Junta vallisoletana de Comercio, los telares que quiso imponer en el hospicio el obispo Delgado, el apoyo de la capital del reino y además exenciones fiscales. Este oficio llegó a tener más de 7000 operarios, muchos de ellos en talleres por el barrio de San Andrés.


El sector de la seda fue menos destacado, pese a intentar activar su producción mediante maquinaria creada específicamente por Blas López para los buratos y la pasamanería e incluso el cultivo de moreras para tener materia prima natural. De esta planta la más utilizada para teñir los tejidos era la rubia. Y pese a que este gremio estaba controlado principalmente por industriales catalanes como los Canals, la producción textil de la zona estaba en Mojados.

Otra actividad destacada, no tanto como la textil, era la papelera desarrollada gracias a los molinos de la zona, siendo el más conocido el de los Jerónimos del Prado para imprimir bulas.


La Asistencia Social a los desfavorecidos

El Catastro de Ensenada contabilizó 674 pobres reconocidos oficialmente, los cuales eran llamados “de solemnidad” y llegaban a tener ciertos derechos que otros. Entre estos necesitados oficiales destacaban las viudas, aunque por los beneficios logrados en este estado social surgió la evidente picaresca: algún médico, la madre mayor del hospital de Esgueva, ….


También había otras clases de necesitados. Los temporales procedentes de oficios como el campo y la artesanía que intentaban buscarse la vida en las villas y ciudades, definidos por Pedro Carasa como “pauperizables”; y los más espabilados que pretendían (y a veces lograban) vivir del prójimo sin trabajar y que además se preparaban para ellos programas de reducción y castigo: a éstos los estudió Rosa Pérez y eran conocidos como los “envergonzantes”.

Debido a esta variada situación hubo a comienzos de 1789 un botín liderado por mujeres y seguido por el resto de la población. Estas revueltas se solían hacer contra quien se consideraba la máxima autoridad local y culpable de la situación. Esto se solucionó mediante la distribución de pan barato a los pobres.

Pero esta situación también tenía su miga, picaresca incluida. Los pobres necesitados reconocidos oficialmente eran: locos, niños huérfanos en libertad e incluso expósitos, transeúntes, pleiteantes…. Y a esta circunstancia también se arrimaban las parroquias.


Estos necesitados llegaban a recibir ayuda social sufragada por la ciudad mediante limosnas, impuestos indirectos, “sopas bobas”…Esta ayuda se ofrecía a través de la iglesia mediante cofradías en sus diversos tipos de hospitales, fundaciones, obras pías….  Hasta que esta labor con el tiempo lo llevan más las juntas de barrio que las asociaciones religiosas.

Muestra de esta situación  fue el hospicio de los pobres creado en 1722. Lo reactivó 20 años después el obispo Delgado dirigiéndolo la Congregación de Nuestra Señora de San Lorenzo, pero desde 1785 lo gestionó una Junta General y cambió su nombre por el de Real Casa de Misericordia. Instituciones similares sobrevivían malamente con la producción de los talleres que tuvieran instalados dentro, ingresos por las representaciones de comedias, por las cuotas de las cofradías y hasta por alquilar sillas en sitios públicos. 

En este centro se lograba enseñar a la gente necesitada alguna noción básica de leer y escribir, algún oficio que pudiera convertirse en empleo posterior y, al ser instituciones religiosas, la doctrina cristiana. Hasta mediados de siglo esta labor siguió desarrollándose en el hospital de San José con los niños expósitos, pero después dejó de ser gestionarlo su cofradía y lo llevó una junta especial que trasladó su sede desde San Lorenzo al Palacio de los Benavente en el hospital de pobres.

En el grupo de necesitados también hay que incluir a los hijos nacidos de relaciones extramatrimoniales, quienes debidos a su no aceptación general eran abandonados y la mayoría morían: a estos se les llamaban los niños expósitos. Otros pocos niños llegaban a ingresar en colegios de niñas huérfanas o doncellas, en los Doctrinos en el Colegio Amor de Dios o en la Casa de Misericordia mediante fundaciones, limosnas o ayudas municipales.


En el caso de los adultos pobres que podían valerse por sí mismos, mayoritariamente ancianos, se recogían principalmente en el hospital de Esgueva (relacionado con el Conde Ansúrez ) . La institución psiquiátrica de entonces era el hospital de los Orates (llevado por el cabildo catedralicio), a los enfermos los atendían en el hospital de la Resurrección, y a los incurables en el de San Juan de Dios (donde estuvo el del Mahúdes en tiempos de Cervantes).  Los historiadores intentan seguir investigando sobre estos centros para seguir recopilando todo tipo de datos sobre las sociedades de estas épocas.

La asistencia social llevada por las cofradías, sobre todo las gremiales, se dedicaba principalmente a temas de sufragios, previsión y asociaciones de socorros mutuos. Otro ejemplo de actividades  desarrolladas por entidades similares es la Cofradía de la Pasión, que enterraban con bastante dignidad a reos indigentes.



LAS COFRADÍAS

 Este tipo de asociaciones eran y son frecuentes en localidades de mayoría católica, muy influyentes en la vida social y también incluso a nivel institucional. 

Aquí hay cofradías desde la Edad Media. En sus comienzos la mayoría de ellas eran gremiales, dedicándose al culto de cada oficio y a la asistencia social de sus compañeros de profesión. Sirva ejemplos:

  • Los labradores, a San Isidro.
  • Los plateros, con su propia ermita, a la Virgen del Val y a San Eloy..
  • Los laneros, a la Virgen de las Nieves.
  • Los zapateros, a los santos Crispín y Crispiniano.
  • Los gremios mayores de mercaderes, a la Purísima (posterior patrona de España) en la iglesia de San Francisco.
  • Los carpinteros, a Santiago.
  • Los entalladores, a Las Angustias.
  • Los sastres, a San Antonio.
  • Los inquisidores, a San Pedro Mártir.
  • El Personal de Chancillería, a San Antón.
  • Los barberos/cirujanos, a San Damián y San Cosme.



También estaban las devocionales, entre las que destacaban principalmente las sacramentales y de ánimas, situadas en todas las parroquias y casi todas las iglesias. Seguían las de advocaciones marianas, y después las penitenciales con su gran desarrollo en la Semana Santa.

Por entonces, entre unas y otras, había alrededor de 150 cofradías y organizaban variados actos sociales: sermones, limosnas, procesiones, fiestas de sus respectivos patronos…Aunque también había muchas diferencias entre ellas debido a varias causas, desde motivos económicos a problemas con los párrocos y directivas de los templos usados como sede, importancia social….Pero lo peor estaba por llegar.

El gobierno ilustrado de este siglo no quería que este tipo de asociaciones siguieran con la influencia general que tenían, y para ello se inventó que eran los culpables de los problemas del país hasta el punto de conseguir expulsar a la Compañía de Jesús.
Y aunque éstos cometieron sus excesos, el gobierno puso como excusa la ostentación de esta compañía exponiendo públicamente gusto por las fiestas y la capacidad de manipulación ajena logrando para la entidad beneficios importantes pese a que hubiera gente que mediante esto llegara a perder gran parte de su patrimonio personal y familiar.

La base verdadera de todo esto era que no interesaba que el culto religioso se manifestara de ambas formas, tanto la más popular y extendida junto con la más culta. Hacia 1771 se decidió la mengua y distinta organización de tantas cofradías, lo que se logró 10 años después. Excepto las sacramentales y alguna más, al resto las eliminaron o añadieron a la Casa de Misericordia: a esta institución le otorgaron los bienes de las cofradías tales como memorias, legados, propiedades…que eran menos de lo pensado.
Godoy finalmente decidió la desamortización de las cofradías supervivientes por motivos económicos. 


EL NIVEL CULTURAL

Obviamente a mayor poder adquisitivo de la persona, mayores y mejores posibilidades tiene para todos los ámbitos de la vida.

Los primeros documentos escritos que se encuentran en muchas sociedades son los testamentos, papeles políticos, empresariales y religiosos. Según estudios de Máximo García Fernández se estima que testaban ante escribano el 56% de la población, y como era costumbre también en otras zonas del continente en estos asuntos predominaban los hombres. También queda constancia de algo: la gran mayoría de las mujeres era analfabeta, y a veces saber escribir la persona su nombre de memoria no significaba que supiera escribir (algo que aún se mantiene en generaciones cercanas, por eso hay sitios donde se mantienen los cursos de Alfabetización de Adultos y Cultura General).


Debido a que en la ciudad estaban asentadas instituciones como la Universidad, la Chancillería y varias órdenes religiosas; hasta hubo importantes bibliotecas pero con el uso limitado a sus socios. Y las imprentas de la capital hacían sobre todo libros relacionados con la profesión de quien realizaba el encargo y de temática religiosa, sobre todo sermones y novenas: estos últimos textos a veces también en actos públicos se alternaban con las coplas de ciego errantes, ambos textos para ser oídos en público.


La gente pudiente enseñaba a sus hijos varones (a sus hijas mujeres menos) mediante preceptores y ayos. Los obreros que podían enviaban a sus hijos a colegios eclesiásticos o de pobres.

Los maestros de lo que con el tiempo se conocería como Educación de Párvulos o Primaria no eran muchos, tanto los públicos (dependientes del Ayuntamiento) como los privados. Por entonces se les llamaba “de primeras letras”. Hacia 1561 había 12 maestros particulares y 12 reconocidos en el Catastro de Ensenada, y como muestra de su lamentable importancia social no se les trataba de Don y sus salarios oscilaban entre los 280 reales de Manuel Andriete y los 2300 de Juan de las Peñas.

La élite de la sociedad intentó mejorar a los maestros tanto en cantidad como en calidad. En el Diario Pinciano, principalmente de la Sociedad Económica, reflejan en febrero de 1788 ideas suyas como la creación de 2 escuelas infantiles. En estos colegios, llevados por esta Sociedad, los maestros eran mejor pagados e incluso llegaban a poder cobrar por adelantado, y sus sueldos dependían de lo que llegaran a enseñar a cada alumno (algo siempre decidido por su familia): desde leer a escribir, y contar.


En las escuelas públicas y privadas de esta Sociedad admitían alumnos pobres de forma gratuita, y por norma “a estos se les dará por la Sociedad cartilla, libros, papel, plumas y demás que necesiten para su enseñanza”.

El Diario Pinciano, como parte de esta Sociedad, informaba progresivamente sobre el sistema educativo impartido en estos centros hasta que hubo una gran inundación en la ciudad. Así describían la situación de la entidad en periódico:

“ El principal proyecto de la Real Sociedadsobre cuya erección y dotación ha meditado desde el principio de su establecimiento”.


“La escasez de casas permanece todavía, sin que las diligencias más vivas hayan podido lograr ni una de las dos que se necesitan en las inmediaciones de la Cancillerías y Puerta de Santiago. Con este motivo me atrevo a preguntar: ¿por qué gozando preferencia para el arriendo de casa la tropa, los ministros de justicia, los empleados en reales rentas y otros, no le han de gozar las escuelas públicas, donde se educan los que han de ser soldados, jueces, criados del rey, y miembros de todas clases y oficios? ¿Hay en el Estado interés mayor, más sagrado y universal que el de la educación de la juventud? Una botica, donde tal vez se preparan los tósigos de la vida y las bebidas de la muerte ¿han de preferirse a una escuela de virtud, letras y policía? Y los dueños de las casas ¿ han de franquear éstas sin reparo a las disoluciones de una taberna y las han de cerrar a los seminarios de honestidad y doctrina? ¿ Y el gobierno lo permitirá?

Confiemos”.


Dentro de las actividades realizadas en esta institución cabe destacar 2:

·        Un nuevo estilo pedagógico llevado por los escolapios, sucesores de los jesuitas.



·        Los contenidos. Los libros obligatorios para aprender a leer y escribir de forma básica eran los pliegos de cordel y la “Cartilla y doctrina cristiana”, más conocida como “Cartilla de Valladolid”. Esta cartilla la imprimía el cabildo y usaba los beneficios obtenidos para la construcción de la catedral. El contenido de su texto era muy básico: el abecedario, la tabla de multiplicar en su contraportada y las normas de ayuda a la misa (en latín).


Algo que hizo prosperar este documento fue los beneficios espirituales que daba: “Concede Su Santidad cien días de indulgencia a los que enseñaren o aprendieren de ella. Hay paulina, con absolución reservada a su Santidad, contra los que contrahicieren esta Cartilla en todo o en parte, contra los que enseñaren a leer en otra que no sea la de la Santa Iglesia de Valladolid”.

Pero debido a varios factores, como los ideales de la tendencia ilustrada creciente por Europa, que otros talleres también lo imprimían y que el cabildo no supo gestionar  su contenido esta publicación enseguida fue menguando y mucha gente se decantó por otros textos similares (aunque menos completos) como el “Catón Cristiano” de Donato Patricio de Esgueva y la “Instrucción cristiana de la historia sagrada y eclesiástica” del catedrático universitario Manuel Villodas.

Respecto a la educación de las niñas y por presiones desde Madrid la Sociedad Económica fundo 2 o 3 Escuelas Patrióticas de costura y de hilado. Estos centros eran más de enseñanzas de oficios prácticos, pero como gran novedad se incluyó el dibujo.


Se desconoce cuántos niños fueron al colegio. Hacia abril de 1787 se intentó que la enseñanza primaria masculina fuera obligatoria:

“A los padres de familia o curadores a cuyo cargo estén los niños capaces de aprender, y que no cuidasen de darles una honesta educación enviándolos a este fin a la escuela, se les exigirá por la primera vez que se note esta omisión la multa de un ducado, por la segunda tres y por la tercera se tomarán otras más severas providencias. Y a los maestros de las escuelas que abandonen en ellas la enseñanza, y no cuiden de los adelantamientos de sus alumnos, contraviniendo en esto o en parte lo que les está encargado por las ordenanzas y acuerdos de la Hermandad de San Casiano, se les impondrá la pena de cuatro ducados a la primera queja, y desde esta se procederá hasta la privación de oficio si las omisiones y defectos fuesen repetidos”.


Esto es lo que se conoce de la educación más básica, la que utilizaba la gente para desenvolverse en la vida sabiendo leer y escribir. Los estudios de Latín o Gramática eran mediante los preceptores de ciertas familias muy acomodadas, o bien se cursaban en los colegios jesuitas. Fueron suprimidos en el año 1767, siendo posible que tanto a la política como a la propia Universidad les interesara esta medida. Otra muestra de la labor de esta institución fue que en el colegio que tenían en Villagarcía de Campos llegaron a imprimir importantes textos clásicos y que destacaban dentro y fuera de la comarca.

En el Colegio de San Ambrosio enseñaron Gramática entre otros temas. Según los censos educativos de entre los años 1764-1767 “regionalmente Castilla la Vieja era la parte mejor educada” y que “Valladolid en particular, y Castilla la Vieja en general, siguieron siendo las áreas mejor instruidas en España durante el siglo XIX”.




LA UNIVERSIDAD

Los estudios anteriores a la Universidad se cursaban en la Facultad de Artes y Filosofía de esta institución: La Filosofía tuvieron que estudiarla obligatoriamente los médicos y teólogos, y otras asignaturas que también se añadieron de esta forma al restos de las carreras fueron la geometría, la aritmética y el álgebra.

Todo el personal universitario, tanto estudiantes como trabajadores y titulados, llegaban a tener cierta importancia social y conseguir privilegios. Por entonces las carreras más solicitadas eran las de Teología y Cánones para empleos religiosos, y para los trabajos laicos la de Leyes.

Hubo cambios importantes en la enseñanza. Crece la cantidad de matrículas de manera más controlada durante el reinado de Carlos III. Loes estudiantes proceden más de fuera de la provincia: de Palencia, Burgos    y de la zona norte. Era costumbre “oír Facultad”, y los cursos “se ganaban” o “se probaban” demostrando una cierta asistencia a las clases, participando en los actos y en las fiestas de la Universidad: éstas empezaban por San Lucas y acababa hacia julio. El horario de clase era desde las 7 de la mañana  hasta las 3 de la tarde en verano, y hasta las 4 en invierno. La titulación de Bachiller certificaba para ejercer una profesión, y la de licenciado era la de camino para llegar a ser doctor: estas 2 titulaciones se llegaban a celebrar socialmente hasta con corrida de toros ofrecida por el candidato, salvo en los estudios de Teología.

De los catedráticos se sabe más por las críticas entre ellos que por la verdadera realidad. Poco a poco se va regulando mejor el acceso a estos puestos y el sistema de oposiciones. Por entonces preparar oposiciones se consideraba un oficio importante aunque no se llegara a sacar la oposición. Y los que habían estudiado en los colegios mayores de Salamanca, Alcalá  y Valladolid no eran los únicos aspirantes a puestos de catedráticos y lo que con el tiempo se llegaría a conocer como funcionarios.

Los Colegios Mayores  pasaron por varias fases: se reformaron en 1773, suprimieron en 1793 y desarmortizaron en 1778. Junto con el nuevo desarrollo de los planes de estudio fueron los cambios destacados de la educación durante el reinado de Carlos III. Se quería llegar a niveles culturales de otras zonas europeas a todos los niveles, pero la verdadera idea era quitar a la Universidad sus libertades para convertirla en una institución que funcionara a base de regalismo: prueba de esto fue la creación de los puestos de Director y Censor reales que eran superiores del Rector universitario, con juramentos que mostraban la influencia de la corona en la educación.

En este nuevo sistema educativo se introdujeron manuales de materias como Medicina y Filosofía, Leyes y Derecho: todo ello enfocado y dirigido para que se impusiera el poder político a la Iglesia. Todo esto se origina porque  los estudiantes de Teología (llamados profesores) “vienen a la Universidad a aprender lograr acomodo, y la experiencia ha demostrado que ningún método es más breve, claro ni proporcionado para este fin que el que se ha observado hasta hoy. Con el método que se practica al presente, en el corto tiempo de cuatro o seis años pone a los jóvenes, si son de mediana aplicación y potencia, en disposición de salir a oposiciones de curatos y beneficios. Y si llegan a seis u ocho los años de estudio, se ven dispuestos para hacer sus oposiciones con lucimiento en prebendas de catedrales, entrar con honor en los Colegios, pasar a Ávila, a Toledo y otras partes. Esta Universidad no necesita otra prueba que la experiencia misma que ve el mundo toda cada día.”.

Los catedráticos de la época pensaban que este nuevo sistema educativo estaba mejor preparado con los textos nacionales que con los textos extranjeros porque “se nos hacen patentes los errores y extravíos de los arrianos, semiarrianos, aunonianos, macedonianos, milenarios, barsesanistas, luteranos, iluminados, quietistas, molinistas y otros”.

También corrían tiempos delicados para los Colegios Mayores vinculados con la Universidad, como el de San Gregorio. Los jesuitas de San Ambrosio, San Ignacio y San Albano fueron desalojados mediante la expulsión de esta orden: esta decadencia llegó al extremo de que el Colegio de San Albano, siendo ocupado por varias instituciones (ingleses, escoceses, seminario diocesano, el Carmen, agustinos de San Gabriel y Filipinos) no tenía futuro más allá de su orden.


Pese a esta situación la Universidad no avanzó con los tiempos. Ciertas ideas se pusieron en marcha a través de la fundación de Academias y Sociedades. En la ciudad alguna de estas asociaciones se convirtió en la Real Academia Geográfico- Histórica de los caballeros en el año 1752, cuyos miembros eran mayoritariamente nobles. En sus reuniones se debatía sobre todo, y entre sus miembros honorarios destacaba gente como Mayans y Siscar, Flórez y Burriel… Mucha gente de las clases altas nobles y culturales solían coincidir en sociedades similares. Otra asociación destacada fue la Real Academia de Matemáticas y Nobles Artes de la Purísima Concepción, con estatutos aprobados en 1783.Impartían clases de aritmética, álgebra, geometría y arquitectura: y de forma más especializada de dibujo, pintura y escultura llegando a conceder oficialmente el título de “agrimenor”. Tenía normas estrictas para seleccionar a sus socios. Sirva como ejemplo don Manuel Escalada, vecino de Dueñas en el año 1787:” Duró el examen dos horas, y fue de la aritmética, geometría, trigonometría y álgebra hasta de lo más sublime del cálculo infinitesimal: y habiéndolo desempeñado con el mayor lucimiento, fue aprobado nemine discrepante”, según la crónica de El Diario Pinciano.


La Real Academia de San Carlos de Jurisprudencia se fundó en 1784 y fue de gran apoyo tanto para el Derecho como para la Chancillería. Y en 1785 se fundó la Real Academia de Medicina y Cirugía, que colaboraba tanto en la teoría como en la práctica en la profesión médica con actividades como las disecciones anatómicas.    


En la fundación de la Academia de Medicina intervino la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Valladolid, creada en 1783. Esta asociación se ocupaba de la cultura de la ciudad durante su corta existencia. Según palabras de su primer censor: “Los discursos, disertaciones, memorias, elogios de socios difuntos y otros papeles que se conservan en la secretaría son por su número y por su preciosidad un testimonio eterno de la instrucción, elocuencia y patriotismo de los socios vallisoletanos y un monumento perpetuo a la utilidad de éste y semejantes cuerpos patrióticos que deben ser respetados como santuarios de la ciencia y fuentes perpetuas de la pública felicidad”. Y aunque no se sabe de estos documentos algo se conoce por el periódico de Beristain y las investigaciones de Enciso Recio y George Demerson.

Asociaciones de este tipo también estaban asentadas en otros sitios del país, excepto en lo que después se conocería como Vascongadas, País Vasco o Euskadi. Sus componentes solían ser la nobleza, catedráticos universitarios, el clero, abogados de la Chancillería, alguien de la Inquisición…además de alguna mujer notable que regían las escuelas femeninas de la entidad. Otras de sus múltiples actividades eran el saneamiento y mejoras de las condiciones de la ciudad, motivaba la minería mediante la organización de premios, fomentaba varios sectores laborales e industriales (comercio, agricultura, textil) apoyaba a las artes  e incluso creaba canales para el transporte y la distribución del agua.

Pero la situación cambió a finales de siglo.  Hubo varios acontecimientos dentro y fuera del país  que afectaron a todo el continente europeo. La carestía general del año 1710 (algo que se repetiría en 1755 y 1789), Episodios similares consecuencia de fenómenos naturales que afectaban  a la agricultura (principal industria de la época): heladas (la más importante la de 1729), sequías, algún incendio…hasta incluso importantes inundaciones e incluso un terremoto: en la inundación del año 1636 murieron unas 150 personas.

El terremoto de Lisboa de  1755(fenómeno que se repetiría siglos después) causó gran temor en la ciudad, aunque no se sintió aquí tan fuerte como en Salamanca o Palencia. Fue el Día de Todos los Santos “a las diez de la mañana más o menos” y se cree que cuando sucedió sorprendió a mucha gente en misa, como relata Ventura Pérez: “todos los canónigos echaron a correr y dejaron la iglesia sola, que no quedamos en ella más que el Ilmo. Sr. D. Isidro Cosío, obispo de ella, su coadatario, un vecino de esta ciudad llamado Don Manuel Colomeda y mi persona”.



Mención aparte merecen las riadas. Hubo unas los días 5,6 y 7 de diciembre de 1739 mediante las crecidas simultáneas del Pisuerga y las Esguevas: alguna de sus consecuencias fue el Puente Mayor llegó a perder alguno de sus ojos ocasionando esto problemas de comunicación de la ciudad, llegando a alcanzar las aguas alturas similares a las de 1636. Aunque fue peor la del 25 de febrero de 1788  porque arruinó muchos edificios durante su recorrido, hundió los suelos de las zonas de las Angustias y la Antigua e incluso destrozó algunos puentes. Además hay que añadir a esto las situaciones de pillaje que se dan en circunstancias tan revueltas como estás sólo pueden ser mitigadas por las autoridades, como la gestión de las ayudas al salvamento. Por petición popular hubo numerosas rogativas religiosas, y en estos actos se llegaban a sacar ciertas imágenes sólo en casos extremos y contados. Incluso desde el gobierno central de Madrid asumió los gastos para el arreglo y reconstrucción de los numerosos edificios afectados. Y desde entonces los trabajos de construcción en la ciudad empezaron a valorar condiciones de seguridad y se empezó a canalizar de otra forma el agua de las Esguevas por evidente riesgo de inundaciones e infecciones.


LAS FIESTAS

Hubo mucha vida social. Las más destacadas fueron siempre las dedicadas a los santos, considerados héroes durante mucho tiempo. Las órdenes religiosas se encargaban de estos festejos involucrando a la ciudad y a sus instituciones.

La fiesta más importante de entonces fueron la canonización y patronato de San Pedro Regalado (también considerado patrón de los toreros), sobre todo en los años 1745/1747. De esta celebración se ocupó la orden franciscana, donde estuvo el santo. Tenían la pila donde fue bautizado y su cofradía en la parroquia del Salvador, y todo esto se conserva en la actualidad. Y esta fiesta vino muy bien a la ciudad porque salía del luto por Felipe V, y también porque fue un santo nacido aquí.

El primer gran evento festivo fue cuando se conoció que el santo sería canonizado el 29 de junio de 1746. Se empezó a celebrar antes de la comunicación oficial del evento religioso porque la orden franciscana a la que pertenecía hizo correr la noticia. De día sonaron alegremente las campanas, y de noche se lanzaron cohetes, hubo hachas en las ventanas y hogueras en las calles. Según palabras de Ventura Pérez “y era tanto el resplandor de las hogueras y luces, que parecía se abrasaba la ciudad. Duró la función, alboroto y bulla portada la ciudad hasta el amanecer, toda la ciudad vuelta de juicio, pasando de devoción a alegre locura”. 


Poco después la ciudad consiguió que proclamaran Regalado a su santo natal para “que patrocinase a la ciudad y la amparase en el tribunal divino”. En el coso había “tanta gente como en función de toros”. Y en febrero de 1747 se consigue una reliquia del santo procedente de La Aguilera: tras el luto llevado por la muerte del rey hubo gran cantidad de festejos que se celebraron entre los días del 20 de junio a 6 de julio. Se predicaron importantes sermones y dieron conciertos musicales  en las principales iglesias de la cuidad. Los franciscanos instalaron altares nuevos “cuya idea había venido de Italia”, la Plaza Mayor se iluminó con más de 2000 orzas de aceite colocadas en la fachada y la torre: “era tanta la luz y resplandor que despedían que no sólo iluminaban toda la ciudad, sino mucho campo en su circuito”. También hubo procesiones con gigantes nuevos y danzas (incluso alguna con agua).

Organizado por otras entidades de la ciudad también hubo desfiles de carrozas. Las más destacadas fueron la de los Cinco Gremios Mayores recreando las victoria de Kaulicán en el Gran Mogol, la de los gremios menores sobre los siete infantes de Lara y la de los sastres sobre los signos zodiacales. Y el colofón de todos estos eventos fueron 4 faenas taurinas con rejoneadores y malos toreros, “con toros muy tremendos que dejaron bastante memoria” e incluso alguna víctima mortal en el coso.  Y para intentar reflejar todo lo que se vivió aquellos días sirva como ejemplo esto: “Verde ramo del sacro laurel de Apolo, cortado en el ameno Valle Oletano, émulo glorioso del elevado Pindo, en aplauso de los sagrados cultos y profanos festejos, con que la madre más amorosa y nobilísima ciudad de Valladolid solemnizó la canonización y exaltación a las sagradas aras de su Regalado hijo San Pedro (dos veces) Regalado, prodigioso anacoreta de la Seráfica Tebaida, fundador de la observancia regular de San Francisco de España, desde el día veinte del mes de junio hasta el seis de julio del año de mil setecientos cuarenta y seis (Valladolid, julio 1747). “


Todos estos eventos fueron muy caros, y el Ayuntamiento tardó varios años en pagarlos: incluidos también los arreglos de las calles cercanas a la Casa Consistorial  se elevaba todo a 212.766 reales y 13 maravedíes, casi el presupuesto anual de la institución municipal. Otras fiestas similares que hubo después fueron sobre beatificaciones tanto de nacidos como de personajes procedentes de otros lugares que desarrollaron su actividad más conocida en la ciudad tales como Miguel de los Santos o Simón de Rojas.


Asuntos de la Monarquía

Desde la estancia de la Corte entre los años 1601-1606, el rey volvió a la ciudad en 1710. La capital del reino estaba dominada por el Archiduque Carlos de Austria. La ciudad de Valladolid se declaró partidaria del rey Borbón Felipe V, y aunque hubo eventos festivos no fueron como en otras ocasiones por la delicada situación a causa de la Guerra de Secesión.

Aunque los reyes se fueron de la ciudad mantenían un contacto conveniente para dar a conocer su actividad. Por su parte, las localidades contactaban con la monarquía mediante rogativas. Las más conocidas históricamente son las relacionadas con el campo para que haya el tiempo conveniente a la producción y cosechas (que lloviera, no helara, hiciera sol…). Y también había peticiones políticas dirigidas desde la capital del reino como pedir la sanación de las enfermedades del monarca, que la reina tuviera buenos embarazos y partos, que las relaciones diplomáticas con otros reinos y países fueran bien…


Otros de los eventos sociales más importantes eran las defunciones y proclamaciones reales. Los lutos llegaban a durar 1 año (costumbre que se mantuvo en España hasta los años 60/70, sobre todo en el ámbito rural) y llegaban a molestar cuando coincidían con alguna semana de festejos locales. Los actos de luto eran  encabezados por el sucesor en el trono, se colocaban en el ayuntamiento figuras del nuevo monarca y el Alférez Mayor colocaba oficialmente los estandartes en la casa consistorial. Este puesto fue ocupado durante mucho tiempo por la familia La Gasca, encabezados por el marqués de Revilla y  en la proclamación de Fernando VI detallado por el Diario de Ventura Pérez  “hubo en casa del señor Marqués, en las dos rejas bajas, dos fuentes que corrieron con vino mientras duró la función, y en el balcón del señor marqués estaban todas las señoras y tiraron muchos dulces a la gente y dos escriños de ochavos nuevos”: eran conocidos las fiestas de esta casa donde había luminarias, convites y refrescos.


Pero estos buenos tiempos pasaron. En la primavera de 1808 la ciudad estaba tomada por tropas francesas y en Aranjuez hubo motines violentos el 19 de marzo contra Godoy, esta situación tan revuelta conllevó a la abdicación de Carlos IV. Pocos días después, el 24, y según relató Hilarión Sancho “inducido el pueblo del encono general que contra este último tenía (el rey Carlos IV), así como todo el reino, pidió con alboroto el retrato de dicho Godoy que estaba en el consistorio para quemarlo. Hubo alguna resistencia por parte de la autoridad, pero ésta cedió al grito y alboroto del pueblo”. Entre todo lo impreso que circuló destaca lo siguiente:

“Viejos, niños y mujeres
sus maldades examinan,
 y en esto forma placeres.
Todos dicen: por si mueres,
como es justo y presumimos,
desde ahora te maldecimos
al gran Séptimo Fernando
por siempre le bendecimos”.



Costumbres sociales

Los horarios para todo se controlaban a través de las campanas de los edificios religiosos. Había sitios donde la campanas llegaban a tener nombre como si fueran personas,  incluso es posible que en la actualidad haya sitios que mantengan esa costumbre. Tan destacada era esta tradición que el Ayuntamiento pagaba al campanero municipal de San Miguel que también diera los toques “a queda”, considerados los que cerraban el día ya en los primeros tiempos de los faroles.

La forma de medir las semanas era según el domingo o bien la fiesta que hubiera durante ésta. Los artesanos solían descansar el domingo y el lunes, de aquí viene la expresión “guardar el lunes” contra lo que no pudo ni la sociedad más culta. El Intendente- Corregidor llegaba a publicar bandos estrictos hacia 1781, pero nadie hacía caso “contra el abuso introducido por los artesanos de no trabajar los lunes de la semana”. Todo esto empezó a cambiar cuando Benedicto XIV decidió las reducciones de estos festivos, así se perdían menos días laborables.

Desde entonces muchas fiestas religiosas se rigen por los tiempos litúrgicos. El auge de las celebraciones navideñas llegó durante el reinado de Carlos III, y también era fiesta importante anual el Corpus: se celebraba una gran procesión y las calles se engalanaban bien para ese evento incluso poniendo altares en el trayecto (costumbre recientemente recuperada). Pero hacia 1702 van desapareciendo los autos sacramentales porque estos actos los patrocinaban principalmente los artesanos, y cuando éstos tuvieron problemas económicos desde 1780 se eliminaron ciertos elementos festivos como gigantones y similares sustituyéndolas por otros actos más sobrios poniendo como excusa que se consideraban “poco conforme a la gravedad y el decoro”.

La gran manifestación social y religiosa de la ciudad, desde el siglo XV, era la Semana Santa. Se puede decir que su preparación comenzaba con la celebración del Carnaval, festejos previos a la Cuaresma. Durante estos 40 días llegaban a cambiar los hábitos alimenticios con la costumbre de que durante sus viernes no se debía comer carne, algo que se mantiene en la actualidad. Las entidades que se ocupaban principalmente de esto eran las cofradías  penitenciales, que tuvieron que soportar tiempos difíciles: el ocaso secular, la disminución de la cantidad de cofrades y la competencia entre las diversas cofradías para lograr, entre otras cosas, las mejores calles y horas para sus procesiones.

Otras circunstancias delicadas a las que tuvieron que hacer frente estas asociaciones religiosas fueron los tiempos del “Despotismo Ilustrado”. Las principales cofradías de la ciudad: Vera Cruz, Angustias, Pasión, Piedad y el Nazareno llegaron a ser consideradas “cuerpos monstruosos”. Clamaban públicamente contra las “comilonas y refrescos”  que se organizaban portadores y alumbrantes según las cuales “quedan muy contentos en que a costa del pecado mortal de quebrantar el ayuno han alumbrado en dicha procesión”. Esta situación empeora en los años 1773 y 1780. Con el tiempo decaen estas procesiones y cofradías, a la vez que fueron los ilustrados quienes se ocuparon de sus pasos. Tal era su importancia que en palabras de Beristain “hacer famoso el nombre de Valladolid en la república del buen gusto de las artes”  y se las temía amenazadas “por el peligro de la polilla, la humedad y el polvo” por la costumbre, vigente en algunos casos en la actualidad, de montar los pasos en la calle esperando así el comienzo de los actos religiosos a la intemperie. Y con el tiempo, el cuidado de la Real Academia de Matemáticas y Nobles Artes y la devoción de los cofrades se mantuvo lo más destacado de este patrimonio artístico.  Y según documentos obtenidos en uno de muchos pleitos hacia 1806 se podían presenciar estas procesiones en la Platería “por infinitas gentes que cargan en los balcones”.


Otras aficiones locales eran y son los toros y el teatro, y solían tener una función benéfica donando parte de su recaudación a la beneficencia. Figuras destacadas de lo primero fue Emilio Casares, y de lo segundo Irene Vallejo, Alonso Cortés, Germán Vega y Celso Almuiña. Cuando el teatro se llegaba a prohibir, pese a que funcionaba bien durante varias temporadas, había 2 bandos claramente diferenciados: quienes lo prohibían por moralidad y cuidado estudiantil, como eran el obispo y el Rector universitario por un lado; y quienes lo defendían públicamente como el Ayuntamiento y los procuradores del Común.


En los toros había espectáculos variados. Había fuegos artificiales en la víspera de la faena, se llegaban a celebrar los festejos taurinos en 2 días por el gran número de toros debido a la importancia de esta afición en la ciudad. Se celebraban corridas del la Ciudad y del Ayuntamiento por las fechas de San Juan (en junio) y de Santiago (en julio), además de otras celebradas durante el año: doctorados, fiestas especiales  y, sobre todo, entre los eventos organizados por la canonización  y el patronazgo de San Pedro Regalado. Aunque algunos ilustrados se oponían a estos festejos por su “crueldad”.

A su vez, el teatro cumplía varias funciones de entretenimiento y enseñanza cultural. El clero lo consideraba un rival porque creían que les iba a quitar seguidores e influencia a sus propios predicadores. Tal era el pique entre ellos que hacia el año 1778 el Rector de la Universidad logró que le patio de comedias del antiguo hospital de San José cerrara durante el curso escolar: estaba situado junto a la Iglesia de San Lorenzo, y curiosamente era sede de la cofradía de comediantes de Nuestra Señora de la Novena- también llamada del Buen Parto y de la se  conserva en este templo un cuadro pintado-). Por aquí pasaron los artistas y compañías más conocidos ofreciendo funciones de entremeses, ópera y zarzuela. Estas temporadas teatrales se interrumpían durante la cuaresma y el verano. Pero todo esto acabó, incluidos los autos sacramentales desde 1765, con la llegada del teatro neoclásico del siglo XVIII influenciado por la Ilustración.

Esta nueva tendencia histórica comenzó siendo minoritaria pero supuso un gran avance general. Se va imponiendo en el clero una secularización importante que conlleva, entre otras cosas, la reducción y cambio de organización de espacios religiosos: Desde entonces se sacaron los cementerios de las iglesias y de la ciudad como medida de higiene pública por el proceso natural de la descomposición de los cuerpos y continuar con la idea del rey Carlos III en San Ildefonso.

El ya mencionado “Diario Pinciano”, organizado completamente por José Mariano Beristain (catedrático, clérigo y periodista) servía tanto de crónica informativa y social tanto como de actividad cultural, pese a su corta duración (ferbrero1878/ junio1788).

Otro personaje destacado, relacionado con el Ayuntamiento y la Chancillería, fue Rafael Floranes (1743-1801). Mucha de su obra fue de tendencia crítica, no se publicó hasta después de su muerte e incluso aún sigue bastante sin publicarse. Menéndez Pelayo lo alababa y fue amigo de Meléndez Valdés según relata Jovellanos.

Meléndez Valdés fue oidor en la Chancillería, y tanto dentro como fuera de su oficio escuchaba toda clase de tendencias.  Entre ellas destacó el discurso de Miguel de Lardizábal en 1786 en la Academia Histórico- Geográfica.


Desde este año varios personajes culturales destacados pronunciaban discursos liberales en la Sociedad Económica, anteriormente conocida como Academia. El alavés Valentín de Foronda (1750-1821) debatió sobre la libertad de expresión, y Antonio Elorza lo calificó como “la primera de las frecuentes muestras que en el futuro ha de ofrecer el liberalismo español de optimismo, basado en una fe absoluta de la capacidad constructiva y de transformación por parte de la razón individual frente a unas posiciones conservadoras sólidamente asentadas”, al tiempo que deseaba por igual las libertades de pensamiento y escritura: “Si no hay libertad de escribir y decir cada uno su parecer en todos los asuntos (….), todos nuestros conocimientos yacerán en un eterno olvido”…. “¡Ah, qué felices seríamos si (la libertad de decir la verdad) no se oprimiera con tantas cadenas!”…..”A pesar de todos los esfuerzos de la tiranía, a pesar de las violencias y estratagemas de los impostores, a pesar de los cuidados vigilantes de todos los enemigos del género humano, la raza humana se ilustrará, las naciones conocerán sus verdaderos intereses”. Estas palabras se publicaron en 1789 en el periódico “Espíritu de los mejores diarios”. Y para evitar problemas políticos y religiosos se tituló “Disertación sobre la moderada libertad de escribir, esto es, en todos los asuntos, excepto los que miran a las verdades reveladas, a los puntos de nuestra sagrada religión, que no admiten discusiones, y a las determinaciones del gobierno, acreedoras a nuestro respeto y silencio”.

También destacó en la ciudad el abogado granadino José Alonso Ortiz. Tradujo del inglés varias obras: escritos sobre fiestas y ayunos, el año cristiano de Butler, poesías del falso Osián… Aunque en esto su obra más importante fue traducir “la riqueza de las naciones” de Adam Smith, de 4 tomos y aparecida en la imprenta Viuda e Hijos de Santander de Valladolid. Y también tuvo que esquiva la censura en capítulos dedicados al “tolerantismo en punto de religión” y de la “usura” económica. Este abogado traductor escribió sobre el papel- moneda y el crédito, mencionando también al Banco de San Carlos y citando las nuevas costumbres económicas de toda la sociedad.

Aquí se editaron importantes libros sobre la Ilustración, y además eran leídos y comentados por gente capacitada e incluso facultada con licencias para poder hacerlo. Muchos magistrados y clérigos estaban suscritos a la publicación madrileña “Semanario Erudito”. Y desde fuera de España llegaron, entre otros, las “Memoires de Trévoux” a la librería de anta Cruz (considerad de los jesuitas). Y en San Benito estaban obras ilustradas más avanzadas.


Destacó sobremanera los hechos ocurridos a la familia Santander: Mariano, Raimundo y su madre. Tenían una imprenta, y tras de la muerte del rey Carlos III en España, hubo mucho miedo por parte del gobierno y gente culta: cierta tendencia creciente llegaba a comparar la Ilustración española con la francesa (los galos, muchas veces más radical para todo), con ideas contrarias a la corona y la religión.    


En todo esto cayeron tanto las imprentas de la capital como la gente leída. Se comentaba la llegada de muchos “libros prohibidos y de perversa lectura”. En los registros aduaneros, la policía encontró en los pedidos de los Santander “que más de las tres partes de las obras que contenían eran libros prohibidos”. En la empresa requisaron obras de Rousseau, Voltaire, Montesquieu…Y además tertulias consideradas “concurrencias sospechosas” que comentaban sobre estos textos. Los hermanos Santander también eran gente culta porque estudiaron Filosofía y Artes, uno de ellos bastante de Leyes y hablaban 2 idiomas: francés e italiano.   

 Para colmo, los inquisidores encontraron en el escritorio del hermano mayor cartas “en las que se hallan invectivas injuriosas al Tribunal hasta desear su exterminio”. Asi que a la familia la pusieron una multa importante, los hermanos estuvieron presos entre diciembre de 1798-1799 y la empresa tuvo una crisis pasajera según relatan Palomares y Gudín.



EL SIGLO XIX                   



Ya conocida la destacada administración política, cultural y religiosa de la ciudad, conviene conocer la evolución de otros sectores para llegar a la actualidad y futuro cercano.

Hay varias plagas agrícolas a principios de siglo (tabardillo,…), reduciendo la producción y causando también problemas de distribución, ya que los medios de transporte necesitaban muchos avances.

Otra industria destacada, que casi desaparecería posteriormente, fue la textil. En 1784 había 235 telares, con una producción de 48.910 arrobas de lana y proporcionan trabajo a 7.330 personas: todas ellas cantidades muy importantes para la época, y desde siempre donde haya trabajo es bueno para cualquier sitio.

El sector del comercio funcionaba según dónde se desarrollara. Dependía directamente del funcionamiento de los Cinco Gremios. El de la capital lo arrendaba el Ayuntamiento a particulares, llamados y considerados “obligados” a garantizar el suministro a precios estables compensados con este privilegio municipal. Aunque también hubo problemas de orden público tanto por los vaivenes de los precios como cuando se producía desabastecimiento.


Se calcula una población aproximada de unos 20.000 habitantes, y se verá disminuida por la guerra de independencia. Otro dato orientativo sobre la demografía zonal es que Burgos tenía la mitad de población que la capital del Pisuerga.


La Guerra de Independencia

El 31 de mayo de 1808, hacia las 3 de la tarde, hay aquí un levantamiento contra los franceses durante una concentración de gente de toda clase social aclamando a favor del rey Fernando VII y en contra de los traidores independentistas. El capitán general Gregorio de la Cuesta intenta aguantar ante la ciudadanía sublevada, pero por su propia seguridad se pone junto a ella. Así, el 1 de junio Valladolid se levanta frente al invasor con, entre otros lemas: “Viva la religión, Viva Fernando VII, Viva la Patria y su Independencia”.

Lo mismo que hizo el Capitán General Gregorio de la Cuesta aquí, lo llevó a cabo Palafox en Zaragoza. Y esta situación militar era muy delicada porque desobedecían a la cadena de mando de la Junta de Gobierno liderada por el príncipe don Antonio en Madrid.


Desde este primer día de junio todas las clases sociales participan en este levantamiento. Entre los días 3 y 8 lo principal es defenderse, y esto se demuestra el día 12 en la “Batalla de Cabezón”  (de Pisuerga). Entre todo el pueblo vallisoletano que interviene hay que destacar a pocos militares profesionales y al llamado “cuerpo de licenciados tiradores compuesto por cursantes de esta universidad”. Se reúnen entre unos 5000 y 6000 paisanos (sin apenas armas ni formación) y unos 4000 o 5000 militares de caballería  con 4 cañones.


Se cree que los franceses eran unos 6000 soldados de infantería y  1000 caballeros mejor armados con 11 cañones. La diferencia evidente entre ambos bandos era que los locales no estaban preparados  para la guerra en ningún sentido, y los visitantes eran gente profesional.


Aquí el capitán general Gregorio de la Cuesta y su equipo cometen un gravísimo error. Deciden esperar a los franceses en la orilla derecha del río nada más pasar el puente esperándolo allí en su propia zona. Cuando llegan los franceses los locales retroceden e intentan repasar el puente, pero por su estrechez y por el fuego galo muchos acaban ahogados en el río  y muchos de los que lograron salvarse fueron aniquilados. Y en una reunión entre el obispo Vicente Soto y el general Merle consiguen entenderse suavizando temporalmente los deseos franceses intentando ganarse a un pueblo mal aconsejado. Así, parte de la tropa vallisoletana se retiran hasta Medina de Rioseco. Hay un nuevo enfrentamiento entre los días 14 y 19 de julio con el mismo resultado anterior. Desde entonces se hacen con el mando militar de la ciudad, se funda el VI gobierno encabezado por el general Kellermann y mandan tanto por las buenas como por las malas a conveniencia.

Napoleón en Valladolid

El 8 de noviembre de 1808 Napoleón cruza el Bidasoa, y el día 12 es la batalla de Gamonal en Burgos, también ganada por los franceses.

Enseguida se extiende la noticia de la llegada de Napoleón a Valladolid, y hay una gran desbandada demográfica: hasta la Chancillería se traslada a Ávila. El Emperador va hacia Madrid, y durante  su regreso a Francia persiguiendo al Ejército hispano-inglés, pasa por nuestra ciudad.

Antes de esto se estaba instalando frente al Palacio Real (en la Plaza de San Pablo, también conocido como Capitanía) un templete para que Napoleón revisara sus tropas, pero unos “hombres enmascarados” (guerrilleros locales)  hacen parar el trabajo de los operarios y a destruirlo durante la noche del 26 de diciembre. Y 4 días después se decide desmontar el templete por completo.

Napoleón llega con unos 50.000/ 60.000 efectivos, aunque no todos se instalan en la ciudad. El día de Reyes, el 6 de enero, a las 4 de la tarde llega a Valladolid. Entra por el Puente Mayor y se aloja en el palacio Real (edificio también conocido como Capitanía, en la Plaza de San Pablo). El día 7 recibió a las autoridades y los “amonestó a todos para que aconsejen tranquilidad” ordenando prender y ejecutar a los que considera “revolucionarios”.  Detienen a unas 18/ 20 personas, y el emperador se muestra magnánimo en su ejecución. Esa noche aparece un soldado imperial francés en el interior del pozo de la huerta del convento de San Pablo. Napoleón decreta la supresión del convento el día 8, y el hortelano se culpa del crimen tras una amenaza colectiva. Y aunque nadie se creyó que esto lo pudiera hacer una sola persona, el hortelano también fue ejecutado. Aunque se desconocen los verdaderos culpables, se sospecha que hubo gente implicada de varias tendencias.

Otros detalles de este enfrentamiento fueron los usos que hicieron los galos en varios edificios y estamentos de la ciudad:

        Parada: Debido a la gran cantidad de soldados de ambos bandos, la ciudad debe soportar mayor cantidad de población para todo.

        Fonda: La ciudad es un camino de paso hacia otras zonas.


        Hospital: Llegan muchos soldados galos a intentar recuperarse, y muchos a morir. Ya no sólo de esta zona local sino como ocurrió el 2 de octubre de 1809 “entraron por la noche más de 2000 heridos y enfermos de Madrid con mucha oficialidad” .


Aparte de estos datos reconocidos oficialmente, en los conflictos armados se sabe que siempre hay otras cosas aparte. En este caso los franceses pedían dinero de forma constante grandes sumas en muy poco tiempo y también se quedaban recursos de varias instituciones. Además también se incautaban oro y plata de cualquier sitio, sobre todo de la iglesia.

Pasa lo mismo con las raciones de comida, lo que llamaron “licor de Valladolid”, uniformes enteros y camas.


Hay que mencionar aparte a la soldadesca. Además de hacer lo mismo que sus superiores civiles y militares, robaban en las huertas: llegando a destrozar campos incluso en las épocas de hambruna.

A todo esto hay que añadir la presencia del ejército inglés.

El día 16 Napoleón ordena el reconocimiento oficial de su hermano José I como rey de España en el Palacio del Pardo.


A las 6 de la mañana del 17 de enero de 1809 Napoleón y su ejército se van hacia Burgos. Se escribió “cuyo viaje hizo a caballo con gran celeridad” y se sabía que Centro Europa estaba muy revuelta.


La guerrilla

En situaciones tan complicadas, en las que había más gente y menos organización general, llegan el hambre y la necesidad: en el año 1812 hay hambrunas auténticas.

Aparte de esto, como en cualquier guerra, hay trabajos gratuitos de todo tipo, robos de bestias de carga y aperos, tala indiscriminada de árboles a falta de mejores maderas…. Y documentación y obras de arte. 


Los franceses intentaron controlar la situación y a la gente por todos los medios, muchos paisanos locales deciden enfrentarse a ellos organizándose de varias formas: unos “echándose al campo” combatiendo como guerrilleros, y otros observando y proporcionando información tanto a sus compañeros como al ejército.

Los guerrilleros logran poner a una mujer, Rosa Barreda, como amante del general Kellermann responsable del VI Gobierno. También intentaban conseguir información la policía y la Junta Criminal de Vigilancia, pero fracasaban.


El año 1810 fue muy revuelto en varios temas. El 21 de enero los franceses capturan al guerrillero conocido como Capuchino,  “comandante famoso de una de las cuadrillas tituladas, con otros 14 de su compañía”.

Conviene destacar que los franceses los consideran “bergantes” (ladrones de caminos), y para los españoles son “cuadrillas” de carácter militar.


Se detiene a muchos guerrilleros, y también se conoce cómo andan a cualquier hora por la ciudad. Pero aun así la colaboración es mutua: la gente ayuda a la guerrilla con medios e información, y la guerrilla reparte justicia al tiempo que motiva la resistencia frente a los galos.

Lo peor llega en 1811. Se aprensan y ejecutan a muchos guerrilleros, y en respuesta hay guerra. Martín Díaz “El Empecinado” dice claramente, incluso mediante papeles pegados en muchos sitios, que nadie se podía mantener neutral.

A todo ciudadano que puede empuñar un arma sin estar integrado en una cuadrilla o en el ejército regular se llega a tomar por “desertor” o incluso hasta “traidor” si llega a colaborar con los enemigos.  A quien se capturase en cualquiera de las 2 situaciones se le marcaba la cara con un hierro candente (como a los animales) la “D” de disperso o la “T” de traidor: el primero tenía la posibilidad de incorporarse al ejército o la guerrilla en un plazo de 3 días mediante amenazas y pérdida de su patrimonio, incluso el de su familia; el segundo nada. 


La sociedad española está dividida entre los que luchan por su tierra y los colaboracionistas afrancesados, estos últimos lo eran por diversas razones: convencimiento, necesidad, interés…


Al mismo tiempo, y aunque sea contradictorio, los 2 ejércitos cuentan con gente proscrita del bando contrario. Esto pasaba en toda la Península y era habitual tanto para huir del enemigo como para llegar a ocupar puestos libres por los cambios de situación general de sus anteriores dueños. Además hay que añadir que en la guerra y en todas las facetas de la sociedad y de la vida por aquel entonces ya se empieza a “valorar” en serio los comentarios ajenos y “el qué dirán”, tanto si se dice la verdad como si no.


Política y sociedad

Por esta época hay muchos cambios. Según va avanzando y acaba la guerra, surge el enfrentamiento los liberales y los estamentales.

Cuando se asientan los franceses lo primero que cambian son las autoridades, reducen y hasta eliminan conventos… Aunque lo más destacado es el 30 de julio de 1812 el ejército español liderado por Marquínez y el anglo-luso por Wellington consiguen echar a los franceses de Valladolid. El 14 de agosto los galos recuperan la ciudad, se les vuelve a expulsar el 7 de septiembre y logran volver el 29 de octubre.



Aunque el 19 de marzo se aprueba en Cádiz la Constitución española más conocida hasta tiempo después, y ésta Carta Magna es conocida como “la Pepa” porque ese día es el de San José, también se proclama una Constitución en la capital del Pisuerga. Es el día 8 de septiembre en la Catedral, y además el fraile catedrático de Teología de la Universidad Manuel Martínez pronuncia un discurso religioso- político de apoyo total con lápida conmemorativa en la Plaza Mayor.

Los franceses, a su vuelta, no consideran “la Pepa” un texto constitucional y proclaman nuevamente el Estatuto de Bayona. José I, hermano de Napoleón Bonaparte y más conocido por “Pepe Botella”, trae la Corte y vive aquí del 23 de marzo al 3 de junio y se va de la ciudad por el ataque de la alianza de los ejércitos español, inglés y portugués. 


Se convocan elecciones en la ciudad para el 28 de octubre de 1812, pero no se pueden celebrar porque los galos recuperan otra vez la ciudad. Tras su expulsión definitiva, el 28 de julio de 1813 se inicia el proceso electoral según Instrucción de 1810: elección indirecta en tercer gradúen la que “se juntaron los electores o vocales de las parroquias de esta ciudad y pueblos de su partido en las Casas Consistoriales, presidiendo el Gobernador y el Obispo; presentaron sus credenciales, se revisaron y aprobaron sus nombramientos”. Tras la misa celebrada en el Ayuntamiento por el obispo “a puerta abierta se hizo la elección de doce vocales”, que “se retiraron a conferenciar, y después entraron, votaron y, por mayor número de votos, salió diputado de esta ciudad y partidos Juan Antonio Gala, vecino de Castronuevo”. El primer diputado de la ciudad de Valladolid fue el juez de la chancillería Pedro Lapuerta. Se repiten elecciones provinciales para elegir 4 nuevos diputados para las Cortes Extraordinarias de Cádiz. Aunque estas Cortes se disuelven y se convocar unas nuevas ordinarias.

Hasta la elección de los últimos 4 diputados provinciales, a Valladolid la representaba Evaristo Pérez de Castro.


El 23 de agosto comienza un nuevo proceso electoral, y los nuevos diputados nacionales son:
        Ugarte (ex rector y canónigo).
         Moyano (líder político).
         Alonso González (vecino de Puebla de Sanabria).
        Juan Andrés Temes prado (catedrático de cánones de la Universidad).
        Jacinto Maldonado (Medina).
        Félix Prieto (Rueda).
        José Pestaña (sacerdote de Margones).
        Pedro Regalado romero (Juez de la Audiencia).
        José Antonio González (Peñafiel).
        Joaquín Argüello (abogado de Valdenebro).


La época conservadora

Entre los años 1814 y 1854 es mayoría las ideas conservadoras alternadas de vez en cuando: muestra de lo segundo fueron los Trienios Liberales, que fueron entre los años 1820/ 1823 y a finales de esta década. En el caso de Valladolid la tendencia conservadora comienza hacia 1843 y llega a iniciar en todo el país lo que se conoce como Década Moderada (1844- 1854).


A principios de 1814 Francia libera al rey Fernando VII “el Deseado”, y se vence a Napoleón: todo esto se celebra a lo grande mediante cohetes, sonar de campanas, luces especiales toros y también funerales por los caídos. 


Pero esta situación dura poco. El jueves 12 de mayo varios paisanos quitan y destrozan la lápida de la Constitución de la Casa Consistorial a las 6 de la tarde, y también queman un ejemplar d la Constitución públicamente en el sitio de los suplicios echando sus cenizas al río. La lápida del Ayuntamiento la cambiaron por otra en la que ponía: “Real Plaza de Fernando VII. Amor y Lealtad”.


Hay problemas para los 2 bandos. A pesar de la influencia directa del obispo, el afrancesado sacerdote José Vinuesa, ex presidente de la Junta Criminal (Tribunal Político) es capturado y a las 3 de la madrugada del día 14 de mayo le comunican su castigo: pese a su edad avanzada (80 años) y mal estado por los malos tratos recibidos en prisión, al mediodía lo ejecutan en el garrote vil instalado en el Campo Grande.

El 17 de mayo detienen al Catedrático de Cánones de la Universidad y Ex-Rector  Juan Andrés Temes Prado por sospechas de ser liberal, y a otra mucha gente se su misma tendencia les pasará lo mismo.

Y resulta curioso que estas 2 primeras personas represaliadas fueran clérigos, lo que revela que en la institución religiosa había diversidad de opiniones.



En la organización política se intenta que en los ayuntamientos estuviera la misma gente en sus respectivos puestos de antes de 1808, y en esto interviene desde el cargo más importante- el marqués de Lazán, Grande de España- hasta el último portero municipal. Se nombra corregidor al juez José Bargas, y posteriormente a Vicente Martín y a Cesáreo Gardoqui desde 1815. En los 2 tiempos citados eran pocos concejales, llamados entonces regidores, y se añadieron más: Abril, Hermoso, Mata, Maroto y Ceballos. Por los constitucionalistas se mantiene Tomás Barrasa.



La Iglesia recupera la Inquisición, cuya casa ardió durante 3 días desconociendo quién o quienes pudieron hacerlo y tampoco sin intentar apagar el incendio. Se permite la vuelta de los jesuitas, expulsados por orden de Carlos III. Las órdenes religiosas son autorizadas nuevamente y recuperaron sus posesiones, pero muchas quedaron muy dañadas por la guerra. Los Franciscanos inician esta nueva etapa liderados por el General de la orden Fray Cirilo Alameda, Grande de España de primera clase.

Durante los 6 años siguientes se encuentran reuniones de capítulos y documentación similar de la gran mayoría de las órdenes religiosas con sede aquí. Pero también había ideas anticlericales que a principios de mayo de 1808 roban “copones con sus formas” en 4 iglesias parroquiales, y pese a las investigaciones tampoco se llega a saber quién lo hizo.


La economía se dedicó principalmente a intentar recuperarse de la guerra en general. Como siempre, hay muchos daños materiales y no hay recursos. Y todas las haciendas están agotadas sin ganas tampoco de recaudar.

Pero cuando los ejércitos menguan tras la guerra, hay mucha población civil armada que
“no se aprestan a desmovilizarse”. Los guerrilleros entrar oficialmente en los cuerpos regulares. Y el ejército no quiere perder efectivos porque muchos de sus soldados no quieren regresar al pueblo, ni los considerados “oficiales regulares” admitir gente sin abolengo y que piensan que aumentan de más la institución militar.



La llegada del tiempo liberal

Aunque aquí se conocía que el rey Fernando VII juró la Constitución en Cádiz y el pronunciamiento de Riego, el 10 de marzo de 1820 es cuando se proclama el régimen liberal tras conocerse que Zaragoza y Galicia hicieron lo mismo.

En la tarde de ese día “una gran parte del vecindario, reunido en la Plaza Mayor, comenzó a dar vivas a la Constitución, aclamaciones que repitió toda la tropa de la guarnición, que para este fin desfiló delante de las Casas Consistoriales”, “ni in insulto ni una amenaza; los vencedores fueron generosos con los vencidos”. La jura de la Constitución fue al día siguiente, y la proclamación solemne fue una semana después en la catedral.


El gobierno vigente se cambia por una Junta de Gobierno liberal, y la Corporación municipal recupera sus escaños tras su cese en 1814.
El capitán general Carlos O´Donell no es muy partidario de la situación actual, y le sustituyen por el conde de Montijo y a su lado Juan Martín “el Empecinado”. Así se intenta la lealtad total del ejército y el reconocimiento oficial a otro tipo de militar: el tradicional lo era por tradición familiar en muchas ocasiones y por abolengo (nobleza), y este nuevo tipo de militar lo era por sus méritos propios en combate además de por conveniencia o necesidad.

Por la división de poderes, parte de las obligaciones políticas del capitán general pasan al puesto de nueva creación de jefe político, posteriormente llamado gobernador civil. Ocupan este cargo: muy poco, el militar Luis del Águila, Pedro Clemente Ligues (trasladado a Ciudad Real en 1822), De forma interina el primer alcalde liberal Pedro Domínguez (sustituyendo al absolutista Cesáreo Gardoqui) y José Fernández Queipo.

Los alcaldes liberales constitucionales de la época fueron Pedro Domínguez, Pedro Pascasio Calvo y Pedro Cuesta. Como refuerzo de la alcadía se nombra corregidor a Antonio Busch en los últimos tiempos liberales y la creación de tendencias realistas.
El 21 de mayo se celebran elecciones a cortes, y salen elegidos: José Ramón Cid natural de Aguilar de Campos, y magistrado en Zaragoza), Francisco Ramonet (nacido en Valladolid y brigadier del ejército), Gabriel Ugarte Alegría (maestrescuela de la Catedral) y como suplente León Gil Muñoz (natural de Villalón, y oficial de Hacienda).

Como diputados provinciales salen electos: Juan Andrés Temes (liberal depurado), Juan Pestaña Cura de Manganeses), José Antonio González (natural de Peñafiel), Juan Antonio Quijada (natural de Villagrá), Alonso González Rodríguez (natural de Puebla de Sanabria –Zamora-), Santiago Conde Bravo (natural de Cigales), y Tomás Rodríguez (natural de Olmedo).Y aunque se repiten las elecciones entre los días 16 y 18 de julio tras recurrirlas “por no haberse observado la normativa”, los resultados son los mismos excepto con Juan Andrés Temes, quien  fue elegido en las cortes diputado nacional “por la provincia de Galicia”: en su lugar se elige al canónigo de la catedral Fernando Macho.

Los nuevos gobernantes crean la Milicia Nacional para asentar su proyecto de gobierno liberal. Es un cuerpo de voluntarios hombres de entre 18 y 50 años de clase media / alta: “con tal que no pertenezcan a la clase de jornaleros, empleados o hubiesen sido criminalmente procesados”.



Guerrillas realistas


Con el tiempo las 2 tendencias políticas se afianzan más.

El 21 de diciembre de 1820 el coronel del ejército Antonio Terán lidera a 7 compañías y un escuadrón (unos 700 hombres) para defender el régimen anterior.

Los liberales deben buscar apoyo social, y para eso crean  sociedades patrióticas: clubs políticos que posteriormente se convertirían en partidos. Fundan los “Amigos de la Constitución”.

Cada uno de los bandos tenía prensa que les apoyaba. De tendencia liberal: “Diario de Valladolid” (1820), “Lamentos políticos del Pobre Holgazán” de Antonio Miñano y el “Liberal Silenciosos o la Rana Seriphia” (1821-23).   Y de la contraria destacan el semanario “Defensa Cristiana Católica de la Constitución Novísima de España” (entre los años 1821-21 y 1823) redactado y dirigido por el dominico José Ventura Martínez;  Y también el semanario “Diálogo entre el Tío Machucho y don Liberio” (1823).


Desde el año 1822 las 2 tendencias políticas se radicalizan.

Los partidarios realistas más acérrimos vuelven a “echarse al campo” como guerrilla, sobre todo en Cuaresma crece su cantidad de efectivos como consecuencia de más devoción religiosa y/ por penitencias impuestas en el confesionario: “los facciosos en partidas recorrían algunos pueblos de esta provincia”. El ya conocido Cura Merino se sitúa “al frente de más de cien facciosos”.

También destaca en este bando Agustín Alonso Rubio alias “Rojo Valderas”: era osado y muy valeroso pero de conducta “poco justificada” siendo bandolero, llegando a aterrar la zona de Tierra de Campos. Junto a unos 50 jinetes exige “injustas exacciones” a gente tomada por liberal. Le atrapa una alianza de ejército y milicia, lo llevan a Valladolid y lo ejecutan mediante el garrote vil el 12 de febrero de 1823.


Pese a los problemas internos del liberalismo patrio, este gobierno no cae ante su oposición sino frente al ejército absolutista francés: los “Cien Mil Hijos De San Luis”.

El mayor cargo político de la ciudad, Antonio Busch, toma ciertas medidas para enfrentarse a los galos pero mucha gente no obedece.

El 27 de abril de 1823 entran las tropas realistas por las puertas de Santa Clara a las 3 de la tarde lideradas por el brigadier Jerónimo Merino, alias “Cura Merino”.  Según las crónicas, pese a la lluvia “salió bastante concurso a recibirle”. Y con esta situación política tan revuelta se vuelve otra vez al absolutismo, causada entre la indiferencia y la adaptación.

Desde este año llega uno de los períodos más tristes de la historia de la ciudad. El rey Fernando VII descompone el ejército español apoyado para esto por el ejército francés, tras haberlo tenido preso. Se sabe que esta situación comienza en abril de 1823, en octubre se produce la liberación del Fernando VII: durante este tiempo hay un gobierno / regencia dirigido por el canónigo Víctor Damián Sáez. Se puede considerar que se forman 2 bandos: los absolutistas apoyados por el rey  y el ejército galo, y los “malos españoles” contrarios a esta situación y calificados así por el entonces alcalde de Valladolid Justo Pastor Pérez. Todo esto dura hasta la primavera de 1828.

Como se repite a lo largo de la historia en situaciones revueltas, hay cambio de autoridades. Vuelve Carlos O´Donnell como Capitán General de Castilla la Vieja. Sigue de alcalde Justo Pastor Pérez, y el nuevo obispo será nombrado  oficialmente el 22 de diciembre el 22 de diciembre de 1824: Juan Baltasar Toledano. Estos cambios afectan a toda clase de puestos.

Lo primero que se hace es el mantenimiento del ejército. Tras la construcción de arcos triunfales y festejos de recibimiento, se impone al pueblo una contribución extraordinaria de 200.000 reales para “equipamiento y manutención” de la tropa, que por entonces contaba con 13/14.000 soldados.

Después hay un total control y posterior eliminación de la prensa. E alcalde Pastor Pérez, en un escrito enviado de adhesión a la Regencia, considera que quienes piensan como él son “fieles y leales españoles” y que los liberales son “hijos expúreos de la Patria y hombres indignos del nombre de españoles”. Y también se usa la religión: el alcalde habla de la “España católica y religiosa”. Los obispos opinan lo mismo y quieren un gobierno “religioso, sabio, prudente y enérgico, que derrocase con manos fuertes la funesta anarquía y consolidase el altar y el trono sobre los sólidos fundamentos de la Religión del orden y de las buenas costumbres”.

La nueva alcaldía convierte a “el Rojo Valderas” en símbolo político local. Trasladan sus restos desde la ermita de San Isidro a la iglesia de San Andrés con toda solemnidad, oficia la misa el dominico (y posteriormente nombrado obispo) Francisco Puente y sobre su tumba se pone la siguiente lápida: “(…) héroe castellano, que por su ardiente amor por la Religión y el Rey fue víctima”.

Comienza la persecución de liberales. Algunos constitucionales que ocuparon puestos en la Milicia Nacional que fueron hacia Ciudad Rodrigo (Salamanca) fueron apresados por O´Donnell al año siguiente, y quienes se quedaron fueron castigados por el pueblo con el permiso general de las autoridades locales. Consta como prueba el testimonio del testigo Hilarión Sancho sobre uno de estos días: “el 24 de junio varios alborotadores, que hacían de capataces, como “Carabina”, “Autillo”, “Mosca”, los “Paparrandones” y otros, predieron en veinticuatro horas, 280 personas, que fueron llevadasal Colegio de Santa Cruz”, quienes fueron liberadas “poco a poco”.  Y también otras veces, como el 13 de mayo de 1824 a la vuelta de la romería de San Pedro Regalado “fueron golpeados algunos constitucionales que venían de la fiesta” por algunos absolutistas. El nuevo alcalde, y corregidor, Pedro Domínguez (anteriormente liberal)) el capitán general O´Donnell y sus partidarios mantienen esta situación:
“los liberales son tratados inhumanamente; no respetaron ni edad, ni sexo, ni condición alguna”. Y otro ejemplo similar fue el de Cesáreo de Gardoqui, a quien el alcalde Pedro Pérez y los suyos chantajean porque “su vida está en peligro” pidiéndole grandes sumas económicas “para costear obras públicas” llegando a dejarle “viviendo de prestado”. Y pese a la denuncia de estos hechos “Valladolid sufrirá el yugo del célebre corregidor”.  




El rey Fernando VII llega a Valladolid el 21 de julio de 1828.Su idea principal es reforzar su ejército procedente de Cataluña. En esta situación empiezan las diferencias entre realistas exaltados (carlistas) y moderados (fernandinos) desde el año 1826.  Y como era frecuente desde 1814 la carroza que le llevaba no era tirada por animales (caballos o mulas) sino por hombres sin llegar a saberse el motivo por el que “de su carroza tiraban realistas de artillería de esta ciudad”. Hubo cambios de autoridades: Vicente Quesada, capitanes generales, el duque de Castroterreño.


Los realistas llegan a ser desarmados. Grupos de estudiantes universitarios y de liberales se mueven hasta desafiantes por la ciudad luciendo como símbolo anticarlista “cintas azules en el sombrero”.



La situación social y económica empieza a mejorar algo con el comienzo del funcionamiento del Canal de Castilla hacia el año 1837.

A esta situación también se añade la posible reacción carlista, Y guerra civil en el País Vasco. Y las tropas que avanzan hacia el norte dejan a su paso una epidemia de cólera.
También es necesario reclutar a mozos, y vuelven las llamadas Milicias Urbanas. Además de todo esto también destaca en este ambiente tan revuelto el Cura Merino, don Basilio (con sus hasta 3000 facciosos y 300 caballos), el Conde Negri…. El peor momento de esta situación llega tras el verano de 1837: hay una nueva Constitución,  desamortizaciones principalmente de edificios religiosos, y los carlistas parten de sus asentamientos del norte y de Cataluña hacia Madrid.

En Valladolid se asienta el comandante general de Castilla la Vieja Zariátegui, de tendencia carlista. En el fuerte de San Benito se guarda lo más valioso de la ciudad. Ambos bandos cuentan con bastantes voluntarios entre la población. Parece que los liberales tienen más seguidores, y los carlistas deben retirarse por la llegada de más tropas liberales.

Los grupos realistas alteran la vida cotidiana llegando a repercutir en el desarrollo del comercio y otras actividades profesionales, aunque sin llegar a la situación de hambruna de 1812.

En la Desamortización (venta de bienes nacionalizados de la Iglesia) interviene personajes locales sin importar el origen de sus bienes. Este proceso comenzó en el Trienio Liberal. Desde 1823, cuando regresa el absolutismo, se decreta la devolución de lo comprado, pérdida de lo pagado y represalias político-sociales. En estas circunstancias es como varias familias importantes locales comienzan así su importante patrimonio.

Desde 1837 varios vallisoletanos liberales empiezan con objetivos de tendencia conservadora. Desde 1840 hay tendencias diversas dentro del partido liberal con el pronunciamiento progresista de Espartero. Desde 1843 se reconoce oficialmente un Partido Progresista y un Partido Moderador.

Se forma en la ciudad una Junta de Gobierno que controla la situación hasta que se forme un gobierno que se considere legal en Madrid. Algunos de los miembros de esta Junta son Miguel Sanosiaín (presidente), Francisco Agustín Silvela (vicepresidente), Claudio Moyano Samaniego (rector de la universidad) y posterior ministro), Gregorio Barahona, Pelayo Cabeza de Vaca, Manuel Joaquín Tarancón, Juan Ulloa, Domingo Gutiérrez Calderón, Juan Ramón, Manuel Fernández Víctores y José María Cano (secretario). Así se mantiene la ciudad durante 10 años.


Hacia 1848 se asienta bastante la población hasta llegar a los 21.800 habitantes, y en 1860 se llega a los 43.400. Este aumento demográfico se debe a gente procedente de otras zonas en busca de trabajo y lo consiguen durante unos 10 años.

Este progreso, que se mantiene hasta 1865, se basa en:

  • REVOLUCIÓN DE LOS TRANSPORTES: El Canal de Castilla gana actividad desde el fin del ramal de Medina de Rioseco: así se transportaban trigo y harinas al puerto de Santander, y desde allí llegaban productos ultramarinos.


Otro medio de transporte determinante fue la llegada del ferrocarril. Con su construcción (quiebras incluidas) hubo mucha actividad general apoyada frecuentemente por la burguesía local. Así se va sustituyendo el transporte de carga y de personas en carros de tracción animal a vehículos a motor con sus propios senderos determinados.


La subasta del primer tramo de este nuevo medio de transporte se celebró  con una calle nueva, la del 20 de febrero. La primera locomotora llega aquí el 8 de julio de 1859 procedente de Venta de Baños (Palencia). En 1863 se logra traspasar el Guadarrama, en 1866 se acaba el tramo Alar del Rey- Santander. Estos avances en el ferrocarril conllevan el declive del Canal de Castilla como medio de transporte y comunicación.


Las autoridades provinciales también apoyan la construcción de caminos vecinales, precursores de las carreteras para comunicarse mejor con las estaciones de trenes. En 1862 se poya también desde la Diputación otra red provincial: se conectan 13 líneas provinciales procedentes desde la capital hacia las 2 Medinas: del Campo y de Rioseco.

Con estos avances también se beneficia el servicio de Correos. Desde 1860 “todos los pueblos de España tienen correo diario”, y gracias a esto es cuando la provincia dispone de prensa diaria: “El Norte de Castilla” se funda en 1854 y en 1857 se empieza a distribuir por el ya citado servicio de Correos.


Desde el año 1844, además de fundarse la Guardia Civil, Valladolid tiene telégrafo óptico (que funciona a través de verse la luz) pero con muchas limitaciones. Y ya en el año 1857 se instala el nuevo tipo de telégrafo eléctrico en las oficinas de gobierno. Poco después se va extendiendo a las principales zonas de la provincia: un ejemplo de esto es el uso que hace la empresa harinera de este sistema de comunicación para sus ventas y comunicación total con otros mercados.

Aunque esto también tiene ciertas desventajas locales. A la vez que se mejoran las comunicaciones, estos avances son un fuerte golpe de competencia para la industria local. Al tiempo que se beneficia la industria agrícola, el comercio y la industria local pierden mucho con estos avances en los transportes ya que así llega más género de fuera.

Se funda el Banco de Valladolid en 1856 con capital procedente de comerciantes y harineros locales. En 1864 llega una gran crisis tanto agraria como por una gestión inadecuada. Y en estos tiempos también surgen el Crédito Castellano en 1862, y en este año de la crisis agraria de 1864: Asociación de Crédito Mutua, Unión Castellana y la Sociedad del Crédito Industrial, Agrícola y Mercantil (S. C. I. A. M.). Con esta bonanza económica hasta se producen inversiones extranjeras, sobre todo francesas. Y los principales sitios económicos españoles llegan a ser, por este orden: Madrid, Barcelona y Valladolid.


En la agricultura estos cambios se notan en las desamortizaciones, una de las más conocidas fue la de Madoz en 1856 y que llegó a afectar tanto a la ciudad ( se desamortizan 537 fincas urbanas, incluyendo entre ellas viviendas y conventos) como a la provincia (afectando sobre todo a bienes concejiles). Estas desamortizaciones y el cambio de la llamada “casilla” o “casa molinera” hacen que cambie el asentamiento demográfico en la capital porque ya desde 1860 en los sitios que ocupaban este tipo de viviendas y recintos se empezaban a construir viviendas de 3 plantas y de hasta de más de 4.


  • CAMBIOS SOCIALES: Hasta 1840 la sociedad estaba compuesta en lo social y profesional así: 17% de clase media/ alta, 54% profesiones intermedias y 11% de puestos medio- bajos.

Estos cambios se notan principalmente en las industrias que requieren transporte de mercancías y personas. Destacan entre estos sectores la industria textil y la harinera, además de los evidentes empleados de transportes.

En la agricultura hay pocos cambios productivos. A quienes más se notan los cambios es a la clase obrera y el comercio. La industria harinera se convierte en parte de la nueva burguesía.

Surgen los primeros barrios obreros, como el de San Andrés para los ferrroviarios. Así se cambia también el modelo de construcción de las viviendas: Ya no son del tipo palacete con “la zona principal” para los señores de la casa, sino que se construyen en horizontal en barrios como el anteriormente citado.


Salvo en episodios aislados como el Bienio o La Gloriosa, se puede decir que la sociedad de entonces estaba más tranquila que la anteriormente conocida. No había movimientos obreros organizados, aunque sí algunos grupos considerados marginales que ocasionalmente preparan un motín en 1856 e incluso tratan de hacer una revolución en 1868, pero sólo se quedan en altavoces de otros grupos sociales.

El Bienio Progresista (1854-1856) surge durante el último gobierno del Conde de San Luis en la llamada Década Moderada. Lo empiezan varios parlamentarios, y posteriormente se pronuncian los militares Dulce y O’Donnell para evitar un importante desorden social. Aunque también se añade el general Espartero y unas ideas de contexto social reflejadas en el Manifiesto de Manzanares del 6 de julio de 1854 que provoca revueltas en las calles: el 14 de julio en Barcelona, el 15 en Valladolid, el 16 en Valencia…

En Valladolid lidera este movimiento el comandante de infantería Pedro de la Cuesta. Se forma una Junta Provincial de la Provincia de Valladolid  como organismo político. De este ayuntamiento sus primeros alcaldes fueron Calixto Fernández de la Torre y después José María Cano. Fue nombrado gobernador Nicolás María Rivero, y entre los miembros de esta institución también está el publicista Eustaquio Gante. A consecuencia de esto, el gobierno presidido por Espartero concede a la ciudad el título de “heroica” y al consistorio el tratamiento de “Excelencia”.


LOS MOTINES DEL PAN


En este clima de fundación de la Constitución hay un tema destacado, la religión.

Los católicos más activos hacen una gran campaña de recogida de firmas. Y también se manifiestan problemas tras el concordato con Roma de 1855  que permitía la desamortización y normalizar las relaciones Estado- Iglesia.

Se declaró la guerra en Crimea (Rusia) entre 1854/1856. Esto hace que el trigo procedente de allí que llegaba por el puerto de Sebastopol muy bien de precio mediante el mar Mediterráneo no llegue a España. Esto le beneficia al agricultor local para aumentar sus ventas. De esto viene el dicho: “agua, sol y guerra en Sebastopol”.

En junio de 1856 se produce el llamado “motín del pan”. Tras un invierno duro la enfermedad del cólera morbo empezaba a llegar a la zona, y muchos jornaleros sin trabajo fingen ser mendigos. El Ayuntamiento vuelve a imponer la contribución de puertas. Los compradores de grano logran que el precio del pan siga subiendo. Y además el ayuntamiento se ve obligado a hacer una enorme derrama de 759.000 reales a las clases más pudientes.

El domingo 22 de junio hacia las 7 de la mañana la vendedora de pan Ramona Maese sube descarada y públicamente el precio del pan valiéndose de que había poco. Una de sus clientas llamada la Madrileña protesta por esta situación, y se la unen varias compradoras más. Por esta situación de carestía y abuso se concentran aproximadamente 200 mujeres frente a las Casas Municipales.

A esta concentración se va sumando cada vez más gente y el alcalde se refugia en el Ayuntamiento. Se recurre al gobernador, pero pese a las buenas palabras la situación se mantiene y decide huir. No aparece la Milicia Nacional, se cree que porque se identifican con esta protesta. El gobernador huye intentando llegar hasta San Benito, ya que entre sus variados usos también fue cuartel. Durante el trayecto recibe un golpe tras perder el sombreo y alguien le da un navajazo en un muslo, pero esta herida no fue más seria porque “la navaja tropezó con la petaca, llena de cigarros puros, que llevaba en el bolsillo del frac, la cual impidió que la herida fuese grave”. El pueblo amenazaba con “echarlo al foso”, y ayudado por 2 paisanos se traslada a una casa vecina.

La Milicia Nacional se concentra “lenta y parsimoniosamente”. La concentración pública va hasta las fábricas de harinas al considerarlas responsables del precio del pan. Al gerente de una de ellas, Antonio Meta, y a otra gente que estaba allí los arrastran. Después también asaltan las casas de los principales fabricantes harineros: Centi, Semprún, Iztueta, Lecanda, Aldea, Viuda de Alegra,… Se reúnen varios concejales (Guerra, Foronda, Landeta y Peirén) para intentar controlar la situación y ordenar distribuir pan en los mercados. Las autoridades civiles, apoyados por el comandante de la Milicia Nacional que intenta convencer a los amotinados, otorgan la autoridad al capitán general Joaquín Armero. Ya decretada la ley marcial “poco a poco se fueron conteniendo los excesos hasta restablecer el orden, sin derramamiento de sangre”. A las 2 de la tarde ya había pasado todo, con varios arrestos. Y en el consejo de guerra celebrado condenan a muerte a 23 personas (entre ellas 2 mujeres): las ejecuciones mediante fusilamiento son frente a las harineras incendiadas y delante de sus propietarios. Y mucha más gente condenada a prisión.

Con situaciones así, las revueltas populares ya no son únicamente por temas políticos, sino también por motivos económicos y sociales. Hay opiniones sobre esta situación que la promueven los carlistas para perjudicar al gobierno, y también se cree que son revolucionarios procedentes de fuera de la zona (obreros catalanes, valencianos y aragoneses).







La primera huelga general en España fue en 1855. En el verano de ese año el militar O¨Donnell recupera el gobierno anterior de la Constitución de 1845 tras un nuevo golpe de estado despojando a Espartero del poder. Se calma la situación y se recupera la industria harinera local.

Hasta 1863 se vive una auténtica prosperidad. O´Donnell consigue liderar un gobierno de tendencia intermedia entre conservadurismo y progresismo con la ayuda de la Unión Liberal. Valladolid está regida por los alcaldes Nemesio López y Juan Sigler, teniendo como gobernador a Cástor Ibáñez de Aldecoa.   De esta situación más calmada la ciudad y su clase acomodada se benefician con  la Exposición Castellana de 1859, la apertura del Guadarrama para el ferrocarril hacia Madrid en 1863 y se fundan los dos primeros diarios: “El Norte de Castilla” en 1856 y “La Crónica Mercantil” en 1863. También se funda en 1860 el diario “Unión Castellana” que trata sobre temas regionales. Tal es el progreso de la capital que cuenta con su Universidad, Arzobispado, Capitanía…En el ámbito cultural se cierra el Teatro de la Comedia en 1861, se levantan el Lope de vega ese mismo año y el Calderón en 1864.



Pero la situación empeora tras la crisis de 1864 por el hundimiento del Banco de Valladolid y las pésimas cosechas de cereal de 1865. La ciudad se llena de jornaleros en paro que van a los conventos buscando la “sopa boba”, y las organizaciones caritativas Cocinas Económicas se ven desbordadas.

Entre las clases más acomodadas esta situación se convierte en quiebra: hay descalificaciones públicas intervenciones judiciales, condenas…Y aquí comienza una realidad tristemente habitual: cuando Castilla llega a pedir ayuda al gobierno central padece el llamado “regionalismo discriminado”, en esta ocasión para que la ayuda que se necesite aquí vaya para Cataluña.

Esta situación entre regiones se va complicando. Se prohíbe cualquier tipo de reunión pública. El control a la prensa llega al extremo de que el progresista dueño de El Norte de Castilla, Francisco Miguel Perillán, es detenido, deportado a Cádiz e incluso se teme realmente por su vida. Y este mismo destino le esperaba a la gente de su mismo ideal progresista.


El 28 de septiembre de 1868 la marina de Cádiz, apoyada por tropas de tierra lideradas por el general Prim, se pronuncia y llega a destronar a la reina
Isabel II. Este general dice “jamás, jamás, jamás” a los Borbones. La noticia de estos hechos llega a Valladolid al día siguiente. Esa noche fue muy tensa porque los representantes de los Partidos Demócrata y Progresista se reunieron con las autoridades locales (de tendencia isabelina) para intentar problemas serios entre la gente. Esta situación la apoyan los mandos políticos, pero no ciertos militares: el Capitán General Calonge con algunos militares se van de Valladolid hacia Burgos, y el General Orozco lidera a otro grupo que se une a revolucionarios al grito de “viva la soberanía nacional y la libertad”.

En esta situación tan revuelta una Junta Revolucionaria vuelve a asumir el poder como en otras ocasiones, pero ahora de forma más tranquila para todos.

Según relatan los diarios El Norte de Castilla y La Crónica Mercantil, la ciudad sale a la calle aclamando a los insurrectos el 30 de septiembre y días después hacen lo mismo cuando vuelven jefes militares rebeldes como el coronel Eulogio González, el comandante Lagunero y a Emilio Castelar en su fugaz visita.

La Junta Revolucionaria liderada por Genaro Santander promueve “la libertad más omnímoda” con un discurso de sus logros:   
En 1868 comienza el llamado Sexenio democrático. Por primera vez no hay dinastía, se disuelve la Compañía de Jesús  y se intenta conseguir un estado democrático. También se toman otras medidas: deponen públicamente al Capitán general de Castilla Calonge, liberan a los presos políticos, Milicia nacional voluntaria, abolición de la contribución de consumos, desestanco de la sal y el tabaco…Este tiempo de exaltación acaba cuando esta Junta pierde autonomía y se reorganiza bajo el gobierno provisional de Serrano.
En esta nueva situación la Junta reconoce como derechos fundamentales los de reunión, asociación, pensamiento, garantías jurídicas y la “libertad absoluta de imprenta”. La institución religiosa de los jesuitas se considera un nuevo “Templo de Libertad”. Según datos aportados por el profesor Almuiña surgen más de 50 publicaciones de variadas tendencias políticas, cada cual con su archivo y publicidad: la alianza gubernamental unionista/ demócrata/ progresista se comunicaba mediante “La conciliación”, y la tendencia republicana mediante “La Confederación Política”, “La Fraternidad”, “El Federal de Castilla”, “La Posta Electoral Castellana”, además de los carlistas a través de “La Bandera Española” y “El Clamor de Castilla”. Aunque no todo el mundo está contento con esta nueva situación: el arzobispo Moreno condena bajo amenaza de excomunión “la impiedad de la prensa periodística” en una  pastoral de enero de 1869. Esta prédica altera a la tendencia revolucionaria y a una provincia entera en plena campaña electoral para decidir entre monarquía y república.

Las elecciones constituyentes de enero de 1869 revelan una participación superior a la media nacional, menos del 15 % de abstención y un contundente triunfo de la tendencia monárquica. Según un estudio de C. Marcos los escaños parlamentarios provinciales los ocupan Pérez Cantalapiedra, O´Donnell, Herrero Olea Méndez de Vigo y Núñez de Arce. La población provincial vota más hacia la tendencia monárquica, y la de la capital hacia las ideas republicanas.

Se firma un pacto federal castellano en Valladolid a mediados de junio de este año vigente en el que se implican 17 provincias. Hay importantes incidentes en octubre de ese año que fueron reprimidos fuertemente por el Capitán General Pulido. 

En las elecciones generales de febrero de 1871el republicanismo federal y los absolutistas recuperan apoyos, y también se aprecia algún retroceso de tendencia monárquica. El alcalde de la ciudad era José Muro, destacando entre sus colegas Pérez Terán, Quintero, Álvarez Taladriz, Guerra Blanco y Cea.

El rey Amadeo I no es muy apreciado por la ciudad y se le recibe muy fríamente en su visita rápida de julio de 1872, además de la apatía que genera su posterior renuncia al trono.

En enero de 1874 Pavía acaba con el tiempo de gobierno republicano. Debido a las barricadas extendidas por la ciudad a manos de la Milicia se necesitan agentes y artillería de fuera para restablecer el orden público.

Al final de este Sexenio la clase obrera empieza a aprender a participar activamente en defensa de sus derechos. En Valladolid estuvo una de las secciones locales más activas de la AIT que intentaba atraer a “todos los que no gasten blusa, tengan callosas las manos y duerman en malas camas” (Rafael Serrano).


La Restauración

Tras la vuelta de la institución de la Monarquía en la persona de Alfonso XII las clases acomodadas vuelven a tranquilizarse.

La burguesía local, principalmente del sector harinero, lucha por una política agraria proteccionista como consta en el Congreso de 1881 y en la Liga Agraria de 1887. Contando también con diferentes apoyos en Madrid como los diputados Alonso Pesquera, Moyano o Germán Gamazo.

Esta situación general se mantiene incluso tras posteriores elecciones celebradas en los años 1876, 1879, 1881, 1884 y 1890: en estas últimas se reconoce el sufragio universal masculino.


Por entonces, Valladolid contaba con una población de 20.000 habitantes. Cuenta con oportunidades y experiencias importantes de futuro gracias al Canal de Castilla y el ferrocarril, entre otras cosas. Y pese a la crisis de 1864, la población alcanza las 70.000 personas. El mayor asentamiento de la población se produce en los nuevos barrios: San Nicolás en la zona norte, en la zona media en San Andrés y San Ildefonso. Y de las evidentes proporciones de habitantes por casa hay un forme detallado del ingeniero Recaredo Uhagón de 1890: en las casa de los barrios vivía más cantidad de gente, y en las más céntricas menos.


Este aumento demográfico proveniente de la migración provincial y regional también conlleva problemas de falta de higiene. Las cantidades de nacimientos y defunciones eran muy parecidas y esta situación se mantuvo hasta tiempos recientes.


Estos problemas higiénicos y sanitarios quedan reflejados en Memorias como de la 1894 por 2 ponentes de la Junta de Sanidad: el  Catedrático de Medicina Salvino Sierra y el Director del Laboratorio Municipal Eugenio Muñoz parten de la base del clima brusco de esta zona pero también reconocen la “crónica infección del aire” de la ciudad.

Es entonces cuando se decide que los 2 ramales del Esgueva que pasan por la ciudad se desvíen para construir un nuevo sistema de alcantarillado que acabe con la insalubridad. Y como había muchos pozos negros comunicados entre sí que comunicaban las viviendas y vaquerías, con animales domésticos campando tranquilamente y  muy pocas alcantarillas “cuyas bocas de comunicación con la vía pública suelen avisar no por la percepción visual sino por la odorífera” llegaron las enfermedades infecciosas: principalmente a los barrios de San Isidro o el Prado de la Magdalena. Hay una epidemia de cólera en 1885, posteriormente de viruela y de gripe.


Las autoridades locales y provinciales toman medidas provisionales a instancias de la Junta de Sanidad  poco después de saber el brote epidémico en Francia: “las epidemias no tienen instintos aristocráticos, acometen con preferencias a las clases menesterosas, pero se propagan también a las ricas”.


A finales de julio El Norte de Castilla comunica el estallido de la epidemia en Cabezón, Olmedo y varios pueblos de la provincia. El entonces alcalde de la ciudad, Félix López, debe reconocer que esta situación también ha llegado aquí. Había calles donde “los que tienen precisión de atravesarlas tienen que abrir mucho el ojo y ponerse un pañuelo en  las narices”. Se entonaba el conocido estribillo “anda que te pilla el cólera morbo, el que no perdona al flaco ni al gordo”.

Se considera como última fecha de la epidemia el 18 de septiembre. Según datos revelados por el Ministerio de la Gobernación, Dirección General de Beneficiencia y Sanidad resultaron afectadas por la epidemia de cólera 157. 019 personas en las poblaciones de Medina del Campo, Medina de Rioseco, Mota del Marqués, Nava del Rey, Olmedo, Peñafiel, Tordesillas, Valoria la Buena, Valladolid y Villalón.


Esta grave crisis agrícola conlleva variaciones en los precios agrarios y  mucha pérdida de trabajo, llevando a una situación de empobrecimiento social y hasta de crispación. Además de esto llega trigo barato procedente de zonas de ultramar como consecuencia de la liberalización del comercio internacional, los progresos en los medios de transporte, los daños causados por la filoxera, las nuevas industrias externas y las pérdidas coloniales del 98.

Pese a varias dificultades importantes, Valladolid sigue siendo una ciudad de servicios. El verdadero cambio y desarrollo lo describe Gómez Mendoza como “el paso de la harina al automóvil”.

La situación tristemente habitual de desempleo se manifiesta principalmente desde la crisis de 1887, ya que mucha gente se muda a la capital buscando un dudoso trabajo. El Ayuntamiento llega a ofrecer algo de ocupación en los trabajos del plus intentando tranquilizar a la población, pero son pocos y temporales.

Pese a esta situación apenas hay problemas en las calles: ambiente raro en el Sexenio, grandes manifestaciones de los trabajadores en el 1º de mayo de los años 1890 y 1891, huelgas de los Talleres del Norte y Telégrafos en 1892 y postreras reivindicaciones del la metalurgia en 1901.


 Todo esto pese a que el movimiento obrero siempre fue entorpecido en 1874, 1881 y 1887. En 1894 se crea la agrupación vallisoletana del PSOE y 4 años después el Centro Obrero, según estudios de J. M. Palomares.


La realidad social

La población activa de la época era del 30%. Así la supervivencia del resto era muy difícil, principalmente para la gente que se movía por pobreza ocasional.
Hacia el fin de siglo se aprecia un empobrecimiento general y grandes cantidades de mendigos en la ciudad. Las autoridades locales acaban reconociendo que la tercera parte de la población local, unas 20.000 personas, los consideran oficialmente “vecinos de tercera clase” o “vecinos necesitados”.


Entre las diversas fuentes resaltan lo publicado en El Norte de Castilla en 1892 : “ seguramente no habrá capital alguna donde los pordioseros vivan más a sus anchas que en nuestra población, pues no parece sino que todos los que han hecho de la mendicidad una profesión acuden a Valladolid, persuadidos de que nadie ha de molestarles”. Otras variadas referencias a la situación son “la mendicidad es uno de los invertebrados vicios que atesora nuestra capital” o “no se puede dar un paso sin verse uno rodeado de mendigos de todas las edades y sexos… molestando con sus modales groseros, su pegajosa insistencia e insolentes demostraciones” .


Estas instituciones quedarían organizadas así:

Las del Sector Público son el Hospital Municipal (Ayuntamiento), y la Diputación se ocupa del Hospital Provincial, del Hospital de Dementes y del Hospicio Provincial. (infancia)

Las del Sector Privado son de las Hermanitas de los Pobres, la Casa de Beneficencia y las Conferencias de San Vicente de Paúl.

Las del Sector Mixto son el Asilo de Mendicidad  y la Tienda Asilo, llevadas o por el Asilo de la Caridad.


Otro logro de estos tiempos fue la difícil implantación de la beneficencia domiciliaria.
La realidad social

La población activa de la época era del 30%. Así la supervivencia del resto era muy difícil, principalmente para la gente que se movía por pobreza ocasional.
Hacia el fin de siglo se aprecia un empobrecimiento general y grandes cantidades de mendigos en la ciudad. Las autoridades locales acaban reconociendo que la tercera parte de la población local, unas 20.000 personas, los consideran oficialmente “vecinos de tercera clase” o “vecinos necesitados”.


Entre las diversas fuentes resaltan lo publicado en El Norte de Castilla en 1892 : “ seguramente no habrá capital alguna donde los pordioseros vivan más a sus anchas que en nuestra población, pues no parece sino que todos los que han hecho de la mendicidad una profesión acuden a Valladolid, persuadidos de que nadie ha de molestarles”. Otras variadas referencias a la situación son “la mendicidad es uno de los invertebrados vicios que atesora nuestra capital” o “no se puede dar un paso sin verse uno rodeado de mendigos de todas las edades y sexos… molestando con sus modales groseros, su pegajosa insistencia e insolentes demostraciones” .


Estas instituciones quedarían organizadas así:

Las del Sector Público son el Hospital Municipal (Ayuntamiento), y la Diputación se ocupa del Hospital Provincial, del Hospital de Dementes y del Hospicio Provincial. (infancia)

Las del Sector Privado son de las Hermanitas de los Pobres, la Casa de Beneficencia y las Conferencias de San Vicente de Paúl.

Las del Sector Mixto son el Asilo de Mendicidad  y la Tienda Asilo, llevadas o por el Asilo de la Caridad.


Otro logro de estos tiempos fue la difícil implantación de la beneficencia domiciliaria.


EL SIGLO XX

 

“Yo te saludo, hermosa aurora del siglo XX, ahora que naces preñada de esperanzas”, cita de César Silió en El Norte de Castilla a principios de este siglo.

 

Desde el inicio de la Restauración prevalece en España la alternancia entre liberales y conservadores  en el Gobierno.  Más adelante se asienta un sistema alimentado por clientelismo y el consenso caciquil. Conseguir varias reivindicaciones populares como la Ley de Asociaciones, juicio por jurados y el sufragio universal masculino en 1890 sólo hace marcar más las diferencias de los principales partidos y que la gente se desengañe con este nuevo sistema. Esta situación la denomina Antonio Maura “la indiferencia canallesca”. Y según publica El Norte de Castilla “dicha ley no ha terminado con el imperio de las recomendaciones, de los encasillamientos y del pucherazo”.

 

Ya desde estos tiempos Valladolid intentaba ser la capital regional, ya que según declaraciones de Varela Ortega otras localidades eran consideradas “capitales de pobreza”.

 

A nivel provincial y regional dos tendencias políticas, gamacistas y tetuanistas, que se dan a conocer públicamente de forma alternativa según el paso del tiempo y los acontecimientos. Se mantiene el predominio liberal, ahora organizados por los albistas.

 

Hasta la reforma electoral maurista de 1907, incluyendo cosas como los derechos y deberes de los ciudadanos españoles con sanciones para los incumplidores o la elección automática de candidaturas sin rivales o el voto obligatorio, la representación vallisoletana cumple totalmente con los partidos dinásticos independientemente del posible electorado mediante el sufragio restringido o universal. En las doce consultas provinciales habidas entre 1881 y 1907 los liberales llegan a lograr la adscripción mayoritaria de los 77 diputados, algo destacable en la tendencia dinástica del gobierno.

 

Los parlamentarios, como es habitual, se mantienen en su cargo sin candidato que ayude a los llamados “cuneros” o candidatos oficiales de la administración, como los diputados “por derecho propio” como Santiago Alba por Valladolid y los hermanos Gamazo: Germán por Medina del Campo y Trifino por Villalón. Y de tendencia republicana se mantiene el diputado José Muro, más por prestigio propio  que por ideales políticos.

 

El año 1901 fue destacado para Valladolid. Llega el final de la era política de Gamazo, relevado por el joven político liberal de 28 años Santiago Alba Bonifaz anteriormente citado.

 

Las elecciones celebradas en marzo de 1901 tras una campaña “reñida como pocas” son el primer aviso del llamado sector albista. La coalición de los republicanos (unionistas y fusionistas) consigue una importante representación provincial y los primeros puestos para Pascual Pinilla y Miguel Marcos Lorenzo en el distrito electoral de Valladolid.  

 

En el mes de mayo Muro proclama: “yo soy lo que se va, Alba lo que llega”. Son elegidos para la representación de la capital con 11.950 y 11.453 votos respectivamente. Germán Gamazo se presentaba por Medina del Campo y Valladolid, consiguiendo 7.221 y 11.044 votos en cada una de estos sitios. Los candidatos socialistas Pablo Iglesias y Jaime Vera lograron respectivamente 341 y 311 votos: este partido  logra su primer escaño en el  Congreso de los Diputados en 1910.

 

En las elecciones del mes de noviembre triunfan las coaliciciones:

·        Unionistas: Garrido, Díez Rodríguez, Morales, Perelétegui, Castro, Polanco, Sánchez)

·        Republicanos: Sanz, Fernández Ortiz, Fernández Cubas, García Zúñiga, González, Llanos, Sanz Tremiño, Cantalapiedra, Mataix).

·        Liberales: Valverde, Quintín Palacios,  Alfredo Queipo de Llano.

 

La tendencia liberal es la que consigue la alcaldía, llegando a ser alcalde de Valladolid Alfredo Queipo de Llano desde enero de 1902.  El ocaso de los gamacistas hace que muchos de ellos sigan a Muro  para “ser esta hidalga tierra castellana como el Covadonga de donde arranque, bajo el nuevo Pelayo, la reconquista del gamacismo”. Pero según Fernández Almagro “Valladolid ya no era el Valladolid de Gamazo, sino el de Santiago Alba”.

Hasta la llega al poder de Primo de Rivera,  los seguidores de Alba siguen ganando en las elecciones de 1903, 1905, 1909, 1911, 1913, 1915, 1917, 1920 y 1922.

 

Desde 1911 se nota algún cambio entre los concejales con la llegada de los ediles socialistas Remigio Cabello y Martín Sanz, representantes de los distritos de Argales y Campillo.

 

Entre los años 1901 y 1931 Valladolid llega a tener 25 alcaldes, con una duración media en el cargo de unos 14 meses como consecuencia de ser designados directamente por el Gobierno.

 

 

La dictadura de Primo de Rivera

 

Progresivamente el poder civil va cediendo ante el militar desde la Ley de Jurisdicciones de 1906 y el pronunciamiento pasivo de las Juntas de Defensa sobre la situación política y social en 1917, y en septiembre de 1923 hay un golpe militar cuyo resultado es esta dictadura. Este período dura 6 años (1923/1930).

 

Hay un gran rechazo a este levantamiento. Se proclama el estado de guerra y se destituye al gobernador civil Cortinas Porras,  sustituido por el militar Manuel Martín Sedeño.

 

Hubo variedad de reacciones en la prensa local. Francisco de Cossío escribió “La gran atracción de la feria de este año son los periódicos”. El Norte de Castilla se opone, lo que le obliga a limitarse a la información nacional. En sentido contrario, el Diario Regional recoge las felicitaciones a Primo de Rivera “por su valiente y patriótica actuación” provenientes de distintas instituciones y fuerzas vivas locales, además de apoyar a la Dictadura.

 

Los mandatarios locales y regionales apoyan al gobierno central.  Este gobierno ordena la disolución del Ayuntamiento y corporaciones municipales en el Real Decreto del 30 de septiembre, entre ellos el alcalde constitucional Isidoro de la Villa, y los liberales Alfredo Stampa, Federico Santander y Francisco de Cossío. En palabras de Federico Santander: “fuimos arrojados y cacheados los que vinimos por elección popular, y la expulsión se hizo con tanta violencia que más que ultraje a los que allí estábamos, fue ultraje a la voluntad del pueblo que nos trajo con su voto”.

 

La nueva alcaldía apoya el régimen militar respaldando el manifiesto fundacional y con adhesiones a la Unión Patriótica Castellana. Antes de la promulgación del Estatuto Municipal la publicación “El Socialista” critica la composición del nuevo ayuntamiento: José Morales como presidente, 17 concejales de la Casa Social Católica, 15 de Unión Patriótica, 6 de antiguos partidos de derechas y 1 republicano “que aunque de izquierda es tonto e inofensivo”. El nuevo Estatuto Municipal entra en vigor el 1 de abril de 1924, pero no se consigue estabilidad en la institución. Prueba de esto fueron todos los alcaldes que ocuparan ese cargo en un año: José Morales, Moreno, Blas Sierra, Nicolás López Serrano, Ramón Álvarez Manzano. Vicente Moliner llegó a ser alcalde casi 2 años.

 

Pese al problemático relevo de 1923 y la situación municipal denunciada por Calvo Sotelo en la primavera de 1924, la normalidad en los Ayuntamientos impuestos por la dictadura vuelve mediante el Real Decreto del 15 de febrero de 1930 con el nombramiento de una nueva corporación compuesta a partes iguales por los concejales que lograron mayor cantidad de votos en las elecciones de 1917, 1920 y 1922. 

 

En la tendencia albista: Bustillo, Ramos, Muñoz, Bolado, Stampa, Bejarano, Pérez Collantes, Sánchez, Sáez Escobar, Lage, Enciso y Villa.

En los conservadores: Cilleruelo, Carnicer, y Altolaguirre.

En los socialistas: Garrote, González Cuevas y Landrove.

Y en los mauristas, Luis Silió.

 

La Diputación durante la dictadura se regía por el Estatuto Provincial aprobado en marzo de 1925. Este documento elaborado por Calvo Sotelo comienza en el Real Decreto del 12 de enero del año anterior, cesando a los diputados electos. El gobernador civil Monravá designa a los nuevos diputados leales al Directorio militar. El nuevo presidente de esta institución, Mauro García Martín, declara: “Como verdadero blasón honorífico ostento con orgullo el título de Presidente de la primera Diputación provincial constituida en Valladolid después del providencial y nunca bastante glorificado suceso del 13 de septiembre de 1923…era una señaladísima distinción que se me dispensaba, y a la que iba unida el honor de poder contribuir, siquiera fuese en parte minúscula, a la grandiosa obra de regeneración comenzada entonces felizmente por… Primo de Rivera, elegido por la Providencia para salvar al país de un espantoso derrumbamiento”. Este nuevo Estatuto  limita, desde el gobierno central, su composición a 14 diputados “pocos, pero celosos administradores”: 7 elegibles directamente mediante elecciones en la propia circunscripción (fundamental tanto en el propio partido y destacable su relación con el gobernador civil), y los otros 7 mediante renovación anual.

 

En febrero de 1930 vuelven los nuevos diputados designados por el gobierno de Berenguer: 5 diputados de entidades con derecho a nombrar sus vocales y 9 ex-diputados de los más votados en sus distritos provinciales desde 1917). 

 

El Norte de Castilla publica en febrero de 1930: “Este es el primer retrato de don Santiago Alba que, desde el 13 de setiembre de 1923, es posible publicar en El Norte de Castilla. Durante seis largos años de Dictadura, el lápiz rojo de los censores obedeciendo una consigna rigurosa, tachaba inexorablemente toda información gráfica en que aparecía la figura del ex ministro castellano. Hoy, que en un amplio relato recogemos algo de las persecuciones sufridas por el señor Alba y sus amigos, cumplimos con un deber de afecto, largo tiempo contenido, rindiendo tributo al insigne jefe liberal”. En el Manifiesto de setiembre de 1923 Primo de Rivera promete investigar las acusaciones contra tan “depravado y cínico ministro” convencido, entre otras cosas, de que es el responsable de la mala política ejercida en Marruecos.

 Santiago Alba intenta defenderse, como publica un diario guipuzcoano citando la fuente procedente de “L´Echo de París”: “Es absolutamente falso que yo haya sustraído una suma de nueve millones de pesetas, ni aún una sola de las destinadas a la campaña de Marruecos. Para destruir esta calumnia bastará decir que esos fondos son y han sido siempre consignados directamente a la disposición del Alto Comisionado por el Ministerio de Hacienda. El Ministro de Estado no interviene en la administración de los fondos. Luego yo no he intervenido en ese dinero y mal puedo haber percibido ni cinco céntimos de él”. Apoyado por el Comité Provincial de Izquierda Liberal de Valladolid intenta restablecer su figura. Además de los apoyos recibidos por sus camaradas y personajes locales importantes conviene recordar la exposición presentada por Federico Santander al rey en octubre de 1923, y las copias enviadas simultáneamente a la Presidencia de Gobierno por el ex senador y antiguo director general de Registros Enrique Gavilán.

 

Tras el Cierre del Círculo Liberal comienza otra mala etapa para los albistas con la llegada del instructor designado por el directorio militar, José Álvarez Rodríguez, quien se confabula con el nuevo gobernador civil Pablo Verdeguer, tránsfuga del albismo.

Entre los intereses albistas estaban la Electra popular Vallisoletana, El Norte de Castilla, Tranvías de Valladolid… Como anticipo del futuro de la capital, los habitantes de Velilla acuerdan en pleno municipal del año 1925 llamar calle Primo de Rivera la que antes llevaba por nombre de Santiago Alba. Entre los albistas represaliados destacan los antiguos alcaldes Leopoldo Stampa Y Emilio Gómez Díez, quienes deben dejar la ciudad desterrados obligatoriamente a tierras de Guadalajara y Soria a finales de 1924. Pedro Carreño fue deportado a Toledo acusado de ser “enlace revolucionario”. A  Federico Santander le procesaron 2 veces, una de ellas por su conferencia “Renacimiento o decadencia” en el Ateneo palentino. El periodista Eduardo López Pérez fue encerrado en la cárcel de Medina del Campo durante un mes acusado de participar en la revuelta estudiantil de abril de 1929. Y Francisco de Cossío miembro del Consejo de Administración de El Norte de Castilla, fue destituido por criticar al régimen y deportado posteriormente a las islas Chafarinas.

 

En las elecciones municipales ganó la tendencia republicana en las capitales de provincia, salvo en Ávila y Burgos. La región contaba con 2810 municipios y más de 20. 000 concejales, muchos de los cuales adscritos a pequeñas poblaciones y elegidos automáticamente. En las zonas rurales hay temor y tibieza por la proclamación de la República, frente a la alegría de la ciudad.

 

Por el bloque monárquico se inscriben 4 agrupaciones: izquierda liberal, centro constitucional, liberal conservadora y derecha regional con presentación de candidatura aparte. La tendencia de izquierda se forma por los socialistas, radicalsocialistas y alianza republicana: estos últimos conocidos públicamente y con experiencia municipal.

 

 Aquí se viven con expectación los días previos a las votaciones. La prensa local llega a limitar la variedad política a 2 tendencias claras: “un intento de restablecer la normalidad política para dedicarse a la solución de los problemas económicos, administrativos y sociales”  y “la implantación de la revolución”. 

 

En una jornada electoral sin sustos, con incidentes mínimos y muchas anécdotas sale un ayuntamiento compuesto por 16 concejales republicanos (representando a los 9 distritos electorales de la capital: Andrés Torre, Medardo Iglesias, Serafín Alcover, Manuel Gil, José Caballero, Saturnino Lamarca, Bartolomé Callejo y Miguel Tena entre otros), 11 liberales, 10 socialistas, 3 centristas, 3 conservadores y el concejal de la derecha regional Jesús Rivero representando al distrito Plaza Mayor. Hacia la medianoche del 14 de abril los ediles electos fueron a la Casa Consistorial para celebrar una sesión extraordinaria y formar el nuevo Ayuntamiento presidido por el socialista Federico Landrove Moiño, tras haberse proclamado la República en Valladolid.

 

Durante esta legislatura habrá varios comicios: generales (junio de 1931, noviembre de 1933 y febrero de 1936) y  de la configuración del Tribunal de Garantías (septiembre de 1933). También hubo elecciones parciales municipales en abril de 1933    y se conocieron como “burgos podridos” porque sólo afectaban a concejales nombrados automáticamente mediante el artículo 29: Casi 800, y se empieza a notar una recuperación de los partidos de derecha, sobre todo de los agrarios.

 

La ciudad vive los cambios de gobierno municipal republicano- socialista en junio de 1931 formado por Remigio Cabello, Luis Araquistáin, Isidoro Vergara y Vicente Sol Sánchez al cambio en las elecciones legislativas de noviembre de 1933, gobierno de coalición de derecha representado por Antonio Royo Villanova, Pedro Martín, Luciano de la Calzada y Blas Cantalapiedra. Pero la siguiente convocatoria electoral de las generales de 1936  revelan las alianzas de las 2 tendencias principales: la izquierda formada por varios grupos presentándose como Frente Popular, y la derecha presenta varias candidaturas: monárquicos y cedistas (CEDA), Joaquín María Álvarez Taladriz como albista, Juan Antonio Llorente como agrario y los falangistas Onésimo Redondo y José Antonio Primo de Rivera. Según los resultados en el campo ganan “las candidaturas contrarrevolucionarias” con un 52, 8 % de los votos, y la izquierda en Valladolid capital con un resultado del 52,5%.  Según el resultado electoral de la capital se eligen como diputados a Cortes a Juan Antonio Gamazo de Renovación Española (65.614 votos); a 3 miembros de Acción Popular Agraria: Amando Valentín , de la Casa Social Católica y del sindicato católico agrario (68.226 votos), Luciano de la Calzada (67.234 votos) y el Decano del Colegio Notarial Germán Adánez (66.256 votos). Como representación de la izquierda salieron el socialista Federico Landrove (48.698 votos) e Isidoro Vergara de Izquierda Republicana (49.177 votos).

 

Estas son las fuerzas políticas que se presentaban en las elecciones parlamentarias.

 

28 de julio de 1931

 

·        Comunistas (PCE)

·        Socialistas (PSOE)

·        Radicales- socialistas (PRS)

·        Izquierda Catalana (ERC)

·        Acción Republicana (AC)

 

 

1 de noviembre de 1933

 

·        Izquierda Republicana (IR)

·        Unión Republicana (UR)

·        Pequeños partidos republicanos de centro

·        ORGA

·        Radicales (PRR)

 

16 de febrero de 1936

 

·        Nacionalistas de derecha (Liga Regionalista y PNV)

·        Agrarios (desde 1933, Partido Agrario)

·        Confederación Española de Derechas Autónomas (C. E.D. A.)

·        Monárquicos (Renovación Española y Tradicionalistas)

·        Otros

 

 

 

En este clima político hay grupos castellanos que intentan seguir lo que denominan “regionalismo sano” que pretende una descentralización administrativa sin cuestionar la unidad nacional.

 

Esta creciente tendencia regionalista se basa en el catalanismo. Se celebra una Asamblea de Alcaldes en 1902 que reclama una descentralización administrativa y la elección del mayor responsable municipal por sufragio universal directo.

Los discursos castellanistas de Santiago Alba en el Círculo Mercantil de Salamanca y en la inauguración del Círculo Liberal de Valladolid en 1908, el compromiso para la “Liga de Diputaciones Castellanas” acordado en la Asamblea de Burgos de 1912 y la campaña Pro Mancomunidad Castellana creada por el Ateneo Pinciano durante 1914 son ideas surgidas en Valladolid pretendidas ser lideradas desde aquí. Todo esto se recoge públicamente en el llamado “Mensaje de Castilla”, publicado en diciembre de 1918 por El norte de Castilla con el título “Ante el problema presentado por el nacionalismo catalán, Castilla afirma la nación española”. Este documento, junto con la Asamblea de Segovia de 1919, representa claramente el sentimiento regionalista castellano.

 

Tras la proclamación de la Segunda República los temas regionalistas se consideran los intereses principales en medios de comunicación y debates locales, relacionado con la discusión y aprobación del Estatuto de Cataluña.

 

La falta de un organismo concreto,  las diferencias entre el Ayuntamiento y Diputación y la revuelta situación política calman estos deseos locales. Desde la primavera de 1931 hay testimonios partidarios de la creación de un Estatuto de Autonomía para Castilla y León. El director del Diario Regional Oscar Pérez Solís criticó progresivamente las demoras de la Diputación. El alcalde Federico Landrove es partidario de la autonomía regional cuando se garantice la municipal porque “la autonomía regional puede suponer la libertad de las regiones frente al Estado, pero puede llevar a la esclavitud municipal” , y los demás concejales socialistas encabezados por García Quintana revelan los problemas para definir claramente el carácter de la región castellano- leonesa.

 

El proceso regionalista catalán se debate en las Asambleas de Burgos y Palencia en 1932. En contra de este tipo de regionalismo estaban Antonio Royo Villanova, Onésimo Redondo y Luis Sanz. El Estatuto de Cataluña se aprobó en el mes de septiembre durante los efectos de la llamada “sanjurjada” y esta situación da alas a otras regiones en este mismo sentido.  

 

En Cataluña vuelve el gobierno autonómico mediante la victoria del Frente Popular en 1936. El Diario Regional publica declaraciones de José María Gil Robles, la reunión de los diputados de la C. E. D. A., la Asamblea de Burgos favorable al Estatuto, las llamadas “Bases para el Estatuto de Castilla- León” y las intervenciones de personajes públicos de tendencia republicana como Silió, Alonso Cortés, Roger o Bañuelos.

 

 

Hay un gran crecimiento demográfico en la provincia: según el Censo de Población en 1900 había 70.775 habitantes, y en 1930 había 301.571 habitantes. Era una provincia con 236 Ayuntamientos y Bielza Laguna la describe “de grande cabeza y pequeño cuerpo”. Este crecimiento no se debe al propio aumento de la propia población local, sino a la llegada de gente de otras zonas provinciales y regionales que llegaron a compensar las importantes pérdidas ocasionadas por los brotes de viruela de 1911 y de gripe en 1918.  

 

La población llegada palatinamente se instalaba en los barrios obreros: Puente Mayor, Museo, Campillo, Argales. Hacia el año 1930 se calcula había más de 30.000 personas en edad de trabajar dedicadas mayoritariamente al sector terciario en progreso continuo. Ya desde entonces Valladolid se convierte en una ciudad dedicada principalmente al sector servicios, en detrimento de las profesiones de los sectores primario y secundario.

 

La política arancelaria defendida desde Castilla (aranceles de 1891 y 1913) aumenta tanto los precios del cereal como los de las rentas y las tierras según las publicaciones de Jesús Sanz, Robledo o Nadal. La complicada imagen de los extremos entre las clases pudientes y las obreras se calma con la clase media.

 

Hubo revueltas importantes en 1904 en 40 pueblos de Tierra de Campos por enfrentamientos y huelgas de segadores y agosteros, estudiadas por el profesor Aróstegui desde informes de Álvarez Buylla en el Instituto de Reformas Sociales. En esta zona se asienta el sindicalismo agrícola católico.

 

En la capital hay diversas revueltas. Surgen huelgas esporádicas de trabajadores panaderos, tipógrafos y sectores varios. Más destacada fue la protesta durante 8 mese de los carpinteros durante 1905 demandando una jornada laboral de 9 horas, ya que hubo momentos delicados por la incorporación al trabajo de esquiroles y trabajadores de otras regiones que tuvieron que llegar a ser escoltados por la Guardia Civil.

 

 El conflicto en los talleres de la Compañía Norte en 1917 casi acaba con la Restauración española. El 10 de agosto trabajadores de esta compañía vinculados al sindicato ugetista de la Unión Ferroviaria  inician enfrentamientos contra afiliados del Sindicato Católico Ferroviario. A esto se van añadiendo albañiles, tipógrafos y obreros metalúrgicos de los Talleres Miguel de Prado y Gabilondo. Estas movilizaciones de tendencia socialista fracasaron: hubo represaliados no readmitidos en su trabajo (unos 100 según la Compañía, y casi 500 según sus compañeros), encarcelamientos progresivos masculinos y femeninos tras las clausuras de locales obreros. El 13 de agosto se llega a declarar el estado de guerra. La ciudad recibe de males maneras a los militares y cuerpos de seguridad, y se envían telegramas al Consejo de Ministros sobre la fallida rebelión de las instituciones y sindicatos afines a la Casa Social Católica, lo que revela que  esta capital era de tendencia más tradicional frente a otras ideas revolucionarias de otras zonas del interior de España.

 

Entre los años 1917 y 1921sigue el ambiente social revuelto, ya que chocan los intereses de propietarios y arrendatarios frente a la pérdida económica de la clase obrera rural y urbana. Además de las influencias exteriores de las consecuencias de la Primera Guerra Mundial (considerada muchas veces “La Gran Guerra”) y la revolución soviética. En Valladolid suele haber más huelgas y altercados demandando mejoras en las condiciones de vida como aumentos salariales, descanso dominical y rebaja del precio de los artículos básicos.  También hay persecuciones personales detenciones de sindicalistas conocidos y otras medidas para hacer flaquear a la clase obrera. Todo ello se publica en la prensa local y en el semanario de la Agrupación Socialista de Valladolid “Tiempos nuevos”.

 

El Ministerio de Gobernación también reconoce estos altercados públicos. Según los sucesivos gobiernos civiles hay constancia de “sociedades izquierdistas” e “individuos de ideas avanzadas” hacia el año 1918:

 

·        De tendencia socialista: Remigio Cabello, Federico Landrove, Óscar Pérez Solís, Trifón, Gómez, Juan Pozas, Ángel Díez, Eleuterio del Barrio, Luis Gordoncillo, Santiago Vega, Francisco Ramos, Asterio Miguel y Emilio Rodríguez.

 

·        De tendencia republicana: Alfredo García Conde, Lorenzo Campuzano (ambos directores del Centro Lerrouxista), Justo Beneite, José Garrote y Rafael Ortiz.

 

·        De tendencia anarquista Saturnino Nalde Oveaga.

 

 

A todos ellos se les hizo un seguimiento detallado con una gran vigilancia a las reuniones y manifestaciones ciudadanas, las llamadas ventas de “charcutería y explosivos” a la población civil y la observación de posible ciudadanos rusos o extranjeros con ideas “bolcheviquistas”.

 

Tras este primer bienio republicano de pocas huelgas estacionales para intentar reivindicaciones salariales, la situación social se calma por la escasez de comunistas y anarquistas porque  colaboran con el gobierno nacional republicano socialista.

 

Desde la revolución de octubre de 1934 vuelven las revueltas sociales. Por un lado aumenta la radicalización entre las tendencias socialista y falangista, y también la respuesta de la clase obrera tanto de la capital como de la provincia.

 

La victoria del grupo de izquierda en las elecciones de febrero de 1936 incrementa el deseo de la clase obrera de recuperar lo perdido durante el bienio radical- cedista. Dos de las primeras medidas adoptadas por el gobernador civil Alonso Verde fue la vuelta a la alcaldía de la ciudad de Antonio García Quintana con sus concejales destituidos en capital y provincia tras la revolución de 1934, y la puesta en libertad de 141 procesados al día siguiente de promulgarse la amnistía para presos políticos y sociales.

 

Entre los disturbios motivados por el paro destaca la huelga general de la construcción en la capital durante el mes de abril, y también surgen otras demandas. El 6 de mayo hay una huelga general de 24 horas pidiendo las destituciones del gobernador civil, el jefe de la prisión provincial y del comisario- jefe de la policía. Estos altercados acaban con tiroteos, heridos y muertos tanto en la capital como en la provincia desde junio.

 

 A esta situación revuelta se unen los seguros sociales obligatorios. En 1908 se crea el Instituto Nacional de Previsión con un complicado proceso de consolidación: la tendencia armonicista de la Restauración partidario de un Estado que regule las tensiones entre la burguesía y el proletariado para garantizar el mantenimiento del sistema, la tendencia corporativista de la Dictadura partidaria del intervencionismo estatal y su organización de las relaciones laborales, y la tendencia activa de la Segunda República como inicio de la previsión social y asentamiento del Derecho del Trabajo en España. Como referencia histórica se recuerda hasta la llegada de la República en 1931 el único seguro obligatorio era el del retiro obrero.

 

Desde 1925 en Valladolid y Palencia hay una Caja de Previsión Social colaboradora del Instituto Nacional de Previsión para la administración y desarrollo de los seguros obreros, fue la última en fundarse en la región y la penúltima en el territorio nacional. Este proceso fue consecuencia de asuntos políticos y técnicos provenientes de la inserción de los obreros agrícolas en el régimen del retiro y las resistencias patronales e institucionales de ambas Diputaciones, pese a la posterior facilidad para la afiliación patronal y obrera.

 

Hacia los años 30 apenas se cubren los principales riesgos del trabajo: enfermedad, vejez, invalidez y desempleo. El cierre del primer bienio republicano reconoce en cifras oficiales 20.701 patronos y 91.448 obreros. También hubo otras entidades aseguradoras voluntarias surgidas de la insatisfacción de los llamados “prohombres” de la previsión social, pero estas sociedades pronto se convierten en inasequibles para el bolsillo obrero.

 

La Caja de Previsión Social Valladolid- Palencia llega a duplicar durante el primer bienio republicano el importe destinado a inversiones sociales, unos 3 millones de pesetas de la época. Esto se debe a la tendencia favorable a la concesión de préstamos a corporaciones, organismos colectivos e incluso a “labradores modestos”. Estas inversiones se convertían en obras de urbanización, cooperación, enseñanza, fomento, infraestructura y saneamiento debido a los graves problemas higiénicos y los elevados índices de mortalidad de las 2 provincias.

 

A estos adelantos hay que añadir la ampliación de los seguros sociales obligatorios concretos: la extensión del seguro de accidentes de trabajo a la agricultura, asegurando al patrono y no al obrero para garantizar el pago al contado y en una sola vez, y el seguro de maternidad aprobado con restricciones en 1923 y declarado obligatorio al final de la Dictadura.

 

La aplicación de este seguro incluye también a mujeres de edades comprendidas entre los 16 y 50 años con un sueldo anual de menos de 4000 pesetas. Esto hace que participen en esto 835 entidades patronales y unas 4198 mujeres aseguradas por, según testimonios de entonces, “dado lo poco que se emplea en esta región el trabajo femenino”.

En 1931 se crea la Caja Nacional contra el Paro forzoso, un seguro voluntario de entidades primarias. También se apoyan las Bolsas de Trabajo, principalmente en el sector agrícola. Según el Servicio Nacional de Colocación Obrera, a finales de 1933 están registrados 5378 “parados involuntarios” en Valladolid: un 10 % del desempleo nacional (618.947 personas).

 

 

 

LA GUERRA CIVIL

 

Tras las elecciones generales de febrero de 1936se celebra una sesión extraordinaria en el Ayuntamiento el 21 de febrero. Este día vuelven a sus cargos el alcalde y los concejales depuestos en octubre de 1934. Progresivamente se asienta tanto en la capital como en los pueblos de la provincia el bipartidismo, como en el resto del territorio nacional.

 

En junio declara el alcalde: “La situación de guerra civil y dolor que sufre la ciudad (…) le hace proponer que la Corporación se dirija, por medio de la prensa, a todos los vallisoletanos para pedirles que depongan sus diferencias y cesen en la lucha civil para reintegrarse a la convivencia ciudadana”. Dos semanas antes de estallar la guerra uno de los concejales denuncia a los seguidores de las JONS de Onésimo Redondo considerándolos instigadores de acciones contra la tendencia socialista de la ciudad, pese a la reprensión del alcalde.

 

Pocas horas después de saberse el levantamiento en África, la guarnición local se añade al bando “nacionalista”. El general Saliquet entra sin problemas asumiendo el mando de la VII División después de detener al general Nicolás Molero. Una fuerte discusión entre ambos generales acaba con varios heridos y muertos, entre estos últimos están el comandante Ángel Liberal y el abogado civil de Saliquet, Estefanía. Saliquet declara el estado de guerra en todo el territorio de la VII División. El gobernador civil Luis Lavín es juzgado en un consejo de guerra y sustituido por el teniente coronel de la Guardia Civil Joaquín García de Diego. El Ayuntamiento se reconvierte en una comisión gestora liderada por el comandante de Intendencia Florentino Criado Sáenz, y el mismo proceso ocurre en la Diputación Provincial. Las fuerzas de orden público y el Ejército dominan la ciudad y casi toda la provincia: los edificios de Correos, Telefónica, y la emisora “Radio Valladolid” son ocupados por los sublevados; y junto con los ocupantes detenidos en la Casa del Pueblo se celebra un consejo de guerra contra 448 acusados por rebelión militar.

Algo parecido ocurre en la provincia, organizándose varias concentraciones de voluntarios y falangistas para añadirse al alzamiento. Según el corresponsal de prensa de Medina del Campo, las fuerzas del regimiento de Artillería ocuparon los edificios públicos y clausuran los centros políticos de izquierdas y la Casa del Pueblo.

 

Destacó en la prensa la liberación falangistas vallisoletanos liderados por su jefe Onésimo Redondo, quien fue víctima de una emboscada mortal en Labajos cuando iba al frente el 24 de julio. Según escribió F. de Cossío “el entierro en Valladolid del jefe territorial de Falange Española de las JONS fue un entierro histórico y de ello dan fe los homenajes que en su memoria celebran los falangistas castellanos y las instituciones locales de la provincia”.   

 

Pese a la situación, las nuevas autoridades transmiten normalidad mediante la prensa. Hubo tiroteos en algunos barrios y pronto llegaron bombardeos de la aviación republicana. No se comentaba la afluencia de gente al mercado medinense ni la regularidad en los trabajos de la recolección en los pueblos. Desde entonces y por mucho tiempo hubo homicidios por odio y se temían mucho los llamados “paseos”, como consta en una instrucción del gobernador del 28 de julio: “ Los registros y detenciones no se podrán efectuar sin orden de este Gobierno civil, para lo cual los voluntarios de España que procedan a estas operaciones deberán solicitarlo por sus jefes responsables de este Gobierno, en la inteligencia de que, normalizadas por fortuna las circunstancias, no son precisos los procedimientos  que en los pasados días se utilizaron para la salvación de la patria” . Otra monición gubernativa avisa que “no serán tomadas en consideración las denuncias anónimas”.

 

El 22 de julio, tras ocupar el Alto del León de la Sierra de Guadarrama,  parte hacia Madrid una columna formada por el Ejército y milicias falangistas instalando allí su cuartel general y cambian el nombre de este paraje por el de “Alto de los Leones de Castilla”.

 

La prensa publica largas listas de detenidos, y su destino distinto influenciaba en otras sentencias dictadas por consejos de guerra con ejecuciones inmediatas que se publicaban en la sección “sentencias cumplidas”. Además de ceses y depuraciones de ciertos funcionarios,  las condenas  de prisión se cumplían en la Cárcel nueva o vieja, Cocheras, Matadero y en campos de concentración improvisados en la provincia. Y como  las ejecuciones al amanecer llegaron a convertirse en espectáculo, el gobernador civil de la ciudad llegó a prohibir la asistencia  de público.

 

En el otro bando abundan las suscripciones patrióticas “en favor de los elementos de las organizaciones que toman parte en el movimiento” entregando dinero, alhajas, oro, ropa, jabón, tabaco. Surgen camiones de provisiones procedentes de Nava del Rey que también llegan a la biblioteca universitaria ambulante para entretener a los heridos atendidos en los hospitales: de esta forma los donantes demostraban su apoyo al 18 de julio y no eran considerados sospechosos. Con el tiempo esta ayuda voluntaria se convirtió en obligación al establecerse ayudas concretas que nadie podía evitar: capitalinos y provincianos apoyaron la suscripción abierta para adquirir el “Avión Valladolid” destinado a la Junta de Defensa Nacional.

 

La gente vivía esta situación desde la retaguardia al estar la provincia en la zona nacional y lejos de los frentes de operaciones, aunque se vivieron situaciones de desasosiego, colaboraciones y sacrificios.

 

Según El Norte de Castilla en agosto de 1938 hubo 20 bombardeos que afectaron a 7 poblaciones y causaron 412 víctimas. Había 3 lugares con campanas autorizados para avisar de la cercanía de los aviones: Catedral, San Benito y San Pablo.  

 

La población intentaba, dentro de la situación, llevar una vida lo más normal posible. Todos los acontecimientos (avances, liberaciones de plazas y enclaves famosos, retrocesos en los frentes…) eran seguidos por todos y celebrados en manifestaciones populares cuando eran exitosos. El bando republicano escuchaban de manera oculta las emisoras gubernamentales. Y por el interés que genera, el gobernador dispuso en mayo de 1938  que en los establecimientos públicos que tuvieran aparato de radio:” durante la radiación de las noticias oficiales y crónicas complementarias, se suspenda toda clase de ruidos y voces oyéndolas con respeto. A los infractores se les sancionará debidamente por demostrar poco interés y no seguir con entusiasmo las vicisitudes de nuestros soldados y milicias”.

 

Por la hegemonía falangista en la capital y provincia, Valladolid fue considerada la capital de la España Azul. Los afiliados de las Juventudes de Acción popular y de Renovación Española tenían sus sedes en la capital y apoyaban a la Falange Española.

 

La viuda de Onésimo Redondo, Mercedes Sanz Bachiller, organizó en Valladolid el “Auxilio de Invierno” en noviembre del 36. Al año siguiente pasó parte del verano en Alemania y de lo que aprendió allí surgió el llamado “Auxilio Social” que empezó a funcionar en octubre del año siguiente. En el cambio de mandos en Falange Española José Antonio Girón asume la delegación territorial y de la jefatura provincial se ocupa Dionisio Ridruejo. Un grupo de 75 de los llamados “flechas” vuelven después de pasar 2 meses en Italia en septiembre de 1937. En diciembre de ese mismo año los jefes de las juventudes hitlerianas llegan a Valladolid, y el comercio local llega a cerrar 2 horas para recibirles: un año más tarde queda inaugurada la Casa del Fascio y los vecinos despiden a los voluntarios italianos. Con la ayuda de los falangistas surgen en la provincia “sacrificios patrióticos” como el Día del Plato Único, el Día Sin Postre y actividades asistenciales encaminadas al Auxilio Social.

 

En agosto de 1937 se anuncia el proyecto de inicio de importantes industrias textiles, surgiendo de esto la sociedad “Textil Castilla”. Muchos campesinos van a las concentraciones organizadas por FET en Villalón, Nava del Rey, Mota y Tordesillas  sobre una campaña explicativa del decreto de ordenación triguera y la intervención del Servicio Nacional del Trigo y se acepta como beneficioso para Castilla.

 

En un intento de olvidar el pasado hubo cambios de nombres de calles en la capital  y en los pueblos. El bando vencedor cambió los nombres existentes por los de Franco, Mola, Queipo de Llano, Onésimo Redondo, etc. En el caso de los grupos escolares (colegios) los llamados como Pablo Iglesias, Pi y Margall y  Giner de los Ríos cambiaron sus nombres por los de Cardenal Cisneros, Rodrigo Díaz de Vivar, y Calderón de la Barca.

 

La organización de la zona nacional cambia desde la proclamación de Franco como Generalísimo y Jefe del Gobierno del Estado. Desde el 2 de octubre de 1936 la Junta Técnica del Estado reparte funciones entre Salamanca, Burgos y Valladolid. La capital del Pisuerga fue la sede del gobernador general y alto tribunal de justicia militar, y vivió el General Valdés Cabanillas hasta febrero de 1938  por el cambio de funciones al ministro del Interior del primer gobierno de Franco Ramón Serrano Súñer ocurrido en el Palacio de la Diputación. La prensa publica otros aniversarios y eventos, como la proclamación del Cuatro de Marzo como Día del Caudillo: en esa fecha el ayuntamiento de Medina del Campo solicita oficialmente el título de Duque de España para Franco.

 

Poco a poco se van reanudando las fiestas patronales y las obras de teatro. Sirva como ejemplo que los menús del Restaurante de las Piscinas Samoa al precio de 7 pesetas ofrecían entremeses variados, huevos al plato a la riojana, filetes de lenguado molinera, pollo glaseado, patatas fritas helado copa regia y frutas del tiempo.

 

En enero de 1939 las tropas nacionales avanzaban sobre Cataluña. En una disposición del ministro del Interior con fecha del día 2 de ese mes se decretaba la denominación del resto del año como “Año de la Victoria”.

 

El final de la guerra civil fue comunicado mediante un parte oficial firmado por Franco el 1 de abril de 1939 (“En el día de hoy…”). En un documento fechado el 4 de abril y suscrito por el prelado de la Diócesis titulado “La guerra ha terminado. Demos gracias a Dios” se pedía que “el Movimiento Nacional no pierda nunca su carácter de Cruzada patriótica y religiosa”. Los desfiles procesionales fueron recuperados por el arzobispo Remigio Gandásegui años antes.

 

Desde entonces las fiestas religiosas tuvieron marcada carga patriótica. Todas las procesiones finalizaban con la entonación del Himno Nacional con el público presente con el brazo en alto dando vivas a España, al Caudillo, al Ejército y al señor arzobispo. El jueves 6 de abril por la noche, componentes del SEU interpretan “La corte del rey Baltasar” en el Teatro Calderón con música de la Coral Vallisoletana y se retransmite por Radio Valladolid. El Sermón de las Siete Palabras lo emite Inter Radio de Salamanca, y durante la Procesión General del Viernes Santo hubo gritos de “entusiastas vivas religiosos y patrióticos” y se prohibieron las “saetas” por no encajar en la liturgia y sociedad castellana. La noche del sábado de Gloria se podían escuchar la retreta militar, Gran jota y el pasodoble “Los voluntarios”. Y a la mañana siguiente las bandas musicales recorrieron las calles principales y las entidades benéficas repartieron una comida especial.

 

Excombatientes de la capital y provincia fueron a Madrid para intervenir en el desfile presidido por Franco el 19 de mayo.

 

Los vecinos de Valladolid escucharon en la Plaza Mayor la proclama de Franco el 19 de julio de 1936 al tomar el mando del Ejército y dar el último parte de guerra: así se declaraba esta fecha “Fiesta de la Victoria” según orden ministerial.

 

Mediante una enorme hoguera en el Cerro de San Cristóbal se anunciaron las dianas mañaneras, la fiesta castellana en el campo de La Deportiva, los fuegos artificiales, la misa de campaña en el Campo Grande y una conferencia en la Biblioteca Universitaria de Santa Cruz. El Jefe del Estado volvió a la ciudad para la inauguración de la Exposición Nacional de la Vivienda instalada en la Academia de Caballería, y los responsables municipales le entregaron las insignias que le nombraban alcalde honorario de la ciudad.  Franco Visitó el Museo, el Archivo de Simancas y se hizo una ofrenda floral en el mausoleo de Onésimo Redondo. El día festivo acabó con la corrida de toros en la que intervinieron los espadas “El estudiante”, “Rafaelillo” y “Manolete”.

 

El Auxilio Social organiza una especie de lote-aguinaldo para los obreros en situación de paro forzoso: las amas de casa necesitaban el anuncio de la nueva distribución de ¾ de litro de aceite, arroz y azúcar reconocida oficialmente como “la mayor ración que se da en España”. Se publica el 21 de diciembre que para la próxima Navidad: “Campaña de Navidad en el hogar español: Cena en familia, misa del Gallo, comunión en familia, oración y consagración al Divino Niño. Padres, hijos, amos, criados”. Una firma comercial llegó a anunciar turrones legítimos, cestas de regalos, anguilas, champagne y el fino de las bodegas de la Cooperativa de La Seca.

 

En el terreno laboral la Oficina de Colocación Obrera publicaba frecuentemente listas de trabajadores destinados a los tajos de las calles de Las Huelgas, la cascajera de San Isidro o el paseo de Taladriz.   Y según publicaciones oficiales “Hoy, Fiesta de la Unificación, el Caudillo ha firmado la ley de creación del Instituto Nacional de la Vivienda. Por Medio de él los españoles modestos poseerán un hogar claro y risueño, donde la luz les sea más alegre y el pan sabroso”.

 

Este año 1939 revela varias señales de reactivación. Se consideraba urgente la colaboración general, hasta para recoger chatarra porque  “A la hora de la paz… a quien te diga que por haber terminado la guerra ya no son necesarios los hierros y demás metales inútiles, puedes contestarle mostrando las mil obras destruidas y que es necesario reconstruir”. Se celebra el Día del Libro. Se inauguran nuevas salas en el Museo Provincial con la presencia del Jefe del servicio Nacional de Bellas Artes Eugenio D’Ors . La Universidad inaugura el curso escolar con subvenciones del Ayuntamiento y Diputación y un discurso actualizado del Catedrático de Patología Quirúrgica titulado “Heridas de arma de fuego”. El nuevo Rector Cayetano Mergelina   promete reanimar la institución y restaurar el edificio central del incendio sufrido meses atrás. 

 

Hay variaciones demográficas. Desde 1940 la población provincial crece de manera continua, a la vez que disminuye en Castilla y León y aumenta de forma mayor a nivel nacional. Todos los pueblos de la provincia pierden población, excepto Medina del Campo, Laguna de Duero y la propia capital vallisoletana.

 

Este siglo fue muy complicado, sobre todo en su primera mitad con la Primera Guerra Mundial (1914-1918, considerada durante mucho tiempo como La Gran Guerra), la Guerra Civil Española (1936-1939) y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

 

En la agricultura española hubo una gran crisis durante los años 40 por el descenso de la producción, los rendimientos, el consumo y el hambre extendida. Debido a que el Gobierno priorizó a la industria sobre la agricultura. En Castilla se llegó a gritar “Arriba el campo”. Por el decreto-ley de 23 de agosto de 1937 el Servicio Nacional del Trigo asume totalmente la compra del trigo a precio fijo: según la Federación de Sindicatos Católicos del partido de Villalón favorecía la ocultación de parte de las cosechas y su venta en el mercado negro (estraperlo), pero también se garantizaba mediante la Comisaría de Abastos precios bajos en los artículos de primera necesidad por la famosa “cartilla de racionamiento” vigente desde 1939 a 1952.

 

Estas cartillas pretendieron garantizar unos mínimos. Las hubo de diversas categorías, primera, segunda y tercera; y dentro de ellas distinguían si eran adultos, mujeres o menores de 14 años, alguna mejora para madres gestantes, huérfanos o trabajadores especiales. Estas mismas cartillas también se usaban para el tabaco. Los castigos públicos no evitaron a loa acaparadores.

 

 

Las nuevas normas se asentaron en la posguerra. Obreros y Patronos se  apoyan en sus respectivas organizaciones sindicales.

 

Desde la Ley de Bases los ayuntamientos y diputaciones modifican su organización. El Ministro de la Gobernación nombra a los alcaldes capitalinos y de los municipios de más de 10.000 habitantes. Mediante el sistema de “tres partes” se conseguía el puesto de concejal dependiendo de si fue elegido por vecinos cabeza de familia, organizaciones sindicales o miembros de diversas entidades; en la Diputación el presidente lo nombraba el ministro y el resto de cargos se elegían igual que los ayuntamientos. Los partidos judiciales tenían un representante elegidos por los compromisarios de los ayuntamientos su demarcación correspondiente. La corporación provincial se completaba con los diputados de entidades económicas, profesionales, culturales y de los sindicatos verticales.

 

Franco estuvo en Valladolid en noviembre de 1940 para la inauguración del curso de la Universidad recién reconstruida. En 1941 el falangista José Antonio Girón asume la cartera del Ministerio de Trabajo. En mayo de 1942 Franco cede el Castillo de la Mota de Medina del Campo a la Sección Femenina: “Entre los vestigios venerables de la historia de España, es el Castillo de la Motaen Medina del Campo, uno de los más ricos en contenido histórico (…) El Nuevo Estado, que considera como obra urgente devolver a los monumentos nacionales toda dignidad de su alto destino histórico… ninguno más apropiado que el de servir de escuela mayor de mandos de la Sección Femenina de FET y de las JONS”. Su fundadora, Pilar Primo de Rivera, recibió años después el título de Condesa del Castillo de la Mota. Desde entonces fue habitual que los “partes” informativos diarios se acompañaran con el himno nacional, también en las sesiones de cine además del himno se proyectaba el NODO: además, los cines cerraban durante la Semana Santa y volvían con sus estrenos el Sábado de Gloria.

Con el tiempo se suprimió el racionamiento ya que los comedores de “Auxilio Social” ubicados frente al Teatro Calderón eran menos visitados, desapareció el gasógeno de los coches, se celebra la I Feria Internacional del Campo en 1950. El gobierno franquista empieza a mejorar sus relaciones internacionales mediante convenios con Estados Unidos y la Santa Sede. España ingresa en las Naciones Unidas en 1955.

 

La capital de Valladolid y sus pueblos se vieron influenciados por los XXV Años de Paz celebrados en 1964. Confiaron en la Ley Orgánica del Estado de 1966 sometida a referéndum, en la designación del Príncipe Juan Carlos como sucesor a título de rey y en el llamado “espíritu del 12 de febrero”(1974) defendido por Arias Navarro en las Cortes, quien sucedió al Almirante Carrero Blanco asesinado en atentado terrorista  por ETA. Hasta la muerte de Franco en Valladolid también se vieron el estado de excepción a finales de los 60, las huelgas de las factorías de FASA- Renault, el cierre de la Universidad en febrero de 1975 y  las reuniones secretas celebradas en las postrimerías del régimen sembraban la semilla de futuros partidos mediante el debate de asociacionismo.

 

En el campo se necesitaron cambios como la subida de precios, concentración parcelaria, reducción del intervencionismo y la red nacional de silos, apoyadas por el Ministro de Agricultura Rafael Cavestany desde finales de 1951. Los Anuarios revelan el cumplimiento de estas normas y la normalización de los mercados. Hasta 1985 la concentración parcelaria afectó al 82% del terreno agrícola utilizado. Esto conllevó al abandono casi definitivo de la tracción animal por una paulatina tecnificación mediante maquinaria industrial (cosechadoras, tractores, aspersores), selección de semillas, tratamiento de plantas, fertilizantes, regadío… En abril de 1956 se publicó un decreto declarando la utilidad pública de la concentración parcelaria en la zona de Medina del Campo, y en enero de 1959 se aprobó el anteproyecto lográndose un 95% de coeficiente de concentración, siendo Medina uno de los primeros términos municipales concentrados del país. El 29 de octubre Franco, junto con el ministro Cirilo Cánovas, concedió en la plaza mayor de allí los títulos de las parcelas concentradas a 589 propietarios. Esto vino bien para la modernización de la producción agrícola pero seguía el reparto desigual de los beneficios entre los pequeños propietarios y los empleados, por esto la población se traslada a lugares más desarrollados industrialmente o hacia zonas de Europa del llamado “milagro económico” buscando un futuro mejor. Así, desde los años 60, se va modernizando el campo al introducir más maquinaria industrial. A principios de los 70 el encarecimiento del petróleo y la devaluación del dólar afectaron seriamente a la economía agraria, además de otros muchos sectores. En esta zona hubo menos consumo de legumbres o reducción de cultivos poco rentables en terrenos de secano. Hubo zonas que cambiaron a sembrar viñedos: Ribera del Duero, Rueda, La Seca, tierra de Medina y el entorno de Cigales. Aunque hay una cantidad importante de cabaña ovina, crece progresivamente el sector avícola al haber plantas grandes para seleccionar y envasar y también mataderos de aves.

 

Valladolid y Burgos son las provincias más beneficiadas de este desarrollo industrial.

 

 Valladolid fue incluida en el I Plan de Desarrollo en 1964, con buenos resultados de inversiones y empleos mayores de las previsiones iniciales. En 1950 el Jefe del Estado inaugura la factoría ENDASA (fabricante de alúmina, aluminio),  NICAS (fabricante de abonos nitrogenados). En 1951 empieza su producción TAFISA(fabricante de tableros de fibra vegetal). Además de esto, la evolución del desarrollo industrial llegó con el sector de la automoción. La empresa FASA , fundada en 1951, en agosto de 1953 empieza a fabricar el Renault 4CV. En 1955 se instala SAVA, años después fue absorbida por ENASA y entre las 2 generaron otras fábricas y talleres auxiliares como TECNAUTO y MICHELÍN.

 

Este crecimiento industrial también afecta a otros sectores como el avícola – ganadero y el de la construcción: Viguetas, Cerámicas, papeleras PACAR y VICTORIA, conservas HELIOS, IBERIT,…).

 

En la provincia también se nota esta evolución industrial. En Medina del Campo se asienta la industria del mueble y otras actividades en su Polígono Industrial, además de ser un centro comarcal de servicios. La fabricación de muebles también instala en Iscar junto con otros gremios relacionados con este sector.

 

En 1975 la Cooperativa ACOR (fundada en 1967) promueve una planta azucarera en Olmedo, que junto a la de Valladolid llega a conseguir un 13% de la producción nacional y agrupa a 9000 remolacheros de la cuenca del Duero.

 

En el sector avícola destacan los mataderos de Medina de Rioseco e Iscar. En 1958 se funda la Central Lechera Vallisoletana, las industrias queseras de Rioseco, Villalón y Peñafiel y la alimentaria de Tordesillas. Aunque la peor parte fue para la industria harinera, comenzando su declive en la posguerra.

 

En los eventos sociales, la Feria de Muestras de Valladolid celebra sus bodas de plata como certamen regional, nacional y llega a convertirse en internacional. Peñafiel organiza su feria de muestras comarcal,  Medina de Rioseco apoya la feria regional de Tierra de campos, Medina del Campo conserva su mercado dominical de ganado lanar. Todas las localidades reconocidas oficialmente como cabeza de partido mantienen sus mercados semanales o mensuales y las fechas determinadas de ventas de productos de la zona.

 

 

Estos cambios llegan a la capital vallisoletana en forma de crecimiento físico, tanto en zonas industriales como en viviendas. Para trabajar se construyen el Polígono de Argales, el de San Cristóbal y las carreteras de Burgos y León. En la posguerra y hacia la mitad de los años 60 nacen barrios de Viviendas de Protección Oficial: parte de ellas “protegidas” por el Instituto y después llamado Ministerio de la Vivienda o por la Obra Sindical del Hogar, otras están acogidas al sistema de viviendas subvencionadas. Así surgen los barrios de Francisco Franco, Rosario Pereda, La Victoria, Cuatro de Marzo, Primero de Octubre y XXV (25) Años de Paz.

 

Los barrios de San Pedro Regalado y Girón mantienen su estilo de casas rurales. En las periferias se mantienen las casas molineras y el chabolismo. Hay viviendas de varios tipos: bloques aislados y/ o torreones, con varias plantas, plazas porticadas…Todas coinciden en sus pequeñas dimensiones, mala calidad de los materiales, igualdad en las fachadas y terrazas muy pequeñas que con el tiempo se cerraron con estructuras metálicas. Pero alojaron a muchas familias procedentes de los pueblos: principalmente fueron sus inquilinos, funcionarios, empleados sindicales, dependientes de comercio y similares.

 

Por otro lado las zonas más pudientes fueron arregladas por empresas privadas. A finales de los 50 surgen las viviendas en el Paseo Zorrilla y así nacen sus calles adyacentes. Son edificios con muchas plantas, pisos más grandes y mejores materiales incluso en las fachadas. Posteriormente nace la zona residencial de la Huerta del Rey pasando el río, en el antiguo Paseo de las Moreras.

 

La tarde del 30 de octubre de 1975 se publica un decreto por el que el Príncipe de España Don Juan Carlos de Borbón asume las funciones de la Jefatura del Estado en aplicación del artículo 11 de la Ley Orgánica del Estado. Tras una lenta agonía de la que estuvo pendiente España y el mundo, Francisco Franco falleció la madrugada del 20 de noviembre. Su “testamento” se emitió en TVE por el Presidente del Gobierno Carlos Arias Navarro. Dos días después era nombrado Juan Carlos I Rey de todos los españoles según citó en el Mensaje de la Corona. El 2 de diciembre Torcuato Fernández Miranda asume la presidencia de las Cortes, y el 5 se confirmaba a Carlos Arias Navarro como Presidente del Gobierno. Fue un mandato breve marcado por muchas contradicciones, indecisión y los restos del régimen anterior.

 

El Rey eligió, entre la terna propuesta por el Consejo del Reino, como Presidente del Gobierno a Adolfo Suárez, quien juró su cargo el día 5 de julio de 1976 y publicó su lista de ministros 2 días después. El 22 de diciembre el Presidente Suárez sustituyó al Vicepresidente para Asuntos de la Defensa General F. de Santiago y Díaz de Mendívil por el General Gutiérrez Mellado, quien poco antes presidió la Capitanía General de la VII Región Militar ubicada en Valladolid.

 

Desde septiembre de 1976 hasta la promulgación de la nueva Constitución de finales de 1978 destacan dos medidas: el Proyecto de Reforma Política y la convocatoria de Elecciones Generales.

 

En el Proyecto de Reforma Política el presidente Suárez contó con todas las tendencias políticas. Se ratificó mediante referéndum el 15 de diciembre de 1976, y en la provincia de Valladolid se apoyó con un 94% de votos afirmativos.

 

Para las Elecciones Generales hubo que legalizar a todos los partidos. El PCE se legalizó el 9 de abril de 1977, y se formó una alianza de la misma tendencia gubernamental llamada “Unión del Centro Democrático” (UCD). El principal partido de la oposición era el PSOE, el ya citado PCE liderado por Santiago Carrillo y Alianza Popular por Manuel Fraga.

 

Hubo varias consulta electorales: sobre la Ley de Reforma Política en 1976, elecciones libres el 15 de junio de 1977, referéndum de la Constitución en diciembre de 1978, segundas elecciones generales el 1 de marzo de  1979, elecciones municipales 1 mes después, elecciones generales el 28 de octubre de 1982.

 

 

En las primeras elecciones generales los 2 partidos más votados son UCD y PSOE. Los primeros ganaron en 1979, los segundo en 1982. La Constitución Española fue aprobada mayoritariamente en el referéndum del 6 de diciembre de 1978, y certificada oficialmente mediante sanción real el 27 de diciembre. En Valladolid capital y provincia los resultados del comicio Constitucional fueron:

 

·        Censo de electoral 332.790.

·        Votos 248.184.

·        Afirmativos 204.647.

·        Negativos 28.592.

·        Blancos  12.214.

·        Nulos 2.707.

·        Abstenciones 84.606.

 

En los comicios de 1982 gana el PSOE. La Alianza Popular de Manuel Fraga queda en segundo puesto. La UCD de Adolfo Suárez decae y posteriormente se transforma en el Centro Democrático y Social (CDS). Los socialistas vuelven a ganar en 1986 y 1989 pero perdiendo votos. La oposición se forma por las tendencias aliancistas/ populares y la tercera opción son los centristas hasta la desaparición del CDS en 1991.

 

En Valladolid capital vivía el 64% del censo electoral, y la publicidad de la campaña llegó a toda la provincia. Además de los programas de futuro de los nuevos partidos y candidatos, también se presentan grupos que mostraron su “su lealtad de los principios del 18 de julio y a la obra de Franco”. Como reconoció la prensa local ganó la moderación: en el Congreso, UCD 3 diputados y PSOE 2 diputados; en el Senado UCD senadores y PSOE 1. AP y PCE no consiguieron ningún escaño pese a una importante cantidad de votos. En las elecciones del 1 de marzo de 1979 se mantuvieron parecidos resultados.

 

Empiezan a cambiar las campañas electorales. Se empapela todo con las fotos de sus candidatos y sus lemas de partido: “UCD cumple”, “PSOE un gobierno firme”, “PCE tu voto en contra del terrorismo” “CD defiende tu porvenir”. Y ya surgen las visitas de los candidatos a las capitales y localidades más importantes.

 

Empezó a haber cambios en la campaña electoral del 28 de octubre de 1982. Tras la intentona golpista del 23-Fdel año anterior los partidos políticos cambian sus lemas: “Por el cambio” el PSOE, “Para que nada se pare” el PCE, la UCD de liderada por Landelino Lavilla proclama que “en Valladolid el cambio lo hemos hecho nosotros (…) desde que ganamos las primeras elecciones en 1977” y hubo una coalición de Alianza Popular y el Partido Demócrata Popular que presentó como candidato al ex-alcalde capitalino Santiago López.

 

Otras candidaturas fueron la del reciente Centro Democrático y Social de Adolfo Suárez, MCC-L, LC, LCR (en vísperas de la elecciones se retiraron). La Falange Española de las JONS declara en sus folletos: “Jugarnos la Patria cada cierto tiempo en unos papelitos no nos convence, pero nos presentamos para que el pueblo español sepa que estamos aquí”.

 

Hasta Confederación Vallisoletana de Empresarios (CVE) promueve una campaña institucional similar a la patrocinada a nivel  por la CEOE “solicitando ejercer el derecho al voto y que sea consciente, reflexivo y útil”.  

 

Tras el escrutinio se confirma el bipartidismo y el fracaso de la UCD. El PSOE local estaba liderado por Gregorio Peces Barba, quien sería presidente del Congreso en esta nueva legislatura. Coalición Democrática logran representación parlamentaria, mejorando sus resultados en 1986 y 1989.

 

En el Ayuntamiento de la capital fueron alcaldes Tomás Rodríguez Bolaños, Francisco Javier León de la y en la actualidad (2020) Oscar Puente. La diputación Provincial estuvo presidida por socialistas en 2 ocasiones (Francisco Delgado en 1983-87, García Calvo en 1991-

, centristas y populares como Ovidio Fernández y Félix Casasola entre 1983-87

 

 

Bajo el amparo de la Constitución de 1978las regiones y nacionalidades del Estado se forman en 17 comunidades autónomas. En el caso de Castilla y León fue más largo. Por entonces existían las regiones de Castilla la Vieja (Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia, Ávila, Valladolid y Palencia), León (León, Zamora y Salamanca), Castilla la Nueva (Madrid, Toledo, Cuenca, Ciudad Real y Guadalajara), Murcia (Albacete y Murcia) y el País Vasco (Vizcaya, Guipúzcoa y Álava) era conocido y estudiado como Vascongadas.

En la región castellana hay 2 instituciones importantes que surgen a finales de 1975: la Alianza Regional Castellano- Leonesa y el Instituto Regional Castellano- Leonés. La Alianza se acoge a la Ley de Asociaciones de 1964 apoyada por tendencias conservadoras democráticas, y el Instituto, de tendencia de izquierda, se inscribe como sociedad anónima. En 1978 la Alianza se convierte en el Partido Nacionalista de Castilla y León (PANCAL), y se legaliza durante una sesión en Tordesillas; el Instituto en una sesión en Paredes de Nava (Palencia). Los 2 proyectos pretendían la autonomía para Castilla recurriendo a la descentralización y denunciando cualquier trato económico que pudiera ser algún menoscabo, incluso antes del votarse la Constitución española. Pese a sus diferencias coincidieron bastante en la convocatoria para la fiesta de Villalar del 24 de abril de 1977, Surgen otras organizaciones como el Grupo Autónomo Leonés, el Partido Regionalista del País Leonés o la Comunidad Castellana que pretenden dos comunidades separadas sin conseguirlo.

 

Según los resultados de las elecciones de junio de 1977 se formaron asambleas regionales en el Ayuntamiento de Villalar de los Comuneros por socialistas, y en el Castillo de Monzón de Campos por ucedistas, quedando constituida la Asamblea del Plenario de Parlamentarios de los partidos políticos. Esta misma asamblea se forma el 31 de octubre  en el Ayuntamiento de Valladolid esta misma para lograr el decreto de preautonomía para Castilla y León. “El Norte de Castilla” publica el 17 de diciembre del año siguiente que la Asamblea de Parlamentarios celebrada en León podía ser un paso más hacia el objetivo común. Había pintadas como “León sin Castilla funciona de maravilla”, pero esta reunión no se notó nada a pie de calle y había otros asuntos más serios que resolver. Uno de ellos fue la participación en los organismos pre- autonómicos de las diputaciones: UCD lo apoyaba por la representación provincial de las diputaciones, PSOE no porque esas instituciones no habían surgido democráticamente. Finalmente acordaron que la presencia de las diputaciones provinciales no sería efectiva hasta que no hubiera elecciones locales. Tras muchos debates se remató el texto publicado como Real Decreto el 13 de junio de 1978 según el cual se aprueba el régimen pre-autonómico para Castilla y León que comprendía el territorio de las provincias actuales y los que posteriormente serían las comunidades de Cantabria y La Rioja.

 

Este ambiente de incertidumbre por el temor a lo desconocido hace que la gente vuelva a apoyar a partidos pequeños y cercanos físicamente. Pese al artículo 2 del Real Decreto mencionado anteriormente, parece que  las provincias de Santander y La Rioja querían crecer en todo dentro de la región. Las demás provincias, salvo León que lo hizo 2 años después, se incorporaron al consejo General de Castilla y León constituido el 22 de julio de 1978, siendo nombrado presidente el diputado ucedista por Burgos Juan Manuel Reol Tejada y a quien sustituyó el senador centrista de la misma provincia José Manuel García Verdugo en junio de 1980. Tras las elecciones municipales del 3 de abril de 1979 el Consejo General queda formado por 65 miembros y la Junta de Consejeros por 25. Por la representación atribuida a Soria y Zamora, los socialistas abandonan el Consejo en julio y vuelven 3 mese después acordando en la institución incoar el proceso autonómico.

 

 

Al entrar en vigencia la Constitución, los procesos autonómicos se aceleraron. El derecho a la autonomía se define en los artículos 143 o 151 de la Constitución. En Valladolid 157 ayuntamientos se pronunciaron a favor del artículo 143. Las Diputaciones de Ávila, Burgos, Palencia, Salamanca, Soria, Valladolid y Zamora apoyaron la iniciativa del proceso mediante este mismo artículo 143 el 26 de octubre de 1979.  Las decisiones correspondían a las Diputaciones, Ayuntamientos y partidos políticos mayoritarios tomando como ejemplo la firma de los pactos autonómicos por los representantes de UCD y PSOE en 1981.

 

 León no se sumó al proceso autonómico actualmente conocido hasta el 16 de abril de 1980 (dejado sin efecto en enero de 1983) , y para vencer la reticencia de los 126 ayuntamientos leoneses intervino el presidente provincial de la UCD Rodolfo Martín Villa gobernados entonces por centristas, 24 por socialistas y  4 del PCE pese a que 40 ayuntamientos siguieron con tendencias leonesistas aparte de la comunidad autónoma. Y también los parlamentarios ucedistas de Segovia liderados por Modesto Fraile pretendían más una mancomunidad de diputaciones y se retiraron de los órganos del Consejo  impidiendo que la Diputación y los ayuntamientos adoptaran acuerdos de integración en la autonomía de Castilla y León.

 

 

 El 7 de junio de 1981 la Asamblea de parlamentarios y diputados provinciales aprueba en Salamanca el proyecto de Estatuto que enviaron a finales del mes siguiente a los presidentes del Congreso y Senado. Hasta el 22 de febrero de 1983 que el Congreso permitió el Estatuto, hubo dificultades en el camino por la Asamblea y las Cortes Generales. Además de los localismos de Burgos, Segovia o León que también pusieron trabas para perjudicar el trámite de proyecto de ley.

 

 

A nivel nacional se produce la dimisión del Presidente del Gobierno Adolfo Suárez, la conocida intentona golpista llamada 23-F el día 23 de febrero de 1981 siendo Presidente Leopoldo Calvo Sotelo y la disolución de las Cámaras en agosto de 1982. Esto último suspendió el trámite del Estatuto de la comunidad. El PSOE gana con mayoría absoluta las elecciones generales del 28 de octubre de 1982, la Coalición Popular consigue más de 100 escaños y la UCD su representación mínima. Dentro del debate sobre el Estatuto en las Cortes las provincias de León y Segovia dudaban de su integración en la Comunidad Autónoma. En las elecciones generales del 28 de octubre ganó por mayoría absoluta el PSOE, la Coalición Popular logró más de 100 escaños y la UCD quedó bajo mínimos. El Estatuto autonómico se volvió a debatir en las Cortes. Pese a que las provincias de León y Segovia dudaban de su integración en la Comunidad y del trámite parlamentario el Estatuto se aprobó el 22 de febrero de 1983 tras 199 votos a favor, 6 en contra y 98 abstenciones. Tres días después sería sancionado por el Rey y también la Ley Orgánica que incorporaba Segovia a la Comunidad de Castilla y León “por razones de interés y al amparo de lo dispuesto en el artículo 144 de la Constitución”. 

 

Dos sentencias del Tribunal Constitucional con fechas del 26 de septiembre y 8 de noviembre de 1984 resuelven definitivamente el recurso de inconstitucionalidad interpuesto por los senadores del grupo Popular sobre la permanencia de Segovia y León en la Comunidad Autónoma.

 

Según especifica el artículo 8º del Estatuto de Autonomía eran 3 las instituciones básicas de la Comunidad: las Cortes regionales, el Presidente de la Junta y la Junta de Castilla y León. El Consejo General convoca las primeras elecciones autonómicas para el 8 de mayo cuyos resultados son: PSOE (42), AP-PDP-UL (39), CDS (2), PDL (1). Al haberse celebrado después de las elecciones generales del 1982 los resultados en la región fueron parecidos que los obtenidos a nivel nacional y se mantiene la poca influencia de los partidos regionalistas. Los programas políticos eran muy débiles y muy dependientes (como siempre) de los posibles traspasos de competencias entre el gobierno central y cada región. Los 14 procuradores asignados a la provincia vallisoletana de entre los 84 representantes de las cortes regionales quedaron distribuidos así: 9 socialistas (5 de los cuales profesores de la Universidad de Valladolid) y 5 de la coalición popular. Las segundas elecciones celebradas en junio de 1987 tuvieron otros resultados: Tanto socialistas como aliancistas lograron 32 procuradores cada grupo, y 18 el Centro Democrático y Social (CDS). En Valladolid salieron 3 escaños para el CDS, 5 para AP y 6 para el PSOE. Esto conlleva el relevo de la Presidencia de las cortes del socialista Dionisio Llamazares por el centrista Carlos Sánchez Reyes. En la Junta ejercieron progresivamente Demetrio Madrid y José Constantino Nalda del PSOE, José María Aznar y después Jesús Posada (consejero de Fomento del gabinete del propio Aznar), Juan José Lucas y en el Parlamento regional Manuel Estella del PP.

 

Según el primer Estatuto regional conocido la sesión constitutiva de las primeras Cortes se debería celebrar en la villa de Tordesillas, y así ocurrió el 21 de mayo en la Iglesia de Las Claras y antiguo salón del trono del palacio de Alfonso XI. El alcalde local destacó la importancia del acto y recomendó a sus paisanos hospitalidad. El bando municipal recibía gratamente a los representantes elegidos: “Dexad franca la puente y alçadas de nuestras puertas; sea la plaça mayor tan acogedora como nuestras casas. Pues ninguno tenemos privilegio de exención de huéspedes, que el monasterio se vuelva otra vez plació, que las iglesias recuerden que fueron consistorios de favor….”  Constituida la mesa de edad el secretario pidió a los grupos parlamentarios que presentaran sus candidatos a la Presidencia: el procurador socialista por Valladolid Dionisio Llamazares y el procurador aliancista por Burgos Fernando Redondo. En la primera votación cada candidato recibe los votos de su grupo sin lograr la mayoría absoluta,  en la segunda votación fue elegido el procurador socialista gracias a los 42 procuradores de su grupo. En el mismo lugar también fue investido como primer Presidente de la Junta el socialista Demetrio Madrid: publicado el Real Decreto tomó posesión del cargo el 3 de junio en el Palacio de la Isla de Burgos, por entonces sede oficial de la Comunidad. Según el artículo del Estatuto se necesitaba la aprobación de los dos tercios (2/3) de los procuradores para fijar las Sedes de las instituciones de la comunidad autónoma. Los anteriores Presidentes del Consejo General crearon la sede de esta institución en Burgos, y en esta ciudad pedían que la capitalidad de la región mediante la “Junta pro Burgos cabeza de Castilla”. Durante un tiempo el Legislativo regional estuvo en el Castillo de Fuensaldaña  y el Gobierno en el Palacio de la Asunción, ambos en Valladolid. El 29 de diciembre de 1987 se fijó en estos sitios las sedes del Tribunal superior de Justicia de Castilla y León y de la Junta, descartándose así la opción de Tordesillas

 

  https://www.ccyl.es/Parlamento/Sede

 

Durante la presidencia de Demetrio Madrid (sustituido por José Constantino Nalda en noviembre de 1987) la institución de la Junta estaba formada por 10 Consejerías, y cuando gobiernan el PP se reducen a 6. Se organiza una Comisión Mixta de Transferencias compuesta por 16 representantes repartidos igualmente entre las administraciones central y regional para tratar las materias, funciones y servicios que pudieran ser transferidos.

 

En 1985 un periódico de tirada nacional intenta reunir los logros y carencias de todas las comunidades autónomas y Castilla y León no quedaba muy bien.  Por lo citado anteriormente el autogobierno de la región debería esperar. Finalmente los políticos se muestran favorables a reformar el Estatuto o recurrir al artículo 150.2 de la Constitución.

 

Desde la Transición la ciudad de Valladolid ha tenido como alcaldes a Tomás Rodríguez Bolaños (1979/ 1995), Francisco Javier León de la Riva (1995/ 2015) y actualmente Óscar Puente Santiago desde 2015.En 2023 comenzó como alcalde Jesús Julio Carnero. 

 

En este enlace también se pueden consultar todos los regidores de la Ciudad

 

https://www.valladolidweb.es/valladolid/vallisolet/biograf/alcaldes.html






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